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Carta de despedida

«A mis compañeros de trabajo»

Fuentes: Rebelión

Por 17 años me toco compartir el trabajo con cerca de un centenar de compañeros en Ambar en diferentes proyectos ambientales. El trabajo en Ambar ha sido para mí una de mis tres grandes experiencias de vida. Como todos Uds. saben durante 20 años yo fui militante y dirigente del Movimiento de Izquierda Revolucionario MIR […]

Por 17 años me toco compartir el trabajo con cerca de un centenar de compañeros en Ambar en diferentes proyectos ambientales. El trabajo en Ambar ha sido para mí una de mis tres grandes experiencias de vida. Como todos Uds. saben durante 20 años yo fui militante y dirigente del Movimiento de Izquierda Revolucionario MIR y es sin lugar a dudas mi experiencia de vida más importante, porque estuve involucrado en un proyecto mayor que soñaba con grandes cambios en nuestra sociedad y en el mundo. Como todo ser humano, la otra gran experiencia estuvo relacionada con la niñez, la adolescencia y el proceso acelerado de aprendizaje que se viven en las dos primeras décadas de la vida.

He sido un afortunado en la vida. He tenido la suerte de haber recibido la formación y el cariño de mis padres que supieron guiarme, entregarme valores donde el ser humano está primero y sobretodo darme la libertad para ir encontrando mi propio desarrollo, sin cuestionar las decisiones más importantes que fui tomando desde la adolescencia. Fui libre desde niño, gracias a la formación de mis padres, desde muy pequeño comprendí que la injusticia, la falta de libertad no iban a estar presente en mi vida. Por eso opté por el camino revolucionario y no tengo ningún arrepentimiento por lo realizado durante esos 20 años, salvo los errores propios que se cometen cuando se tiene un compromiso de verdad. Como me tocó vivir situaciones límites, conocí la grandeza de muchos hombres y mujeres que apoyaron en su momento la lucha revolucionaria y de resistencia contra la dictadura militar. Pero también, me tocó conocer como la dominación que instaura el miedo, provoca la renuncia a los valores de solidaridad, el repliegue individual egoista y finalmente el surgimiento de todo aquello que constituye la parte oscura del ser humano. Me he permitido hacer esta pequeña introducción en esta carta de despedida, porque durante mi paso por Ambar no ha dejado de estar presente mi práctica revolucionaria anterior. Ingresé a esta empresa el año 1998. Claudio Friedmann, fundador en ese entonces y Gerente General de Ambar, conociendo mi pasado revolucionario, me permitió participar en los primeros proyectos ambientales. Al poco tiempo fui contratado en forma indefinida. Claudio, hombre de pensamiento abierto y democrático, uno de los pioneros de la consultoría ambiental en Chile, trataba de que existiese en Ambar un buen clima laboral y buscaba sobre todo el desarrollo profesional de cada integrante de esa pequeña empresa. Buscaba desafíos ambientales que solo él tenía el atrevimiento de impulsar en esa época. Lo hacía sabiendo que no todos los proyectos eran rentables desde un punto de vista económico. El equilibrar la rentabilidad económica con desafíos ambientales, que en algunos casos eran propios de investigaciones, no fue tarea fácil para él. En realidad no lo habría sido para nadie. Al momento de su muerte, tenía sobre él la presión de mostrar rentabilidad económica que empezaba exigirle el resto de la Gerencia. En esas circunstancias, y en más de una oportunidad, se vio obligado reducir la planta de profesionales. Claudio trataba de impulsar un modelo empresarial ambiental que se contradecía con el modelo neoliberal imperante en el país, modelo que finalmente terminó por imponerse también en Ambar, primero a partir de la adquisición parcial y posteriormente total que realizó la empresa trasnacional WorleyParsons.

Durante mi ejercicio laboral en Ambar, me tocó compartir y trabajar con más de un centenar de profesionales. Con la mayoría de ellos tuve muy buenas relaciones laborales y profesionales. Se me confirmó, algo que aprendí en mi militancia revolucionaria. Esto es, que cuando hay trabajo en equipo, cuando hay apoyo mutuo, cuando no hay egoísmo y pequeñez para entregar el conocimiento o la experiencia acumulada a otros, cuando se apoya al que está empezando su vida profesional o al que no tiene experiencia en ciertas áreas específicas, el resultado es por un lado, el enriquecimiento profesional y humano de todos los integrantes que forman el equipo, y por otro, el proyecto termina siendo bien ejecutado y reconocido por la contraparte. Además, esta experiencia; me ha permitido generar nuevos amigos, con los cuales, seguiré compartiendo los próximos años de mi vida.

Pero al igual que en mi pasado revolucionario, he tenido que convivir con unos pocos, que forman la parte del área oscura del ser humano. Son aquellos que buscan la caída o el error de un tercero para mantenerse en posiciones de poder. Me tocó presenciar la delación interna, que en algunos casos tuvo el costo del despido de trabajadores. La delación es degradante para el que lo ejerce. En época de dictadura costó la vida de muchos chilenos, y en la época actual crea un clima de desconfianza y amedrentamiento que el delator utiliza con el propósito de imponer criterios personalistas y contrarios al trabajo en equipo. También me ha tocado presenciar como una minoría, generalmente ubicada en posiciones de jefatura, practica cotidianamente el doble estándar, predicando en el ámbito público un determinado comportamiento y haciendo en privado lo contrario.

Los aspectos negativos señalados en el párrafo anterior, no podrán empañar en mi memoria los aspectos positivos que he vivido en Ambar. Mi paso por esta empresa y los muy buenos compañeros y compañeras de trabajo con los cuales me tocó compartir, me alientan a pensar que en la base de la sociedad chilena, está el sustento para un cambio y que un sistema mejor tendremos en el futuro. Las generaciones actuales empiezan a comprender que el hombre para ser libre, requiere que su trabajo creador no se transe como una mercancía más en el mercado laboral. Que las actuales relaciones laborales, sociales y económicas son las que trastocan la esencia de las relaciones humanas, alentando el surgimiento del egoísmo, el individualismo y la falta de solidaridad entre los seres humanos. Que un modelo justo y humano, solo será posible cuando la producción sea social y la acumulación también sea social. No como sucede en la actualidad, donde la producción es social y la apropiación es acumulada en manos de unos pocos, jerarquizando al extremo los procesos productivos y fomentando acciones degradantes como las descritas anteriormente.

Un abrazo para todos

Hernán Aguiló Martinez, Ex Trabajador de AMBAR y Ex Jefe del Movimiento de Izquierda Revolucionaria en Chile (1976-1986) y dirigente de la Resistencia Antidictatorial.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.