Estaba en La Habana cuando hace ya un mes, el 28 de febrero pasado, regresara a la patria, un día después de haber cumplido la totalidad de su condena, nuestro hermano Fernando González Llort. Cuanta alegría y orgullo sentí aquel día al verlo en televisión nacional bajando contento, firme y saludable la escalerilla del pequeño […]
Estaba en La Habana cuando hace ya un mes, el 28 de febrero pasado, regresara a la patria, un día después de haber cumplido la totalidad de su condena, nuestro hermano Fernando González Llort. Cuanta alegría y orgullo sentí aquel día al verlo en televisión nacional bajando contento, firme y saludable la escalerilla del pequeño avión que lo traía del infierno. Cuanto alivio.
Alegría, orgullo y alivio compartidos por su familia, especialmente su compañera Rosa Aurora, y su madre, Magali; por su compañero de tareas, René, libre en Cuba, y por sus otros compañeros Gerardo, Ramón y Antonio, aún en prisiones estadounidenses. Alegría, orgullo y alivio compartidos también por la inmensa mayoría de un agradecido pueblo cubano, su dirigencia revolucionaria y por los miles de activistas en todo rincón del planeta que por años han estado luchando por lograr la libertad de los Cinco.
Fernando fue condenado originalmente en diciembre de 2001 en Miami, lugar donde el gobierno de Estados Unidos decidió celebrar su infame juicio en contra de los Cinco, a 19 años de prisión, por tres cargos menores: conspiración general [general conspiracy], uso de identidad falsa y conspiración para actuar como un agente extranjero no inscrito. Por esos tres cargos la jueza Joan Lenard, presionada por el gobierno federal, con alevosía, le impuso esa desmedida condena. Tres cargos menores por lo que la gran prensa en Miami, el resto de los Estados Unidos y de la gran parte del mundo lo caracteriza de «espía».
Condena que un Panel de tres jueces del Tribunal de Apelaciones del Onceno Circuito, en el verano de 2008 anuló, por encontrarla desproporcionada a los cargos, y le ordenó a la jueza Lenard que lo instruyera a una condena menor, al igual que en los casos de las condenas de Ramón y Antonio.
En diciembre de 2009, en Miami, la misma jueza en una insólita manifestación de soberbia y cinismo, le rebajó la condena original de 19 años por sólo un año y tres meses, a 17 años y 9 meses en prisión. Condena que Fernando terminó de cumplir íntegramente el 27 de febrero pasado, cuando fue liberado después de cumplir 15 años, 5 meses y 15 días en prisión. Y es así ya que de acuerdo a las regulaciones del sistema federal de prisiones de Estados Unidos los presos en sus cárceles reciben por buena conducta una rebaja del 13% del tiempo de sus condenas, como fue en los casos de Fernando y René.
Pero bueno, que alivio el verlo sano y salvo en casa, al igual que fue en el caso de René. Que bueno al verlo fuerte y firme y evidentemente consciente de haber cumplido cabalmente con el deber con su pueblo. Fernando se expresa cuidadosamente pero con soltura y claridad. Lo noto ser un hombre instruido con una necesaria precisión en las ideas y sentimientos que trasmite al hablar, al comunicarse. Ha demostrado ser caballeroso, gentil y agradecido.
Agradecido a todos en Cuba y fuera de Cuba que por todos estos largos años han luchado no sólo por la libertad de los Cinco sino en contra de la política de terrorismo de Estado que desde hace un poco más de 55 años los gobiernos de Estados Unidos mantienen en contra del pueblo cubano para obligarlo a rendir su independencia y sus libertades. Política que ha obligado al gobierno cubano a mantener desde hace un igual número de años a agentes infiltrados en las organizaciones responsabilizadas por los gobiernos de Estados Unidos de ejecutar esa política, perversa y criminal, según dejan saber los documentos desclasificados de las agencias de inteligencia estadounidenses.
Fernando en una parte de su alegato ante el tribunal que arbitrariamente lo juzgó, en diciembre de 2001 mantuvo:
«El Presidente Bush, en su discurso ante la Sesión Conjunta del Congreso de la nación, el día 20 de septiembre del 2001, dijo: ¨Esta noche somos un país que despertó al peligro y fue llamado a defender su libertad.¨ […]
Su Señoría:
Mi país y mi pueblo fueron obligados hace más de cuarenta años a despertar al peligro y llamados a defender su libertad. Yo me siento orgulloso de haber sido uno de los que previno a mi pueblo de esos peligros.
Esa misma noche, el Presidente Bush expresó más adelante en su discurso: ¨…Nos uniremos para fortalecer a nuestras Agencias de Inteligencia para así conocer los planes de los terroristas antes que estos actúen, y encontrarlos antes de que ataquen¨.
Cuba, que ha sufrido ataques terroristas durante 42 años, tiene derecho también derecho a defenderse de esa manera.»
Fernando y René ya están en casa. Ahora nos corresponde a ellos y al resto de nosotros a continuar la lucha para lograr la libertad de Gerardo, Ramón y Antonio, lo antes posible; así como a continuar la otra parte de esta misma lucha: la lucha en contra de la pérfida política de terrorismo Estado por parte de Estados Unidos en contra del pueblo cubano que tantos daños y desgracias le ha causado.–