«No me tiñan el nacionalismo de rojo» V.I. Lenin Que duda cabe de que la cuestión nacional es todavía una cuestión sin resolver y que afecta a una nación como la vasca. El derecho de autodeterminación del pueblo vasco es un derecho democrático indispensable para un proyecto cuyo fin es acabar con la opresión del […]
«No me tiñan el nacionalismo de rojo»
V.I. Lenin
Que duda cabe de que la cuestión nacional es todavía una cuestión sin resolver y que afecta a una nación como la vasca. El derecho de autodeterminación del pueblo vasco es un derecho democrático indispensable para un proyecto cuyo fin es acabar con la opresión del hombre por el hombre: el proyecto comunista.
La autodeterminación ha sido una de las banderas tradicionales del movimiento comunista y revolucionario. Simple y llanamente porque es un derecho democrático. Como decía Marx: «un pueblo que oprime a otro nunca podrá ser libre». Pero desde las altas esferas del Estado, los dirigentes y garantes del sistema y sus plumíferos tratan de confundir al pueblo equiparando el derecho de autodeterminación con un «derecho nacionalista».
Los comunistas no podemos ser nacionalistas, porque el proyecto de sociedad de la clase obrera es totalmente opuesto al proyecto de la burguesía, sea vasca o española. De ahí que los comunistas no podamos participar en ninguno de los frentes nacionales en los que actualmente está divida la sociedad vasca de forma mayoritaria: el español, capitaneado por el tandem PP-PSE, y el vasco, dirigido por la derecha nacionalista vasca (PNV-EA) y que cuenta entre sus filas con una parte «roja» (que risa) cuyo buque insignia es el «camarada» Javier Madrazo. En este último frente se debe incluir a Batasuna, organización de la pequeña burguesía radical vasca, que desde hace unos años centra todos sus esfuerzos y medios en atraer al PNV-EA a un Frente Nacional Vasco para la liberación (¿cuál?) de Euskal Herria.
La clase obrera no puede someterse a la hegemonía de ninguna otra clase, ni renunciar a su identidad en una falsa alianza nacional con partidos que representan intereses de clase totalmente opuestos a los suyos. El nacionalismo es un engaño que sólo beneficia a la burguesía, por mucho que organizaciones supuestamente de izquierdas y/o revolucionarias (Ezker Batua, Batasuna) lo apoyen.
Querer meter en el mismo saco nacionalismo y autodeterminación, genera incluso contradicciones en quienes lo hacen como le ocurre al PP y al PSOE. Negar el derecho de autodeterminación es también nacionalismo: nacionalismo españolista. Nacionalismo del que hace gala el PP (aunque lo llamen constitucionalismo) y que orientado en su lucha contra ETA, les ha supuesto un gran rédito electoral tanto en el País Vasco como en el resto del Estado. Nacionalismo del que no es menos culpable el PSOE y su federación vasca, enmascarándolo también de constitucionalismo y estatutismo.
Hoy la sociedad vasca se encuentra fragmentada en clave nacional y no de clase, lo que genera que trabajadoras y trabajadores que deben tener un interés común, estén en distintos bandos o frentes fruto del engaño del nacionalismo. Unos defendiendo la autodeterminación y otros la unidad de España, pero nunca desde sus intereses de clase.
Los comunistas defendemos el ejercico al derecho de autodeterminación, el derecho de un pueblo a decidir si quiere formar o no un Estado independiente. Pero desde una posición de clase en vista de nuestros intereses, también podemos defender la unidad de los pueblos de España. Una unidad que, aunque suene a contradicción, la basamos en el derecho de autodeterminación y que nada tiene que ver con la unidad que recoge la Constitución borbónica en su artículo octavo, defendida a ultranza por el PP y la oligarquía. La unidad que defendemos los comunistas, la única unidad que es verdaderamente posible y que es verdaderamente unidad, es la que se basa en la libre voluntad de las partes implicadas, la que se basa en la libre voluntad de los pueblos de España, una unidad internacionalista.
Carlos Marx, en su obra «La Guerra Civil en Francia», usaba la expresión «organizar la unidad de la nación» para contraponer el centralismo consciente, democrático proletario, al centralismo burgués, militar, burocrático (artículo octavo de la Constitución española de 1978). A los nacionalistas «radicales» no les cabe en la cabeza que sea posible el centralismo voluntario, la unión voluntaria de los pueblos y naciones de España para aplastar la dominación burguesa y del Estado, la dominación del capital. Para todos estos elementos pequeño burgueses (muchos de ellos anticomunistas), el centralismo el algo que sólo puede venir desde «arriba», impuesto por la burocracia y el militarismo.
Los comunistas no somos independentistas, porque como decía Lenin: «¿desde cuándo los comunistas nos dedicamos a organizar naciones, a construir naciones, a crear naciones?». Nunca defenderemos la creación de Estados, pero acataremos la decisión de una nación a separarse si así lo decide la mayoría de su población.
Recordemos aquella frase del insigne comunista vasco Jesús Larrañaga: «una España roja será un España rota, y Euskadi libre, Galicia libre, Cataluña libre…» Pero preguntémonos: ¿una España rota sería una España roja? La lucha por la liberación nacional separada de la lucha de clases y por el socialismo nos lleva a lo que nos decía Lenin en su obra «Notas críticas sobre el problema nacional»:
«La liquidación del yugo feudal, de toda opresión nacional y de todo privilegio para una nación o idioma determinados, es un deber imperativo del proletariado como fuerza democrática, y es ciertamente de interés para la lucha de clase del proletariado, oscurecida y demorada por la disputa del problema nacional. Pero ayudar al nacionalismo burgués más allá de esos límites históricos estrictamente fijados y definidos significa traicionar al proletariado y ponerse de parte de la burguesía.»
La lucha nacional y la lucha de la clase obrera deben fundirse en un torrente revolucionario único. El proletariado debe ser el primer interesado en resolver el problema nacional, ya que es un tema demasiado importante para dejarlo en manos de la burguesía nacionalista y de «radicales» independentistas pequeño-burgueses.
Hoy los comunistas debemos trabajar para hacer ver a la clase obrera de todo el Estado el engaño al que está siendo sometida por el nacionalismo, sea del signo que sea. Si queremos servir a la clase obrera en general, y a la vasca en particular, debemos luchar contra el nacionalismo burgués, tanto vasco como español, y unir a los trabajadores de todo el Estado en la lucha por sus intereses como clase.
El referente comunista se hace más necesario que nunca si queremos arrancar al proletariado y a las clases populares de las garras de la burguesía y «su» nacionalismo. Las señas de identidad del partido al que debemos aspirar son:
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de vanguardia
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centralista y democrático
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de clase e independiente
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revolucionario, marxista-leninista
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de vanguardia: porque somos parte de la clase obrera, pero no una parte cualquiera; somos la parte con mayor conciencia de clase y más activa, su destacamento de vanguardia.
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centralista y democrático: la dirección del partido se debe ejercer desde un centro único, lo que sólo puede conseguirse por vía democrática; por lo que el centralismo debe fundirse con el democratismo.
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de clase e independiente: somos el partido de la clase obrera y como tal debemos mantener nuestra independencia política e ideológica. La política a la que nos tenemos que dedicar es la política obrera, no nos podemos constituir como apéndices de ningún partido burgués, sino como un partido independiente que tiene su propio objetivo, su política propia.
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revolucionario, marxista-leninista: porque no aspiramos a gestionar el capitalismo ni limitamos la actividad de nuestra política a la búsqueda de votos. El cáncer que representa el capitalismo no se puede curar con aspirinas. La alternativa sigue siendo socialismo o barbarie.
Debemos centrar parte de nuestros esfuerzos en poner en pie ese referente comunista, necesario hoy más que nunca, sin el cuál estamos huérfanos. Mientras no levantemos el partido comunista que los trabajadores de los pueblos de España necesitan, estos se hallarán bajo el peligro de caer en las garras de la burguesía y de las diferentes formas de oportunismo que hoy arrecian por todas partes (léase: ecosocialismo, pacifismo, izquierda verde, nacionalismo de «izquierda» etc …).
Camaradas de los pueblos de España, manos a la obra.
Óscar Gómez Mera.
Militante comunista vasco.