Para Anne-Marie Sendic Alberto Sendic (Ortiz) falleció el 6 de abril, en Francia, en la región de Ardèche, a los 85 años. Estaban con él su compañera Anne-Marie (Tran), familiares y amigos próximos. Había nacido el 3 de diciembre de 1923 en Chamangá, departamento de Flores (Uruguay), en una familia de pequeños productores agrícolas (arrendatarios), […]
Para Anne-Marie Sendic
Alberto Sendic (Ortiz) falleció el 6 de abril, en Francia, en la región de Ardèche, a los 85 años. Estaban con él su compañera Anne-Marie (Tran), familiares y amigos próximos. Había nacido el 3 de diciembre de 1923 en Chamangá, departamento de Flores (Uruguay), en una familia de pequeños productores agrícolas (arrendatarios), descendientes de italianos y vascos franceses.
Vivió su infancia y parte de su juventud en esa pequeña localidad. Compartía las tareas del campo con sus padres y hermanos, entre ellos con Raúl Sendic (1925-1989), que después sería uno de los fundadores del Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros y figura legendaria de la izquierda revolucionaria uruguaya y latinoamericana.
Alberto y Raúl cursaron estudios en la ciudad de Trinidad, a 40 km de Chamangá. Allí se incorporaron al Partido Socialista y fundaron la Asociación de Estudiantes Trinitarios, editando el periódico «Juventud Rebelde», donde hizo sus primeras armas en el periodismo Carlos María Gutiérrez, famoso luego por su entrevista al «Che» Guevara en la Sierra Maestra. Después se trasladaron a Montevideo, militando siempre en las filas del socialismo. De sus años de campo guardaron el gusto por los caballos, el mate amargo, los asados, el dulce de leche y el de membrillo; así como las formas de vida, las tertulias, discusiones y luchas del medio campesino del Uruguay, donde predominaban la solidaridad y el sentido casi comunitario de la vida.
El itinerario de los hermanos, sin embargo, no siguió el mismo curso. Compartían siempre la misma pasión por el cambio social revolucionario, pero Alberto adhirió en Montevideo al grupo trotskista Liga Obrera Revolucionaria (LOR). Raúl, en cambio, continuó en el Partido Socialista, viajó a Roma (1956) y a París (1961), asistió a reuniones de la socialdemocracia internacional. Al mismo tiempo, Raúl se orientó hacia actividades sindicales en Paysandú y otras regiones, organizando los trabajadores rurales y radicalizando sus posiciones. El impacto de la victoria de la Revolución Cubana, en 1959-1960, fue determinante en su evolución
Entre tanto, Alberto Sendic, ya trotskista militante, viajó a Buenos Aires en 1946 para relacionarse con las organizaciones trotskistas locales. Confrontada al nacimiento del peronismo (1945), la izquierda argentina se debatía para comprender y encontrar su propio espacio. Comunistas y socialistas confundieron a Perón y su movimiento con el fascismo y en las elecciones de 1946, a la salida de la guerra y del gobierno militar, se aliaron con los partidos tradicionales de la burguesía en la Unión Democrática. Perdieron así gran parte de sus apoyos obreros y populares, que nunca recuperaron.
Alberto se vinculó al Grupo Cuarta Internacional (GCI), dirigido por Homero Cristalli (Posadas), quien definía al peronismo como una expresión nacional del ascenso del movimiento obrero y de masas, bajo la hegemonía política de un sector de la burguesía industrial – y su correspondiente en el sector militar nacionalista representado por Perón.
A diferencia de otras corrientes trotskistas, que desde la izquierda sumaron su apoyo al peronismo, como el grupo Octubre de Jorge Abelardo Ramos; o declararon a Perón agente del imperialismo inglés apoyado por sectores atrasados de las masas, como el Grupo Obrero Marxista (GOM) dirigido por Hugo Bressano (Nahuel Moreno), el GCI buscó desde esos primeros momentos un vínculo con el peronismo obrero, con el trabajo sindical y la organización independiente de una corriente internacionalista. El encuentro con Posadas y el GCI selló el itinerario político y el destino personal de Alberto durante buena parte de su vida.
En 1948 viajó a París como delegado de la Liga Obrera Revolucionaria al 2º Congreso de la Cuarta Internacional. Desde entonces y hasta la ruptura del Buró Latinoamericano (BLA) en 1962, fue miembro del Comité Ejecutivo Internacional. La delegación argentina estuvo representada por Homero Cristalli, en nombre del GCI, y Hugo Bressano por el GOM.
En el 3er. Congreso (1951), el GCI fue reconocido como sección argentina de la IV Internacional, que después tomó el nombre de Partido Obrero Revolucionario (Trotskista). La Liga Obrera Revolucionaria, y en especial Alberto Sendic, mientras desarrollaba su trabajo organizador en el movimiento obrero y magisterial uruguayo, mantuvo una estrecha colaboración con el movimiento argentino y participó, a través de algunos de sus militantes más destacados como el arquitecto Gabriel Labat (Diego), en la reorganización del trotskismo en Brasil. El mismo Alberto Sendic militó durante los años 1957 a 1959 en el Partido Obrero Revolucionario, sección boliviana de la IV Internacional, dirigido por Hugo Moscoso y Fernando Bravo.
Durante diez años, el BLA apoyó sin reservas a la dirección de la Cuarta Internacional encabezada por Michel Pablo, en la cual figuraban Ernest Mandel (Bélgica), Pierre Frank (Francia), Livio Maitan (Italia) y Sal Santen (Holanda), todos los cuales venían de la experiencia militante en la clandestinidad durante la segunda guerra mundial. Alberto Sendic era entonces un organizador clave del Buró Latinoamericano y sus partidos. Su orientación política los acercaba sobre todo a las posiciones de Michel Pablo, que acentuaba por entonces la importancia de las revoluciones coloniales. Esta orientación fue decisiva en el apoyo que al final de los años 50 la IV Internacional y su dirección internacional dieron a la revolución argelina, que triunfó en 1962, con propuestas, militantes y medios materiales. Tres militantes obreros argentinos, enviados por el Buró Latinoamericano, participaron en la instalación y funcionamiento en Marruecos de una fábrica clandestina de armas para el Frente de Liberación Nacional argelino, junto con otros técnicos trotskistas europeos.
En 1959, al triunfo de la revolución cubana, Sendic viajó a La Habana y su compañera Olga Scarabino (Miranda) quedó residiendo en Cuba para apoyar la reorganización del trotskismo cubano, varios de cuyos militantes -León e Ildefonso Ferrera y su padre, Ildefonso, así como Roberto Acosta, ingeniero, y otros, participaron en la sierra y en la ciudad como militantes del M-26 de julio y de Acción y Sabotaje
En 1960 el apoyo activo a la revolución argelina llevó a Michel Raptis (Pablo) y a Sal Santen a la cárcel en Amsterdam. Alberto Sendic fue enviado a inicios de 1961 a Europa para participar en la organización de la campaña por la liberación de Pablo y Santen, que tuvo amplio eco en la izquierda revolucionaria y alcanzó por fin la libertad de ambos en 1962. Formó parte entonces del Secretariado Internacional de la IV Internacional, junto con Olga Scarabino.
El encarcelamiento de Michel Pablo acentuó las diferencias entre la dirección del trotskismo europeo y sus partidos, y los partidos del Buró Latinoamericano. Ausente la figura del dirigente reconocido por todos, la tendencia encabezada por Posadas siguió un curso de radicalización voluntarista y de sobrevaloración de las propias y limitadas fuerzas. Este curso llevó en el 6º Congreso de la IV Internacional a choques políticos frontales entre la dirección europea (Mandel, Maitan, Frank) y la dirección latinoamericana (Cristalli, Sendic), en ausencia de Pablo y de Santen, encarcelados. Iba implícita, aunque como siempre no mencionada, una disputa por la dirección internacional. Desde la cárcel, Michel Pablo envió una nota en la cual destacaba el papel de Ernest Mandel, europeo, y de Alberto Sendic, latinoamericano, como dirigentes de la Internacional, y se preocupaba por sus diferencias. No mencionaba a Posadas.
De este modo, diferencias políticas y disputas organizativas llevaron a la ruptura del Buró Latinoamericano, uno de cuyos principales dirigentes fue Alberto Sendic, con la IV Internacional encabezada por Mandel, Frank y Maitan, de la cual a su liberación quedó también excluido Michel Pablo, quien con un puñado de militantes europeos se estableció en Argel en colaboración con el gobierno de Ahmed Ben Bella.
La ruptura llevó al Buró Latinoamericano a declararse «IV Internacional» – pocos años después «IV Internacional posadista» – y se tradujo en la creación de secciones «posadistas» en Europa, un efímero proyecto que tuvo, sin embargo, seguidores y militantes en España, Italia y Francia. Después de su estadía de algunos meses en Cuba, Alberto se instaló definitivamente en París en 1961. Fue el año de su encuentro con Anne-Marie, militante entonces en el Parti Communiste Internationaliste (PCI), sección francesa de la Internacional. Un pequeño núcleo de miembros de este partido, entre los cuales destacaba Marianne Rochcongar, fogueada militante del sindicato de maestros, apoyó también a la corriente latinoamericana.
En 1963, después de la ruptura, Alberto Sendic decidió entrar a trabajar a la fábrica Renault como manutencionario. Desde su lugar de trabajo en Billancourt militó activamente en la CGT, defendiendo sus ideas y organizando un pequeño equipo de trabajadores metalúrgicos que tuvieron un activo papel en mayo de 1968 a partir de la fábrica Renault.
Desde 1963 a 1978, cuando obtuvo su jubilación, Alberto Sendic trabajó y militó con los «pies en tierra» del movimiento obrero, lo que probablemente le permitió escapar a la lógica cerrada del medio grupuscular. El recordaba los «años Renault» como una de las mejores experiencias de su vida. Mantuvo en esos años, al mismo tiempo, su adhesión política a la corriente encabezada por Cristalli-Posadas. Es una especie de «esquizofrenia política» no poco común en tantos militantes del movimiento comunista anterior a 1968 (y aún después). Una cosa era su trabajo en la vida real del movimiento obrero al cual perteneció y otra la aceptación o el silencio ante la deriva de ideas políticas cada vez más sectarias o extravagantes de un dirigente, Cristalli-Posadas. Este había sido su compañero de luchas desde la inmediata posguerra y en aquellos años había logrado agrupar a un núcleo destacado de militantes obreros y de intelectuales latinoamericanos que el sectarismo desgranó y dispersó.
Lúcido, inteligente y con una curiosidad inagotable, puede extrañar que este hombre valioso haya seguido casi hasta el final la deriva del «posadismo». La lealtad del militante tiene sus razones, aunque aparezca como una sinrazón, y de este fenómeno son prueba y testigos innumerables militantes comunistas, honestos hasta el sacrificio y lúcidos en la acción, que durante décadas se negaron a mirar las atrocidades del stalinismo, porque en ello les iba la fe de una vida.
Fuera ya del grupo «posadista», Alberto pudo dedicarse con mayor intensidad al estudio y a la reflexión política, leyendo y anotando innumerables cuadernos con su pequeña caligrafía. Publicó en esos años numerosos artículos, colaborando en revistas de la izquierda uruguaya, entre ellas el semanario Brecha, así como dos libros que tuvieron repercusión en su tierra natal, Uruguay : Movimiento obrero y luchas populares en la historia uruguaya (1985) y El Sur de la mundialización. América Latina entre la modernización y la fractura de sus sociedades (1996).
Se dedicó asimismo a una intensa actividad en favor de los presos políticos uruguayos, entre ellos de su hermano Raúl, detenido desde 1972 en condiciones terribles, hasta la caída de la dictadura militar en 1985. Viajando frecuentemente a Montevideo, logró verlo en la cárcel y traerlo finalmente a París cuando fue liberado.
Alberto seguramente reencontró, entonces, no solo al hermano con el que compartió en la primera juventud los trabajos del campo, mates, tabas y caballos, sino también y sobre todo al compañero de ideas y de luchas, al militante socialista. El viejo vínculo libertario de la solidaridad y las ideas, una arraigada y viva tradición en el movimiento obrero y socialista uruguayo, los unió en su tramo final.
Raúl Sendic murió en París en 1989. En Montevideo una multitud concurrió a su entierro. Alberto continuó su actividad militante, a su manera, siguiendo con interés la gran transformación del mundo en las últimas décadas del siglo pasado. Alejado de las actividades organizativas, mantenía sus vínculos políticos y personales con sus antiguos camaradas.
La casa de Alberto y Anne-Marie estaba – y sigue estando – siempre abierta para recibir a todos, con la solidaridad y la generosidad que fue uno de sus rasgos más notables. Nuestro camarada y amigo, después de una larga enfermedad, se extinguió en el comienzo de esta primavera europea, cuando se perfilan en el horizonte grandes luchas sociales en Francia, en Europa y en América Latina.