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En el centenario de la fundación del primer Partido Comunista cubano

Julio Antonio Mella y el nacimiento del marxismo cubano

Fuentes: Rebelión

Recuperar el estudio y debate sobre la personalidad histórica de Julio Antonio Mella (1903-1929) y sus aportes al movimiento comunista cubano e internacional, resulta un propósito que debemos asumir y promover los comunistas y patriotas cubanos, en el año en que conmemoramos el centenario de la fundación del primer partido marxista y leninista cubano

El recorrido político e ideológico de Julio Antonio Mella en solo seis años de vida activa como persistente luchador revolucionario, coloca a nuestro alcance un enriquecedor patrimonio de praxis revolucionaria, no suficientemente conocido. Desde las posiciones del líder estudiantil, el pensamiento reformador universitario, el romanticismo antimperialista, su vocación de aprendizaje en el seno del movimiento obrero y en la fundación del Partido, hasta ocupar un lugar destacado entre los revolucionarios antimperialistas y marxistas de Nuestra América ofrece un ideario profundo que es necesario estudiar. La preocupación de Mella y su círculo de amigos y más cercanos colaboradores, por el estudio de la historia y la teoría revolucionaria, fue decisiva en su toma de partido y creó las sólidas bases de su sorprendente madurez política.

En este centenario, dedicamos un primer artículo a los principios y métodos de trabajo partidista. Nos proponemos en esta presentación, abordar la contribución de Mella en el orden de la teoría revolucionaria.

Lenin en Mella

El marxismo llegó a Julio Antonio Mella por la vía del impacto mundial que alcanzó el triunfo de la Gran Revolución de Octubre a partir noviembre de 1917. La prensa burguesa demonizaba a quienes habían dado “un golpe de Estado” al gobierno burgués que se hizo del poder en el Imperio ruso, tras la abdicación del zar Nicolás II (1868-1918). Y es a través de las noticias sobre el asalto al poder de los bolcheviques liderados por Vladimir Ilich Lenin (1870-1924), que se interesará por acceder a la literatura del líder soviético y desde este, a las obras de Carlos Marx (1818-1883) y Federico Engels (1820-1895). Las evidencias testimoniales y documentales indican que, desde finales de 1923, Mella entra en contacto con el marxismo.

De su temprana y pública simpatía por Lenin da noticia la anécdota del estudiante, que el día en que se conoció la muerte del líder bolchevique, en son de burla, buscó en la solapa del traje de Mella la cinta negra que entonces solía usarse por los hombres como demostración luctuosa. Luego de apartar al provocador de la forma que merecía, cuentan que respondió: “¡Tú no sabes quién fue el que murió para que hables así! ¡Algún día, estoy seguro, que lo sabrás!”.

El homenaje al fundador del Estado Soviético, Mella lo extendió a la revista estudiantil “Juventud”, donde publica el artículo “Lenine Coronado”, en el que denuncia la campaña propagandística burguesa que pretende “adorar muerto a lo que hubieran quemado vivo”i. Todo el artículo revela admiración, respeto y también no poca incomprensión del leninismo. Cita a Ingenieros para explicar a un Lenin, todavía en lo esencial, ignoradoii y no por ello, deja de tener una clara intuición sobre el hecho histórico en sí. Habla de “los principios científicos que Karl Marx hizo axiomas teóricos y Lenin monumentos magníficos de belleza y de justicia”iii.

Mella no solo comprendió la genialidad de Lenin como creador del Partido Bolchevique y conductor de la Gran Revolución de 1917, fundador de la Internacional Comunista en 1919, fundador del Estado soviético en 1922. Si de estudio y ciencia social se trataba Mella supo apreciar cómo en el hacer leninista la teoría social cumplía la misión de ser una racionalidad práctica que sustentaba, acompañaba y adelantaba los fundamentos, la estrategia y las tácticas de la Revolución. Lenin reafirmaría Julio Antonio Mella en 1928, es “el más exacto y práctico de los intérpretes de Carlos Marx”iv.

José Martí: La gran ventaja

El joven de 22 años, que en agosto de 1925 se adentró definitivamente en el mundo de la militancia en un partido comunista, lo hizo acompañado de un significativo bagaje histórico político. Tanto las primigenias crónicas de su viaje por México insurgente con solo 16 años, como sus primeros trabajos periodísticos en las revistas estudiantiles que funda -Alma Mater y Juventud-, dejan suficientemente esclarecido cómo el entronque con el marxismo y leninismo llega para el joven Mella, después y durante el estudio profundo de la historia patria, de la historia latinoamericana y universal; de su estudio de lo más avanzado y representativo del pensamiento revolucionario cubano y latinoamericano; en medio de su rechazo a la expansión imperialista en la región. Antes que la bolchevique Mella fue sacudido por la fuerza y vitalidad de la Revolución Mexicana. En Mella el marxismo fue una cima de llegada, durante su constante descubrimiento y aprendizaje sobre el Héroe Nacional José Martí Pérez (1853-1895).

Con Martí, Mella parte de un escalón superior en el orden histórico, político y praxiológico valorativo. Mella desde muy joven, había encontrado en los textos del Apóstol, la ideología revolucionaria, y la eticidad que lo compulsaron a rebelarse contra la educación bancaria y las lacras de la república neocolonial. El avanzado pensamiento martiano le daría a Julio Antonio Mella una gran ventaja sobre otros revolucionarios, que en Latinoamérica y el Caribe abrazaron la causa del proletariado.

Martí posee una visión totalizadora sociocultural del devenir histórico y el presente de los pueblosv, que se proyecta desde el Sur colonizado y representa una alternativa civilizatoria, que difiere del eurocentrismo que caracteriza a las teorías surgidas en el Viejo Continente. Inicia los análisis críticos de la modernidad desde el mundo colonial. En tanto Carlos Marx (1818-1883),  y Federico Engels (1820-1895) desarrollaban desde Europa la sólida argumentación anticapitalista, matriz del socialismo científico, Martí toma la especificidad de la América Latina y el anticolonialismo, como sus puntos de partida para crear instrumentos propios de crítica e intelección revolucionaria.

El anticolonialismo martiano no solo es una respuesta a la explotación económica y dominación política metropolitana. Es, además, una crítica a lo que hoy denominamos colonialidad del ser, el tener y el saber. Con esta perspectiva, Martí hace una propuesta superadora mediante procesos de desenajenación-emancipación que instituyan individuos más libres y capaces, constructores de sociedades liberadas con estados nacionales, formación de ciudadanía y justicia social. Se trata esencialmente de una propuesta de superación del liberalismo predominante.

La historia, la política y la sociedad no fueron concebidas por Martí como asuntos puramente teóricos, sino como cuestiones vivas y concretas, que debían ser analizadas con el propósito de actuar sobre ellas de acuerdo con fines y objetivos fijados de antemanovi. Y desde esta visión, sustenta una concepción profundamente dialéctica sobre el valor de los estudios y la construcción histórica, como fuentes de formación de valores e instrumental político prospectivo, en función de la interpretación y transformación revolucionaria de la realidad social. La citada concepción se hace praxis a través del método histórico político de conocimiento de la sociedad, que Martí aplica con la rigurosidad de un cientista social.

En Martí, se fundamentan con sistematicidad las doctrinas básicas de la ideología de la Revolución Cubana acerca de la independencia nacional, el antimperialismo, el latinoamericanismo, la emancipación social y la dignificación del hombre. Martí aporta a Mella su sustantiva eticidad revolucionaria y en particular, el valor del ejemplo.

El problema fundamental del marxismo: Mella y Mariátegui

Marx trabajó con una perspectiva emancipatoria, pero no pudo superar el enfoque eurocéntrico. Las tesis de Lenin sobre las nacionalidades constituyeron un serio esfuerzo por entender las especificidades y particularidades del mundo colonial, pero sus continuadores en la dirección soviética no las desarrollaron, es más, las desconocieron.

La contribución martiana destaca la necesidad de asumir crítica y creadoramente el pensamiento más avanzado de la época que se vive, desde el saber también crítico y creador de los entramados nacionales y sus tradiciones culturales. Y precisamente este legado preparó a Mella para asumir el marxismo y el leninismo desde una postura opuesta a los dogmas y las asimilaciones miméticas de experiencias revolucionarias válidas en otras circunstancias.

Mella comprende el extraordinario paso dado por el hombre en el camino de su liberación con el triunfo de la Gran Revolución de Octubre; sin embargo, ya en su primigenio homenaje a Lenin en enero de 1924 afirma: “No pretendemos implantar en nuestro medio, copias serviles de revoluciones hechas por otros hombres en otros climas…”. vii

La diáfana comprensión del problema del sujeto de la Revolución, le ratifica que para el nuevo mundo que abrieron Lenin y los bolcheviques “…lo principal son Hombres, es decir, seres que actúen con su propio pensamiento y en virtud de su propio raciocinio, no por el raciocinio del pensamiento ajeno”viii.

Julio Antonio Mella en el citado texto, con solo 21 años, llega con Martí, de manera inequívoca, al problema central que estaría en el centro de los debates, de las victorias y derrotas del movimiento comunista de América Latina y el mundo, hasta hoy: “La causa del socialismo en general –afirma– …es la causa del momento, en Cuba, en Rusia, en la India, en los Estados Unidos y en la China. En todas partes. El solo obstáculo es saberlo adaptar a la realidad del medio”ix.

Ningún otro dirigente comunista europeo, asiático o latinoamericano vio tan tempranamente este eje no de “un marxismo” sino de los marxismos, en tanto la necesidad de la adaptación y fertilización de la teoría y la práctica revolucionaria. Como sabemos esta “no visión” sería un factor determinante en toda la historia posterior del movimiento comunista.

La necesidad de aplicar la doctrina comunista a cada uno de los fenómenos sociales de América, ratifica en Mella el hacer martiano de replantearse la historia del continente, comprender desde muy temprano, el proceso que protagonizaba, como una continuación de las gestas independentistas, y se apresta a asumir las tareas inconclusas en las nuevas condiciones: “Luchar por la realización del viejo ideal de Bolívar adaptado al momento”x subrayaba en agosto de 1924.

Con Mella, en cuanto a la fertilización histórico – concreta del marxismo coincidirá José Carlos Mariátegui (1895-1930). En 1928, Mariátegui en su conocido texto “Aniversario y Balance” ratifica: La revolución latino-americana, será nada más y nada menos que una etapa, una fase de la revolución mundial. Será simple y puramente la revolución socialista. A esta palabra agregad, según los casos, todos los adjetivos que queráis: «antimperialista», «agrarista», «nacionalista-revolucionaria». El socialismo los supone, los antecede, los abarca a todos.

No queremos, ciertamente -precisa Mariátegui-, que el socialismo sea en América calco y copia. Debe ser creación heroica. Tenemos que dar vida, con nuestra propia realidad, en nuestro propio lenguaje, al socialismo indoamericano. He ahí una misión digna de una generación nueva” xi.

El marxismo en Mella

La aprehensión del marxismo y el leninismo en Julio Antonio Mella estuvo condicionada al limitado y fragmentado conocimiento de las obras de los clásicos que existía en la época y el débil desarrollo de la filosofía y la sociología marxista más, al desaparecer sus más geniales creadores. En estas circunstancias, la visión que logra desarrollar Mella no se libra de las limitaciones comunes al movimiento comunista internacional de aquellos años, pero lo verdaderamente trascendente es como a pesar de esto, alcanzó una estatura teórica de notable relieve, eminentemente revolucionaria, original y coherente.

Hay en Mella un constante crecer teórico y político. Si a principios de 1925, Mella asume la Revolución Social como un “hecho fatal e histórico, independiente de la voluntad de los visionarios propagandistas”xii.

En 1926, ya percibe que lo más importante es estar “capacitados para aprovechar el momento histórico”xiii. A diferencia de la matriz obrerista predominante en la Internacional Comunista, un punto cardinal será la defensa de la tesis de que la revolución socialista en los países coloniales y neocoloniales tenía que ser ante todo nacional y en el área de América Latina y el Caribe, definitivamente antimperialista. En defensa de su punto de vista, en 1926 Julio Antonio afirmaba: “La lucha contra el imperialismo de todas las fuerzas y tendencias es la lucha más importante en el momento actual… tenemos el deber de plantear el problema “nacionalista” para unos, el “social” para otros, pero antimperialista para todos”xiv.

El encuentro con un marxismo y una práctica partidista mucho más madura en el seno del Partido Comunista Mexicano, sus relaciones con el fuerte núcleo de intelectuales comunistas mexicanos y latinoamericanos que por esa época se encontraban en ese país, y la reflexión autocrítica que, sin lugar a dudas, realizó de su paso y confrontación con los dirigentes del Partido cubanoxv, le permiten avanzar en una actuación y formulación teórico- práctica mucho más precisa. En 1927, comprende las alternativas que se avecinan frente a la Revolución y proclama en ruptura con la visión “fatalista”: la liberación nacional y social no se nos concederá por misericordia”xvi.

Lejos del discurso triunfalista que predominaba en los líderes comunistas de la época, que entonces proclamaba la crisis y el “próximo” derrumbe del sistema capitalista, Julio Antonio tiene una objetiva lectura del momento histórico por el que transitaba el capitalismo y de los recursos de hegemonía de los que disponía.

Sobre Estados Unidos apreciaba que “la estructura económica del capitalismo imperialista yanqui no presentaba aún resquebraduras serias que indicara su próxima desaparición…Por ello, “el proletariado está hipnotizado por los líderes amarillos y los altos salarios”xvii. Hoy los millones de obreros y trabajadores estadounidenses que votaron por el fascista Donald Trump, confirman la fuerza de este mecanismo, creado para pactar consensos y colocar a las clases trabajadores del país imperialista como usufructuarias menores del sistema de explotación capitalista -hoy transnacional- a escala global.

En 1928, el pensamiento de Julio Antonio ha madurado extraordinariamente, lo que se aprecia de manera nítida en la revisión que realiza, con vistas a una nueva publicación, de su trabajo de 1924, “Cuba un pueblo que jamás ha sido libre”xviii. Gira mucho alrededor de la estrategia y las tácticas adecuadas de la revolución latinoamericana y, en particular para el logro de su desenlace positivo en Cuba.

En nuestros países -escribía en mayo de 1928 mientras se iniciaba en Moscú el VI Congreso de la Internacional Comunista-, más que en los de Europa, las etapas de progreso de las clases y las naciones, están, dado el carácter de las relaciones sociales y la penetración violenta del imperialismo, determinadas por las insurrecciones periódicas que no siempre son simples movimientos de caudillos, puesto que levan masas. Esto impone a los proletarios el tomar parte en ellas, aunque han de saber que en las etapas posteriores surgirán los Moncadas o los Chang Kai Sek. Esto no importa. México puede servir de ejemplo de lo mucho que se puede obtener por las multitudes”xix .

La apreciación de Mella, difería de la que en esos mismos momentos aprobaba el VI Congreso de la Internacional Comunistaxx, relativa a la inclusión de América Latina en el sistema colonial imperialista. Mella no coincidía con se oponía los directivos de la Internacional, que sostenían que, bajo el imperialismo, la autodeterminación es económicamente irrealizable y la lucha de liberación nacional, desarrollada en unión con actores no proletarios, una negación de los fundamentos primarios del socialismoxxi.

De Lenin a Martí: El problema nacional

La ventaja ideológica y política Desde Marx y Lenin, con más pasión y certezas aún, Julio Antonio Mella regresa a una más profunda lectura de Martí. En “Glosas al pensamiento de José Martí», ensayo escrito en 1925, el joven pensador dejó testimonio de su profunda mirada sobre el legado ideológico y político del Apóstol. Glosas… sería el primero y más medular ensayo sobre José Martí que se produce en Cuba, en la primera mitad del Siglo XX cubano.

La obra organizativa y el programa liberador e internacionalista del Partido Revolucionario Cubano, con sus bases proletarias en Tampa y Cayo Hueso, enriquecen su concepción revolucionaria de la Historia de Cuba y le demuestran las raíces precursoras de los ideales de justicia social e independencia nacional que enarbolan los comunistas. El democratismo revolucionario y la necesidad y el hacer organizacional martianos dentro de un partido político, su labor propagandística y periodística, el trabajo de masas, le dotan de esencias que se confirman y continúan en la teoría y práctica partidista leninista.

Insisto en el concepto práctica partidista leninista, porque Mella supo diferenciar la aportación teórica que fundamento la creación y la labor del Partido Bolchevique, de lo que ocurrió después de la muerte del genial conductor.

En Glosas, puede apreciarse la prevalencia del enfoque determinista en el marxismo de la época, pero lo más interesante está en conocer cómo Mella ya se acercaba a la concepción que lo llevaría a poseer una de las visiones históricas más certeras de su momento. El joven cubano defendía lo específico del sujeto-individuo, en su manifestación histórico- concreta.

Las Glosas ratifican cómo Mella comprende primero que muchos otros dirigentes comunistas, la esencia del planteamiento de Lenin sobre el problema nacional en las condiciones de un país subdesarrollado y semicolonial. Precisamente, el estudio de las tesis leninistas llevaría a Mella a fijar las limitaciones de la estrategia y la táctica de la Internacional Comunista en el ámbito latinoamericano; matizadas en conjunto, por un desconocimiento de la tradición y la cultura de nuestros pueblos, a lo que se sumaba la apreciación esquemática del proceso histórico y del movimiento revolucionario del área.

Mella hace teoría para la acción reconoce el papel de las ideas en la lucha y al mismo tiempo señala la necesidad de la acción concreta. En sus Glosas martianas, junto a las trincheras de ideas -en perfecta consecuencia- sitúa las trincheras de piedras.

La certeza teòrica sustenta la tozudes martiana y leninista de Mella en la defensa y puesta en práctica de la acción revolucionaria. Las diferencias con los directivos de la Internacional no le hacen a Julio Antonio cejar en sus esfuerzos. En el México de 1928 continúa en solidaridad con los movimientos insurreccionales de los patriotas nicaragüenses y venezolanos, y trabaja por la más amplia unidad del movimiento sindical. Para la liberación de Cuba funda la Asociación de Nuevos Emigrados Revolucionarios Cubanos (ANERC). Y prepara dentro de la Isla la insurrección contra la dictadura proimperialista, junto con el primer Partido Comunista -ya liderado por Rubén Martínez Villena (1899-1934)-, coordinada con los nacionalistas y con otras fuerzas comprometidas todas en la lucha armada, para derrocar el gobierno ilegal y corrupto de presidente asesino Gerardo Machado y Morales (1869-1939).

Mide Julio Antonio el riesgo de que lo acusen, sancionen y expulsen del Partido, la tormenta se desata: En medio de estas circunstancias, los esbirros del imperio, certeros en la apreciación del peligro real que Mella representaba para sus intereses, ejecutan el asesinato el 10 de enero de 1929.

Riqueza, diafanidad y dureza teórica

La acción y el pensar revolucionario de Julio Antonio Mella fue el fruto de una comprometida visión martiana del mundo y de la Revolución, que el joven líder supo articular con la teoría científica, la metodología y el instrumental creado por Carlos Marx, Federico Engels, y con la teoría, la certeza política y la audacia de Vladimir Ilich Lenin. En Mella, se produce una original y genuina articulación del pensamiento martiano con el marxismo y el leninismo. De los marxismos del siglo XX, Mella acredita la decisiva influencia que ejercicio el leninismo en Cuba.

Mella incorpora el marxismo y el leninismo a la ideología revolucionaria cubana como programa de asimilación cognoscitiva, valorativa y práctico- transformadora de la realidad. Comprende desde sus primeras incursiones teóricas al socialismo, que este sólo puede funcionar en una cultura de manera histórico – concreta, fundido con la herencia espiritual en la que se constituye. En Nuestra América julio Antonio inició el controvertido pero vital camino, de identificar y reconocer en las obras de Marx, Engels y Lenin – así como en la Gran Revolución Socialista de Octubre y en los procesos revolucionarios de la India y China-, junto a sus extraordinarios méritos, lo estrictamente referido al pasado siglo XIX o comienzos del XX, lo ruso o asiático, de lo universal y e históricamente trascendente.

Mella, fruto de la herencia martiana en la época del marxismo, no resume ni totaliza el pensar de los fundadores del primer Partido Comunista de Cuba. Lo real histórico nos dice con evidencias irrefutables, que el comunista Julio Antonio Mella militó, creó y peleó a contracorriente dentro del Partido y el movimiento comunista de su época.

Sí, la singular aportación de Julio Antonio Mella, su obra teórico-política, constituye un eslabón de partida para aclarar en detalle las formas en que han entrado, se articulan y funcionan el marxismo y el leninismo en nuestra cultura política, dentro del movimiento comunista, y en importantes figuras y zonas del movimiento nacional liberador. Mella hace inobjetable la historicidad de un pensamiento fundacional que partió de José Martí y en plena articulación creadora, se propuso crear un marxismo cubano, un socialismo cubano. Como ya afirmamos en la primera entrega para este Centenario, Mella nos permite decidir qué herencia asumimos y a cuál renunciamos.

Notas:

i Julio Antonio Mella: “Lenin coronado”, en Mella Documentos y Artículos, Editorial de Ciencias Sociales La Habana, 1975, p 88.

ii La obra de Lenin era más conocida en Cuba, en particular a través de las publicaciones de la Internacional Comunista que llegaron primero en inglés y francés, y luego en español. En general Mella y sus contemporáneos fueron a Marx desde Lenin, y no a Lenin desde Marx, como suele ocurrir en la mayor parte del mundo. Este criterio probado en el estudio de las fuentes marxistas disponibles en la Cuba de principios del Siglo XX, es además ratificado por el testimonio de Raúl Roa. Ver: Rosales García, Juana. “Marxismo y tradición nacional: Julio Antonio Mella”. Marx Ahora, no. 8, La Habana, 1999.

iii“ Julio Antonio Mella: Los nuevos libertadores”, en Mella Documentos y Artículos, Ob.cit.,p.124

ivJulio Antonio Mella: “La lucha revolucionaria contra el imperialismo ¿Qué es el ARPA?”, en Mella Documentos y Artículos, Ob.cit.,p.379.

v Ver. Olivia Miranda: Historia, Cultura y política en el pensamiento revolucionario martiano. Editorial Academia, La Habana, 2002.

vi Ver: Isabel Monal: “José Martí, del liberalismo al democratismo antimperialista, Revista Casa de las Américas, La Habana. Año XIII, N. 76. Enero febrero , 1973 Ver: Isabel Monal: “José Martí, del liberalismo al democratismo antimperialista, Revista Casa de las Américas, La Habana, Año XIII, N. 76. Enero febrero , 1973.

vii Julio Antonio Mella: “Lenine coronado”, en Mella Documentos y Artículos, Ob. cit., p 87

viii Julio Antonio Mella: Lenine coronado”, en Mella Documentos y Artículos, Ob. cit., p 88

ix Julio Antonio Mella: “Los Nuevos Libertadores”, en Mella Documentos y Artículos, Ob. cit., p 124.

x “Hacia la Internacional Americana”. en Mella Documentos y Artículos, Ob. cit., p. 211

xi José Carlos Mariátegui: Aniversario y Balance”, en AmautaAño III, No 17. Lima, setiembre de 1928.

xii Julio Antonio Mella: Cuba un pueblo que jamás ha sido libre”, en Mella Documentos y Artículos, Ob. cit., p. 182.

xiii Julio Antonio Mella: “Carta a Sarah Pascual”, en Mella Documentos y Artículos, Ob. cit., p.257.

xiv Julio Antonio Mella: “Carta a Gustavo Aldereguía”, en Mella Documentos y Artículos, Ob. cit. p. 259.

xv Hay noticia fehaciente de tal posición autocrítica en Mella en la carta que envía el secretario general del Partido Comunista de los Estados Unidos Charles Ruthenberg (1882-1927), al Partido Comunista de Cuba en julio de 1926. Ver: Carta del Secretario general del PCUS, Ruthenberg al PCC del 15-7-1926”, en Christine Hatzky: Julio Antonio Mella. Una biografía, Editorial Oriente, Santiago de Cuba, 2008, p 397

xvi Julio Antonio Mella: “Mensaje de Mella a los Estudiantes”, en Mella Documentos y Artículos, Ob. cit., p. 279.

xvii Julio Antonio Mella: “Junto a Wall Street”, en Mella Documentos y Artículos, p.325

xviii Sobre la letra impresa del folleto publicado en 1924, está en cursiva la huella de las precisiones que realiza Julio Antonio a su texto. Ver ejemplar de “Cuba, un pueblo que jamás ha sido libre”. Imprenta El ideal. Federación de torcedores. 1925, en AIHC, Fondo Primer Partido Comunista de Cuba, PE, 2.1/1/8/1-22.

xix Julio Antonio Mella: Hacia dònde va Cuba, en Mella Documentos y Artículos, Ob. cit., p 409

xx A partir de 1927 se había iniciado un nuevo giro a la izquierda en la orientación política de la Internacional Comunista que continuará en años sucesivos. El cambio obedece a diversos motivos que actúan al mismo tiempo, interrelacionándose e influyendo recíprocamente. Resulta muy difícil ordenarlos por su importancia, no obstante, puede decirse que ninguno de esos motivos pudo por sí solo provocar un cambio tan serio. Uno de los más importantes fue el hecho de que la política de frente único en Europa y Asia no dio los frutos que se esperaba. La traición del Kuomintang y la matanza de Shanghái -1927- junto a la posición claudicante de la social democracia europea, polarizaron los debates. En el centro de la cuestión también estaban las luchas internas que se agudizaron en 1928 en el seno Partido Comunista (bolchevique) de la Unión Soviética y en Partido Comunista Alemán.

xxi A. Sobolev y otros: La Internacional Comunista. Ensayo sucinto. Editorial Progreso, Moscú, s/a., p.281.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.