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El triunfo cimarrónico del pueblo ecuatoriano

Fuentes: Rebelión - Imagen: Viñeta “NO”, Voz Rebelde (MIR) No. 21, mayo de 1986, p. 4, anónimo.

La paciencia no tiene uno sino dos límites, por un lado, el encabronamiento y por el otro, la resignación. Las sociedades solo tienen esas dos naturalezas implícitas. Ocurrió el 16 de noviembre (2025) en la República del Ecuador. El clan oligárquico gobernante creyó en sus análisis sociológicos como el mantra para manejar voluntades colectivas e individuales, en los perfiles psicológicos elaborados con IA sobre la gente ecuatoriana y cierta subestimación al hastío popular.

De acuerdo, el servilismo de unos pocos no es extrapolable a las mayorías ciudadanas y ni siquiera la poca lectura inicial de la Constitución convertiría a electoras y electores en zombis consultados. Nada qué ver. La calle está dura y la voluntad de sobrevivir también.

Diagnóstico indispensable antes de continuar: se salvó el republicanismo ecuatoriano. Cabe decir que no fue resolvido, descubrido  y mucho menos rompido. ¡Ja! Se cumplió aquel proverbio de que la primera ínfula de la ignorancia es presumir de saber. Y creer que decidían el destino de sus ambiciones desmedidas con apolillada voluntad de la ciudadanía. Poderoso caballero es don dinero. Eso parecía haberse santificado en algunos y algunas. O que la ética del gobernante, mujer u hombre, tiene peso y tamaño de sus fortunas. Además el espesor de su palabra se mide en dólares aunque estén en las guaridas fiscales. Es posible, en la diversidad ciudadana, aunque quién sabe.

¿Acaso el NO es crisis de fe en el derecho sin fin de las fortunas no siempre bien habidas? ¿O fue el denso cabreo popular y su activación inmediata? ¿O son complementarios? Aquellos que prestamos oídos a la inconformidad popular, teníamos lastrado el ánimo de cierto pesimismo, por  aquello que repetían con seriedad ¿fanática? que los males del país estaban en la Constitución o ese deseo colonialista que vengan los gringos a echar bala o el aburrido sonsonete culpando a no sé quién del desastre económico que padece el Ecuador.

No hubo festejos. O muy pocos, aunque sí valía celebrar, por cimarronismo mayoritario. Se distinguen unas dudas anímicas por ahí: ¿cuál será la reacción resentida (en términos personales) de D. Roy Gilchrist Noboa? ¿Él subirá de inmediato el precio del gas? ¿Él traerá al braveo mercenarios para complicar más el panorama social? “De él se puede esperar cualquier cosa”, dicen quienes suponen conocer su biografía. Respuesta que combina desesperanza, desafío y gramos de descontento.

 ¿Quiénes fueron los héroes y las heroínas del triunfo del NO? Cientos de miles de mujeres y hombres anónimos. Fue el triunfo de la ciudadanía ecuatoriana que se liberó de los espejismos conservadores adornados de progresismos. Histórico, sin dudas.

Partidos y movimientos políticos hicieron su parte, pero la discutidera popular en donde era posible tenerla, con o sin los agravios de la polarización idiota, está en olvido temprano. En el bus, en las esquinas barriales, en las conversaciones de café o la pregunta inesperada en el parque producía, sin querer, cierto ejercicio democrático a viva voz omitiendo los academicismos impertinentes. Pura barricada verbal y plural. Palenkes decisorios, pequeños y grandes. Estaban (estuvimos) quienes proclamaban el NO como desquite republicano y quienes gritaban su inconciencia con el sí. Buena noticia: falló la ofensiva semiótica, porque no fue efectiva la estrategia del enemigo definitivo y las disparatadas falsedades se descubrían con desafiantes señalamientos directos.

“Dígame qué artículo favorece a la delincuencia. O mejor, qué numeral o literal”, se salmodiaba de manera burlona o con intención sancionadora por la aceptación del absurdo. O no era difícil escarbar el patriotismo (o nacionalismo) ancestral, por el tema de las bases militares extranjeras. (¡Caramba, la gente ecuatoriana tiene su corazoncito amarillo-azul-rojo no solo para la selección de fútbol!). Hay que decirlo sin más vueltas: la lucha de clases sociales en términos de verba pura y dura y en el sentido marxista de barrio adentro, ocurría con las preguntas segunda y tercera. Ahora se analiza como castigo electoral al Gobierno noboista, es posible, pero esas son valoraciones epidérmicas. Los estudios deberían ampliarse y profundizarse más por el lado de la zurda política y el academicismo progresista, porque el Ecuador necesita una continuidad episódica de este inicio de liberación política. E intercultural aun, por las variadas arremetidas del racismo.

Este jazzman sospecha que las izquierdas no entienden este triunfo popular y también las organizaciones sociales favorables a la tendencia con sus diferentes características. En serio, ¿no lo entienden? Hum, las dudas están de cogollo. ¿Sabrán que le ganó la batalla cognitiva al estrépito semiótico embrutecedor de la derecha ultra nacional e internacional? ¿Se habrán percatado las izquierdas que al conservadurismo multinacional le fracasaron todos sus procesos de inconsciencia idiotizante del electorado?

Es verdad, la desventaja económica de la izquierda ecuatoriana (y latinoamericana) en relación con las derechas es descomunal. Incomparable. En el Ecuador sumaron descaro: malbarataron, en gran medida, el dinero público para comprar el favor electoral. Y no le funcionó a satisfacción. Valga el dicho de la ensayista sudanesa Nasrine Malik: “Por definición, quien quiere que el mundo sea más conservador tiene un interés económico en ello. La otra es que la derecha siempre lucha, incluso cuando es popular y está en el gobierno”[1]. Afirmativo, pero en nuestro país la derecha es angurrienta en economía y política. Su obsesión es todo o si no más que todo y no perciben aliados sino mayorales de todos los tamaños intelectuales y morales. A esa vetustez social del siglo XXI fue que derrotó la ciudadanía ecuatoriana. Axê.          
Nota: [1] Entrevista a Nesrine Malik, ensayista sudanesa, publicada en El País de España, formato digital, el 13 de noviembre de 2025-23:30.

Sobre la imagen de portada: Texto escrito por Isabel Paredes – [este afiche] «forma parte de la investigación sobre la gráfica de los movimientos sociales y las izquierdas ecuatorianas, iniciada con el proyecto de @santiago574soc «Quito: Geografía de la protesta 1971–1983» (FLACSO–CCM) y que se está ampliando hacia nuevos fondos y archivos. Así como la consulta mañosa del presidente actual, el plebiscito convocado por León Febres Cordero en 1986 buscaba concentrar el poder (aún más) y legitimar un proyecto autoritario, represivo y neoliberal, a merced del imperio.»

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.