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Acerca del «delito» de emigrar italiano y…

Fuentes:

En la sociedad capitalista, el ser humano por el hecho de haber nacido sin ningún privilegio material es considerado un ser productivo, un ser material como pudiera ser cualquier herramienta, sin ninguna consideración humana, un instrumento de usar y tirar cuando ya no le interesa al amo capitalista que le explota y le reprime. La […]

En la sociedad capitalista, el ser humano por el hecho de haber nacido sin ningún privilegio material es considerado un ser productivo, un ser material como pudiera ser cualquier herramienta, sin ninguna consideración humana, un instrumento de usar y tirar cuando ya no le interesa al amo capitalista que le explota y le reprime.

La recesión capitalista tiene lugar cuando la acumulación de beneficios hace que los productos tan anárquicamente producidos y encarecidos no puedan consumirse por la gran mayoría social que es la clase social productiva, la que supervive sin mayor don o privilegio que la venta de su fuerza de trabajo, la que genera todos los bienes que en mayor o menor medida consumimos. Entonces los productos al no venderse da lugar a que el capitalista, que nunca es un ser solidario, no vea rentable rebajar los precios, no obtener tantos beneficios, ni seguir manteniendo los puestos de trabajo, por eso soluciona su problema de rentabilidad y competencia capitalista despidiendo a los trabajadores que le sobran.

En este mundo tan deshumanizado y competitivo, construido por la barbarie capitalista en su fase imperialista, la represión contra los más débiles es brutal, ello se manifiesta en la actual situación de crisis capitalista mundial, reprimiendo brutalmente a los seres productivos más débiles, a los pobres emigrantes que huyen del hambre en sus países de origen, que arriesgan su vida en ese tortuoso viaje a través de frágiles pateras o escondidos en camiones donde pueden morir asfixiados.

Pero lo más triste es comprobar que los explotados autóctonos de los países del llamado primer mundo, se hagan cómplices de esa tortura, como podemos comprobar con tanta claridad en el país del viejo fascismo mussoliniano, hoy resucitado por un tal Berlusconi, con traje, corbata y pelo injertado. Otros países con mayor hipocresía, intentan enmascarar la represión con aparentes leyes democráticas justificativas y «solidarias» en el organismo internacional capitalista que es la UE, o en cada país, siempre bajo la sumisa colaboración de los ciudadanos trabajadores de esos países.

Tal es el grado de alienación y confusión que sufrimos todos, incluidos los políticos de izquierdas que consideran que en España vivimos en un Estado de Derecho porque la explotación del hombre por el hombre se realiza «democráticamente», incapaces de contribuir a que se genere una organización alternativa de los oprimidos, que contribuya a que salgan de la alienación y la confusión que padecen y puedan ser protagonistas del procesos revolucionario que de lugar a su propia liberación.