L a violencia ejercida sobre el adversario en el acto de guerra, busca su paralización mediante el daño causado. El terror es elemento esencial del acto de guerra y forma parte de ese daño. No existen guerras buenas o malas. Dividir las fuerzas entre fuerzas del bien y del mal es transformar la guerra en […]
L a violencia ejercida sobre el adversario en el acto de guerra, busca su paralización mediante el daño causado. El terror es elemento esencial del acto de guerra y forma parte de ese daño. No existen guerras buenas o malas. Dividir las fuerzas entre fuerzas del bien y del mal es transformar la guerra en lucha teológica. Los bombardeos de napalm en Vietnam buscaban sembrar el terror en la población civil, de la misma manera que los ataques mediante los V-2 sobre Londres, la bomba atómica en Hiroshima y Nagasaki, o los bombardeos sobre las ciudades de Bremen y Hamburgo durante la Segunda Guerra Mundial. La lista es larga e inagotable. Así como las complicidades. En Rwanda, pese al embargo impuesto por Naciones Unidas, llegaron armas al arsenal del gobierno de Habyarimana, las mismas que utilizaron los autores de las matanzas de Tutsis – un millón – y que provenían de Francia, China, Bélgica, Corea del Sur, Israel y Sudáfrica. Ninguna de las empresas o individuos que participaron en el genocidio (Amnistía Internacional menciona a Mil-Tec, con sede en el Reino Unido) jamás fue llevada a los tribunales para responder por sus acciones. Como lo subraya esta organización de DDHH, es una triste ironía que los mismos países que forman parte del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, que se supone están encargados de mantener la paz y seguridad en todo el mundo, son aquellos que proporcionan armas y entrenamiento militar y de seguridad con las cuales se hace reinar el terror y las violaciones a los derechos humanos. De ese grupo forman parte: Alemania, Bulgaria, China, Estados Unidos, Francia, Israel, Reino Unido, Rumania, Rusia, Sudáfrica y Ucrania. Pero también fue un genocidio, la invasión y ocupación de Irak y Afganistán, patrocinado por Bush y Blair; intervenciones justificadas como guerras preventivas dentro del esquema de intervención unilateral de EEUU. Genocidio, como lo es ahora la guerra de exterminio en el Líbano y Palestina para controlar el Medio Oriente. Esta vez Israel, actuando como el brazo armado de EEUU. Todas acciones justificadas en el Documento de Santa Fe IV, que preconiza la intervención unilateral contra «Estados peligrosos», aún cuando el Estado que mereciere tal calificación, por la autoridad estadounidense, no hubiese incurrido en agresiones, con lo cual en último término, se consagra el principio de la guerra preventiva con licencia para matar [1]
La crisis
Hasta el 11 de septiembre de 2001, fecha del atentado a las Torres Gemelas del Trade World Center en Nueva York y el Pentágono en Washington, el mundo vivía en el temor de las crisis económicas globales. Hoy, el tema es la seguridad frente a la amenaza de una guerra de otro tipo. La concepción de las guerras de Estados Unidos estaba basada en el mito de la guerra imperial. Esto es, la afirmación de una superioridad táctica y estratégica de tal magnitud que, por su propio peso, conducía a la supresión del combate. Su aceptabilidad, sin traumas ni divisiones en la sociedad americana, estaba dada por el único resultado políticamente aceptable, victoria con cero muertes. Hoy esa noción pertenece al pasado pues el 11 de septiembre probó que la guerra podía llegar al seno mismo del Imperio con medios aparentemente inocuos. Por eso, su agenda de dominación se readecua a las nuevas condiciones, donde todas las armas son lícitas, incluido el terrorismo de Estado, porque no hay límites para el terror. Es así como en El Proyecto del Nuevo Siglo Estadounidense (PNAC), de inspiración reaganiana y de influencia decisiva en el gobierno de Bush, se mencionan «nuevos métodos de ataque, electrónicos, ‘no letales’, biológicos (que) serán más extensamente posibles; los combates igualmente tendrán lugar en nuevas dimensiones: por el espacio, por el ‘ciber-espacio’ y quizás a través del mundo de los microbios; formas avanzadas de guerra biológica que puedan atacar a genotipos concretos pueden hacer del terror de la guerra biológica una herramienta políticamente útil». Esta cita pertenece a una de las más importantes publicaciones del PNAC titulada, «Reconstruyendo las Defensas de EEUU: estrategia, fuerzas y recursos para un nuevo siglo», texto conocido en inglés como RAD, editado en septiembre de 2000. Agreguemos que el mismo informe señala que «muchos de los neoconservadores (del PNAC) profesan una ‘doble lealtad’ que les lleva a tomar decisiones políticas en interés del Estado de Israel tanto como de EEUU».
En conclusión, la seguridad nacional americana recibió un duro golpe desde el interior mismo del territorio de Estados Unidos. Su éxito, casi total, demostró la ineficacia de la estrategia de defensa y ataque nuclear y de escudos antimisiles, frente al ataque de grupos organizados al interior de sus fronteras, utilizando medios convencionales de ataque. Conjunto de hechos aún sin traducción en la representación que el común de los americanos hace de su propia seguridad, pero que en el caso del gobierno de Bush, ha llevado a la opción de la guerra preventiva.
Seguridad y paz
Existen nociones diferentes de seguridad y paz en el mundo. Alain Joxe describe las variantes del discurso americano y europeo.[2] La estrategia americana de seguridad y paz incluye una compleja trama de redes y alianzas, de aserción de los principios de economía de mercado, penetración política y cultural del espacio de la ex-Unión Soviética así como del espacio árabe-islámico que se activa a través del montaje de redes transfronterizas, petroleras, islámicas o étnicas. Contrapuesta a esta noción de seguridad, está aquella de la Unión Europea , en cuanto zona de paz entre Estados-Naciones, jerarquizada sobre la base, de la proximidad o alejamiento, pero siempre estructurada, según la noción de vecindad, la cual es el elemento constituyente de la Unión Europea , en cuanto zona de paz entre Estados-Naciones.
En las nociones descritas por Joxe hay un elemento común: los negocios multinacionales, que siempre fueron parte del proyecto de guerra imperial americano y de las nuevas formas de colonialismo de los Estados europeos. Situación que señala la integración entre el Estado y las grandes corporaciones transnacionales, donde el interés de éstas es parte de la política de Estado. En el desorden de la economía transnacional y con la complicidad de los gobiernos, se gestionan flujos financieros o se crean complejos militar industriales, aún en países reputados enemigos de la seguridad nacional americana. Fue el caso del Irak de Saddam Hussein con el consorcio de empresas (francesas, alemanas, suizas e italianas) que gestionó el proyecto SAAD 16 de investigación y desarrollo por una suma superior a los 200 millones de dólares. Hoy, un nuevo dato consolida la unión entre el Estado y los negocios: el terror, al menos como lo plantea el PNAC ya citado. Acto de guerra que destruye las anticipaciones y la certitud en que se basan el mercado y los negocios. Sin embargo, se han expresado reservas en la Coalición contra el terrorismo, que más tienen que ver con los costos y justificaciones procesales del contrataque, que con la conciencia de problemas de Estado en busca de solución.
Estamos pues, frente a un dilema no resuelto: ¿Ó los negocios o el terror? O quizás sea más exacto decir, considerando el extremismo del juicio neoconservador estadounidense, los negocios a través del terror – juicio que por el desarrollo de los acontecimientos parece prevalecer en la clase política conservadora estadounidense. Sin embargo, seguridad y política económica, son áreas de lógicas diferentes, que exigen equilibrios cuyos resultados, por la dificultad de su coordinación, son impredecibles. Por esto, la gran interrogante es si acaso los grandes arbitrajes entre el Presidente y el Congreso de los Estados Unidos conducirán al encuentro entre lo político – esto es la seguridad al precio del terror – y el mercado. La posición de EEUU en el mundo – esto es, la mayor maquinaria de guerra que la historia de la humanidad haya conocido [3] – ha obviado estos arbitrajes, traspasando al mundo los costos de la guerra. Situación acorde con la globalización de la economía y claramente diferente al financiamiento de las guerras mundiales del siglo XX, donde primó el gasto presupuestario a cargo del contribuyente americano antes que el endeudamiento exterior del Estado americano. En todo caso, estimaciones presupuestarias llevan el costo total de la segunda guerra en Irak (2003) a cifras oscilando entre US$ 750 mil millones y US$ 1,2 billones, asumiendo que EEUU comience a retirar sus tropas el 2006 y mantiene una presencia reducida en los próximos 5 años.
El mecanismo de financiamiento ha sido la venta de bonos del Tesoro. El mayor tenedor es el Japón con US$ 635 mil 600 millones. China, fue el segundo con una cifra total de US$ 327 mil 700 millones en bonos del Tesoro estadounidense. En consecuencia, Japón y China han sido los mayores proveedores en el financiamiento de gastos militares de EEUU. La brecha a financiar, esto es el déficit de cuenta corriente de EEUU, fue el año 2005 US$ 805 mil millones. El financiamiento de la primera guerra del golfo (1990) no se alejó de esta lógica. Los aportes dieron lugar a duras negociaciones. Es más, dos países – Alemania y Japón – potencias económicas mundiales, que en virtud de tratados internacionales de la posguerra están sujetos a fuertes limitaciones relativas al mantenimiento de fuerzas armadas nacionales, tanto por sus aportes, como por sus implicaciones políticas, comanditaron las operaciones en la guerra del Golfo. Situación que por los aportes de los miembros de la Coalición , que llegaron a cubrir 80% de los gastos de guerra adicionales y de los costos atribuidos a los americanos, dejarían a Estados Unidos – en interpretación de A. Joxe en su obra, «L’Amérique Mercenaire» (1992) – en calidad de mercenario al cual se comandita la realización de la guerra. [4]
Derechos de los ciudadanos
Pero, no sólo es la adaptación de la economía al escenario de guerra. Esta vez se trata de los derechos más elementales en una democracia los que están en peligro. Las expresiones del Presidente americano al hablar de la cruzada de las fuerzas del bien contra las fuerzas del mal, y recientemente agrega a propósito de la guerra en el Líbano, la lucha contra «el fascismo islámico», inquietan al interior de Estados Unidos y al mundo. Pues en ese escenario no hay lugar para reflexiones sobre las causas del acto de guerra en territorio americano. Así como tampoco hay memoria para las intervenciones en Vietnam, Centro y Suramérica, el Caribe, el Medio y Lejano Oriente, en fin operaciones encubiertas, asesinatos y complots contra gobiernos extranjeros.
En otro plano permanecen los problemas relativos al hambre, la pobreza, el desempleo, las carencias en salud vivienda y educación, en fin, la explotación, que no ha cambiado en el mundo después del 11 de septiembre de 2001. En el contexto de la guerra universal contra el terrorismo esas realidades no tienen siquiera un valor referencial. El abastecimiento de los desplazados hacia la frontera con Pakistán fue apenas una moneda de cambio para asegurar la caída del régimen talibán. En un escenario de guerra como el sur del Líbano, donde el Imperio se niega a dialogar con Siria – gestión que aún el ministro de Defensa israelí propone – los problemas de la población civil no cuentan, reafirmándose con ello la lógica que sólo termina con el fin del adversario, concretamente el desarme y aniquilamiento de la guerrilla hizbulá y Hamas.
Implícitamente el discurso americano busca el cheque en blanco para el contraataque. Sin embargo, sectores sociales importantes tanto en Estados Unidos como en Europa, ven con reserva los poderes ilimitados y las condicionantes impuestas por los gobiernos de Bush y Blair al ejercicio de las garantías constitucionales, entre otras, justo proceso, libertad de circulación, de expresión, de información, etc. Escenario que evoca la pendiente que llevó a los peores excesos del Macartismo en Estados Unidos.
Pregunto: ¿No están acaso cuestionadas estas garantías con el asesinato del joven estudiante brasileño Jean Charles de Meneses (22/06/05) en Londres, o con el aprovechamiento mediático de Blair y Bush de los frustrados atentados terroristas contra aviones en vuelos transatlánticos?
Palestinos e israelís
El conflicto árabe-israelí y la tragedia del Líbano demuestran la incapacidad de la ONU frente a crisis donde el Imperio aplica, una vez más, su política de guerra preventiva. Está claro que no será la última, pues la globalidad basada en una concepción hegemónica universal se basa en escenarios de lucha de influencias en el mundo, donde los componentes regionales – políticos, históricos, culturales, étnicos – pasan a segundo plano o desaparecen.
Por eso, es el momento en que se escuche la presión de los pueblos, concretamente junto a los pueblos de la región – palestino, israelí, libanés, sirio, etc., – se escuche la voz del pueblo americano. Quiero decir, concretamente la voz del pueblo judío americano. Como se propone en el Informe sobre el Origen del Conflicto Palestino-Israelí, «lo menos que los judíos estadounidenses tienen que hacer es declarar categóricamente que no podemos aprobar la ocupación ilegal por Israel de tierras palestinas, y que se asesine y mutile intencionalmente a manifestantes palestinos, armados sólo con piedras, como está documentado en informes del Consejo de Seguridad de la ONU , la Comisión de Derechos Humanos de la ONU , Amnistía Internacional, Human Rights Watch, y grupos israelíes como B’Tselem, etc.» [5] Agrega, «Los intereses a largo plazo de Israel son protegidos de la mejor manera apoyando a grupos israelíes por la paz, como Gush Shalom, no al gobierno israelí y su brutal represión, que sólo lleva a una violencia interminable. Los grupos por la paz israelíes critican con razón a su gobierno y nosotros también debiéramos hacerlo».
Todo esto supone pensar en una nueva globalidad porque no es el gobierno estadounidense, que actúa en base a principios hegemónicos según sus intereses mundiales, que traerá paz a la región Palestina.
No se entiende que la paz llegue con la actual política del gobierno de Estados Unidos de proporcionar ayudas militares gigantescas, como único medio de lograr la viabilidad del Estado de Israel, esto es, ocupando contra todo principio territorios palestinos. No es borrando los antecedentes históricos del conflicto que ayudará a restablecer la paz. Por el contrario, es obligatorio referirse a ellos para entender el deseo de los fundadores del estado de Israel, de buscar un refugio contra la centenaria persecución y aniquilamiento que registra la historia europea.
Es necesario que los sionistas entiendan que no es posible instalarse y expulsar de sus territorios a los palestinos, en desprecio total de sus vidas, sus propiedades, en fin de su historia. Dura realidad que los sionistas americanos y europeos, lobistas en los estados donde viven actualmente, se niegan a asumir.
Reparar en este caso preciso, significa facilitar por todos los medios «la creación de un Estado palestino soberano en toda Cisjordania y Gaza, con su capital en Jerusalén Este» [Ibidem]. Terminar con las discriminaciones contra los habitantes no-judíos de Israel. Compensar a los palestinos que vuelvan a sus antiguos territorios, con plenos derechos ciudadanos como corresponde a un Estado soberano.
Es mi convicción que los halcones de la política estadounidenses no darán pie atrás en lo que estiman es su derecho a proteger la seguridad de su país. De allí la importancia que tiene en el proceso que hoy vive el Medio Oriente la voz de los judíos americanos. Noam Chomsky escribe en su ¿Paz en el Oriente Próximo, «en la comunidad judía estadounidense, hay poca disposición a enfrentar el hecho que los palestinos árabes han sufrido una injusticia histórica monstruosa, tengas las dudas que tengas sobre las exigencias opuestas. Hasta que esto sea reconocido, la discusión sobre la crisis del Oriente Próximo no puede ni siquiera comenzar» [6].
Termino citando El Origen del Conflicto Palestino-Israelí. «A largo plazo, los israelíes podrán vivir en paz con sus vecinos sólo si admiten su culpabilidad y reparan los daños. Sólo entonces podrá restaurarse la centenaria tradición judía de ser un pueblo de un alto carácter moral. Y sólo por este camino, se puede conseguir una verdadera seguridad, paz y justicia para ese antiguo país».
En Santiago de Chile, agosto de 2006
NOTAS
[1] El Documento de Santa Fe IV fue elaborado por Gordon Summer Jr., Rachel Erenfeld, David Foster, Sol Sanders, y el geopolítico Lewis A. Tambs, todos pertenecientes al llamado Grupo de Santa Fe. El Documento se dio a conocer al comienzo de la presidencia de George W. Bush y constituye una tradición dentro de la política exterior estadounidense. Su influencia es tal que las políticas proyectadas en los Documentos elaborados por el Grupo, llegan a convertirse en objetivos políticos de la administración en curso.
[2] A. Joxe Ebranlements militaires «bolivariens» dans la Grande Colombie. En Revista del Centre interdisciplinaire de recherches sur la paix et d’études stratégiques (CIRPES) Paris, 1999-2000, p. 5.
[3] Se estima que de cuatro de cada 10 dólares invertidos gastos militares proviene de EEUU. Es además el mayor productor de armas en el mundo. Se calcula que entre 1988 y 2002 incurrió en 41% del total de ventas de material de guerra. Además 7 de las 10 más grandes industrias bélicas están establecidas en EEUU. Este país es además responsable de la proliferación de armas en el mundo. Se cita el caso de la venta de jets de combate a Polonia, operación realizada por la empresa Lockheed Martin y que la administración Bush apoyó con un crédito de 3 mil 800 millones de dólares (Véase, Luis Hernández Navarro «Keynesianismo militar y política del miedo». http://www.mundoarabe.org/pol%C3%ADtica_del_miedo_en_usa.htm )
[4] A. Joxe clasifica la relación de los países de la Coalición según el tipo y monto de financiamiento de la guerra de Golfo. Estados Unidos es descrito como socio comanditario y mercenario dominante. Alemania y Japón, con sus contribuciones de 5.500 y 8.332 millones de dólares, respectivamente, son clasificados como socios comanditarios y mercenarios subalternos; Gran Bretaña, sería socio no comanditario pero mercenario dominante; Francia, mercenario subalterno autónomo y socio no comanditario; los petroleros árabes comanditarios dominados y los egipcios palomas satisfechas. En conclusión, por los costos de las operaciones bélicas y los procedimientos el Estado americano juega un papel de mercenario, lo cual pone en serias dudas la independencia de su liderazgo militar (L’Amérique Mercenaire. Ed. Stock, 1992, ps. 376-391).
[5] El «Origen del Conflicto Palestino-Israelí» fue preparado por Judíos por la Justicia en el Oriente Próximo. La fuente es: Cactus 48. Fue traducido por Germán Leyens y revisado por el equipo de Z-net en Español. Este Informe, dividido en dos Partes, se encuentra en la Sección Internacional de nuestro diario electrónico www.fortinmapocho.com
[6] Citado en El Origen del Conflicto…Op. Cit.
Héctor Vega es director de Fortín Mapocho.com.