Recomiendo:
0

Para no hablar con la pared

Algunas notas breves sobre un diálogo marxista con el estalinismo

Fuentes: Rebelión

La ciencia, como todo aquello que puede ser pensado por el hombre, está sujeta un  sinnúmero de lecturas, enfoques, interpretaciones. Aquí, solo me referiré a dos de ellos: la ciencia respecto a sí misma, y respecto a la sociedad. Desde ahí, pueden esbozarse algunas ideas sobre el estalinismo. El estalinismo, asumámoslo como un conjunto de […]

La ciencia, como todo aquello que puede ser pensado por el hombre, está sujeta un  sinnúmero de lecturas, enfoques, interpretaciones. Aquí, solo me referiré a dos de ellos: la ciencia respecto a sí misma, y respecto a la sociedad. Desde ahí, pueden esbozarse algunas ideas sobre el estalinismo.
El estalinismo, asumámoslo como un conjunto de ideas sistematizadas en una serie de obras de Stalin, que plantean dar un todo filosófico-político-ideológico y práctico, que autoproclamado como continuidad y verdadero marxismo es heredero de Lenin.
Sin dudas, su implementación en la URSS, que se vio realizada en la estandarización de su enseñanza a través de los conocidos manuales que fueron extendidos por el campo socialista, y cuyas traducciones al español en manos de poderosas editoriales, como la célebre Progreso; contribuyeron a que no solo el mundo del Este, sino entre los seguidores -sobre todo en América Latina-, del marxismo, la línea estalinista fuera la dominante. El estructuralismo francés y su difusión por Europa, las renacientes ontologías marxistas, el marxismo occidental y el analítico, al menos en Occidente, no tenían la cuota de seguidores que el marxismo made in Krenlim.
Su presencia y poder, hacen necesaria una práctica: todo aquel que plantee algo nuevo, tiene que inevitablemente dialogar con lo existente a su llegada, como ocurre con todo lo que entra en escena, que debe relacionarse con lo que posee la hegemonía.
Si se mira con detenimiento, el planteamiento de una dialéctica -una ciencia que se cuestionara la ontología como sustento lógico de las ciencias-, no podía comenzar de otra manera que no fuera dialogando con aquella. Así, el libro primero de una Ciencia de la lógica, se dedicaba a desplegar los fundamentos de la ontología, para cuestionarlos, y demostrar los errores de aquel. Sin embargo, era solo el comienzo. Toda teoría se empieza a construir sobre los cimientos de la anterior, y una de las más sencillas evidencias, es el heredar el aparato categorial. Por eso, la negación de la ontología se desplegaba sobre forma, contenido, materia, causa, contradicción, y todas las categorías existentes en la filosofía (al menos en la filosofía que se toma como teoría punto de partida).
De la misma manera, ocurre con Marx, y eso queda de manera explícita en el subtitulo de Critica de la economía política. Su obra, es una crítica que se construye a partir de un diálogo con la economía anterior. Solo basta mirar las categorías que se asumen (tomadas de Ricardo); además del célebre: la riqueza… se presenta como un gran cumulo de mercancías. Con esa frase, Marx, resumía en una línea, lo que había estado desarrollándose en La riqueza de las naciones por parte de Adam Smith. De igual manera, la presentación de un sistema teórico hace inevitable el ser continuidad del anterior -o de los contemporáneos como mínimo-.
Sin embargo, las fronteras de tal ejercicio, pueden ser peligrosas. Una delgada frontera separa a la dialéctica de la deconstrucción. La segunda, desmonta la estructura centralista del lenguaje de la metafísica, de la ontología. La primera, plantea la continuidad, resanar el daño lógico formal, a partir del despliegue categorial, una vez cambiado el fundamento metodológico. De no ser consecuente, dialéctica solo puede quedar en ese deconstruir.
Yendo al estalinismo, y siendo consecuentes con cómo se piensa a sí misma la dialéctica, donde filosofía igual a lógica, hay que señalar que el estalinismo teórico no es más que una interpretación formal simplificada de Marx. Con ello, el problema, visto desde la ciencia mencionada -la dialéctica-, radica en ese esquema relacional que aplica el robusto pensamiento de manual. Por tanto, un diálogo superador con el estalinismo desde esta, implicaría un diálogo con la lógica formal, en pocas palabras: volver a Hegel. A ello se suma el carácter explícitamente de partidismo político del estalinismo. Entonces, nos encontramos con dos grandes dificultades: la politización explícita, y la hegemonía de la lógica formal.
Pero solo nos hemos referido hasta ahora, a la ciencia respecto a sí misma. Por eso, también es necesario mirar la ciencia en cuanto a la sociedad. Y es justo ahí donde el problema de dicho diálogo con el estalinismo se complica.
Dado la difusión del marxismo estalinista, la cuestión de dialogar con este, puede convertir a un marxista no lógico formal, en el hacedor de la deconstrucción: deberá dedicarse a ir por ahí, desmontando todo el aparato estalinista, a partir de ir debatiendo con su lógica.
Si algo se aprende de la dialéctica, es que ante antagonismos, solo la lógica puede resolver. Por eso el puente con el estalinismo, es sobre todo esa conversación con la lógica formal. Es, a cuenta y riesgo de aquellos marxistas que hayan trascendido al formalismo abstracto, decidir si dedicarse a dialogar con ese formalismo subordinado a un discurso político o no, a partir de sus intereses. Si se desea lograr cuestiones dentro del marxismo, entonces deberá atacarse tal aparato, si no, no.
Sin embargo, tengo un caso que tomo como ejemplo: Marx asumió la lógica dialéctica. No se dedicó a explicarla, solo la usó. La incomprensión de esta, fue la de su obra también. Dado que la única forma de dialogar con algo es conocerlo, y la única forma de que se puede comprender lo que plantea la dialéctica es sabiendo dialéctica, hoy, un reto para marxistas, empezaría por demostrar la necesidad de trascender la lógica formal -en la cual muchos no se enteran atrapados-. Y eso, responde a motivaciones existenciales y personales, e incluso, a dinámicas de poder.
Un marxismo que pretenda dialogar dentro del propio paradigma, deberá, al igual que Marx, que Hegel, desplegarse a partir de lo planteado por el sistema de ideas que desea continuar -estalinismo en este caso-, al menos eso se debe hacer si la pretensión es impulsar cambios dentro de la propia comunidad marxista. Pero el problema empieza más atrás: empieza en impulsar el uso de la herramienta sin la que, exponer otro marxismo -no lógico formal-, será como hablarle a una pared. Marx lo tenía bien claro: El Capital, a los teóricos, a los obreros: salario, precio y ganancia.
El conocimiento como proceso, va avanzando sobre lo que se va construyendo. Si hasta ahora el estalinismo ha sido lo que ha sido es porque no ha tenido las herramientas para ir más allá. Como buen marketing, hay que impulsar la percepción de la necesidad de una herramienta mejor. Entonces, el propio conocimiento dogmático, comenzará a desplazarse fuera de esos marcos. Se trata, como consecuente dialéctica, de que el propio pensamiento estalinista encerrado, se vaya conduciendo a partir de que en su devenir trascienda su esquema y salga del dogmatismo; se trata de que sienta la necesidad de hacerlo. Esa es la relación que debe trazarse para relacionarse con el estalinismo. En eso debe consistir, el inevitable contacto con este.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.