Decenas de waoranis, hombres, mujeres, ancianos y hasta niños, llegaron a Quito, el 13 de mayo de este año luego de caminar por varios días desde sus hogares en la selva, para expresar sus inquietudes a las autoridades de la Corte Constitucional y al gobierno de Daniel Noboa sobre lo que pasaría si se entregaran millones de hectáreas de su territorio en la Ronda sudoriente a las compañías petroleras. La extracción de petróleo ya ha causado desastres insalvables en la ecología amazónica y en los waoranis que ahora piden que los jueces escuchen sus exigencias antes de emitir jurisprudencia y que se respete su derecho admitido en la Constitución, a una consulta previa, libre e informada (INREDH).
No es la primera vez que vinimos, dijeron; sin embargo, los señores de la Corte nunca han visitado las comunidades indígenas, ni se han comunicado con los líderes de las comunidades.
El mundo de los waoranis es fascinante. No solo por el bosque, sino también por las cascadas, los ríos, los animales y los relatos que se cuentan o se cantan diariamente tienen su propio espíritu. La gente extraña a este mundo (misioneros evangélicos, caucheros, madereros, empresas internacionales y nacionales) han destruido la selva, ahuyentado a los animales, contaminado el aire y el agua; han traído enfermedades desconocidas y han negado la existencia de su dios creador, Wen Gongui (El que trae flores en cintas de algodón y crea con la palabra).
En un tiempo los waorani eran un pueblo numeroso, pero amargas experiencias han hecho que algunos grupos del mismo pueblo waorani -los tagaeri y los taromenane- se hayan internado en la jungla profunda y no quieran tener comunicación con sus parientes resignados al trato desigual con extraños que tienen intereses económicos particulares.
Comienza un nuevo período de gobierno en Ecuador. ¿Qué pasará con los waorani dejados de lado por el Estado? Escucharán los gobernantes la protesta de un pueblo en peligro de extinción y que defiende su entorno vital proclamando ¡Omere goronte enamai!
Ileana Almeida: Filóloga, profesora universitaria y escritora. Entre sus libros figura Mitos cosmogónicos de los pueblos indígenas del Ecuador.
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