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Respuesta a Francisco Umpiérrez Sánchez

Acerca de la idealización del mercado

Fuentes: Rebelión

Estimado compañero Francisco, Leyendo tu trabajo en Rebelión que lleva por título: «La idealización de la planificación económica», http://www.rebelion.org/noticia.php?id=15444 me encuentro con el párrafo que seguidamente reproduzco. «Uno de los grandes defectos del discurso marxista estriba en el predominio de las ideas generales sobre el pensamiento analítico. Sobre todo en el ámbito de la economía, […]

Estimado compañero Francisco,

Leyendo tu trabajo en Rebelión que lleva por título: «La idealización de la planificación económica», http://www.rebelion.org/noticia.php?id=15444 me encuentro con el párrafo que seguidamente reproduzco.

«Uno de los grandes defectos del discurso marxista estriba en el predominio de las ideas generales sobre el pensamiento analítico. Sobre todo en el ámbito de la economía, en especial en lo relacionado con la ley del valor y la planificación económica, los marxistas no saben entrar en los detalles y en los aspectos concretos, sólo saben afirmar cuatro ideas generales. Y cuando en el pensamiento predominan las ideas generales, la tendencia a idealizar la realidad está asegurado. Y eso les ocurre a los marxistas: idealizan el socialismo e idealizan la planificación económica. Y contra este idealismo predominante en el discurso marxista está dirigido este trabajo. A Alonso Quijana le sucedía que tomaba su representación del mundo por el propio mundo. A muchos marxistas les ocurre lo mismo: toman su representación conceptual genérica sobre el capitalismo y el socialismo por el propio capitalismo y socialismo existentes».

Y la verdad, me llena de confusión, no sé a quien aludes en concreto, a que economistas marxistas te refieres. Máxime si este debate lo estamos teniendo internamente a través de Economistas Rojos, si además tratas de justificar la imposibilidad de la planificación socialista por la experiencia que dices conocer de China y que das como válida.

Personalmente dudo que lo que esta sucediendo en China sea un modelo de socialismo, un país donde pueden ser miembros del partido comunista individuos capitalistas, donde como dije anteriormente en nuestro debate interno, trabajadores traídos del campo son hacinados en dormitorios que disponen las fábricas, y como hormigas, desde ellos son conducidos a las cadenas de producción. Y donde altos dignatarios son dueños de importantes corporaciones.

Porque si bien es cierto que no se pueda planificar hasta el último tornillo que hay que producir, si se puede y debe planificar objetivos generales vitales. Objetivos que responden a las necesidades reales del conjunto de la nueva sociedad, no de la vieja sociedad capitalista. Y, a fuer de ser pesado con mi discurso consejista, comunal o soviético, de existir ese tipo de organización estatal alternativo, perfectamente pueden ascender las necesidades reales que desde cada lugar o localidad no pueden ser abordadas directamente, exponiéndolas y ascendiéndolas para que se pueda realizar una planificación general objetiva, que responda a las necesidades del pueblo manifestadas, y que al mismo tiempo desde cada centro de producción los propios trabajadores adopten en cada lugar las mejores iniciativas para la mejora productiva, gracias fundamentalmente a la educación, a la libertad y al estímulo que el ser humano liberado del trabajo enajenado le permite realizar.

Dices que el Estado: «También se vería obligado a establecer precios a los productos y a los servicios, al igual que se vería obligado a establecer un tipo de interés». Pero de qué estado hablamos, del estado chino con capitalistas que son miembros del partido. Porque evidentemente en ese tipo de estado, es necesario que el mercado «colgado del cielo» funcione, que las empresas, ¿propiedad de quien?, paguen intereses por los prestamos que reciben, que las gentes paguen por los servicios. Todo en el mismo saco de la sociedad capitalista, productos, servicios y prestamos. Me resulta difícil imaginar una sociedad socialista con las reglas del mercado, con las reglas de la sociedad capitalista, porque aun considerando que al día siguiente del triunfo de la revolución no se puede expropiar todo, fundamentalmente las empresas de la pequeña burguesía, tampoco por ello debemos admitir que esas empresas tengan que existir eternamente y por lo tanto para su mantenimiento se sigan aplicando las leyes del mercado capitalista.

Dices: «Todos los mandatarios de los países socialistas siempre han reconocido la necesidad de respetar la ley del valor. Pero como no aceptaban la economía de mercado, esto es, que los precios los estableciera el mercado en vez de las autoridades estatales,». Debemos considerar que con el triunfo de la revolución socialista, cambia algo fundamental, que la nueva sociedad no se rige por las reglas de un pretendido mercado «colgado del cielo», los mercados siempre tienen dueño: los mercaderes, sino que se rige por una sociedad libre de mercaderes y mercancías humanas, donde los que fueron explotados se organizan como clase dominante, donde ejercen el poder directamente sin intermediarios políticos, o para entendernos mejor con el lenguaje político al uso: con la intermediación de la «clase política». Los precios de las mercancías durante toda la fase de desarrollo socialista tendrán un valor real y un valor de uso que el estado proletario siempre manejará en función de las necesidades generales del conjunto de la nueva sociedad. La plusvalía social se utilizará para financiar nuevos proyectos. El desarrollo de la productividad no tiene porque regirse por el estímulo del mercado, por la falsa demanda que se da en el mercado capitalista. Dejaremos de consumir falsos productos de la sociedad consumista para consumir otras cosas más realmente necesarias, más de acuerdo con el proyecto de la sociedad sin clases, que contribuyen a la formación y la moral comunista. Debemos pensar, que será posible cambiar de la mentalidad consumista a la real, sobre todo porque el ser humanos se basará en una filosofía que tiene una base materialista y dialéctica, que le permitirá comprender el mundo en que vive, sin falsos estímulos.

Dices en tu defensa del mercado: «Sólo conociendo las necesidades de las empresas y de las familias». Si te fijas, en el fondo de esta expresión no solo sitúas al mercado colgado del cielo sino a un hipotético Estado, donde las familias proletarias no son dueñas de los medios expropiados, familias como se conciben desde el estado capitalista, que no están organizadas como clase dominante, sin poder opinar y decidir sobre lo que verdaderamente necesita. Empresas en las que los trabajadores no pintan nada, el trabajo enajenado sigue dándose, solo que la plusvalía generada, «el estado» se queda con ella. Simples maquinitas tipo hormiguitas chinas o con mentalidad productiva estalinista, que cercenó la libertad, la creatividad y la participación directa del ser productivo, abocándose con el tiempo que aquel socialismo burocrático volviera a su esencia, al capitalismo burocrático administrado por la servil clase política.