«En todas las situaciones tuvo que interesarles a los hombres el tiempo de trabajo que cuesta la producción de los medios de subsistencia, aunque ese interés no sea el mismo en los distintos estadios del desarrollo». El Capital, Karl Marx. Pablo González, moderador del foro economistas rojos, a raíz de mi trabajo «Socialismo y ciencia» […]
«En todas las situaciones tuvo que interesarles a los hombres el tiempo de trabajo que cuesta la producción de los medios de subsistencia, aunque ese interés no sea el mismo en los distintos estadios del desarrollo». El Capital, Karl Marx.
Pablo González, moderador del foro economistas rojos, a raíz de mi trabajo «Socialismo y ciencia» publicado en Rebelión, hace algunas afirmaciones y me formula algunas preguntas. Afirma que mi concepción del socialismo es plana y cerrada, no dialéctica, que no hablo nunca del comunismo, que el socialismo es una etapa de transición al comunismo, y que la economía comunista se basará en los bonos de tiempo de trabajo. Y me pregunta: ¿habrá mercado comunista en el comunismo? Responderé a todas estas cuestiones por partes.
La primera pregunta que debemos hacernos es en qué época histórica nos encontramos. Yo creo que nos encontramos en la época de transición del capitalismo al socialismo y no en la época de transición del socialismo al comunismo. De manera que lo materialista será hablar de cuáles son los rasgos de transición del capitalismo al socialismo, y lo dialéctico será concebir la época actual como una época de transición. Una de las leyes de la dialéctica más olvidada es la de que entre los contrarios hay transición y no sólo oposición y negación. Lo antidialéctico es concebir el capitalismo y el socialismo como dos contrarios que sólo se oponen y entre los cuales no hay transición. Y concebir la época actual, como sucede en el pensamiento económico de Ernesto Guevara, como la época de la transición del socialismo al comunismo es idealismo.
Originariamente, antes que el socialismo se hiciera real, el comunismo se dividía en dos etapas: socialismo y comunismo. Se reconocía que el socialismo era una etapa necesaria porque se percibía con claridad que el Estado socialista seguiría siendo una forma de organización de la violencia, que seguiría estando dotado de ejército, policía y cárceles. No obstante, en el ámbito de la economía se pensó que en el socialismo la riqueza no se produciría como mercancía sino por medio de un plan científico. La práctica ha demostrado que esto no es así: en el socialismo, incluso en las economías socialistas planificadas, las determinaciones mercantiles han estado y siguen estando presentes. La práctica ha demostrado que en el socialismo la riqueza se tiene que seguir produciendo como mercancía. Y en el ámbito de la teoría se ha vuelto crucial distinguir con claridad la forma mercantil de la riqueza de la forma de capital.
La economía socialista se rige por el principio de a cada cual según su capacidad y a cada uno según su trabajo. De manera que en esta época quien más trabaja más salario debe cobrar, y quien menos trabaja menos salario debe cobrar; al igual que quien realiza una trabajo de mayor calidad debe ganar más que quien realiza un trabajo de menos calidad. Dada esta determinación de a cada uno según su trabajo, dado que este principio creará inevitablemente diferencias de fortunas entre los hombres, es obvio que el miembro de la sociedad socialista será todavía una persona egoísta. Por el contrario, la economía comunista se rige por el principio de a cada cual según su capacidad y a cada uno según su necesidad. Aunque yo trabaje mayor número de horas que otra persona o mi trabajo sea de mayor calidad, no por ello percibiré un salario más grande que el suyo. Yo percibiré como salario lo que necesite para vivir. Serán mis necesidades las que determinen con qué parte de la riqueza creada por todos me quedaré yo, y no la cantidad y la calidad de mi trabajo. El miembro de la sociedad comunista será una persona comunista, una persona que no desglosa su interés personal de su interés social, sino que en vida diaria el interés social será el predominante y con el que hará coincidir su interés personal. Dicho de otra forma: la persona comunista es aquella persona cuyo interés personal es su interés social.
La cita que aparece al inicio de este trabajo destaca que en todas las situaciones sociales debió interesarle al hombre el tiempo que cuesta producir la riqueza. Yo creo que en el comunismo los hombres no serán tan tontos como para dejar de lado la ciencia económica, al igual que tampoco dejarán de lado el resto las ciencias naturales, históricas y filosóficas. Y si esto es así, seguirá siendo necesario saber cuánto cuesta producir la riqueza. En el comunismo el Estado seguirá existiendo como administración económica. De manera que el cálculo de lo que cuesta producir la riqueza seguirá siendo esencial. La ley del valor seguirá imperando. Pero ya no se manifestará como una ley ciega que genera desequilibrios entre los hombres, sino que su conocimiento científico habrá permitido a los hombres liberarse de su dominio. Con el comunismo la sociedad no se para, como si todo estuviera dicho, seguirá su marcha, y con ella su marcha económica. Las leyes objetivas del desarrollo social seguirán existiendo en el comunismo, la diferencia con respecto a las épocas precedentes estriba en que estarán bajo el dominio conciente de los hombres.
No creo que pagar mediante bonos de trabajo en vez de por medio del dinero sea signo de un cambio en las relaciones sociales de producción entre los hombres. Creo que el bono trabajo es una forma imperfecta y artificial de dinero. El bono trabajo se emplea como medio de pago por parte de la empresa y como medio de compra por parte del trabajador. Por lo tanto, el bono de trabajo no queda libre de las determinaciones mercantiles. Y vuelvo y repito: es una forma imperfecta y artificial de dinero. La pregunta sería ahora esta otra: ¿es el bono de trabajo un medio de compra más eficaz que el dinero y un mejor modo de distribuir la riqueza? Respondo con rotundidad que no. En el comunismo desaparecerá la lucha de clases, pero no la lucha por la producción y la lucha por la ciencia.
Francisco Umpiérrez Sánchez es director del CEKAM