En las últimas elecciones se votó “para que nos den palos” … Y nos los van a dar. Parece que no hemos sacado lecciones de los anteriores dos gobiernos de los ricos: el de Lenin Moreno que desbarató las instituciones estatales llamadas a protegernos y el de Guillermo Lasso que saqueó el país. No nos hemos dada cuenta que un gobierno de los ricos gobierna exclusivamente para ellos. El elegir a un presidente multimillonario nos va a tratar como sus empleados y sabemos o deberíamos saber cómo son mal pagados y mal tratados los empleados de las empresas Noboa…
Eso es la triste realidad que nos espera de la parte de un empresario que quiere fortalecer sus empresas y acumular más dinero. Él quiere más beneficios personales a costa de nuestros derechos y de nuestra explotación. Como buen empresario lo va a logar muy bien. Se trata entonces de pensar cómo vamos a resistir y qué caminos tenemos que emprender para conseguirlo. En un primer tiempo se debe buscar la manera de entender por qué todo va a aumentar y cómo se atropella nuestros derechos. Luego tendremos que discernir qué capacidades y medios tenemos a nuestra disposición para enfrentar esta situación de empobrecimiento y saqueo crecientes. Finalmente tendremos que organizarnos para lograr enfrentar y disminuir la explotación de la que somos víctimas. Eso no va a ser tan fácil porque no estamos acostumbrados a analizar lo que nos está pasando, ni a conocer las alternativas de una vida mejor, como tampoco a presionar gobiernos, empresarios y medios de comunicación para que respeten nuestros derechos. Tal vez la dureza de la situación nos obligará a empezar este nuevo modo de vivir si queremos sobrevivir y vivir dignamente, apoyándonos en las asociaciones y organizaciones que luchan por un país con derechos y por ciudadanos que se hacer respetar.
Si queremos combatir una situación de explotación y empobrecimiento tenemos que conocer cómo proceden los que nos explotan y nos gobiernan. No se trata sólo de informarnos y escuchar el número semanal de asesinatos, o enumerar los derechos que se están pisoteando, sino también cómo se están dando estas situaciones, o sea, cuáles son las causas de estas realidades que padecemos y quiénes son sus responsables. Esto supone que dejamos de ver y escuchar los medios de comunicación comerciales que están en manos de los ricos, que defienden sus intereses, manipulan o inventan los acontecimientos y nos engañan muy astuciosa y eficazmente. Habrá que encontrar medios alternativos que nos informan de manera exacta y nos ayudan a discernir el origen de los problemas que nos aquejan. Esto nos va a exigir dejar el individualismo, la indiferencia y la pasividad para aprender a reunirnos, escucharnos, reflexionar, construir una consciencia crítica y mirar las cosas de frente y en profundidad. No es tan difícil lograrlo. Sólo se trata de decidirnos.
En un segundo tiempo tendremos que descubrir los motivos de las instituciones y los grupos sociales que promueven la explotación y la dominación, como también a sus cómplices e igualmente a los que prefieren arrastrarse y vivir de rodillas y esclavos deshumanizados. Habrá que descubrir cómo funciona una sociedad en manos de los ricos que se organizan por acumular riquezas sin límite a costa de nuestro despojo… y cómo van a utilizar todos los medios a su disposición para mantenernos quietos, sumisos y agradecidos. Tampoco podemos avanzar solos en este segundo paso. Habrá que unirnos a asociaciones y organizaciones que existen desde siempre para, por una parte, enfrentar explotaciones y dominaciones, y, por otra, construir espacios donde se respetan nuestros derechos y se satisfacen nuestras necesidades básicas: comer sano, tener casa digna, poder curarnos eficazmente, estudiar en buenas condiciones, tener asegurado el disfrute de los bienes comunes. ¿Avanzaremos decididos en este segundo propósito? … sabiendo que no hay nada imposible y que mucho se puede lograr organizadamente.
Tercer tiempo: Empezar a vivir lo que soñamos porque es nuestro primer derecho, o sea, vivir con dignidad… porque no es vivir dignamente ser individualistas, indiferentes y pasivos. No es vivir dignamente desconocer por qué motivos estamos en un país de desgracias en medio de tantos bienes y riquezas que nos rodean. No es vivir dignamente dejarnos explotar y dominar descaradamente porque ignoramos cómo funciona nuestro país y porque se nos margina de las decisiones que nos atropellan. Tampoco es vivir dignamente abstenernos de participar en actividades, organizaciones e iniciativas que nos permitan ser hombres y mujeres dignos, de pie, fraternos y solidarios.
Los caminos hacia una vida mejor individual y colectivos existen y no están fuera de nuestro alcance. Se trata de emprenderlos. Todos tenemos ejemplos de familiares, vecinos, amigos, compatriotas, antepasados, o sea, varones y mujeres que supieron dar lo mejor de sí mismos y hasta la vida para que seamos personas conscientes, organizadas y valientes. La reciente fecha del 15 de noviembre nos recuerda la lucha y el sacrificio de miles de trabajadoras y trabajadores guayaquileños que dieron la vida para que el respecto y la dignidad sean una realidad en nuestra ciudad y nuestro país. El proyecto del Reino inaugurado por Jesús es un gran movimiento por la dignidad personal y la fraternidad ciudadana, en nombre del Dios de la vida.
Perdemos esta dignidad y fraternidad cuando dejamos de luchar individual y mancomunadamente por ellas. Se trata entonces de vivir dignamente y convivir fraternalmente: Para eso hemos nacido, a eso nos llama Dios y tenemos a la mano todos los medios para lograrlo… para nuestra felicidad.
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