Las acusaciones de fraude en las pasadas elecciones presidenciales contra Daniel Noboa, presidente de Ecuador y quien asegura haber sido reelecto a pesar de las cada vez más irregularidades evidenciadas incluso por la Organización de los Estados Americanos (OEA), han puesto a Ecuador en el ojo de un huracán internacional que se veía venir desde la precampaña, y más durante el proceso electoral, el cual ahora da muestras de una ya tradicional estrategia ultraconservadora a nivel regional, con la cual Noboa busca dispersar la tensión y la apartar las miradas que pesan sobre su actuar.
Primero, desde el inicio de las denuncias de fraude en las elecciones presidenciales, se conoció el hecho de que los ecuatorianos radicados en Venezuela no pudieron ejercer su derecho al voto en el pasado 13 de abril, día de la segunda vuelta, esto debido a que el Gobierno ecuatoriano no les permitió sufragar, y posteriormente quiso responsabilizar a la República Bolivariana de Venezuela de ser la culpable de dicha situación y de un supuesto “robo de actas”, ante lo cual, naturalmente, Venezuela desmintió la acusación, negó tener alguna responsabilidad y demostró que la arbitrariedad fue cometida con dolo por Noboa y las instituciones electorales de Ecuador, y la razón no es otra que el hecho de que en la primera vuelta electoral, los votos de los ecuatorianos en Venezuela fueron mayoritariamente para Luisa González, candidata de la Revolución Ciudadana. Por lo que, como se comprenderá, la candidata opositora vio mermada una significativa cantidad de votos a su favor, lo que sólo beneficia a Daniel Noboa.
Segundo, una vez difundidas las acusaciones de fraude realizadas por Luisa González contra Daniel Noboa y publicado el Primer Informe de la Misión de Observación Electoral de la OEA, donde se señalan una serie de irregularidades muy graves, la opinión internacional comenzó a cuestionar con mayor fuerza la veracidad de los resultados electorales y a exigir una auditoría a todo el proceso electoral, destacándose, entre otras, la voz de Gustavo Petro, presidente de Colombia, quien no reconoció de manera abierta el resultado por las irregularidades difundidas, y la voz de la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, quien reafirmó que México no tendrá relaciones diplomáticas con Ecuador mientras Noboa sea presidente de ese país.
Ante estas declaraciones, Noboa y sus asesores imperialistas han incrementado la estrategia mediática de distorsión de la opinión pública para alejar la tensión sobre el fraude electoral acusando de “malos perdedores” a la oposición mediante un Comunicado Oficial del Ministerio de Gobierno de Ecuador, activando una alerta nacional tras un supuesto informe militar en el que se expondrían datos de un “intento de asesinar al presidente Daniel Noboa”, alertando, también, sobre “ataques a infraestructura claves y protestas violentas”, y bueno esta historia ya se ha visto muchas veces en Latinoamérica, lo que sigue es la militarización de regiones del Ecuador donde la oposición sea mayoritaria con el incremento de la represión violenta, algo que ya sucedió en plenas elecciones con el Estado de excepción impuesto por el gobierno, y que ahora, ante el aumento del reclamo social e internacional, se agudizará con la excusa de la “emergencia nacional”. Pero esto no es todo, pues resulta que quienes estarían planeando el ataque contra Noboa serían casualmente sicarios que viajarían desde México… Y sí, así de “ingeniosa” la estrategia ultraconservadora, pues ante las declaraciones de la presidenta mexicana les es muy fácil formular una absurda acusación que únicamente agravará la disputa diplomática, y así intentar impedir el apoyo a favor del pueblo ecuatoriano que reclama contra el fraude.
Tras el Comunicado Oficial del gobierno de Noboa, y como es de esperarse, el Gobierno de México ha emitido un comunicado a través del Ministerio de Relaciones Exteriores donde rechaza categóricamente la “reiterada e inescrupulosa creación de narrativas en comunicados oficiales y/o filtraciones de documentos oficiales, que aluden a México como fuente de supuestos actos delictivos o situaciones internas en ese país”. Y en ese mismo documento, se indica que “la ruptura de relaciones diplomáticas con la Republica de Ecuador ocurrió con motivo del violento asalto a la Embajada de México en Quito el 5 de abril de 2024, en grave y flagrante violación al derecho internacional. Al margen de ello, nuestro país se guía y se guiará siempre bajo el principio de no intervención”. El Gobierno mexicano es claro y Noboa muy torpe. Pero aún hay más, pues a lo anterior hay que sumarle que se ha divulgado que México entregará el 22 de abril a la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya su memorial, que está integrado por un expediente documental donde expone los argumentos legales contra la violenta agresión a su embajada en Quito que realizó el gobierno de Noboa, y, justamente, para esa misma fecha Ecuador ya debe haber entregado su memorial con documentación relativa a la demanda que interpuso contra México.
Nada es casual en la política y menos en contextos y tiempos álgidos como los que vivimos, la estrategia de distorsión mediática de Ecuador es clara, ya que busca Noboa crear un discurso de víctima en donde se regresa a la vieja acusación de intervencionismo extranjero, ahora señalando a México y Venezuela como responsables de situaciones inexistentes, que intentarán ser usadas para distraer a la opinión pública internacional sobre el fraude, la violación de derechos humanos en Ecuador y las graves irregularidades antidemocráticas vividas en el proceso electoral. Es, además, sumamente grave que en el mismo Comunicado Oficial del Ministerio de Gobierno de Ecuador se señale al final, casi como burla, que “el Estado está en alerta máxima. Se han activado todos los protocolos de seguridad, y las Fuerzas Armadas, la Policía Nacional y los organismos de inteligencia están trabajando de forma articulada para neutralizar cualquier amenaza… Ellos esparcen la muerte. Nosotros cuidaremos de la vida, la democracia y la libertad”.
Las declaraciones finales del comunicado únicamente hacen recordar las históricas amenazas de gobiernos ultraconservadores en nuestra América, mismos que han desatado represiones brutales, encarcelamientos y dictaduras en “nombre de la libertad y la democracia”. Y ante estos hechos, el pueblo ecuatoriano, las fuerzas democráticas verdaderas y de izquierda necesitan la solidaridad internacional para revertir el fraude y evitar nuevos días de terror que tanto hemos vivimos y que aún nos tienen con las venas abiertas. La unidad latinoamericana y caribeña es urgente para la defensa de nuestros pueblos.
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