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El modo de producción socialista (un asunto de reconocer al otro)

Acaso es posible construir una nueva humanidad

Fuentes: Rebelión

¿Qué cambiar en el sistema capitalista para lograr la construcción del sistema socialista? La respuesta a esta pregunta se ha convertido en el gran escoyo a superar en la labor de transformación social del ser humano. La falta de una respuesta adecuada a este asunto práctico ha dejado a la deriva a la clase trabajadora […]

¿Qué cambiar en el sistema capitalista para lograr la construcción del sistema socialista? La respuesta a esta pregunta se ha convertido en el gran escoyo a superar en la labor de transformación social del ser humano. La falta de una respuesta adecuada a este asunto práctico ha dejado a la deriva a la clase trabajadora al momento de realizar su auto transformación. En su lugar ha tomado cuerpo el nacionalismo, el oportunismo, la contrarrevolución, la dispersión y el cansancio de la clase trabajadora. Con un resultado que se ha saldado con un alto costo en vidas y miseria. Así como, un amargo sabor a vacío ideológico, frustración e impotencia respecto a la posibilidad de que sea cierto que se puede construir el socialismo y el comunismo.

Ante esta realidad constituye una tarea prioritaria para la clase trabajadora abordar teóricamente el tema del modo de producción socialista con el fin de contribuir al tema práctico de construir una nueva sociedad: una nueva humanidad.

Para ello, no queda otra ruta que abordar los fundamentos del modo de producción capitalista. Esto, con el fin de encontrar dialécticamente los elementos que la niegan. Elementos que servirán de base al modo de producción socialista. Con tal objetivo, debemos partir de los aportes teóricos de Marx y Engels. Es decir, de la teoría del valor y de la propiedad privada capitalistas sobre los medios de producción. Pero, vistos como expresión emergente de las relaciones sociales capitalistas que subyacen y se expresan en esta particular forma de producción de bienes y servicios de los seres humanos.

En otras palabras, es necesario poner al descubierto las relaciones sociales capitalistas que producen todas las consecuencias que se explican con la teoría del valor y que se expresan de manera concreta en lo económico, político, social, administrativo y militar en la propiedad privada capitalista sobre los medios. Esto, sin equivocar ni trastocar que el valor (de uso y de cambio) y la propiedad privada sobre los medios de producción son el fenómeno emergente de un modo de producción y no la causa que lo produce. Es decir, sin confundir el producto de este tipo particular de relaciones sociales humanas llamadas capitalismo con sus bases o causas.

Si esto es así, entonces, ¿cuáles son esas bases del comportamiento humano que tienen la cualidad de mutar y con ella cambiar la naturaleza de la sociedad, ya sea del esclavista al feudalista, del feudalista al capitalista, del capitalismo al socialista y de éste al comunista?; ¿Qué nos mueve a comportarnos bajo determinadas relaciones sociales? y ¿Cómo esos elementos determinan la forma de relacionamiento social que llamamos capitalista?

Esos elementos esenciales del comportamiento humano los encontramos en la forma básica en que se relacionan los seres humanos entre sí y con el resto de la naturaleza. Es decir, lo encontramos en el grado en que se reconoce o no al otro. Siendo ese otro un ser humano, un ser de otra especie o el resto de la naturaleza. Re- conocimiento que no solo se expresa como la aceptación o no de elementos comunes en la condición de existencia del otro respecto a quien reconoce. Sino, del valor (posibilidades de utilización) que tienen esas cualidades, peculiaridades e importancia en el otro para quien conoce. En función de ese reconocimiento se desprende el grado de utilización instrumental o colaboración que pueda existir entre los seres humanos (y de estos con el resto de la naturaleza) en sus relaciones sociales.

El no reconocimiento de la existencia del otro supone que ese otro sea ignorado (invisibilizado); cuando no, eliminado si se considera una amenaza. El reconocimiento es parcial cuando se reconoce en forma oportunista algunas cualidades en ese otro que pueden ser aprovechadas. Hecho que se concreta en un determinado grado de reconocimiento de la existencia, disposición y utilización de ese otro en cuanto objeto aprovechable y desechable. Sin embargo, ese reconocimiento parcial tiene sus límites; es decir, hasta que sea considerado una amenaza o cuando pierda valor en criterio del que conoce. Vale decir, hasta que la cualidad no pueda ser aprovechada por quien se erige como el que reconoce.

Ese reconocimiento parcial presume que no se conoce en ese otro cualidades, peculiaridades o importancia que lo asimilen al que conoce. Aunque sí lo suficiente como para ser utilizadas por él. Un ejemplo de mínimo reconocimiento parcial, en cuanto base de las relaciones sociales, se vivieron bajo las relaciones sociales esclavistas. Bajo dichas relaciones sociales la existencia del otro (del esclavo) solo se reconocía en la medida en que podía ser utilizada en forma total por el que conoce: es decir, en cuanto herramienta. En esta sociedad la total disposición (o utilización) de la vida del otro (del esclavo) y de su producto servía de base al modo de producción. De lo que deriva que el valor producido por el esclavo, igual que él, le pertenece en pleno derecho al amo, como parte de su derecho de propiedad (de su poder total de disposición, uso y disfrute) sobre la vida del esclavo.

Esa propiedad (ese poder de disposición, uso y disfrute exclusivo sobre objetos, personas y naturaleza) solo era reconocida entre los que podían ejercer el no reconocimiento del otro. Es decir, entre los que ejercían las relaciones de dominación en la sociedad esclavista: los amos esclavistas. Fueron ellos los que teniendo el poder (el ejercicio dominante de la fuerza) para no reconocer al otro impusieron una administración de lo público (de lo común) dirigido a garantizar y hacer valer las relaciones sociales de no reconocimiento del otro propio de las sociedad esclavista. Hecho, que se expresa y concreta en unas relaciones sociales convertidas en un sistema de creencias bien estructurado (ideología) que servirán de justificación al Estado esclavista. En el que la ideología servirá de base para la aceptabilidad, legitimidad y gobernabilidad de las propias relaciones sociales y del Estado que las garantiza; de cara a los que no reconocen al otro y de los propios no reconocidos. Con lo cual, el sistema de creencias dominantes en la mente de los seres humanos en cada época de su historia determina su régimen de dominación. En ese contexto de relaciones sociales y de propiedad esclavista el Estado se convierte en el instrumento por excelencia para justificar y hacer obedecer los valores de irrespeto, desvalorización y utilización que privilegian las relaciones de no reconocimiento del otro que en este caso sirven de base a las relaciones sociales esclavistas.

A partir, de este no reconocimiento del otro (inicial), que le permite a unos seres humanos usar, disfrutar y disponer de la vida de los dominados y del resto de la naturaleza, se va produciendo en el transcurso del desarrollo humano una gradación en el no reconocimiento de ese otro (por razones de provecho económico) que define la forma en que mutan las relaciones sociales en las distintas etapas del desarrollo humano. Gradación que se expresa en las formas concretas en que las relaciones sociales humanas se presentan en la producción e intercambio de mercancías. Esto es, en los modos de producción dominante que definen el tipo de sociedad.

Gradación en el no reconocimiento del otro que se da como resultado de la lucha entre los que no reconocen al otro y los que pujan por ser reconocido. Donde la lucha de los contrarios en su punto antagónico se expresa o deviene en la negación de las relaciones sociales hasta ahora dominantes y su mutación en relaciones sociales nuevas que resultan del reconocimiento en el otro de algunas cualidades o habilidades. Cualidades que permiten; por una parte, un mejor aprovechamiento en el uso, goce y disposición de la capacidad humana de producción de valor (mercancías) por quienes no reconocen al otro frente a las limitaciones impuestas en la producción e intercambio de mercancías por el grado anterior de no reconocimiento del otro. Y por la otra, permiten cubrir las necesidades de consumo de los no reconocidos. Tal reconocimiento de cualidades en otro llega hasta hacerse sostenible y creíble la nueva forma de opresión económica e ideológica que resulta dominante.

De aquí que el no reconocimiento del otro en cuanto forma de irrespeto, desvalorización y utilización de ese otro pasó por el uso, goce y disposición exclusiva de la vida del no reconocido en la sociedad esclavista, en su condición de esclavo. Pasando por el uso y goce exclusivo del producto del trabajo del no reconocido en la sociedad feudal. Donde se reconoce la naturaleza humana e independiente del no reconocido (del siervo de la gleba); pero no su libertad política y económica para decidir su explotación. Hasta, el uso y goce no exclusivo del plus valor creado por el no reconocido en la sociedad capitalista. Donde se reconoce la condición humana, independiente y libre del no reconocido para producir un plus valor. Pero, ese plus valor será apropiado por quienes irrespetan, desvalorizan y utilizan al no reconocido a cambio de un salario mucho menor al valor creado. En todos estos casos la mutación en las relaciones sociales (esclavistas a feudales y feudadles a capitalistas) supusieron no solo mejores condiciones de vida para los no reconocidos en un mediano y largo plazo; sino, una reducción en los costos de producción para quienes no reconocen al otro. Esto, de cara a la carga que para esto últimos suponía el consumo de los no reconocidos. Y su respectivo abordaje por estos últimos.

En este sentido, el grado de no reconocimiento del otro (o el tipo de modo de producción) está condicionado por el tipo de aprovechamiento que requiere el proceso productivo de los aspectos o cualidades de quienes son parcialmente reconocidos. Aprovechamiento que se procuran tanto los antiguos no reconocidos que ahora asumen el nuevo rol de no reconocer al otro, en el nuevo modo de producción; como quienes no reconocía al otro en el modo de producción anterior que lamentan la perdida de privilegios que viene con el nuevo reconocimiento de cualidades (con nuevo modo de producción).

Las expresiones económicas e ideológicas que se desarrollan a partir del mayor grado de reconocimiento del otro se constituyen en la base de sostenibilidad y sustentabilidad social y política de la nueva sociedad. Así como, del aparato Estatal que lo defiende y garantiza. Expresiones económicas donde los no reconocidos empeñados en cubrir sus necesidades de consumo (de sobrevivencia) luchan y se abren camino a través de la atenuación del grado de irrespeto, desvalorización y utilización dominante que ejercen quienes no los reconocen. Atenuación que se traduce en un sistema de creencias o ideología que rompe las cadenas mentales que sostienen el modo de producción anterior; y, construye las nuevas cadenas mentales que regirán las nuevas relaciones sociales entre quienes no son reconocidos y quienes no reconocen al otro. Esa atenuación tendrá como límite máximo de cambio el mantenimiento de la mayor cantidad posible de privilegios de quienes ejercían las antiguas relaciones de dominación que, a su vez, puedan garantizar el consumo de los no reconocidos.

Este proceso de cambio paulatino (o mutación de relaciones sociales) se da a través de mecanismos de percolación social donde la acumulación cuantitativa de pequeños cambios en las relaciones sociales de no reconocimiento del otro y en los sistemas de creencias que sustentas sus cadenas metales devienen en cambios cualitativos en que las nuevas relaciones sociales de reconocimiento del otro y sus nuevas cadenas mentales se hacen dominantes en la sociedad. Relaciones que terminan por negar y desplazar a las relaciones sociales anteriores de su posición dominante. Aunque estas últimas permanezcan y coexistan con las nuevas relaciones sociales a través de sus expresiones concreta: es decir, a través de las formas de propiedad sobre objetos y personas que atestiguan la existencia de relaciones sociales anteriores.

Desde otra perspectiva el desarrollo de las fuerzas productivas (en particular, de los medios de producción) persigue dos objetivos, en su dinámica de promover nuevos y mayores niveles de producción e intercambio de mercancías. Por un lado sirven como alternativa de quienes ejercen las relaciones de no reconocimiento del otro para ceder menos reconocimiento en la lucha que llevan con los no reconocidos: ahorrando costos y participación de estos en el proceso productivo. Y por la otra, procuran mayor satisfacción a las demanda de consumo de quienes no son reconocidos dada la búsqueda de nuevos consumidores a su producción. Hecho que termina por mejorar las condiciones de vida de los no reconocidos.

Finalmente, el desarrollo de las fuerzas productivas no solo han impactado las relaciones sociales de no reconocimiento, en su tránsito desde el uso y disposición exclusivo de la vida del otro, pasando por el uso exclusivo de su trabajo; hasta, finalmente hacer un uso no exclusivo del trabajo del otro, pero, si de disposición del plus valor del no reconocido. También ha cambiado el centro de la actividad productiva y con el medio de producción que debe ser sujeto de propiedad por quienes no reconocen al otro para garantizarse la dominación. En ese sentido, se pasó de la tierra como instancia que integra materia prima, herramientas y procedimientos de trabajo rudimentarios, poco integrados en la producción de mercancías y totalmente dependencia del conocimiento de los reconocidos. A una fase capitalistas donde el desarrollo de las fuerzas productivas imponen el desplazamiento de la tierra como eje y centro de producción a la fábrica, la industria y la empresa. Estas últimas como instancia que concentran todos los elementos de las fuerzas productivas: no reconocidos (trabajadores), máquinas herramientas o robot, procedimientos sistematizados; así como, una organización dirigidas de manera eficiente y eficaz a la producción e intercambio de mercancías. A lo que se agrega un conocimiento productivo que ya no le pertenece a los no reconocidos sino que fue y es apropiado por la organización propiedad de quienes no reconocen al otro. Conocimiento que ahora es propiedad de los que no reconocen al otro.

De aquí que la propiedad sobre los medios de producción, como mecanismo para garantizarse la capacidad para reconocer al otro y de apropiarse de valor que él crea, haya pasado de centrase en la tierra, las herramientas y los esclavos en la sociedad esclavista, pasando por la tierra, las herramientas y el conocimiento del campesino o artesano en la sociedad feudal; a las maquinas herramientas o robot, y el conocimiento organizacional que se congrega entorno a la fábrica, la industria y/o la empresa en el capitalismo. El desarrollo de los medios de producción y de los mecanismos de intercambios de mercancías, con la instauración del dinero como fetiche universal, determinaron el alcance de las posibilidades de expansión, sostenibilidad y sustentabilidad de los distintos modos de producción esclavistas, feudalista y capitalistas; así como, la negación de cada uno de ellos para arribar al siguiente modo de producción.

El carácter inviable (improductivo) de las relaciones radicales de no reconocimiento del otro presentes en la esclavitud para sostener el consumo de este tipo de sociedad impusieron una mutación (suavización) de las relaciones sociales de no reconocimiento del otro (en el grado de irrespeto, desvalorización y utilización del otro) que dieron cabida a mayores niveles de producción e intercambio de mercancías. Producción e intercambio que permitió atender las necesidades de consumo de este nivel de desarrollo de la sociedad. Mutación que, por otra parte, supuso el reconocimiento de algunas cualidades (económicas, políticas y sociales) en el otro no reconocido que permitía garantizar su aplicación productiva. Así como, la posibilidad de mantener la mayor cantidad de privilegio de las extintas relaciones de dominación.

Por su parte, aquellos que no reconocen al otro, que se apegaron a no ceder más reconocimiento fueron apartados de sus privilegios. Y los que aceptaron debieron admitir a regañadientes a los que ahora no reconocen al otro (antiguos no reconocidos) que están dispuestos a enseñarles como explotar (como utilizar) el nuevo reconocimiento de cualidades en la producción, intercambio y consumo de mercancías que les permitirá mantener sus privilegios.

Es decir, los Burgueses (capitalistas) antiguos no reconocidos (en el modo de producción feudal) se convierten en los maestros de los Aristócratas feudales (antiguos esclavistas) en la aplicación de las nuevas formas de no reconocimiento del otro que servirán de base a las nuevas relaciones sociales con las cuales se construye el modo de producción capitalistas. Es decir, servirán de maestros en las nuevas formas de irrespetar al otro, desvalorizarlo y utilizarlo.

Serán esas relaciones sociales de producción y el sistema de creencia que la acompañan las que reflejen y se reproduzcan en la organización administrativa de los Estados que le sirven de garantes y defensores. De esta manera se cierra el círculo sistémico que le da sustentabilidad y sostenibilidad a la sociedad. Esto es, hasta que las mismas no garanticen el consumo de la sociedad; en cuyo caso como ya se dijo se impone una nueva negación del modo de producción hasta ahora dominante.

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