Mi abuela decía que quien tiene rabo de paja no debe acercarse a la candela, eso le cae como anillo al dedo a la CIDH que intenta imponernos sus criterios mientras calla sobre las barbaridades que cometen los EE.UU., país que se cree «la tierra de los libres» a pesar de pelear el primer lugar […]
Mi abuela decía que quien tiene rabo de paja no debe acercarse a la candela, eso le cae como anillo al dedo a la CIDH que intenta imponernos sus criterios mientras calla sobre las barbaridades que cometen los EE.UU., país que se cree «la tierra de los libres» a pesar de pelear el primer lugar entre los mayores violadores de los derechos humanos del mundo. ¿Por qué no los critican a ellos en sus informes acusatorios? Ecuador eliminó la pena de muerte hace más de un siglo, porque la vida es el derecho más sagrado, pero allá todavía la siguen aplicando, en ocasiones a inocentes.
Nuestra democracia es más justa porque, aunque seamos pobres, la distribución de la riqueza nacional es más equitativa que la que se da bajo el espejismo democrático de los EE.UU., donde 400 ricos poseen la misma riqueza que 150 millones, la mitad de la población de ese país. Cuando acá un gobierno se torna impopular, lo derrocamos sin derramar sangre, mientras que allá se reprime incluso a los activistas que reclaman pacíficamente contra el actual orden social, favorable al capital financiero criminal, que fomenta el hambre mundial; ellos deberían ser perseguidos, juzgados y condenados, no los miembros del movimiento Occupy Wall Street, defensor de los 50 millones de hambrientos de ese país, que fueron desalojados brutalmente del parque neoyorquino de Zucotti, sin permitir la cobertura de prensa y, más bien, arrestando a 200 periodistas, uno de ellos del New York Times. Predican sobre la libertad de prensa al mismo tiempo que su cine, TV y periódicos callan, tal vez obligatoriamente, sobre los más acuciantes problemas que la humanidad vive en la actualidad.
Bajo el amparo de la Ley Patriótica controlan, persiguen, torturan y asesinan a todo ciudadano que consideren peligroso para «su seguridad nacional», violando para ello la soberanía de cualquier país, por lo que, según China, «Estados Unidos parece contribuir de forma creciente al desorden internacional». Se creen con derecho a la impunidad; así, la CIA inoculó enfermedades venéreas en Guatemala, en los mal llamados experimentos científicos, o el desastre causado por las «guerras humanitarias» y que sólo en Irak ha provocado casi un millón de muertes entre la población civil.
Según Chomsky, si a Bush no le gustaba alguien, lo secuestraban y lo enviaban a un centro de tortura; en cambio, con Obama, lo matan para que no tener centros de tortura por doquier. Estos son unos pocos ejemplos de la democracia al estilo de los EE.UU.
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