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Saludo la reunión de las izquierdas, el progresismo y otras agrupaciones

Fuentes: Rebelión - Imagen: Representantes de los partidos políticos y agrupaciones que se reunieron en Quito el 31 de julio pasado. Foto: Andrea Salazar

El hecho de que agrupaciones de una amplia tendencia política se hayan sentado a dialogar de forma franca y respetuosa es positivo. Que esta reunión “le friegue la paciencia” al poder, como lo reconoció el presidente Daniel Noboa, indica que se camina en la dirección correcta.

Para enfrentar a las derechas precisamos un proyecto de cambio real, no simples eslóganes que luego desde el gobierno no se cumplen. Cristalizar la unión demanda un espacio de construcción de alternativas destinadas a enfrentar los graves problemas que aquejan al Ecuador. En ese contexto, la conformación de una mesa para elaborar las bases programáticas de un plan de gobierno resulta uno de los retos más importantes. 

Conscientes de que será indispensable una transición democrática para superar tantas injusticias históricamente acumuladas y que no todas las luchas son electorales, se requieren compromisos que tiendan, entre muchos otros temas, a
–       construir el Estado plurinacional;
–       respetar el mandato popular expresado en las urnas para frenar la destrucción petrolera en el Yasuni y también la minera, como un primer paso para construir una economía postextractivista;
–       cimentar una política económica reactivadora sustentada en la justicia social y la justicia ecológica, que empiece por romper las estructuras oligopólicas existentes, fortaleciendo las capacidades productivas internas;
–       liberar al país de las ataduras de los organismos multilaterales de crédito, como el FMI, y de los TLCs;
–       volver los ojos al campo a través de una profunda revolución agraria, basada en la soberanía alimentaria y en la redistribución de la tierra y el agua;
–       impulsar una política tributaria que parte del principio de que quien más gana y más tiene, más tributa;
–       replantear de forma estructural el sistema financiero, en función del bien común; 
–       garantizar plenamente los derechos de las mujeres y las minorías sexuales;
–       respetar y ampliar las conquistas laborales y sindicales;
–       hacer realidad los derechos constitucionales a la educación, a la salud, a la vivienda;
–       impulsar la seguridad social universal sustentada en la solidaridad, defendiendo el IESS; 
–       construir una sólida y genuina seguridad ciudadana a partir sobre todo de una cultura comunitaria de paz, que reconstituya el tejido social con equidad social;
–       levantar una institucionalidad democrática que asegure, entre otras tantas cuestiones pendientes, el fortalecimiento de una justicia independiente y autónoma;
–       consolidar una clara vocación internacionalista, que fortalezca los procesos de integración regionales sobre bases de permanente respeto a la democracia. 

La fortaleza de esta unidad radicará si se consiguen acuerdos políticos programáticos sólidos, tanto por su contenido como por la forma en que se los logra. Toda simplificación resultará peligrosa. No se trata solo de consolidar posiciones electorales de corto plazo. 

Sin respeto a las opiniones contrarias no habrá una unidad genuina. Es urgente superar posiciones de “superioridad moral”. No requerimos liderazgos iluminados, sino liderazgos colectivos sustentados en la autocrítica, en la toma colectiva y horizontal de decisiones. 

Por lo tanto, celebro también el acuerdo por el pacto de NO agresión que se habría conseguido, lo que, sin embargo, parece anticipar que hay poca voluntad para avanzar hacia una gran alianza electoral en la primera vuelta, pues lo que se buscaría es simplemente anticipar el apoyo para aquella fuerza de esta amplia tendencia que llegue a la segunda vuelta en las elecciones del año 2025; apoyo que, en cualquier caso, deberá estar condicionado a la aceptación de los acuerdos programáticos que se alcancen, que constituyen el plan de gobierno de este proceso unitario.

Es de esperar que en este camino no tengan solo voz los partidos y las agrupaciones políticas, sino también todos los movimientos sociales, sean indígenas, feministas, laborales, ecologistas, juveniles… No hay luchas solo de las mujeres o solo de los pueblos y nacionalidades o solo de los trabajadores y trabajadoras o solo del campesinado o solo de la juventud o solo de ecologistas… Precisamos entender este reto histórico para tejer conjuntamente la construcción plural de alternativas concretas, tanto como de las resistencias al patriarcado, a la colonialidad, al neoliberalismo, a los extractivismos, en el marco de luchas compartidas en su comprensión y en su gestión. 

LA UNIDAD ES NECESARIA SOBRE TODO PARA TRANSFORMAR EL PAÍS,
NO SOLO PARA GANAR LAS ELECCIONES. 

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.