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Entrevista a Lola Larra sobre su última novela

Al sur de la Alameda, diario de una toma

Fuentes: Rebelión

Lola Larra, autora además de cuentos y novelas, acaba de presentar el libro ilustrado Al sur de la Alameda, diario de una toma (Editorial Ekaré). Novela escrita a partir del movimiento de estudiantes ocurrido el año 2006 conocido como «revolución de los pingüinos». La autora, periodista venezolana-chilena, conversó con Punto Final. Tu novela mezcla elementos […]

Lola Larra, autora además de cuentos y novelas, acaba de presentar el libro ilustrado Al sur de la Alameda, diario de una toma (Editorial Ekaré). Novela escrita a partir del movimiento de estudiantes ocurrido el año 2006 conocido como «revolución de los pingüinos». La autora, periodista venezolana-chilena, conversó con Punto Final.

Tu novela mezcla elementos del cómic, cine, fotografía ¿Por qué elegiste ese formato?

Cuando el primer borrador del texto estuvo listo la novela tenía una sola voz narrativa, la de Nicolás, el protagonista, que escribe un diario durante la toma de su colegio. Y aunque funcionaba bien, sentía que algo faltaba. Ese algo era otro punto de vista, otra voz, que es la que finalmente cuentan las ilustraciones y que amplía el registro de la novela. Pero no elegí de antemano el formato de novela ilustrada, o ‘novela híbrida’, una etiqueta que manejan ahora algunos críticos para llamar a las novelas de este tipo, en las que las ilustraciones no se limitan a ilustrar pasajes del libro sino que conforman una historia que corre paralela a lo escrito.

La editorial se interesó en el manuscrito y yo ya sabía que la novela tenía que tener esa segunda voz (un segundo personaje, misterioso, que tiene su propia historia de protestas estudiantiles) y que ojalá fuera una voz narrada en imágenes. Y ellos encontraron a Vicente Reinamontes, el ilustrador. Desde el primer momento supimos que era el indicado. Se implicó completamente en el proyecto y aportó tanto su experiencia personal como todo ese grandísimo talento que tiene. A veces descubría cosas en el texto que yo misma había pasado por alto. Trabajamos más de un año juntos. El texto se modificó varias, muchísimas veces, según iba tomando cuerpo la narración gráfica.

Visitaste varias tomas de colegios en 2006 ¿Cómo fue tu relación con los estudiantes?

Como iba de visita solamente, acompañando al colectivo artístico Patogallina, no puedo decir que me relacioné profundamente con ellos. Fui como una visitante, una observadora, y también aproveché de reportear un poco. Hablé con varios de ellos, estuve en sus asambleas, compartí ratos. Pero hay que subrayar que la novela es una ficción (trama y personajes son ficticios) inspirada y enmarcada en la Revolución Pingüina de 2006. Para escribirla me ayudé con los recuerdos de las tomas que visité, y también con una buena parte de investigación.

¿Cuáles fueron los conflictos principales que pudiste observar entre los estudiantes en toma? Te lo pregunto pensando en lo agotador que debe ser mantener la disciplina al interior de una toma.

Por el contrario, lo que yo vi es que estaban sumamente organizados. Cada quien tenía su función en la comunidad, el nivel de las discusiones en las asambleas era muy alto, muy sofisticado, y el colegio había cambiado, se había convertido en un microcosmos interesantísimo, un espacio fascinante en el que los adultos éramos los intrusos. Esas sensaciones e impresiones fueron las que me llevaron a escribir la novela.

¿Cuál dirías que es la diferencia entre las movilizaciones del 2006 y 2011? En tu opinión ¿Crees que lograron algunos de sus objetivos?

Tienes varias diferencias, pero para mí lo importantes son las semejanzas: creo que ambas lograron recordarnos, recordarle a toda la sociedad chilena, que los preceptos dominantes del neoliberalismo habían fracasado. Que la fórmula individualista, que hasta nos vendían en los manuales de autoayuda, no servía. Aquellos pingüinos en el 2006, y luego los universitarios en el 2011, nos recordaron que no basta con la felicidad individual. Que el bien común es algo de lo que no podemos prescindir.

¿Cómo definirías tu novela en términos de aspiraciones? ¿Cuál es el mensaje central que te propusiste entregar?

Más que mensaje, la novela quiere ser una invitación. Y estoy citando palabras de Vicente, el coautor: ‘una invitación a reflexionar sobre nuestros ideales y compromisos’. Es una historia de amor, también sobre las pequeñas miserias cotidianas de una toma en un pequeño colegio ‘al sur de la Alameda’, pero también es una historia sobre el crecimiento y la toma de conciencia ciudadana y política. ¿Hasta dónde llega nuestro deber como ciudadanos? ¿Hasta qué punto implicarse o quedarse fuera?

Sobre la reforma educacional de la presidenta Bachelet ¿Qué opinas?

A mí me da mucha esperanza el nuevo equipo del Ministerio de Educación, asesorado por dirigentes que formaron parte de las protestas estudiantiles. Ojalá resulte. Ojalá todos los implicados se sienten a dialogar y se saque adelante una reforma del sistema educativo que cambie las tremendas injusticias que tiene el actual.

También publicado en revista Punto Final Nº 304, año 48/ Mayo 16, 2014.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.