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Bases militares extranjeras a la vista: ¡Nos vemos en las urnas!

Fuentes: Rebelión

“Sin soberanía, una nación no puede existir” –Juan Montalvo (1832-1889)

La Asamblea Nacional, en un segundo debate, el día 3 de junio, al apuro, con una discusión menos que mediocre, dio paso a la eliminación de la prohibición constitucional que impide el establecimiento de bases militares extranjeras en Ecuador. El siguiente episodio, luego del dictamen de la Corte Constitucional, se dirimirá en un referéndum, tal como dispone la Constitución de Montecristi [2], en su artículo 442, dedicado a reformas constitucionales parciales.

Con esta acción parlamentaria, respaldada por la mayoría oficialista y inclusive por asambleístas del Pachakutik, el gobierno caminó en línea con las pretensiones de algunos grupos, que siempre estuvieron en contra de dicha decisión constitucional, a través de la que se cristalizó la salida de la base norteamericana en Manta. En síntesis, con una sociedad agobiada por la violencia criminal, se quiere retroceder la rueda de la historia abriendo nuevamente el territorio nacional para el establecimiento de tropas extranjeras. En concreto, se pretende derribar la esencia del artículo 5 de la carta magna:

“El Ecuador es un territorio de paz. No se permitirá el establecimiento de bases militares extranjeras ni de instalaciones extranjeras con propósitos militares. Se prohíbe ceder bases militares nacionales a fuerzas armadas o de seguridad extranjeras.”

            Artículo que quedaría con un texto declarativo:

“El Ecuador es un territorio de paz.”

El gobierno de Daniel Noboa, que avanza con este proceso de desmantelamiento de la soberanía nacional iniciado por Guillermo Lasso, en el marco de su conflicto interno armado, justifica esta medida para combatir el narcotráfico, inclusive la pesca ilegal, sacrificando la soberanía nacional. Como veremos a continuación, recuperando incluso experiencias de la historia ecuatoriana, al ceder soberanía, a la postre no se consigue la seguridad y la Paz, tampoco se logra reducir el narcotráfico. Pero antes revisemos algunos elementos de una Constitución redactada en una gran minga democrática, aprobada masivamente en las urnas, para impulsar “la cultura de la Paz”.

ELEMENTOS DE LA “CULTURA DE LA PAZ” CONSTITUCIONALIZADA…

Recordemos que, entre los cinco primeros artículos aprobados en el pleno de la Asamblea Constituyente en Montecristi, el día viernes 29 de febrero del 2008, estaba el hoy es el artículo 5, que establece que el Ecuador es un territorio de Paz. Irónicamente, al día siguiente de su aprobación, en la madrugada del sábado 1 de marzo, se produjo el bombardeo de la fuerza aérea colombiana, con evidente apoyo militar norteamericano, en Angostura, territorio ecuatoriano. Entonces, violentando nuestra soberanía nacional, se asesinó a un grupo de personas, que incluso no formaban parte de las fuerzas insurgentes de Colombia.

Esa ya fue una clara advertencia de lo difícil que es construir un territorio de paz, impulsado por el sentir pacifista de nuestra sociedad, que se plasmó en el preámbulo de la Constitución, que reza así:

“Nosotras y nosotros, el pueblo soberano de Ecuador, decidimos construir… Un país democrático, comprometido con la integración latinoamericana… la Paz y la solidaridad con todos los pueblos de la tierra.”

En consecuencia, con lo establecido en la primera página de la carga magna, aprobada en las urnas mayoritariamente por el pueblo ecuatoriano, el 28 de septiembre del 2008, se fija que

“Son deberes y responsabilidades de las ecuatorianas y los ecuatorianos, sin perjuicio de otros previstos en la Constitución y la ley: (…) 4. colaborar en el mantenimiento de la Paz y de la seguridad.” (artículo 83)

En la lista de reclamos por la paz en el texto constitucional, teniendo en el horizonte la construcción de un mundo que erradique la violencia, en el artículo 276, se establece que,

“El régimen de desarrollo tendrá los siguientes objetivos: (…) 5. Garantizar la soberanía nacional, promover la integración latinoamericana e impulsar una inserción estratégica en el contexto internacional, que contribuya a la paz y a un sistema democrático y equitativo mundial.”

No cabe duda que, en la Constitución de Montecristi se optó por visualizar un mundo que condene las pretensiones imperiales de cualquiera de las grandes potencias y que impulse la integración y la convivencia pacífica entre los pueblos.  Esta preocupación se plasma de forma categórica en el artículo 416:

“Las relaciones del Ecuador con la comunidad internacional responderán a los intereses del pueblo ecuatoriano, al que le rendirán cuenta sus responsables y ejecutores, y en consecuencia:

1. Proclama la independencia e igualdad jurídica de los Estados, la convivencia pacífica y la autodeterminación de los pueblos, así como la cooperación, la integración y la solidaridad.

2. Propugna la solución pacífica de las controversias y los conflictos internacionales, y rechaza la amenaza o el uso de la fuerza para resolverlos.

3. Condena la injerencia de los Estados en los asuntos internos de otros Estados, y cualquier forma de intervención, sea incursión armada, agresión, ocupación o bloqueo económico o militar.

4. Promueve la paz, el desarme universal; condena el desarrollo y uso de armas de destrucción masiva y la imposición de bases o instalaciones con propósitos militares de unos Estados en el territorio de otros. (…)

8. Condena toda forma de imperialismo, colonialismo, neocolonialismo, y reconoce el derecho de los pueblos a la resistencia y liberación de toda forma de opresión. (…)

10. Promueve la conformación de un orden global multipolar…”

Cabría traer a colación otro punto fundamental en la Constitución relacionado con “la cultura de Paz”, expresamente establecido para las regiones fronterizos (artículo 249) e inclusive para impulsar la seguridad humana, que propone “la convivencia pacífica de las personas” (artículo 393).

Esta cuestión está expresamente establecida como deberes primordiales del Estado en su artículo 3: “Garantizar a sus habitantes el derecho a una cultura de paz…”; artículo en el que, adicionalmente se establece, como otro deber fundamental: “Garantizar y defender la soberanía nacional”, que a todas luces se verá atropellada con el establecimiento de una base militar extranjera en territorio ecuatoriano. [3]

Otro punto medular. El Estado tiene el monopolio del uso legítimo de la fuerza. La presencia de tropas extranjeras, por más que estén cobijadas con algún acuerdo por el Estado, podría terminar por asumir al menos parte de las funciones exclusivas de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional, establecidas en los artículos 158 y 159 de la Constitución. Lo que no impide buscar una cooperación respetuosa de nuestra carta magna con otros Estados para enfrentar el crimen organizado transnacional.

En síntesis, con el intento por eliminar la esencia de una Constitución pacifista y soberana, se quiere echar por tierra la Constitución de Montecristi.

LA HISTORIA, ESA GRAN Y OLVIDADA MAESTRA…

En nuestro país tenemos una amplia experiencia de lo que ha significado la presencia de tropas extranjeras.

La base norteamericana en Manta -Puesto de Operaciones de Avanzada (FOL, Forward Operating Location)-, establecida en el marco del Plan Colombia, el año 1999, no contribuyó a disminuir el flagelo del narcotráfico. Durante los 10 años de su existencia los envíos de droga se triplicaron. La tasa de criminalidad se disparó. Decenas de personas, particularmente pescadores, denunciaron abusos de parte de soldados yanquis. En suma, se registraron varias violaciones a los Derechos Humanos y la respuesta de la sociedad mantense, en su mayoría, era contraria al mantenimiento de dicha instalación militar extrajera, como informó el INREDH, en el año 2007. [4]

Las acciones de los aviones norteamericanos no se ciñeron a los términos del convenio pactado, pues en muchos casos estaban orientadas a la lucha contra la insurgencia en Colombia y la interdicción de emigrantes ecuatorianos; muchas veces en acciones sin conocimiento de las autoridades ecuatorianas. Lejos quedó el sueño de transformar a Manta en una suerte de Miami en el Pacífico. Y como sucede en estos casos, las tropas allí instaladas gozaron de privilegios diplomáticos.

En territorio ecuatoriano, ya tuvimos anteriormente la presencia de tropas norteamericanas. Soldados yanquis desembarcaron en Baltra y Salinas en diciembre de 1941, luego del ataque japonés en Pearl Harbor, con la provincia de El Oro ocupada por tropas peruanos, sin autorización expresa del Estado ecuatoriano. Recién el 24 de enero de 1942 se firmó el convenio para normalizar la presencia de tropas de los EEUU en Salinas y el 2 de febrero en Baltra. Entre estas dos fechas, con la presencia de soldados peruanos en territorio ecuatoriano y con una enorme presión panamericana, el 29 de enero de 1942, se firmó el Protocolo de Paz, Amistad y Límites de Rio de Janeiro. En suma, su presencia no sirvió para precautelar la soberanía nacional. [5]

Recuérdese que los norteamericanos construyeron dos pistas de aterrizaje y alrededor de 200 edificios en la isla de Baltra. Cuando esas tropas abandonaron el lugar, el destrozo ecológico era general, pues su presencia no buscaba proteger el entorno; destrozos similares se registran en otras islas en donde hay instalaciones militares. [6] Sería una ingenuidad creer ahora que una nueva base, construida en clave de los intereses geopolíticos de Washington, cumpliría un papel protector de las islas, amenazadas por muchos factores, como puede ser la masiva presencia de flotas pesqueras chinas o el mismo turismo desbocado. [7]

Es más, cabría tener presente las disposiciones del artículo 258 de la Constitución, que prohíbe actividades que pongan en riesgo el frágil ecosistema de Galápagos. Las obras militares lesionarían de manera grave la flora y la fauna, todo el medio natural y, por tanto, también a los seres humanos. La actividad de navios y aviones militares aumentaría el tráfico marítimo y áreo afectando aún más el hábitat y la movilidad de especies únicas.

Finalmente, cabría traer a colación que luego del desmantelamiento de la Base de Manta, los norteamericanos establecieron dos bases más en Colombia, en donde en la actualidad ya existen 7 bases, sin que se haya logrado parar el narcotráfico. Es más, la producción de cocaína sigue en alza en el territorio colombiano y también en el peruano, en donde ya funcionan 5 bases militares norteamericanas, a las que se suma la base para control espacial en Talara, que es una suerte de respuesta yanqui a la construcción por parte de China del mega-puerto de Chancay.

Una potencial base en Galápagos y esta base en Talara están relacionados a nivel geoestratégico y constituyen nuevos enclaves militares para fortalecer la posición de dominio y control de los Estados Unidos en la región, sobre todo en el conflicto con la República Popular China y sus aliados. [8] Debe quedar claro que el retorno de las tropas yanquis a Ecuador responde a intereses geoestratégicos de Washington, que se expresa incluso geográficamente en el ámbito del “Corredor Marino del Pacífico Tropical Oriental”, que incluye las Galápagos, la isla del Coco (Costa Rica), las islas Malpelo y Gorgona (Colombia), y la isla Coiba (Panamá). [9]

Es bueno conocer que, el Imperio norteamericano cuenta con cerca de un millar de bases e instalaciones militares de diverso tipo en todo el mundo, con las que asegura su poder y bienestar económico. Con ese despliegue de poderío militar Washington no ha conseguido restringir la expansión de la droga. En realidad, como afirmó el embajador norteamericano Todd Chapman, el año 2019, al finalizar sus funciones en Quito, con nuevos mecanismos, nuevas tecnologías y nuevas disciplinas, los desafíos en la lucha contra el narcotráfico, no requieren de una base militar estadounidense, como ocurría con la base de Manta. Este diplomático, en esa entrevista, afirmó categóricamente que “no es del interés de EEUU usar los métodos del pasado para confrontar los desafíos de hoy”, en suma, que “no se requiere una base militar (norteamericana) en Ecuador”, para combatir el narcotráfico. [10]

Entonces, es evidente que una nueva base norteamericana en Galápagos o el regreso de una base a Manta estarían orientados por los intereses geoestratégicos de Washington en medio de la disputa del poder mundial con las otras grandes potencias imperialistas, particularmente con China. Estas pretensiones norteamericanas han sido expuestas repetidamente por la general Laura Richardson, jefa del Comando Sur de los EEUU, quien ha manifestado catagóricamente el interés del coloso del Norte por el control de zonas de influencia y fuentes de recursos naturales estratégicos para su seguridad geopolítica y energética.

CAMINO DE UN REFERÉNDUM HISTÓRICO…

Es el momento de reflexionar con calma y de tomar decisiones que no ahonden los problemas. Al crimen y la delincuencia hay que combatirlos con firmeza, siempre con la Constitución y la ley en la mano, pues el Estado no puede actuar con la misma brutalidad que el crimen organizado. Así, para garantizar una genuina seguridad ciudadana y caminar en Paz, tenemos que defender y hacer realidad conjuntamente la justicia social y la justicia ecológica, con una permanente radicalización de la democracia, sin sacrificar la soberanía nacional.

El reto es complejo. Lo constatamos a diario. A pesar de que la militarización y el populismo penal fracasan, el gobierno puede volver conseguir el respaldo popular para continuar por esa vía. Entonces, ahora, para impedir este retroceso histórico y enfrentar oportunamente el creciente autoritarismo en marcha, es indispensable abrir el debate y enfrentar con responsabilidad el referéndum. ¡Nos vemos en las urnas!

Notas:

[1] Alberto Acosta: Economista ecuatoriano. Presidente de la Asamblea Constituyente del Ecuador (2007-2008).

[2] Constitución de la República del Ecuador

https://www.lexis.com.ec/biblioteca/constitucion-republica-ecuador

[3] Posibilidad está textualmente vedada en la Convención Internacional contra el reclutamiento, la utilización, la financiación y el entrenamiento de mercenarios: Convención contra Reclutamiento de Mercenarios, Registro Oficial Suplemento 950 de 22-feb.

https://www.defensa.gob.ec/wp-content/uploads/downloads/2024/08/071.-CONVENCION-CONTRA-RECLUTAMIENTO-DE-MERCENARIOS.pdf

[4] INREDH (2016); “¿Cuál es el saldo que deja la Base Militar Norteamericana en sus 10 años en Manta?”.

https://inredh.org/cual-es-el-saldo-que-deja-la-base-militar-norteamericana-en-sus-10-anos-en-manta/  

[5] Alberto Acosta (2025); “La mira imperial puesta en Galápagos – Breve repaso de amenazas y agresiones recurrentes”, disponible en el libro de varios autores y varias autoras: La mirada imperial puesta en Galápagos.

https://www.accionecologica.org/wp-content/uploads/LA-MIRADA-IMPERIAL-PUESTA-EN-GALAPAGOS.pdf

[6] Elizabeth Bravo (2025); “Impactos ambientales de las bases militares – estadounidenses en ecosistemas tropicales”, disponible en el libro de varios autores y varias autoras: La mirada imperial puesta en Galápagos.

https://www.accionecologica.org/wp-content/uploads/LA-MIRADA-IMPERIAL-PUESTA-EN-GALAPAGOS.pdf

[7]  Anamaria Varea (2025); “Galápagos, santuario natural profanado”, disponible en el libro de varios autores y varias autoras: La mirada imperial puesta en Galápagos.

https://www.accionecologica.org/wp-content/uploads/LA-MIRADA-IMPERIAL-PUESTA-EN-GALAPAGOS.pdf

[8] Luis Córdova Alarcón (2025); “nuevos enclaves militares de Estados Unidos en Perú y Ecuador”, disponible en el libro de varios autores y varias autoras: La mirada imperial puesta en Galápagos.

https://www.accionecologica.org/wp-content/uploads/LA-MIRADA-IMPERIAL-PUESTA-EN-GALAPAGOS.pdf

[9] Darío González Posso, Catalina Toro Pérez ; “¿Una ‘base militar´ en la isla Gorgona?”

https://www.revistaciendiascinep.com/home/una-base-militar-en-la-isla-gorgona/

[10] Ver las entrevista en VISTAZO, 10 de junio del 2019: “No se requiere una base militar (americana) en Ecuador”. https://www.vistazo.com/actualidad/no-se-requiere-una-base-militar-americana-en-ecuador-IEVI139331

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