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El premio Quisling y la bancarrota moral del occidente imperial

Fuentes: Rebelión - Imagen: De izquierda a derecha: El noruego Vidkun Quisling sentado al lado de Heinrich Himmler, Josef Terboven y Nikolaus von Falkenhorst frente a oficiales de las Waffen-SS, el Ejército y la Fuerza Aérea en 1941.

Se llamaba Vidkun Abraham Lauritz Jonssøn Quisling [1887-1945] y fue un político noruego que pasó a la historia a raíz de la invasión nazi a su país de origen. Cuando eso sucedió, los ocupantes germanos se dieron a la tarea de crear un gobierno títere e incondicional a sus intereses a la cabeza del cual colocaron a Quisling.

En estos días mucho se ha hablado sobre el Premio Nobel de la Paz (sic) que El Comité Noruego le asignó a la delincuente y prófuga de Venezuela María Corina Machado. Con toda razón, desde perspectivas críticas se ha recordado todas las infamias que rodean a la que ahora falsimedia occidental cataloga como “combatiente por la libertad”, “demócrata a carta cabal”, “luchadora incansable”, la “Juana de Arco de nuestro tiempo”, “Sor Teresa de Calcuta sin hábito de monja” y mil estulticias de índole similar.

Entre las múltiples infamias de la trayectoria de Corina Machado se recuerda que es una guarimbera mayor, golpista consumada, empleada a sueldo de los Estados Unidos, defensora incondicional y admiradora de tiempo completo de los principales genocidas de nuestro tiempo, los carniceros de Washington (Donald Trump) y Tel Aviv (Benjamín Netanyahu), entre otros atributos de su carácter y ADN gamberro y gansteril.

A todo ello, debe agregarse un hecho que sobresale y distingue la premiada, y que la convierte en un modelo de “vendepatria de primera línea”, difícil de emular por su abyección, servilismo y carácter cipayo. Por eso, el Comité del Nobel ha inaugurado en esta ocasión una versión mejorada del Premio Nobel de la Muerte (o de La Guerra, El Genocidio. La Agresión, El Golpismo…) al incorporar un elemento de índole nacional de Noruega, el que puede catalogarse como el Síndrome de Quisling.  En consecuencia, ahora nos encontramos con el Premio Quisling, que premia la traición, la felonía, la sumisión ante poderes imperiales, y cuyo símbolo representativo debe ser la de una figura arrodillada y postrada ante los amos del mundo, que chorrean sangre por todos sus poros.

Pero esto también revela un asunto que debe recalcarse, porque las cargas suelen estar al lado de la guarimbera con cara de “pacifista”, y no se enfatiza suficientemente que ese galardón, lleno de sangre y sufrimiento, dice mucho sobre el carácter moral de quienes lo entregan, que representa a Europa en particular y al Occidente imperial en general.

Quisling, el síndrome del traidor

Se llamaba Vidkun Abraham Lauritz Jonssøn Quisling [1887-1945] y fue un político noruego que pasó a la historia a raíz de la invasión nazi a su país de origen. Cuando eso sucedió, los ocupantes germanos se dieron a la tarea de crear un gobierno títere e incondicional a sus intereses a la cabeza del cual colocaron a Quisling como Ministro-Presidente, al servicio de los nazis, entre 1940 y 1945, luego de realizar un golpe de Estado. El golpe, con participación alemana, generó un gobierno fantoche, precedido por Quisling, que fue reconocido por Hitler el mismo día. Aunque tuvo algunas discrepancias al comienzo, el cipayo nórdico, luego de un viaje a Alemania, fue convertido en la pieza clave del gobierno colaboracionista. No se le dificultaba porque en la década de 1930 era un nazi convencido, tanto que le enviaba mensajes de saludo a Adolfo Hitler en el que le agradecía por haber salvado a Europa del “bolchevismo y la dominación judía”.

En ese puesto, Quisling se encargó de cumplir con todas las ordenes de los ocupantes alemanes, entre ellas las de matar a compatriotas suyos afiliados al Partido Comunista y de perseguir judíos a nombre de la pureza racial de Noruega. Para ello, prohibió el ingreso de Judíos a Noruega, reestableciendo una Ley de 1851 y envío a centenares de judíos a campos de concentración.

Tras la derrota alemana, Noruega fue liberada y Quisling fue juzgado y condenado a muerte. Fue ejecutado el 24 de octubre de 1945. Su régimen de “Pequeño Hitler” ha sido catalogado como la mezcla de un “dictador y un payaso”.

Durante toda la Segunda Guerra Mundial la palabra quisling fue usada como expresión abyecta de traidor, un calificativo insultante que uso por primera vez el periódico londinense The Times en abril de 1940, al afirmar que para “los escritores, la palabra Quisling es un regalo de los dioses. Si se les había ordenado inventar una nueva palabra para traidor… difícilmente habrían dado con una combinación más brillante de letras. Auditivamente logra sugerir algo resbaladizo a la vez que tortuoso”.​

De tal manera, los cinco HP (Honorables Parlamentarios, no se nos malinterprete) del Comité Noruego del Nobel no tuvieron que hacer mucho esfuerzo ni buscar con cuidado para encontrar el personaje que representa como ninguno en la historia del siglo XX la encarnación de la traición y del entreguismo, porque en su propia historia lo encuentran, como una aportación lingüística del noruego para el mundo, la de quisling. Y no tuvieron que indagar mucho para encontrar que la persona que mejor encarna la esencia traidora de quisling en nuestro tiempo es la burguesita venezolana que dirige guarimbas y que clama porque su país y nuestra Patria Grande sea invadida por los genocidas de Estados Unidos e Israel.

Quisling, en síntesis, es un término infame, que representa lo peor de la actuación de un político o de una persona en general ante un poder extranjero, arrodillarse, ser vendido e incondicional a los intereses de una potencia extranjera y ocupante. 

Por ello, esos HP de Noruega no se esforzaron demasiado para convertir el Premio Nobel de ahora en adelante en el Premio Quisling, cuya primera entrega se hizo a la guarimbera mayor María Corina Machado en 2025, algo que queda en la historia universal de la infamia e implica un baño de ignominia eterna para la decadente Europa.

Bancarrota moral del Occidente Imperial

Los sionistas llevan adelante el genocidio de los Palestinos y bombardean en forma criminal e inmisericorde a varios países (Yemen, Líbano, Siria, Qatar, Irán…), masacrando a miles de personas y los Estados Unidos asesina a humildes pescadores en aguas del Mar Caribe, que ellos siempre han concebido como su Mare Nostrum y parte esencial de su “Patio Trasero”. Esta realidad no existe para los HP del comité noruego del Premio Nobel de la Paz y por ello no existe ninguna mención ni reconocimiento de esos asesinatos que llevan a cabo dos Estados terroristas (Estados Unidos e Israel) con la participación estrecha de Europa, que proporciona armas, financiación y cobertura mediática y cultural a los genocidas de Israel.

Han decidido entregar el Premio Quisling, como era previsible, a una connotada guarimbera, para darle un barniz “humanitario” y seudo pacifista a la agresión contra Venezuela, que está en marcha, pero que ahora se renueva con miembros del Complejo Militar Industrial Gusano de Miami, empotrados en la Casa Blanca, a la cabeza del cual está un gánster y criminal de guerra nato, Marco Rubio. La infamia es todavía más cínica porque en el trasfondo se encuentran los miles de niños aplastados por las “bombas inteligentes” Made in USA y Alemania, y accionadas por los sionistas de Israel, o a los cientos de periodistas asesinados en Gaza, o a las miles de mujeres que a diario luchan por sobrevivir en medio de la criminal agresión o los médicos, profesores, activistas que tanto en Palestina como en otros lugares del mundo enfrentan y denuncian el genocidio.

Bajo una pretendida aureola pacifista, Europa, empezando por la Pérfida Albión (Inglaterra), lleva mucho tiempo apoyando a los guarimberos de Venezuela y por eso en 2024 se le concedió a María Corina Machado y a Edmundo González, candidato derrotado de los golpistas de ese país, el Premio Sájarov a la “Libertad de Conciencia” por parte del parlamento Europeo. Esto además es una reincidencia de vieja data, porque en 2017 se lo entregaron a la Asamblea Nacional de Venezuela, en ese momento controlada por la oposición guarimbera, en la que se incluían golpistas como Julio Borges, Leopoldo López y Antonio Ledezma.

Si se tiene en cuenta la catadura moral de un personaje como Corina Machado no deja de ser un chiste cruel de muy mala factura repetir el estribillo de los premios que cada cierto tiempo se concede a la “democrática oposición guarimbera de Venezuela”. En 2017 se dijo que “al otorgar este premio, defendemos las constituciones, las instituciones, la separación de los poderes. Esta es la base de la democracia”. Como siempre, el democracimetro occidental en acción dando lecciones al resto del mundo, mientras los europeos apoyan a golpistas y guarimberos. En 2024, se repitió el estribillo, cuando el parlamento Europeo sostuvo que Corina Machado y Urrutia «luchan para restaurar la libertad y la democracia frente a la injusticia». Y en 2025, se subió el listón de la vergüenza, cuando los HP del Comité del Premio Quisling sostuvieron que se lo concedían a Guarimba Machado, con una broma de muy mal gusto, y pretendida seriedad y carácter solemne: “por su incansable labor en la promoción de los derechos democráticos y por su lucha por lograr una transición justa y pacífica de la dictadura a la democracia”

Difícil decir tantas mentiras en tan pocas líneas por unos parlamentarios de Noruega que no tienen ni idea de dónde está localizada Venezuela y que se limitan a repetir el estribillo de las corporaciones de Falsimedia, desconociendo la injerencia imperialista de Estados Unidos y la Unión Europea, así como el robo sistemático y el saqueo del oro venezolano y de su petrolero desde Washington, Bruselas y Londres. Además, que gran autoridad moral de la Unión Europea y su supuesto apoyo a elecciones libres cuando reconocieron a un pelele como presidente de Venezuela, a Juan Guaidó, designado desde Estados Unidos, y quien nunca fue candidato en una elección presidencial. Esas son las lecciones europeas sobre “elecciones libres” que nuevamente nos brindan los patéticos y decadentes poderes de quinta categoría de la Europa contemporánea.

Los coparticipes del genocidio del pueblo palestino nuevamente nos vienen a dar lecciones de democracia, derechos humanos, libertades, justicia… cuando son los mismos que tienen untadas las manos de la sangre de los niños palestinos, de los periodistas de Gaza, de medio millón de asesinados por el régimen sionista. Esos mismos son los que ahora nos quieren dar lecciones a los latinoamericanos, y darle carta de credibilidad a golpistas, conspiradores, vendepatrias, guarimberos con lo que se untan todavía más las manos de sangre. Esta es la verdadera democracia de la Unión Europea, y su amo Estados Unidos, cuyo objetivo es democratizar la muerte, el dolor y el sufrimiento de los seres humanos del Sur Global, no importa donde se encuentren, en Palestina o en Venezuela.

INTERVENCIONISMO ABIERTO

La Jornada, octubre 16 de 2025

Las palabras y acciones de “paz y concordia” de la Quisling del Patio Trasero

María Guarimba Machado no tiene hoja de vida sino de muerte y un extenso prontuario criminal de larga duración desde hace un cuarto de siglo cuando apoyó el golpe de 2002 contra el gobierno de Hugo Chávez. De ese momento en adelante ha sido una de las voces cantantes de la mal llamada “oposición civilista” en Venezuela, que tiene de todo menos de civilista. Es responsable directa del asesinato y linchamiento de decenas de venezolanos humildes, por el hecho de ser chavistas, por las guarimbas en 2014 y 2017, patrocinadas por Estados Unidos y los escuálidos. Desde hace décadas es financiada por los Estados Unidos, siendo una vasalla incondicional, hasta el punto de que cada cierto tiempo les implora a los amos imperiales de Estados Unidos que invadan a su propio país. Así lo hizo en febrero de 2019 cuando, bajo el paraguas de supuesta ayuda humanitaria se preparaba en Cúcuta la invasión de Venezuela, y ella mientras tanto pedía en la Asamblea Nacional que aprobara el ingreso de tropas extranjeras si no se permitía la entrada de la pretendida ayuda humanitaria.

Dado su carácter de la quisling del Patio Trasero opera con toda impunidad para promover su agenda de agresión de Estados Unidos e Israel contra la patria de Bolívar.

En los últimos meses ha renovado sus solicitudes a Donald Trump para que invada el país, y eso lo ha ratificado, con el descaro que genera la impunidad y el patrocinio de los poderes imperiales. Eso la ha llevado al extremo vergonzoso de aplaudir que venezolanos sean llevados a las cárceles de Bukele.  Al respecto afirmó que prefería ver a los migrantes que fueran capturados en Estados Unidos en cárceles de El Salvador y no en su país natal. Sostuvo que encarcelar a ciudadanos en las mazmorras de Bukele “es una propuesta muy poderosa que ha formulado en conjunto el presidente de El Salvador y el secretario de Estado”. Agregó, con mentalidad de carcelera y torturadora que a los migrantes les espera “no es la impunidad de regresar a Venezuela, sino la justicia más severa en los Estados Unidos o en un tercer país”.

Así, la flamante Premio Quisling, que supuestamente es una defensora de derechos humanos y promotora de la paz y la concordia, está de acuerdo con que poderes extranjeros, el del amo imperial y su lacayo Bukele, encarcelen, masacren, torturen y hasta asesinen a los migrantes originarios de Venezuela porque así lo han determinado en Estados Unidos, sin ningún tipo de juicio ni de prueba.

María Guarimba Machado al agradecer a Trump y dedicarle el premio Quisling confirma lo acertado de su nominación como traidora a la patria grande latinoamericana, porque lo hace en el mismo momento en que lo Estados Unidos masacra a quienes viajan en lanchas por el caribe y lleva a cabo un inusitado despliegue de portaviones, aviones de combate, tropas de asalto y 10 mil soldados, listos para invadir Venezuela o Colombia, al tiempo que el mismo Trump reconoce que la CIA adelanta acciones intervencionistas en la patria de Hugo Chávez.

Para que no quede duda de su nivel de entreguismo, al matarife de Washington le dijo: “¡Dedico este premio al sufrido pueblo de Venezuela y al presidente Trump por su decidido apoyo a nuestra causa!”. Vaya terrible oxímoron, porque si alguien es responsable del sufrimiento de los venezolanos es el poder imperialista, encarnado ahora por Trump, y que, para más inri, en estos instantes está matando a venezolanos, colombianos, ecuatorianos, trinitenses en aguas del caribe.

María Guarimba Machado confirma que se merece el Premio Quisling por su nivel de abyección, que la lleva al punto de agradecer al personaje que ordena bombardear lanchas de humildes pescadores, lo que indica que ella es cómplice, coparticipe y apologista de un crimen de guerra que viola las más elementales normas del Derecho Internacional y del Derecho de Gentes. Ella también está untada con la sangre de los 30 latinoamericanos que desde el 2 de septiembre han sido asesinados por Estados Unidos en el mar caribe en siete cobardes bombardeos a pequeñas lanchas.

Su carácter de “pacifista humanitaria” se evidencia también en la llamada telefónica y en el mensaje virtual que la flamante Premio Quisling le envío al Carnicero de Tel Aviv, a quien felicito efusivamente por “los logros de la guerra” contra Palestina. Entre esos grandes logros de tipo humanitario y enormes gestos de paz del matarife sionista se encuentran: el asesinado de 680 mil palestinos, de miles de niños, de 1600 trabajadores humanitarios, de 350 trabajadores de la ONU, la detención de 10 mil palestinos, lanzar explosivos en una cantidad equivalente a ocho de las bombas de Hiroshima, destruir el 90% de la franja de gaza, matar de hambre a miles de personas, arrasar con la infraestructura sanitaria y educativa de Gaza, utilizar fosforo blanco y otras sustancias prohibidas, adelantar una limpieza étnica de los palestinos, que en Cisjordania los colonos ocupantes estén matando a centenares de palestinos en los dos últimos años… Estos son solo algunos de los “grandes logros” de Benjamín Netanyahu, el genocida de Tel Aviv, y de la cúpula sionista de Israel, de los que además presume con toda la impunidad que le proporciona la cobertura de Estados Unidos y la Unión Europea, como lo hizo con desparpajo, al decir ante el Parlamento de Israel este 21 de octubre, en medio de un supuesto alto al fuego, que “Hamás sintió ayer nuestro poder, atacamos a Gaza con 153 toneladas de bombas”.

Este asesino es el mismo que días antes fue felicitado por María Guarimba Machado por sus grandes logros en la guerra y, además, fue felicitado por bombardear a Irán y a otros países, y de ser el impulsor de un “plan visionario” que contribuya a una paz justa y duradera en el oriente medio. Sí, claro, el mismo plan que quiere que se aplique en Venezuela, que no es otra cosa sino la imposición del dominio colonial y neocolonial y por eso ofrece, en caso de llegar a la Presidencia, a las multinacionales los minerales y riquezas naturales del país y la privatización de las grandes empresas. Esa es la paz que desea María Guarimba Machado, la misma de Israel y Estados Unidos, la de los sepulcros. Por ello, el carnicero Netanyahu la halagó por “expandir el círculo de la paz mundial”

Conclusión: La paz es la guerra, la muerte y la destrucción.

El comité noruego de HP al concederle el Premio Quisling a una guarimbera, golpista y declarada admiradora y empleada a sueldo de los genocidas de Estados Unidos e Israel ha ratificado de esta forma que vivimos en una época en la cual el capitalismo realmente existente ha entrado en la fase del brutalismo. Esa brutalidad absoluta la encarnan personajes de la catadura de Biden, Trump, Netanyahu y Guarimba Machado. Como dice el pensador africano Achille Mbembe:

“Bajo el brutalismo, el asesinato dejo de ser una excepción. […] La figura del asesino, del jefe, del sicario se metamorfosea a medida que los instintos de crueldad se liberan […]. La repugnancia por matar y el tabú del homicidio se están viendo erosionados. Los instintos antaño censurados se liberan. Las conductas de guerra se valorizan como tales y migran al terreno civil. La deshumanización se convierte en una práctica corriente […]. La ‘limpieza’ se transforma en programa. Deshacerse de individuos sin tener que dar cuenta a nadie es la norma, lo mismo que rematar a los heridos y matar a los prisioneros”.

Este brutalismo tiende a hacerse dominante y a constituir un nuevo sentido común en el capitalismo de nuestro tiempo y por ello ahora la muerte ahora se disfraza de amor a la vida, los actos de guerra se presentan como hechos de paz, los criminales aparecen como grandes hombres y mujeres que merecen ser reconocidos como luchadores de la libertad y la justicia, los genocidas claman porque les entreguen el Premio Nobel y lo alcanzan sin mucho esfuerzo, pues solo tienen que demostrar su instinto asesino y que están dispuestos a hacer lo que sea para alcanzar sus fines.  

Allí se inscribe, justamente, el papel de María Guarimba Machado, que es presentada por falsimedia mundial y los intelectuales orgánicos del capitalismo realmente existente y del sionismo, como una mansa paloma que no quiebra un plato, porque “el brutalismo también funciona sobre la base de una desrealización tanto de los hechos como de sus efectos. La desrealización consiste en ocultar lo repugnante de la violencia y, en especial de la muerte en masa”. [Achile M bembe, Brutalismo, Paidos, Barcelona, 2022, pp. 36-37]. 

En este momento, cuando Israel masacra a miles de personas y Estados Unidos bombardea a pescadores en el mar Caribe ‒un territorio que forma parte entrañable de Venezuela y de Colombia‒, los HP del comité noruego del Nobel pretendieron taparse los ojos y mirar para otro lado, y de esa forma desconocer la carnicería que el imperialismo occidental lleva a cabo, y de la cual la decadente Europa es parte constitutiva. Como si durante los dos últimos años no se hubiera confirmado el genocidio por parte de Israel, al punto que instancias burocráticas e inútiles se vieron obligadas a reconocer el genocidio (como el Comité de Derechos Humanos de la ONU) y hasta otras piden la captura de Benjamin Netanyahu para ser juzgado como criminal de guerra, (la Corte Penal Internacional). Y el Premio Quisling es la constatación plena tanto del brutalismo como la decadencia moral del occidente imperial.  

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.