La palabra «axê» proveniente del idioma yoruba tiene algunos significados, por ejemplo, ‘fuerza vital’, ‘energía favorable’, ‘bendición siempre’, entre otros.
Hechas, pues, estas prevenciones,
no quiso aguardar más tiempo a poner en efecto
su pensamiento, apretándole a ello la falta que él pensaba
que hacía en el mundo su tardanza,
según eran los agravios que pensaba deshacer,
tuertos que enderezar, sinrazones que emendar
y abusos que mejorar y deudas que satisfacer[2].
En un lugar con muchas manchas, empeoradas en los últimos años, cuyo nombre nunca olvidamos ni olvidaremos ocurren una elecciones causadas por un Gobierno que no tenía otra causa mejor que joder al país, para ganar tanta guita como le fuera posible al gobernante y su grupillo. Gru-pillo. El fracasado regente (no es sátira) había triunfado con unas ideas más que flacas raquíticas, unos zapatos rojos y un look que le sirvió para escamotear sus anacronismos, en ese país, en el cual, desde los balcones coloniales, se sancionaban las ventajas populares como viveza criolla. (¿Acaso solo los criollos son dueños de las artimañas?) Y así quedó la lápida hasta el sol de hoy. Ese gobernante -es un engaño decirle “presidente”- completó el enflaquecimiento institucional de ese lugar ecuatorial inolvidable. Así fue que llegaron días en que los ciudadanos más avisados, mujeres y hombres, no sabían si morirse de la risa o matarse de la rabia. El punto de verdad es que el país ahora es irreconocible, por la mortandad sin guerra y la crisis que consume cualquier propósito esperanzador. Justamente en estas forzadas elecciones parecería que se arriesga, mucho con demasiado, repetir el anterior desatino electoral. Diagnóstico tibio de la calle.
Cada noche de duelo y quebrantos tiene una largura de eternidad y esas incontables dudas que siendo una sola parecen muchas, porque el tropel mediático y las vocerías serviles hablan, sin pausas, de un lugar que nadie goza y todos, mujeres y hombres, padecen. Una mentira repetida tantas veces crea dudas hasta de los por-dioses gástricos, de los calvarios del desempleo y el indicador preventivo de las calles desoladas (Esperando el momento preciso y ahora es cuando es)[3] . Si la retahíla no convence tienen el sonsonete cagón: “la culpa de es de…” Aunque se apunta y se explica la diablura en los detalles para que sepan quienes son los culpables de estas noches familiares de claro en claro y de estos días de turbio en turbio. Nada que ver, a la gente de este lugar negado al olvido se le seca la sesera al intenso calor de las dudas, entre realidad y deseos. “Las grandes masas sucumbirán más fácilmente a una gran mentira que a una pequeña”, profetizó Adolf Hitler para este lugar y otros lugares manchados. Este arte científico de mentir parece ser tan efectivo que un día de estos empezarán a dudar hasta del nombre histórico de esta geografía limitada. La mediática ecuatorial ha hecho escuela; dudoso mérito y tal.
En eso se dio el pensamiento y la acción inimaginable en este lugar que, a pesar de los esfuerzos políticos de algunos liderazgos, tiene sus costosos desquiciamientos. Una mujer candidata a la presidencia de la República. ¿Y sabe qué? Fue un acierto excepcional. Un desafío de arriba abajo a la misoginia, al ultra conservadurismo, a esa mohosa desconfianza del inconsciente colectivo en el liderazgo de las mujeres, peor para ese cargo convertido en ejercicio nefasto por un tal Boltaire y el actual GASLM. Luisa González Alcívar tuvo (aún tiene) la misión imposible de explicar, sin en el más mínimo error, sus capacidades para que el ejercicio político sea lo que es. Si algún día tenía que ser y por qué no ahora, cuando este lugar, al que está prohibido olvidar, más necesita de alguien con las virtudes que demanda el cargo con encargo decisivo.
Como nadie hubiera imaginado, ella está en el momento exacto, en el cual la memoria colectiva se activa para siempre, sin importar historiadores y sus historias falsetas. Luisa está en el punto de quiebre de este lugar con sus manchas nobles y otras que no lo son ni lo serán. Y esos meses de ejercicio benéfico del cargo principal de esta República serán de una largura que parecerán la invención y evolución de algún mundo. Valga la hipérbole, pero barrio adentro no se presume de exageración al amanecer y al medio día cuando las necesidades aprietan. Claro, debe triunfar en las elecciones. (Este jazzman cree que sí).
Hechos, pues, estos pronósticos, faltaba tiempo
para convencer a la abigarrada multitud descreída, a los embolatados por años
de falsificación mediática de toda realidad, hasta de aquella que se ve, ojos a
vistas, cuando se cruza el umbral hacia la calle; pensar estrategias con la
preocupación de no equivocarse, crear por sobre las necedades individuales
comunidad de ideas razonables y aplicables; no hay literatura anticipatoria
para estudiar errores y aciertos de alguna presidenta, Luisa González es la
primera, y a la manera de una quijote
verdadera y del siglo XXI ha debido y (aún deberá) inventarse las veces que
sean necesarias para luchar contra las perversiones despiadadas de poderes
económico-políticos y mediáticos. Y esos poderes saben la sociedad que somos,
decimos que somos y actuamos realmente como somos. Patriarcado, machismo,
misoginia, racismo, clasismo, origen social y geográfico y todos los antis
inventados para desmerecer al progresismo ecuatoriano. A esos agravios y
entuertos es que Luisa debe deshacer en cortísimo tiempo. Es tan corto porque
su destino ya está determinado con una carga inexorable: no puede perder la
elección. Y muchísima gente quiere (queremos) exactamente lo mismo que ella.
Luisa, imposible saberlo, debió saber lo desmesurado de su misión y la
insuperable carga de esperanzas populares, pudo ocurrirle su propio patio de
Getsemaní, por las dudas y por los sacrificios personales. Ahora ya está en
la bronca electoral sin
lanza en astillero, adarga antigua, (ni)
rocín flaco y galgo corredor[4], sino con su
talento de cimarrona y el apoyo de millones de ecuatorianos, hombres y mujeres.
Este axê de pocas palabras concluye aquí, pero el de Luisa González
continuará.
[1] Palabra proveniente del idioma yoruba tiene algunos significados, por ejemplo, ‘fuerza vital’, ‘energía favorable’, ‘bendición siempre’, entre otros.
[2] El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, Miguel de Cervantes Saavedra, Lemir 19 (2015), Textos-Conmemoración IV Centenario de la Segunda Parte del Quijote: 1-478, p. 22.
[3] Verso de la canción Tiempo pa’matar, compositor Willie Colon.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.