Bien, parece que Umpiérrez se anima a seguir el debate, pues le replicaremos. (Conviene tener presente el artículo de Umpiérrez, ya que paso directamente a rebatir sus críticas). Ad 1: no entiendo en qué sentido la afirmación de que Marx «veneraba» la física se contradice con la primera tesis de éste sobre Feuerbach. Veamos ¿qué […]
Bien, parece que Umpiérrez se anima a seguir el debate, pues le replicaremos. (Conviene tener presente el artículo de Umpiérrez, ya que paso directamente a rebatir sus críticas).
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Ad 1: no entiendo en qué sentido la afirmación de que Marx «veneraba» la física se contradice con la primera tesis de éste sobre Feuerbach. Veamos ¿qué dice esta tesis? Que el viejo materialismo -Feuerbach incluso- no tiene en cuenta el factor subjetivo activo respecto de la epistemología, lo que sí hace -aunque abstractamente- el idealismo, y que, por lo tanto, no puede concebir, cuando lo estudia, el comportamiento humano como revolucionario. Bien, dejando a un lado si esa valoración de Feuerbach metiéndolo en el mismo saco que a los materialistas mecanicistas es justa, esta tesis no tiene ninguna relación con las ciencias naturales ni con la física, sino, en todo caso, con la filosofía de la ciencia, y se refiere al proceso del conocimiento que, ya desde Aristóteles, se concibe como un comportamiento activo del sujeto, lo que dialécticamente supone la auto-superación. Por otro lado, si, tal como propone Umpiérrez, hemos de considerar todos los objetos del mundo exterior como valores de uso, nos podemos topar con algún que otro inconveniente. Por ejemplo: ¿en qué sentido un astrónomo estudiará una galaxia como valor de uso? ¿serán, para un neurólogo, las células nerviosas, las sinapsis y los neurotransmisores valores de uso? Los procesos psíquicos ¿son valores de uso? La sociedad ¿es un valor de uso? Claro que, si sólo estudiamos mesas, sillas y bolígrafos, habremos de tener en cuenta forzosamente este aspecto suyo, pero el micro y el macro cosmos son muy vastos y poblados por seres que escapan a esa adjetivación.
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Ad 2: el mejor modo de responder la crítica de Umpiérrez a mi afirmación de que para Marx el intercambio entre el capitalista y el trabajador es de equivalentes es con una cita del interesado, a saber, el propio Marx:
Ahora bien: el proceso de trabajo tal como discurre como proceso de consumo de la fuerza de trabajo por el capitalista muestra dos fenómenos peculiares.
El trabajador trabaja bajo el control del capitalista al que pertenece su trabajo. El capitalista vigila que el trabajo proceda como es debido y que los medios de producción se utilicen de acuerdo con su fin, o sea, que no se desperdicie materia prima y que el instrumento de trabajo sea cuidado, esto es, destruido sólo en la medida en que lo impone su utilización en el trabajo.
Ahora viene lo bueno:
Pero, en segundo lugar, el producto es propiedad del capitalista, no del productor directo, el trabajador. El capitalista paga, por ejemplo, el valor diario de la fuerza de trabajo. Su uso, como el de cualquier otra mercancía que haya alquilado por un día -un caballo, por ejemplo-, le pertenece, pues, por todo el día. El uso de la mercancía pertenece al comprador de la mercancía, y de hecho el poseedor de la fuerza de trabajo, al dar su trabajo, no da más que el valor de uso que ha vendido. Desde el momento en que entró en el taller del capitalista, perteneció al capitalista el valor de uso de su fuerza de trabajo, o sea, su uso, el trabajo. Mediante la compra de la fuerza de trabajo el capitalista ha incorporado el trabajo mismo, levadura viva, o los inertes elementos formadores del producto, que también le pertenecen a él. Desde su punto de vista, el proceso de trabajo no es sino el consumo de la mercancía fuerza de trabajo que él ha comprado, pero que no puede consumir más que añadiéndole medios de producción. El proceso de trabajo es un proceso entre cosas que el capitalista ha comprado, entre cosas que le pertenecen. Por eso el producto de ese proceso le pertenece exactamente igual que el producto del proceso de fermentación que discurre en su bodega. [EL CAPITAL, Capítulo V: Procesos de trabajo y valorización, Pág. 201 (OME)].
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Quedan claros, por tanto -y como mínimo- los puntos siguientes:
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El intercambio de dinero por fuerza de trabajo es un intercambio de mercancías y, por tanto, de equivalentes -ya que, por definición, el intercambio de mercancías es intercambio de equivalentes- y
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Durante el proceso de trabajo tanto la fuerza de trabajo como todo lo que ésta produce son propiedad del capitalista.
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Eso es, al menos -y como hemos podido leer- lo que expone Marx en El Capital.
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Ad 3: vamos a ver; las relaciones de valor son relaciones sociales entre cosas. Las mercancías se relacionan unas con otras a través de su valor, que es una propiedad social suya. -La prueba de que se trata de una propiedad social es que, para que exista valor, hace falta más de una persona. Robinsón Crussoe no podía producir valor, no podía intercambiar cosas (y, por tanto, sus valores) consigo mismo. Hasta tal punto el valor se ha independizado de su objeto portador que lo podemos «transportar» en tarjetas de crédito. Cuando «compramos», en realidad, estamos intercambiando mercancías; estamos equiparando la mercancía que actúa como equivalente general (dinero) con otras mercancías. De todo eso ni somos conscientes ni, generalmente tenemos noticia: no lo sabemos, pero lo hacemos, comportándonos como si lo supiéramos, de otro modo el dinero no tendría «ningún valor». El funcionamiento de este sistema exige no sólo una estructura subjetiva dada de antemano (o a priori) sino que también requiere un marco intersubjetivo, idiosincrásico y consuetudinario, que es, básicamente, la ideología (base de la economía). Este análisis de unos hechos sociológicos, que concuerda estrictamente con los cánones marxianos, no tiene ni pizca de idealista, aunque la expresión a priori le suene a alguien como tal. Tengo la sensación de que mi crítico confunde lo epistemológico con lo ontológico -no digo que en la realidad no vayan juntos, pero en el análisis hay que aislarlos.
Barcelona, 11 de agosto de 2004
Artículo de Francisco Umpiérrez Sánchez citado: ¿Es el marxismo una ciencia? (2)