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Pensar con Marx y Lacan sobre la izquierda que se divide ante Siria

Fuentes: Rebelión

La izquierda se divide ante Siria. Un bando celebra el derrumbe de la tiranía, los presos liberados, la revuelta victoriosa, las movilizaciones populares, el horizonte democrático y la esperanza para los kurdos. El otro bando lamenta el triunfo del bloque dominante imperialista, sionista y terrorista sobre el mundo multipolar y sobre el eje de la resistencia.

Los dos bandos se critican y se descalifican de modo recíproco, simétrico, especular. Sin que sea claro cuál es el reflejo en el espejo, cada uno se presenta como el original. Cada uno pretende ser fiel a la izquierda traicionada por el otro. Ambos se tachan de inconsecuentes y pseudo-izquierdistas. Uno tilda al otro de liberal, ingenuo, atlantista, eurocéntrico y cómplice del expansionismo israelí y del imperialismo europeo y estadounidense. El otro condena al bando opuesto por autoritario, conspiracionista, campista, estalinista y cómplice del imperialismo ruso.

Los dos bandos parecen refutarse, pero tal vez en el fondo ambos acierten. Quizás cada uno tenga su parte de la verdad que sólo puede tenerse a medias. En el caso de Siria, o se ve su verdad sin escucharla o se la escucha sin verla. Un bando, escuchando, sabe respetar al pueblo sirio al tomar en serio su palabra, no subestimando su criterio, considerando su dolor, compartiendo su odio hacia el tirano, desconfiando tanto de Putin y Asad como de Biden y Netanyahu. El otro bando, con sus ojos bien abiertos, logra tener una visión global del tablero en el que el triunfo de Ahmed Al-Charaa sobre Bashar Al-Asad podría ser una victoria no sólo sobre los gobiernos ruso e iraní, sino sobre el pueblo palestino y sobre la humanidad que se representa simbólicamente en él.  

Tal vez el meollo de los últimos acontecimientos únicamente pueda conocerse a través de una experiencia dialéctica desgarradora para quienes la conozcamos: alegrarnos por el fin de Asad mientras nos indignamos por la forma en que este fin ha sido inducido por Estados Unidos y aprovechado por Israel; entristecernos por el pueblo sirio sin dejar de esperanzarnos con él; creer en él, en su capacidad para desviar la historia en su favor, pero sin dejar de percibir y deplorar su instrumentalización en el juego de los grandes poderes. Al desgarrarnos así dialécticamente, quizás evitemos las visiones unilaterales que dividen a la izquierda. Evitaremos la división y no solamente la unilateralidad.

Para no pensar unilateralmente, hay que poner el cuerpo al asumir y encarnar las contradicciones de la realidad. Es un aspecto del elemento materialista que Marx agregó a la dialéctica. Es la implicación de sujeto en la que Lacan sitúa la condición indispensable de un conocimiento con el que se atraviese el semblante de la realidad.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.