Traducido del inglés por S. Seguí
He sido objeto de mucha difamación y mucho odio desde que mataron a Casey [1] , y especialmente desde que me convertí en lo que llaman el rostro del movimiento anti-guerra de Estados Unidos. En particular, desde que renuncié a cualquier tipo de vínculo que pudiera tener con el Partido Demócrata me han arrastrado por el fango en blogs supuestamente progresistas, como por ejemplo Democratic Underground. Echarme en cara que andaba siempre «chupando cámara» y recomendarme que me fuera a «tomar viento» fueron algunos de los epítetos más suaves.
En esta mañana del Memorial Day [2] he llegado a una serie de conclusiones descorazonadoras. No son reflexiones hechas apresuradamente, sino conclusiones meditadas desde hace ya más o menos un año. Las conclusiones a las que he llegado, sin precipitaciones y con mucha reticencia, me rompen el corazón.
La primera conclusión es que llegué a ser la niña mimada de lo que llaman la izquierda sólo mientras limité mis protestas a George Bush y al Partido Republicano. Por supuesto, la derecha me calumnió y me puso la etiqueta de instrumento del Partido Demócrata. Con esta etiqueta pretendían marginarme, a mí y a mi mensaje. ¿Cómo puede una mujer tener un pensamiento propio o colocarse al margen del sistema bipartidista?
Sin embargo, cuando comencé a aplicar al Partido Demócrata los mismos estándares que aplicaba al Partido Republicano el apoyo a mi causa comenzó a decaer y la izquierda comenzó a ponerme las mismas etiquetas con las que me atacaba la derecha. Me parece que nadie me prestó atención cuando dije que la cuestión de la paz y la muerte sin razón de personas no era un asunto de izquierdas o derechas sino de justicia o injusticia.
Se me considera una extremista porque opino que las políticas partidistas deberían dejarse de lado cuando hay centenares de miles de personas que mueren en una guerra basada en mentiras y que es apoyada tanto por los demócratas como por los republicanos. Me sorprende que personas muy críticas y capaces de un análisis exhaustivo de las mentiras, falsedades y oportunismo político de un determinado partido se nieguen a reconocer estos mismos defectos en su propio partido. La lealtad ciega a un partido es peligrosa, ocurra donde ocurra. Los pueblos del mundo tienen a los estadounidenses por una banda de idiotas, porque permitimos que nuestros gobernantes tengan un margen de actuación criminal tan amplio y porque, si no sabemos hallar alternativas a este sistema bipartidista corrupto, nuestra República representativa va hacia el abismo y será sustituida por algo a lo que nos estamos acercando a toda prisa, algo sin rastro de equilibrio de poderes: un baldío corporativo-fascista. A mí se me descalifica porque cuando miro a una persona no me interesa su nacionalidad o su afiliación, me interesa únicamente su corazón. Si alguien parece, viste, actúa, habla y vota como un republicano, ¿por qué ha de merecer nuestro apoyo por el mero hecho de que se haga llamar demócrata?
He llegado también a la conclusión de que si estoy haciendo lo que hago sólo por «chupar cámara», entonces realmente tengo que estar comprometida. He invertido todo lo que tengo en un intento de traer paz con justicia a un país que rechaza ambas. Si un ciudadano desea esta paz con justicia, normalmente lo único que está dispuesto a hacer es pasear en una marcha de protesta o sentarse a su ordenador y criticar a otros. He gastado hasta el último centavo que pude conseguir de la suma que un país agradecido me ofreció cuando mataron a mi hijo y del dinero que he recibido dictando conferencias o con la venta de libros.
La conclusión más atroz a la que he llegado esta mañana, no obstante, es que Casey realmente murió inútilmente. Su preciosa sangre se vertió en un país lejos de su familia que lo quiere, muerto por su propio país, apropiado y dirigido por una maquinaria de guerra que controla hasta lo que pensamos. Desde el momento de su muerte, he intentado que ésta tuviera algún sentido. Casey murió por un país más preocupado por American Idol [3] que por el número de personas que van a morir en los próximos meses mientras demócratas y republicanos hacen politiquería con vidas humanas. Me resulta extremadamente doloroso pensar que he apoyado a este sistema durante tantos años y que Casey ha pagado el precio de esa fidelidad. Le fallé a mi niño, y eso es lo que más me duele.
He intentado también trabajar en el seno de un movimiento de paz, en el que a menudo los egos predominan sobre la paz y la vida humana. Cosas como que este grupo no va a colaborar con aquél, que tal persona no asistirá si ella va también, que ¿por qué Cindy Sheehan es siempre la estrella, después de todo? Es difícil trabajar en favor de la paz cuando el mismo movimiento que lleva este nombre tiene tantas divisiones.
Nuestros valientes jóvenes en Irak han sido abandonados allí indefinidamente por sus cobardes líderes, para los que sólo son peones de un ajedrez de destrucción, a la vez que el pueblo de Irak ha sido condenado a muerte y a cosas todavía peores que ésta por gentes que piensan más en las elecciones que en las personas. Sin embargo, en cinco, diez o quince años, nuestras tropas regresarán a casa, renqueantes, tras otra abyecta derrota, y diez o veinte años más tarde, los hijos de nuestros hijos verán como sus seres queridos mueren por que sí, porque sus abuelos apoyaron este corrupto sistema. George Bush nunca será destituido porque si los demócratas van demasiado al fondo del asunto pueden acabar poniendo al descubriendo algunos esqueletos de sus propios armarios, por lo que el sistema se perpetuará sin fin.
Voy a tomar las cosas que me quedan y me voy a ir a casa. Me voy a casa a ser la madre de mis hijos supervivientes y a intentar recuperar algo de lo que he perdido. Intentaré mantener y cuidar algunas relaciones personales muy positivas que he encontrado durante el viaje al que me vi impelida cuando Casey murió, e intentaré reparar otras averiadas desde que comencé esta firme cruzada en un intento de cambiar un paradigma que está, me temo, esculpido en un mármol inamovible y rígido y que es totalmente mendaz.
Camp Casey ha cumplido su servicio. Ahora, está en venta. ¿Alguien quiere comprar dos hectáreas de hermosa tierra en Crawford, Texas? Estudiaré cualquier oferta razonable. Tengo entendido que George Bush se va a ir pronto, también… o sea que la propiedad ganará en valor.
Esta es mi carta de despedida como rostro del movimiento anti-guerra estadounidense. No es un acto como el de Checkers [4] , porque yo nunca voy a dejar de intentar ayudar a cualquier persona del mundo que haya sido herida por el imperio de nuestros queridos y nunca bien ponderados Estados Unidos de América, pero dejo de trabajar en el seno del sistema, o fuera de él. Este sistema no se deja ayudar y acaba devorando a los que lo intentan. Me voy antes de que me consuma totalmente, a mí o a la gente a quien quiero, junto a los recursos que me quedan.
Adiós, Estados Unidos de América… no eres el país que amo; al final me he dado cuenta de que por mucho que me sacrifique nunca haré de ti ese país, a menos que tú quieras.
Así pues, la bola está de tu lado.
Cindy Sheehan
Daily Kos
[1] Su hijo, Casey Sheehan, militar estadounidense muerto en Irak en 2004 (N. del T.)
[2] Se celebra el 30 de mayo (N. del T.)
[3] Popular programa de TV, equivalente a Operación Triunfo (N. del T.)
[4] En referencia a un discurso televisado de Richard Nixon, en 1952, en el que, a raíz de unas acusaciones de corrupción, ofreció abandonar sus actividades políticas. Finalmente, se presentó a las elecciones de 1960 y formó parte de la presidencia republicana del general Dwight Eisenhower (N. del T.)