Traducido del inglés por Beatriz Morales Bastos
La situación de la izquierda árabe es similar al «fenómeno de la transformación de la izquierda» a escala global y un reflejo de él. La razón es simple: como regla general , aunque con excepciones, la izquierda árabe nunca fue una «izquierda» en el sentido del materialismo dialéctico. Siempre ha sido una entidad reservada, conservadora, más «reaccionaria» que proactiva, más «importadora» de teoría que productora de ella, que se adhiere a la «letra del texto» (¡fundamentalmente el texto de la política soviética!) en vez de ser una pensadora crítica innovadora.
En las líneas que siguen trataré de examinar tanto las principales debilidades de la izquierda árabe como los obstáculos a los que se ha enfrentado, y de discutir si realmente ha existido una izquierda árabe. Es una cuestión de especial importancia ya que, al proceder la propia crítica de una postura marxista, ayudará a volver a desarrollar una izquierda revolucionaria en el mundo árabe y en el mundo.
Bajo las ocupaciones británica y francesa se produjo la división de al-Mashreq al-Arabi (el este árabe, dividido por los Estados coloniales en los Estados que hoy conocemos como Siria, Líbano, Palestina, Jordania e Iraq) por diferentes razones objetivas:
(a) La doctrina de «divide y vencerás», una doctrina que es un mecanismo de sobra conocido para privar a los pueblos del poder de cambiar y por desviar su energía política hacia canales internos (canales dentro del benigno sistema fabricado), con lo que se facilita el trabajo del ocupante y se impide enormemente cualquier intento de unificar a las masas árabes, que el único mecanismo que puede llevar a derrotar al imperialismo. Por medio de esta doctrina la ocupación colonial también tendrá una «nueva función» que asumir al transformar su imagen y función desde la de un opresor a la de un parachoques entre las divisiones internas, un truco que convierte a la ocupación en una «necesidad».
(b) Preparar el terreno para la implantación de una base imperialista, una entidad funcional que pueda servir al imperialismo y constituir una barrera material entre las alas oriental y occidental del espacio árabe. No olvidemos que los intentos más importantes de un proyecto de liberación nacional árabe empezaron uniendo las zonas este y oeste de la patria árabe, Siria y Egipto. Fue le caso de Saladino, que unió Damasco y Egipto en 1174 con lo que preparó el camino para acabar con el Reino Cruzado de Jerusalén en 1187. También fue el caso de Mohammed Ali Pasha (1769-1848), conocido por su plan de modernización e industrialización para establecer un Estado fuerte en la región árabe. Él unió Egipto y Siria, y los ataques navales británico y austriaco le obligaron a eliminar su proyecto. Y después Nasser (1918-1970), con su intento de establecer un Estado árabe soberano verdaderamente independiente y que también logró unificar Egipto y Siria como eje central de una unidad árabe pero que, por muchas razones, la unidad duró sólo menos de tres años, de 1958 a 1961.
(c) Mantener estos «Estados» fabricados bajo una subordinación continua al imperialismo puesto que es imposible lograr la liberación a nivel de un Estado fabricado (entre otras razones objetivas de esta imposibilidad están la falta de recursos para establecer un desarrollo independiente y la falta de una profundidad política y popular para apoyar un proyecto de liberación).
El climax de la ofensiva colonial para la división y el mantenimiento del estado de subordinación fue el establecimiento y legitimación de la entidad sionista (Israel): una entidad racista colonial y formada por colonos orgánica y funcionalmente vinculada a los poderes imperialistas.
No existe razón objetiva alguna, sea cual sea, que pueda convencer a una persona de izquierda de reconocer y aceptar el establecimiento de esta entidad; al contrario, la lógica de la teoría marxista y su evolución llevan directamente a conclusiones contrarias a este reconocimiento. Existe una excepción, por supuesto, y es el caso de la izquierda que es completamente mecánica y está bajo la influencia de un centro que actúa más como una superpotencia que como un centro revolucionario.
La Unión Soviética aceptó el Plan de Partición de 1947 respaldado por la ONU con lo que aceptó así la manifestación material del proyecto sionista/imperialista en la región árabe. Posteriormente, ¡casi todos los Partidos Comunistas Árabes aceptaron sin objeción crítica alguna aquello que habían aceptado los soviéticos! Es más, existen informaciones de que el Partido Comunista Sirio (el más maduro de los Paridos Comunistas Árabes de la época), tras haber impreso en los titulares de su periódico su rechazo del plan de partición propuesto, ¡tuvo que tirarlo a la basura e imprimir otra edición dando marcha atrás a su rechazo después de que la Unión Soviética mostrara su conformidad con el plan!
A partir de entonces los Partidos Comunistas Árabes se han convertido en una especie de «abogados del diablo» que defienden la existencia de «Israel» y fabrican y promueven todo tipo de teorías acerca de una «unidad de la clase trabajadora árabe y judía» [1] en Palestina. Era, y sigue siéndolo, una broma teórica que reclama ¡¡la unidad de los oprimidos y ocupados con sus ocupantes y opresores colonialistas y colonos bajo la bandera de la «unidad de la clase trabajadora» contra el imperialismo!!
Los comunistas palestinos formaron partidos «unitarios» compuestos de árabes y sionistas colonialistas y colonos, que se autodenominaban comunistas, mientras que otros partidos comunistas árabes mantenían una estrecha colaboración e intentaban coordinarse con esta «izquierda» sionista y lo siguen intentado todavía hoy.
En marzo de 2006 El Partido Comunista Jordano celebró una reunión de coordinación con el Partido Comunista Israelí en Amman, uno de los muchos ejemplos que pueden haber tenido lugar en los últimos años sin que hacerse público. Sin embargo, algo que no es de extrañar, ¡el periódico oficial del Partido Comunista Jordano se vanaglorió de esta reunión!
Aunque es bastante extraño ser a la vez «comunista» e «israelí», obviamente no existe conflicto político entre ambos partidos desde el momento en que ambos promueven la idea de que la ocupación de la tierra árabe (las tierras ocupadas en 1948) y el establecimiento de una entidad funcional racista colonialista y formada por colonos en esta tierra es justo y aceptable siempre que los sionistas devuelvan parte de la tierra (la ocupada posteriormente, en 1967) para que los palestinos establezcan en ella un «Estado» fragmentado y completamente subordinado (lo que se denomina «solución de los dos Estados»), una propuesta injusta para acabar con la lucha árabe-sionista y que se utiliza para mantener el status quo a través de un interminable «proceso de paz» y empujando a la mundo entero a aceptar la injusticia (Israel) como una situación legítima normal. Tanto el Partido Comunista Jordano como el Partido Comunista Israelí están de acuerdo en esta solución por considerarla muy estratégica, una coincidencia que los une con la agenda política global de corriente principal. ¡Hasta los gobiernos estadounidense e israelí parecen haber mordido el anzuelo de la «solución de los dos Estados», lo que resulta una extraña coincidencia con la estrategia «comunista»!
Resulta irónico que aunque a los comunistas árabes les entusiasma coordinarse y formar frentes unidos con los «comunistas israelíes», no han hecho esfuerzos similares en relación a los comunistas iraníes y turcos, a pesar del hecho de que, a diferencia de los «israelíes» , los pueblos iraní y turco son los vecinos históricos de los árabes y son un aliado esencial así como parte esencial de una lucha anti-imperialista anti-sionista.
Algunos de los comunistas árabes fueron pioneros en forjar términos como «sensibilidad política» y «comprender el equilibrio de poderes». Estos términos se han convertido en parte del arsenal teórico de partidos y regímenes similares que ya no desean «liberar Palestina» sino, en vez de ello, aceptar lo que quiera proponer el dúo Israel/Estados Unidos, un intento que nos ha llevado al patético resultado que hoy constatamos en Palestina.
Influidos por los soviéticos, los comunistas también fueron los primeros en aceptar la resolución 242 del Consejo de Seguridad de la ONU que desde entonces establece «Israel» como un Estado legítimo, ordena a los árabes olvidarse de su tierra ocupada antes de 1967 y denomina «territorios ocupados» sólo a la tierra árabe ocupada después de 1967 (según la ONU, antes de 1967 no hubo ocupación; no existe la historia antes de este año).
La Unión Soviética trató de empujar a todo el mundo a aceptar la resolución 242. Mjalli Nasrawin, jefe del Departamento de Relaciones del Partido Baa’th y miembro de su Consejo Directivo Nacional durante los años sesenta, informa de que en noviembre de 1969 el embajador soviético en Siria, Nuradin Mukhitdinov, pidió al Baa’th (que en aquel momento gobernaba Siria) aceptar la resolución 242. Nasrawin recuerda que semanas después el partido recibió una carta firmada por los dirigentes de la troika soviética Brezhnev, Podgorny y Kosygin afirmando que los soviéticos consideraban que la decisión de no aceptar la resolución 242 sobre Palestina era una amenaza para la paz mundial y que si los dirigentes del partido Baa’th no la aceptaban, los soviéticos dejarían de apoyarlos.
Los dirigentes del partido Baa’th no tuvieron que esperar mucho para ver cómo los soviéticos dejaban de apoyarlos. En la décima Conferencia Nacional Extraordinaria del partido a finales de los setenta se votó que dimitiera del cargo Hafez el-Asssad (que entonces ministro de Defensa y encabezaba una facción a favor de la resolución 242 dentro del partido Baa’th ). Nasrawin recuerda que al-Assad abandonó la conferencia inmediatamente y organizó un golpe militar. En pocas horas el embajador soviético se reunió con el dirigente del partido Salah Jdeid y le comunicó que si aceptaba la resolución 242 los soviéticos volvería a apoyar a los dirigentes del partido; si no, los soviéticos no intervendrían. Jdeid se negó y en pocas horas Hafez al-Assad declaró el «movimiento correctivo», su calificativo para el golpe militar contra los dirigentes de su propio partido Baa’th. Todos los dirigentes del partido fueron detenidos y acabaron pasando más de 20 años en cárcel. Mjalli Nasrawin fue liberado tras pasar en ella 23 años. Otros dirigentes no fueron tan afortunados. Salah Jdeid y Noor ed-Din Atasi abandonaron la cárcel para ir a sus tumbas.
Hay que mencionar que los derrocados dirigentes del partido Baa’th de los setenta eran progresistas de izquierda que, a pesar de conocer de antemano las intenciones de al-Asad y su facción, se negaron a eliminarlos militarmente y defendieron la necesidad de que una teoría y práctica marxista se convirtiera en la estrategia del partido, en oposición al socialismo/nacionalismo romántico promovido por otras facciones.
Si éstas fueron las exigencias y presiones soviéticas sobre el partido Baa’th, podemos imaginar cuáles fueron sus exigencias y presiones sobre los partidos comunistas en relación a la cuestión palestina, la cuestión central de la liberación árabe.
Los partidos comunistas no son los únicos culpables de su falta de visión y de análisis. Las auto-denominadas organizaciones marxistas también han cambiado en su estrategia desde la liberación a «los dos Estados». Éstas son en Frente Democrático para la Liberación de Palestina (FDLP) y el Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP). El FDLP fue pionero en proponer «etapas» en la lucha de liberación. Esto preparó el camino para concesiones estratégicas que ellos consideraban «etapas necesarias» en la lucha. El FPLP, cuya postura es mucho más progresista y que en un momento de la historia de la lucha estaba en primera línea de la resistencia militar, se tomó algo de tiempo antes de retirarse también a la retórica de las «etapas» y los «dos Estados», que es ahora su línea política oficial.
Ahora está claro que, con algunas excepciones, toda la izquierda árabe organizada (partidos comunistas, el FPLP y el FDLP) ha sucumbido a la «racionalidad política» y se ha distanciado de una teoría y lucha objetiva a ultranza, preparando con ello el camino para el surgimiento de organizaciones islamistas que todavía insiste en la «liberación» y en la «negativa a reconocer la legitimidad de la entidad sionista» y que al mismo tiempo practican la lucha armada.
Otro error fundamental de los partidos comunistas fue su falta de claridad en relación a la cuestión de la unidad árabe. Los árabes, un caso particular en la historia, pasaron directamente de la etapa de la opresión otomana durante seiscientos años antes de la Primera Guerra Mundial a la etapa de ocupación y división colonial tras la Segunda Guerra Mundial. Resulta elemental afirmar que la fragmentación es una herramienta de subordinación: esto es verdad en relación a la clase trabajadora (de ahí los llamamientos a la unidad de los trabajadores) y también es verdad en relación a pueblos fragmentados que todavía tienen que adquirir su existencia nacional, para los cuales una estructura social capitalista clásica con su relevante estructura de clase está lejos de ser una realidad objetiva. Es una simple cuestión de sentido común el hecho de que una prioridad de la izquierda árabe debería ser un llamamiento a los divididos grupos árabes a unirse en la lucha contra el sionismo y el imperialismo, y contra los subordinados regímenes cliente árabes que salvaguardan esta división, rompiendo con ello las líneas divisorias diseñadas por el colonialismo.
Mientras que los comunistas árabes, llevados por un metafísico plan de «unidad de los trabajadores» árabes y sionistas, estaban lejos de la lucha fundamental y no hacían ningún esfuerzo real en relación a la cuestión de la unidad árabe como el principal transmisor de una confrontación con éxito, las organizaciones panarabistas empezaron a implicarse en el marxismo, demostrando objetivamente que la unidad árabe debe tener una naturaleza de clase, debe adoptar el socialismo para llevar a cabo la liberación y debe ser un esfuerzo laico anti-chovinista e integrador de todos los pueblos oprimidos de la región árabe. En este sentido, el influyente Movimiento Nacionalista Árabe de los cincuenta dio vida al marxista FPLP y el partido Baa’th desarrolló una directiva progresista de izquierda en Siria desbancada por el golpe militar de derecha de 1970.
La postura de los comunistas árabes en relación a Palestina y la unidad árabe, producto de la subordinación mecánica al centro soviético y carente de análisis y teoría crítica, es una sólida prueba de que en los partidos comunistas clásicos nunca nació una «izquierda». De hecho, estos partidos dificultaron y a veces lucharon contra pensadores críticos surgidos dentro de la clase dirigente.
Esta larga historia ha ido preparando el camino para la transición hacia ONGs de muchos comunistas y partidos comunistas en la región árabe siguiendo la «oleada liberal» en la izquierda global tras la caída del Muro de Berlín y la eliminación de la Unión Soviética, el padrino político de los partidos comunistas árabes (por supuesto, siguen existiendo excepciones como el Partido Comunista Libanés, pero el argumento se refiere al fenómeno general). Además, seguir esta línea de historia también atenuará la estupefacción que puede producir ver la colaboración del Partido Comunista Iraquí con los ocupantes estadounidenses y su integración en el proceso político dominado por la ocupación, mientras que son respaldados por otros partidos comunistas árabes, como el jordano.
Es lógico que la izquierda árabe sea una entidad muy débil en estos momentos, dividida en dos campos principales:
1. Un campo comunista clásico que continúa la linea política de su predecesor con adiciones «liberales»: promover una solución de «dos Estados» en Palestina, que tiene una profunda fe en «procesos democráticos» impuestos por el imperialismo, como el impuesto en el Iraq posterior a la ocupación, sumarse a las agendas de las ONGs y aceptar sus fondos, y luchar más por su propia existencia política que por una ideología y un programa políticos. Esta línea está profundamente arraigada en la organización histórica (de partidos comunistas y estructuras similares);
2. Un campo neo-marxista crítico que, aunque está presente y activo, está desorganizado y dividido, fundamentalmente debido a que está formado por individuos que dejaron las estructuras oficiales clásicas sin encontrar una alternativa o sin construirla.
Aunque a mí personalmente no me gusta el término y prefiero el de «izquierda unida», se suele denominar al campo neo-marxista crítico «izquierda nacionalista», opuesta a la «izquierda democrática» liberal (un deformado equivalente de los social-demócratas europeos) o la «izquierda comunista» clásica.
Esta nueva izquierda crítica tienen unos puntos de vista claros en relación a
(a) Palestina – es el centro de la lucha de liberación árabe y no un mero conflicto palestino-israelí; una lucha a ultranza por la existencia entre el proyecto de liberación árabe y el proyecto sionista-imperialista no se puede resolver por medio de un «proceso político» ni se puede resolver manteniendo la entidad sionista en ninguna parte de la tierra árabe;
(b) Iraq – no reconocer la ocupación estadounidense ni ningún proceso politico surgido de ella;
(c) Resistencia – apoyo incondicional a toda las formas de resistencia, incluyendo la resistencia armada;
(d) Unidad de la lucha árabe – imposibilidad de liberación en el nivel del actual Estado árabe débil, subordinado y fabricado por el colonialismo.
(e) Necesidad de formar frentes anti-imperialistas basados en estrategias políticas claras con fuerzas que compartan este enfoque aunque no sean particularmente de izquierda (como islamistas, nacionalistas, etc.).
A través de una polarización entre ambos campos (un esfuerzo que se debe extender globalmente sobre la base de la claridad política) puede nacer una nueva izquierda radical, militante, clara y revolucionaria y puede volver a ser una parte clave en el proceso de liberación, en la región árabe y en el mundo.
[1]http://ark.cdlib.org/ark:/13030/ft6b69p0hf/
Hisham Bustani es secretario del Foro de Pensamiento Marxista de Jordania y miembro del Comité de Coordinación de la Alianza de los Pueblos Árabes Resistentes (http://www.brusselstribunal.org/CairoConference290306.htm). Este artículo fue publicado en Italia en la revista progresista Senza Censura, Número 24.
Enlace con el origina (en inglés): http://mrzine.monthlyreview.org/bustani191107.html