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Los mineros de Escondida, uno de los consorcios más poderosos del mundo, retornan al trabajo

Abriendo un camino en la lucha por los derechos laborales

Fuentes: Prensa Latina

Los dos mil 052 trabajadores afiliados al gremio aprobaron anoche por amplia mayoría un histórico acuerdo con la empresa, que puso fin a la huelga más larga en la gran minería chilena de los últimos años, con logros que sobrepasan los beneficios económicos alcanzados. Si bien no lograron el tope de sus demandas -un ocho […]

Los dos mil 052 trabajadores afiliados al gremio aprobaron anoche por amplia mayoría un histórico acuerdo con la empresa, que puso fin a la huelga más larga en la gran minería chilena de los últimos años, con logros que sobrepasan los beneficios económicos alcanzados. Si bien no lograron el tope de sus demandas -un ocho por ciento de reajuste salarial y bonos por el fin del conflicto y los altos precios del cobre por unos 18 mil dólares-, el acuerdo significó tres veces más de lo ofrecido por Escondida cuando se inició el conflicto. Después de 25 días de paro, con pérdidas de 15 millones de dólares diarios, el consorcio que encabeza la gigante BHP Billiton accedió a subir el salario del 1,5 por ciento inicial al 5,0, y pagar bonos por unos 17 mil dólares para cada uno. «Los patos negros nos dieron una gran cátedra de compromiso sindical», afirmó el secretario y vocero principal del gremio Pedro Marín, quien comparó la lucha de Escondida con la librada por los estudiantes secundarios que en mayo y junio estremecieron el país.

Marín, quien rehusó hablar de las cifras del acuerdo, aseveró que «lo vivido es sólo el comienzo de un trabajo a mediano plazo para reposicionar los derechos laborales en el país», aplastados por el imperio del sector empresarial en la economía. «Hoy dimos una clase y me siento muy orgulloso, porque ‘los patos negros’ (apodo derivado de los pingüinos secundarios que luchan por una reforma al sistema educativo), del Sindicato 1 de Minera Escondida nos dieron una gran cátedra de compromiso sindical», subrayó. El dirigente, quien actuó como vocero principal de los trabajadores durante el conflicto, destacó de modo particular «el espíritu de solidaridad, combatividad y unidad» que caracterizó el movimiento huelguístico. «Este compromiso es como para exportarlo. Es un triunfo para Chile, no sólo para nosotros, porque hay compromisos formales de parlamentarios para legislar en materias que les van a servir a muchísimos trabajadores del país», subrayó Marín. El vocero de los mineros se refirió, entre otros, al proyecto de ley presentado por el presidente de la Cámara de Diputado, Antonio Leal, que pretende prohibir el empleo de personal de reemplazo (rompe-huelgas) mientras se mantiene un paro legal. El compromiso de promover la iniciativa fue arrancado por los mineros durante una histórica caravana que recorrió los más de mil kilómetros que separan la mina del Congreso Nacional para exigir a los parlamentarios una legislación que proteja al movimiento obrero.

Ahora, mientras el gobierno trata de castrar la importancia política del conflicto, la mirada se vuelca en la División Norte de la estatal Corporación Nacional del Cobre, que en octubre próximo debe iniciar negociaciones de un nuevo contrato laboral con el sindicato. Tras alegrarse por el fin de la huelga, la ministra de Minería, Karen Poniachik, negó que el precedente de Escondida pueda marcar en las futuras negociaciones colectivas porque son -dijo- «un procedimiento común y regulado, no basado en conductas políticas». Pero Sergio Flores, presidente del Sindicato de Integración Laboral de Codelco Chile División Andina (SIL) -que iniciará las negociaciones en breves- no parece coincidir con esas apreciaciones, si bien se mostró partidario de darle un bajo perfil al proceso. Para el dirigente resulta incomprensible que ahora que al país le va bien, de los cinco mil millones de dólares que aporta la empresa al fisco, el gobierno decida enviar dos mil millones de ahorro al extranjero y no lo invierta en obras sociales. En una dura crítica a la política económica de La Moneda, dijo que no es responsabilidad de los trabajadores de Codelco distribuir los ingresos del país, «sino del Gobierno y de los políticos, y ellos deben hacerlo entre los sectores más pobres».

«No nos responsabilicen a nosotros de la gran brecha social que existe hoy», enfatizó Flores como un anticipo de que el ‘round’ entre la cuprífera estatal y los trabajadores será tanto o más duro que lo acontecido en Escondida.