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A nadie le importará nada después

Fuentes: Rebelión

El informe del Presidente Putin del 1 de marzo selló definitivamente el fin de la unipolaridad, que en la práctica no existía desde su discurso de Münich del 2007. Lo que pasa en el mundo de hoy es que EEUU, acostumbrado a mandar y ser escuchado sin chistar gracias a la hegemonía que adquirió a […]

El informe del Presidente Putin del 1 de marzo selló definitivamente el fin de la unipolaridad, que en la práctica no existía desde su discurso de Münich del 2007. Lo que pasa en el mundo de hoy es que EEUU, acostumbrado a mandar y ser escuchado sin chistar gracias a la hegemonía que adquirió a partir de la caída de la URSS, no se adapta a que su voz omnímoda no sea acatada por el nuevo eje formado por China, que ha superado el nivel de producción estadounidense y es su mayor desafío económico; Rusia, cuyos alcances tecnológicos son superiores a los suyos, basta señalar que las micro centrales atómicas que posee, Kurchátov las comenzó a diseñar en 1955; y los demás países que de alguna manera se alinean bajo las alas de esta alianza protectora, todavía no fortificada por algún tratado. Con EEUU acontece que no puede moverse en medio de cambios tan drásticos sin tropezar con las asperezas existentes.

Sólo falta que, a corto plazo, Europa empiece a encontrar su propio derrotero y defienda sus intereses continentales. A EEUU le sucede que no reconoce las normas del derecho ni la razón natural y debe aprender a trabajar sobre la base del respeto al prójimo y olvidarse del exclusivismo, que tanto le perjudica. No es que las naciones del mundo estén en su contra sino que buscan salvaguardar sus intereses, de ahí que las tensiones se profundicen y las relaciones interestatales se compliquen. Bastaría con que ellos aceptaran la nueva realidad y que no siempre tienen la razón en todo, para que los demás países den por bueno colaborar con ellos en resolver los problemas más acuciantes que agobian al mundo: la pobreza extrema, la ignorancia generalizada, el deterioro ambiental, el terrorismo internacional …

Hasta ahora han trabajado sobre infundios, creados para lograr sus objetivos, con lo que cumplen invariablemente la tarea encomendada y consiguen el efecto buscado. Cuando son descubiertos, sus autores sufren disgustos pero no restrañan las heridas ni limpian de manchas a las víctimas; la validez del método, en apariencia momentáneo, es causar daño a largo plazo. La desinformación sobre Irak, luego de ser develada la respectiva campaña de mentiras, dañó la imagen de Bush y su gobierno pero no tuvo ningún efecto en lo medular, pues no se restableció la independencia de Irak ni le devolvieron sus riquezas; es peor todavía, muchos quedaron convencidos de que EEUU actuó correctamente. Este ejemplo o el de Libia, Siria u otros países son parte del mundo de fantasía generado por la gigantesca máquina de desinformación que manipula nuestra manera de pensar.

Así mismo, el caso Skripal, con todas las secuelas conocidas, podría ser parte de una trama mayor. En una entrevista concedida a la cadena británica Sky News, el director general del laboratorio en Porton Down, donde se investigan los hechos sucedidos a poca distancia de dicho lugar, explicó que los especialistas de esa instalación no han podido identificar el país de procedencia del agente nervioso empleado para intoxicar a los Skripal y que no puede decir que esta sustancia fuera producida en Rusia; sin embargo, las autoridades británicas acusaron directamente al Presidente Putin de ser el autor de este atentado. Según Borís Johnson, Ministro de Exteriores de Gran Bretaña, altos funcionarios de la antedicha institución le garantizaron que Rusia era la única culpable de todo. Mentira que sirvió de pretexto para que sean expulsados masivamente los diplomáticos rusos de Londres y de sus países aliados.

Sostuvo Putin que, pese a que no se ha establecido el origen del Novichok, la campaña antirrusa se ha propagado con una velocidad sorprendente. Con ello se han militarizado las relaciones internacionales y se ha incrementado el riesgo de un conflicto bélico entre Rusia y la OTAN. Es que en el mundo existen partidarios de la guerra atómica, son pocos, pero son poderosos y están convencidos de que van a sobrevivirla; para ello han construido gigantescos refugios de los que piensan emerger vencedores. Lo que no calculan es que el mundo quedará irremediablemente inhabitable durante unos cien mil años, por lo menos.

Esta gente designa miembros importantes del sistema administrativo de EEUU, como el Consejero de Seguridad Nacional, John Bolton, personaje peligroso del gobierno de Trump, conocido por su antiguo apoyo a las campañas militares agresivas. Cada paso que emprenden tiene la finalidad de arrinconar a los que consideran sus enemigos. De no lograr su objetivo, para cumplir con sus aspiraciones, suben el nivel de enfrentamiento en un peldaño, por cierto más belicoso. En la actualidad buscan que este irreversible proceso culmine en la batalla de Armagedón, de la que piensan salir victoriosos por ser ellos los representantes del bien. De lograr lo que buscan, a ningún sobreviviente le va a importar después quién comenzó la guerra, porque les espera el fin del mundo.

Si es que la Sra. Clinton ganaba la elección pasada y llegaba a ocupar la presidencia de EEUU, parecía lo más probable que desde ese cargo desencadenaría la Tercera Guerra Mundial. Con Trump hubo esperanzas de que se lograrían acuerdos de mutuo beneficio con Rusia, no duraron mucho. Ganó, pero lo domesticaron: esto puedes, las cosas no son así, no debes hacer ni esto ni esto… Incluso le dijeron: «No felicites a Putin». No les hizo caso. En solidaridad con la pérfida Inglaterra expulsó a sesenta diplomáticos rusos, luego ablandó la medida y les indicó que cuando gusten los podían restituir. «Sólo los estúpidos pueden ser enemigos de Rusia», señaló Trump a los tres países del Báltico, que esperaban que por su encono antirruso les pasaran la mano por el dorso del espinazo. Antes había dicho lo mismo al Congreso, pese a lo cual firmó a regañadientes las ilegales e inconstitucionales sanciones contra Rusia. Sostuvo, nos vamos a retirar de Siria, pero el Pentágono afirmó lo contrario. Y esto sí es peligroso porque en Siria podrían darse combates entre las fuerzas rusas y las norteamericanas, que elevarían el riesgo de una guerra nuclear entre ambas potencias. La pelea entre bastidores continúa y sus oponentes esperan que finalmente opte por el camino bélico. Ya se verá qué pasa en adelante.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.