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Entrevista a Jesús Hernández Alonso sobre Manuel Sacristán Luzón

«Sacristán fue la primera persona que explicó bien lógica formal»

Jesús Hernández Alonso
Fuentes: Rebelión [Imagen: Jesús Hernández Alonso. Créditos: Espai Marx]

En esta nueva entrega del Centenario Manuel Sacristán Salvador López Arnal entrevista a Jesús Hernández Alonso, profesor de Matemáticas en la Universidad Autónoma de Madrid y autor de trabajos sobre historia y filosofía de la ciencia.


Salvador López Arnal.- ¿Cómo llegaste a la obra de Sacristán? ¿Le conociste personalmente?

Jesús Hernández Alonso.- El camino empezó cuando Gustavo Bueno llegó a Oviedo como catedrático de Filosofía en 1960 y sembró el terror explicando en primero el Círculo de Viena, Heidegger, el concepto de verdad en Tarski… y lógica formal. Aquello no se entendía, era «de ciencias» y mis amigos Alfredo Deaño y Paco Fierro auxiliaban a los demás y sacaban matrícula al final.

Al curso siguiente hicieron lo mismo ni novia, Pilar Castrillo, y Carlos Solís. Y cuando fueron a Madrid a estudiar Filosofía Pura encontraron versiones penosas de la lógica escolástica o cosas peores. (Yo estudiaba Matemáticas, donde no había Lógica). Se empezó a hablar de Sacristán y compramos su libro, Introducción a la lógica y al análisis formal, nada más salir en 1964.

Nosotros cuatro vivíamos en el mismo colegio mayor, el Nebrija, y estábamos siempre juntos. Cuando echaron a José Luis López Aranguren en 1965 le sustituyó en Ética Javier Muguerza, del que nos hicimos amigos enseguida, y ya nos contó la oposición de 1962, supimos de Frege…

Mi única relación con Sacristán fue darle la mano cuando estaba con Adolfo Sánchez Vázquez, cuyo hermano, Gonzalo, fue amigo íntimo de mis padres y mío.

Y lo siento, me hubiera gustado mucho tratar con él.

Salvador López Arnal.- Pues eráis un cuarteto de primera. Me salgo de tema. ¿Qué opinión te merecen las aportaciones de Alfredo Deaño al ámbito de la lógica y su filosofía?

Jesús Hernández Alonso.- Alfredo escribió un buen libro de texto de lógica, fruto de sus clases, que debían ser muy buenas.

Su aportación a la filosofía de la lógica es, por así decir, involuntaria, porque el libro que se publicó tras su muerte, Las concepciones de la lógica, es una memoria de oposición, una memoria muy atípica, de la que algunos amigos no sabíamos nada, y que no hubiera publicado sin revisar a fondo.

Salvador López Arnal.- Creo que uno de los primeros textos suyos que leíste, en muy buena compañía si no ando errado, fue su prólogo de 1964 al Anti-Dühring. ¿Qué impresión te causó? Leído 60 años después, ¿sigue teniendo interés?

Jesús Hernández Alonso.- Esa muy buena compañía era de la Alfredo Deaño. Se me quedó lo de «prólogoantídoto».

No lo he vuelto a releer todavía, pero creo que no cambiaría mi impresión, la de alguien que usa muy bien su cabeza ante lo que tiene delante.

Alfredo fue siempre muy equilibrado en ese terreno, como lo muestra el espléndido número de Revista de Occidente sobre «Análisis y dialéctica» que organizó.

Salvador López Arnal.- Disculpa, ¿antídoto contra qué?

Jesús Hernández Alonso.- Bueno, contra los tópicos enquistados, las fórmulas hechas que hay que aceptar, esas cosas.

Salvador López Arnal.- Insisto sobre un punto comentado. El mismo año del prólogo al Anti-Dühring, Sacristán, que ya había traducido a Quine, publicó en Ariel Introducción a la lógica y al análisis formal. ¿Lo leíste, lo estudiaste?

Jesús Hernández Alonso.- Como decía, compramos el libro nada más salir. Yo lo leí y, si se quiere, lo estudié. Había leído el Hilbert-Ackermann, no muy atractivo.

Me pareció excelente en todos los sentidos, por el cuidado técnico por un lado y la amplitud de los puntos de vista. Infinitamente mejor que el Ferrater-Leblanc, muy flojo.

La atención que dedica a Gödel y a las cuestiones filosóficas es encomiable.

Salvador López Arnal.- ¿Por qué cree que estuvo tan interesado Sacristán a lo largo de su vida en los teoremas de limitación de Gödel?

Jesús Hernández Alonso.- No lo sé. Tal vez porque se abusó mucho del teorema de Gödel, hasta para demostrar la existencia de Dios, y convenía precisar lo que era.

Salvador López Arnal.- Por esas fechas, Labor le encargó otro manual que finalmente no fue publicado. Su hija, Vera Sacristán, lo editó en 1996 con prólogo de Jesús Mosterín y con el título Lógica elemental. ¿Hay nuevas aportaciones de interés?

Jesús Hernández Alonso.- No he llegado a ver ese libro. Pero que se retrasara tanto la publicación me parece no ayudó nada. En 1996 el panorama era otro y ya había unos cuantos manuales aceptables en circulación desde hacía años. La lógica formal era ya de casa.

Salvador López Arnal.- ¿Y qué autores destacarías en el ámbito de la lógica en España?

Jesús Hernández Alonso.- En aquellos años, los que escribieron los primeros textos potables: Sacristán, Deaño, Mosterín, Garrido… Luego ya vino la gente que se puso a hacer aportaciones originales, algo que yo no he seguido.

Salvador López Arnal.- ¿Qué pasó en las oposiciones a la cátedra de lógica de Valencia celebradas en Madrid en 1962?

Jesús Hernández Alonso.- Bueno, me parece que eso lo sabes tu mejor que yo.

Escuché lo que nos contaba Javier Muguerza, y también Víctor Sánchez de Zavala. Se me quedó el cinismo de Manuel Garrido diciendo algo así como «En este país todos somos fascistas», respondido con un adecuado «Fascista lo será usted».

Salvador López Arnal.- ¿Quién respondió a Garrido en los términos que indicas?

Jesús Hernández Alonso.- Por lo que me dijeron, el propio Sacristán.

Salvador López Arnal.- Aunque sé que la pregunta es «muy grande» y da para mucho, ¿qué papel ocupa Sacristán en la historia de la lógica en España en tu opinión?

Jesús Hernández Alonso.- El de la primera persona que explicó bien lógica formal –Gustavo Bueno hacía lo que hacía– y el autor del primer libro, excelente, sistemático, bien ordenado y con derivas filosóficas. (Tal vez habría que acordarse también del padre Vicente Muñoz, aislado en Madrid).

También la influencia que pudiera ejercer quizá sobre Mosterín y sus seguidores. Y el de alguien que se interesó por las cuestiones de metodología científica, que llegaron en aquellos años y nos interesaron a muchos.

Salvador López Arnal.- ¿Qué te parecen sus traducciones en el ámbito de la lógica, la historia y la filosofía de la ciencia?

Jesús Hernández Alonso.- Creo que estaban dictadas por el sentido común y que fueron muy útiles, por ejemplo las de Quine. Pero no me resisto a evocar las de Lukács o Adorno, que nos fueron tan inmensamente útiles.

Salvador López Arnal.- De nuevo me salgo de tema. ¿Un matemático, como tú, interesado por la obra de Adorno y de Lukács?

Jesús Hernández Alonso.- Yo siempre he leído, también esos autores. Y ahora me interesa lo que escribieron sobre el ensayo en relación con la historia de la ciencia.

Salvador López Arnal.- ¿No hay algo extraño, no digo inconsistente, entre un Sacristán muy interesado por la lógica (habló en una carta a Toni Domènech de adicción) y difusor de la filosofía analítica, y un Sacristán protagonista, junto con otros (que no fueron muchos inicialmente), de la recuperación de la tradición marxista en nuestro país?

Jesús Hernández Alonso.- Puede ser extraño pero no inusual, dadas las muy particulares condiciones de la España de entonces. Casi todos mis amigos y yo participamos de ambas, aun sin ser casi ninguno militantes de partidos de izquierda.

En el caso particular de Sacristán no creo hubiera ninguna inconsistencia, no creo que le creara problemas.

Salvador López Arnal.- Como recuerdas, Sacristán publicó en 1968 uno de los artículos que más discusión ha generado en las comunidades filosóficas españolas a lo largo de los años. Me estoy refiriendo a «Sobre el lugar de la filosofía en los estudios superiores.» ¿Eran tesis razonables las defendidas por él en este trabajo? ¿Sigue teniendo actualidad a día de hoy?

Jesús Hernández Alonso.- Tratar el asunto en serio ocuparía mucho espacio aquí. Mis amigos y yo leímos muchas veces –era cortito y se leía muy bien– su panfleto y luego la réplica de Bueno con su libro, nada despreciable.

Tal como ha ido la universidad en estos casi 60 años es ocioso cualquier comentario hoy.

Lo que está claro es que el Instituto de Filosofía de CSIC está lejos de ser el ideal de Sacristán, sirvió más bien para colocar a algunas personas. No se muy bien para qué sirve hoy.

Salvador López Arnal.- ¿Y por qué es ocioso cualquier comentario tal como ha ido la universidad en estos casi 60 años?

Jesús Hernández Alonso.- Bueno, porque algunos pensamos que la universidad ya no tiene remedio en un sentido que da pereza explicitar, pero que se ve.

Salvador López Arnal.- En cuanto a la distancia entre las propuestas de Sacristán y el Instituto de Filosofía del CSIC…

Jesús Hernández Alonso.- Sacristán propone algo organizado, que había que precisar y criticar, fuera bueno o malo. Lo que se ha hecho es una política de personas con nombre y apellidos.

Salvador López Arnal.- Su militancia política organizada en el PCE-PSUC, ¿no pudo sesgar o limitar la creatividad de sus posiciones filosóficas e incluso la validez de sus argumentos?

Jesús Hernández Alonso.- Su militancia, con todas las tareas anejas, y tener que traducir como lo hizo en vez de disfrutar de una tranquila plaza de catedrático, hicieron que tuviera muchísimo menos tiempo y tranquilidad para trabajar que otros. No se si eso afectó a su creatividad, pero sin duda al tiempo y la calma necesarios para desarrollarla. Que aun así hiciera lo que hizo tiene un mérito inmenso.

Salvador López Arnal.- Como recuerdas, fue expulsado de la Universidad en dos ocasiones (1965, 1973) y no fue nada fácil su nombramiento como catedrático extraordinario (tuvo que esperar, sin esperar de hecho por su parte, hasta el verano de 1984). ¿Por qué se portó tan mezquinamente la universidad con él?

Jesús Hernández Alonso.- Lo que dices es desgraciadamente cierto. No conozco detalles concretos. Pero pienso que su independencia era antipática y que tal vez «comunista» siguiera siendo un estigma.

Salvador López Arnal.- ¿Por qué tuvo tanto y tan prolongado interés Sacristán por Ortega?

Jesús Hernández Alonso.- Apenas he leído –lo haré– lo que escribió sobre Ortega. Creo que Sacristán apreciaba a los españoles inteligentes capaces de manejar «ideas generales», y Ortega lo era en grado sumo.

Hace unos días Álvaro Delgado-Gal y Andreu Jaume han escrito (¡¡en el ABC!!) artículos inteligentes sobre la actualidad de Ortega. Y en los últimos tiempos también autores relevantes como Javier Echeverría y José Luis Pardo se han ocupado de él. Hay que releer a Sacristán también aquí.

Salvador López Arnal.- Tomo nota de tu sugerencia.

Sé que has estado siguiendo los actos, encuentros y publicaciones con ocasión del primer centenario de su nacimiento. ¿Qué opinión te merece lo que se está haciendo?

Jesús Hernández Alonso.- Bueno, vuestra labor de aportación de material es extraordinaria y ha habido muchos actos. Es admirable este interés, más que merecido.

Salvador López Arnal.- Sé que estás invitado a participar en un congreso de filosofía organizado por la Cátedra Ferrater Mora de la Universidad de Girona que se celebrará en Barcelona, en el Ateneo, el 26, 27 y 28 de noviembre. Si no es indiscreción, ¿qué asunto vas a tratar en tu intervención?

Jesús Hernández Alonso.- Bueno, quiero contar en primera persona (de grupo) el camino de las clases (?) de Bueno de lógica en Oviedo hasta el asentamiento de la lógica formal como materia y sus derivaciones hacia la filosofía del lenguaje, la historia y filosofía de la ciencia, en la universidad y el mundo editorial españoles.

Salvador López Arnal.- ¿Quieres añadir algo más?

Jesús Hernández Alonso.- Nada, sino agradecer esta oportunidad.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.