El 18 de marzo de 1953, la Compañía del Teatro Popular Universitario estrenó ‘Escuadra hacia la muerte’ en el Teatro María Guerrero de Madrid, bajo la dirección de Gustavo Pérez Puig. El mismo escenario volverá ahora a ser testigo de una nueva propuesta de este texto de Alfonso Sastre, esta vez con versión, dirección y […]
El 18 de marzo de 1953, la Compañía del Teatro Popular Universitario estrenó ‘Escuadra hacia la muerte’ en el Teatro María Guerrero de Madrid, bajo la dirección de Gustavo Pérez Puig. El mismo escenario volverá ahora a ser testigo de una nueva propuesta de este texto de Alfonso Sastre, esta vez con versión, dirección y escenografía de Paco Azorín. Esta coproducción del Centro Dramático Nacional y Metaproducciones que toma a Stanley Kubrick y George Orwell como referentes para el montaje, ofrecerá sus funciones del 7 de octubre al 27 de noviembre.
«Sastre -afirma Azorín-, somete a seis individuos al miedo más común de todo ser humano: lo desconocido, lo contrario a lo que hoy llamamos espacio de confort». Jan Cornet, Iván Hermes, Carlos Martos, Agus Ruiz, Unax Ugalde y Julián Villagrán serán los encargados de dar vida a esos individuos. «Alfonso Sastre nos plantea su particular ‘huis clos’, situado en la Tercera Guerra Mundial, un conflicto futuro pero inminente para nuestro autor. Lo cierto es que nadie duda que ese tercer gran conflicto llegará, si no es que ya está entre nosotros en un formato distinto al hasta ahora conocido. Me interesa especialmente ese aspecto futurista a la vez que universal de la pieza de Sastre: futurista por su localización temporal, y universal por la presencia del hombre como medida y símbolo de toda una civilización. El tono realista y existencialista de las escenas nos sitúa cara a cara con los temas fundamentales de la literatura de todos los tiempos: el sentido de la existencia, el determinismo de nuestra conducta, el peso de la culpa, la jerarquía, la existencia o no de Dios, y así sucesivamente hasta recorrer todo el ideario de un convulso siglo XX, que todavía está dando sus últimos coletazos», explica el director.
En cuanto a la puesta en escena, según relata Azorín, requerirá de una mínima dramaturgia para llevar todas las escenas a un interior, «en donde se intensifiquen las relaciones humanas y en donde tomen otra dimensión las tensiones propias de un grupo de soldados que no pueden esperar más que la muerte. Como si del mito de la caverna se tratara, sólo nos llegarán ecos y reflejos del exterior, cual sombras deformadas de una realidad hostil que habrá que asimilar y, quién sabe, quizá también trascender con la propia experiencia humana».
En relación a la propuesta de vestuario, que firmará Juan Sebastián Domínguez, consistirá en recrear un uniforme militar de un ejército desconocido pero cercano en nuestro imaginario. Del mismo modo, la acción ambientada en un futuro próximo deberá tener su reflejo en el vestuario: formas y cortes muy estructurados, típicos de la moda militar, pero llevados hacia materiales más tecnológicos y hacia tejidos desconocidos.
En cuanto al espacio sonoro de la obra, tendrá como base el «Cuarteto para el fin de los tiempos» del compositor francés Olivier Messiaen. Es una pieza para música de cámara compuesta durante la Segunda Guerra Mundial, concretamente en 1940, durante la entrada del ejército alemán en Francia, cuando Messiaen fue hecho prisionero de guerra y encarcelado. Durante su estancia en la prisión compuso la obra, estrenada el 15 de enero de 1941 ante cinco mil reclusos, con el propio compositor al piano. Está esta escrita para clarinete, violín, chelo, y piano, ya que fueron estos los instrumentos y músicos de los que pudo disponer de entre los prisioneros del campo.
«Escuadra hacia la muerte es, bajo mi punto de vista, una pieza luminosa, que bien podría llamarse Escuadra hacia la vida. Si toda tragedia necesita un rayo de esperanza final, en esta obra la esperanza lo inunda todo», expresa Paco Azorín.