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¿A dónde iremos a parar?

Fuentes: Rebelión

Hemos llegado a un tope en el descalabro nacional nunca antes alcanzado.

Acontecimientos desfavorables se acumulan viniendo de todas partes y sus causales apuntan principalmente al gobierno. El costo de los productos aumenta sin parar. La delincuencia sigue sembrando sus muertes por todo el territorio nacional: dos veces más que el año pasado en los 4 primeros meses del año. Los problemas en las cárceles del país no cesan. Las preocupaciones de los pequeños productores y pequeños artesanos crecen de manera abrumadora. La clase media paga más y más impuestos.

El ministerio de Relaciones Exteriores no da abasto a la demanda de pasaportes para salir del país. Nunca se había visto tan pocas obras del parte del gobierno nacional. Los salarios de ciertos empleados del Estado, como en la salud por ejemplo, son impagos desde 6 meses. El desempleo llega a más del 70% de los ecuatorianos en edad de trabajar: 3 familias sobre 4 no tienen ninguna seguridad para la comida diaria. Los escándalos de cobro de matrículas para volver a clases presenciales son generales. Las medicinas en los hospitales están ausentes. La gasolina aumenta regularmente. La corrupción avanza campante a todos los niveles de la sociedad y los paraísos fiscales se llenan de dinero ecuatoriano, sin ninguna vergüenza ni fiscalización. La conducción de la Asamblea Legislativa es de la más caótica, para dar gusto al gobierno e impedir que se desbanque a su presidenta, sostenida contra vientos y mareas por el gran apoyo de Pachakutik, el partido de los indígenas que se perdió, junto a la CONAIE, en el laberinto neoliberal.

Julián Assange, asilado en nuestra embajada de Londres, que fue entregado por el gobierno morenista, en medio de la estupefacción mundial, al gobierno de Inglaterra, está listo para su entrega a Estados Unidos. Por tercera vez se niega la acogida de una boleta de captura internacional emitida en contra del expresidente Rafael Correa, ahora en Bélgica cuyo gobierno aduce que se trata de una persecución política por una justicia corrupta. Hemos llegado a un tope en el descalabro nacional nunca antes alcanzado.
Cosechamos lo que estamos sembrando desde 6 años al aceptar la traición de Lenin Moreno y confirmarla luego en las urnas en una consulta mañosa que nos buscaba otra cosa que desbaratar la organización estatal a favor de los grandes de siempre. Hace un año elegimos a un presidente neoliberal cuya meta era profundizar el camino emprendido por su predecesor, o sea, la venta del país al mejor postor y lo hace terriblemente bien.

Un puñado de ecuatorianos se enriquece a costa del empobrecimiento creciente de la inmensa mayoría. Un sinnúmero de ecuatorianos acoge impasible el odio, el engaño y las mentiras que siembran a diario los medios de comunicación comerciales al servicio del neoliberalismo. Estos ecuatorianos siguen creyendo, 6 años después, que todavía en todo “la culpa es de Correa”, cuando la realidad es que los 10 años de la revolución ciudadana son reconocidos como los mejores para el Ecuador por numerosos de países alrededor de todo el mundo. Estamos equivocadamente “todos contra uno”, mientras seguimos ciegos con una verdad que salta a los ojos porque “no se puede tapar el sol con un dedo”: el neoliberalismo nos está acabando.
¡Felizmente Jorge Glas ha salido de la cárcel después una persecución implacable de 6 años, secuestrado por una justicia venal que nunca pudo demostrar las acusaciones que se le hacía! ¡Demasiada desgracia que se trató de ahogar mediante los vivas de las y los que los ovacionaban en su recorrido entre la cárcel de Latacunga y su hogar en Guayaquil!


Hace exactamente 30 años en el documento episcopal latinoamericano, los obispos de nuestro continente reunidos en Santo Domingo, República Dominicana, insistían en el compromiso político de los cristianos: “Esta preocupación de coherencia entre la fe y la vida ha estado siempre presente en las comunidades cristianas. El apóstol Santiago (2,4-16,26) escribía: «La fe, si no tiene obras, está realmente muerta» … La falta de coherencia entre la fe que se profesa y la vida cotidiana es una de las varias causas que generan pobreza… Los cristianos no han sabido encontrar en la fe la fuerza necesaria para penetrar los criterios de la organización de la convivencia social, económica y política de nuestros pueblos.”


¿Qué más habremos que sufrir para despertar, darnos cuenta del engaño, enfrentar el sistema que ha logrado al máximo hacernos ciegos, sordos y mudos? Porque, al no organizamos para cambiar las cosas, lo vamos a sufrir mucho más todavía. Si seguimos cómplices del neoliberalismo, los que nos gobiernan mediante la complicidad de muchos, estarán muy satisfechos de seguirnos engañando, oprimiendo y matándonos con hambre y con balas, fortaleciendo nuestra inconciencia, nuestro individualismo, nuestra pasividad y el “sálvese quien pueda”. Mientras no reconozcamos nuestro valor y nuestra capacidad de sustituir este sistema neoliberal, mientras no nos damos cuenta que nuestros mejores sueños son los sueños de Dios, mientras no decidimos vivir de pie y con dignidad, seguiremos siendo mediocres, cobardes y faltos de fe en un Dios que nos ha creado para una vida feliz mediante la fraternidad. Y nos hundiremos en el infierno de la desesperanza y de la muerte que estamos construyendo nosotros mismos…

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.