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Análisis de las perspectivas del proyecto socialista en el contexto de los cien años de la revolución rusa de 1905

Fuentes: Rebelión

En el contexto de los cien años de la revolución rusa de 1905, en diversos medios masivos de alienación se nos sigue recetando la letanía (por cierto muy completa) aunque por lo demás añeja y bastante conocida de las objeciones que desde la centro-derecha, derecha y extrema derecha (quepa decir burguesa) se ha hecho al […]

En el contexto de los cien años de la revolución rusa de 1905, en diversos medios masivos de alienación se nos sigue recetando la letanía (por cierto muy completa) aunque por lo demás añeja y bastante conocida de las objeciones que desde la centro-derecha, derecha y extrema derecha (quepa decir burguesa) se ha hecho al socialismo europeo del siglo XX desde mucho antes de la destrucción de este sistema social por parte de la corriente del oportunismo liquidador en el seno del PCUS, encabezado por el tristemente célebre premio nobel de la paz Mijail Gorbachov.

Hay que decir que efectivamente el socialismo europeo merece bastantes críticas, de eso no cabe la menor duda. Lo que hay que dejar claro es que toda crítica, para ser tomada en serio por los pueblos y por los intelectuales comprometidos debe provenir desde la izquierda consecuente. Lo demás ya lo conocemos, es el viejo liberalismo putrefacto que se empeña en demostrar que el único camino posible para la humanidad es la democracia representativa, puramente formalista, carente de todo contenido, misma que ya caracterizara magistralmente Lenin como «la nimia posibilidad que tiene el pueblo de elegir entre unos u otros miembros de las clases dominantes para administrar el saqueo y la explotación durante un lapso de tiempo determinado» y que en el éxamen de los hechos no es mas que una simple y llana aristocracia cómo lo fue en la antigüedad clásica la mal llamada «democracia» griega.

La también denominada democracia pluripartidista, que solo lo es en apariencia, cómo lo demuestra el hecho de que los programas económicos y las políticas públicas de uno y otro partido del sistema electoral no varían mas que unos insignificantes milímetros, o el hecho de que sus directrices en política interna y exterior sólo difieren de matiz y cuyo ejemplo más escandaloso en nuestros días es el partido único aunque bicéfalo de los Estados Unidos de Norteamerica, al que Eduardo Galeano llamara acertadamente partido «repucrata-demoblicano» prueba por un lado que el sistema de partido único no es, ni fue privativo de los países socialistas. Otros claros ejemplos de la «diversidad de opciones» de la democracia burguesa es en México la santa alianza del PRIAN cuyo concubinato pretende imposibilitar a las mayorías de elegir entre uno u otro modelo dentro del mismo marco del capitalismo, cosa que quedo evidenciada durante el proceso de desafuero del jefe de gobierno del DF. O e l maridaje del Partido Socialista francés con la Unité pour la majorité presidentielle partido del presidente Chirac, para impulsar la aprobación de la Constitución Europea, o el Partido socialista chileno tan respetuoso de la ultraderecha pinochetista de ese país, a cuyos peones militares ni siquiera se ha atrevido a castigar por los horrendos crímenes cometidos durante la dictadura y que además a seguido al pie de la letra los dictados del FMI y del BM al mejor estilo de la democracia-cristiana o de los golpistas militares, coincidentemente iniciadores del fundamentalismo neoliberal en el país andino.

Es este sistema totalitario imperante en casi todo el mundo del que curiosamente se abstienen de hablar los medios de alienación masiva, mismo totalitarismo que ha invadido a Irak, Afganistán, y Haití y planea invadir Cuba, Corea del Norte, Irán y Siria en nombre de la democracia, la libertad y el pluripartidismo. Y que cómo se puede inferir no son más que otras tantas etiquetas de la retórica liberal para imponer la sumisión a sus dictados y justificar la expoliación de trabajadores y de estados enteros.

«Toda democracia pluripartidista que se precie de serlo debe tener un partido fascista, un partido democrata-cristiano y un dócil partido social-democrata». Es así cómo esta garantizada la diversidad de opciones tan mentada, ninguna de las cuáles pone en tela de juicio a las estructuras de explotación de los trabajadores.

Cómo se verá la única diferencia entre el sistema demócrata liberal-representativo, puramente formal y el sistema socialista con un programa que da un contenido económico a la democracia es que el primero es hipócrita al no confesar su consenso pro-individualista y el segundo declara abiertamente la unidad política de su proyecto civilizatorio.

La vieja frase sigue vigente: liberalismo no es igual a libertad.

En el fondo no hay tantas opciones de proyectos políticos para el mundo, sustantivamente hay dos: uno representa la barbarie guerrerista, el despilfarro de recursos naturales, la explotación de unos hombres por otros, la sumisión, y por otro lado un nuevo proyecto civilizatorio que constituye la única posibilidad de que la humanidad sobreviva y perpetue su existencia sobre la tierra sobre la base de un aprovechamiento racional de los recursos naturales, una organización centralizada y planificada de la economía, el fin de las políticas belicistas, la convivencia pacífica entre los pueblos y las naciones, el derecho de los hombres al bienestar material e intelectual, el acceso universal a la cultura, y la más amplia democracia efectiva y directa entre cuyas opciones electorales no esté nunca aquella que vaya en contra del bienestar colectivo. Parafraseando a Saint Juste: «Nada de libertad para los enemigos de la libertad».

La disyuntiva para la especie humana sigue siendo aquella planteada por Rosa Luxemburgo: «Socialismo o Barbarie».

Fue este proyecto, el socialista por el que los revolucionarios y la clase obrera rusa lucharon incansable y heroicamente, y cuyo primer gran intento de realización fuera la revolución de 1905, que si bien resultó frustrado no fue más que una demostración de lo que el proletariado ruso estaba dispuesto a hacer para conseguir su emancipación y un preámbulo histórico de lo que más tarde sería la más importante e influyente revolución del siglo XX, me refiero a la Revolución Socialista de Octubre de 1917.

La gran enseñanza histórica de 1905 radica en que un primer gran revés para las fuerzas revolucionarias no significa de ninguna manera una derrota definitiva y por el contrario, como fue el caso de 1905 se significo en un proceso de aprendizaje para las masas rusas que con ésta y otras luchas reivindicativas importantes fueron tomando conciencia de su papel histórico, de su potencial transformador y de los alcances sanguinarios de sus enemigos de clase. Fue en aquel trance en que el temple heroico del proletariado ruso se fue forjando y su claridad política fue en aumento al tiempo de que dejaba muy claro quién era el sujeto social revolucionario por excelencia.

Por otro lado fue durante este episodio que el Partido Obrero Social-Democrata de Rusia fundado diez años atrás probó por primera vez su capacidad de dirección del proceso revolucionario al tiempo de que se definían dos grandes tendencias al interior de ese partido: mencheviques y bolcheviques, proceso durante el cuál su arraigo entre las masas rusas creció significativamente, y sus propuestas organizativas cómo la constitución de los soviets o comités de diputados obreros, campesinos y soldados fueron puestas en marcha ampliamente en las más diversas regiones de Rusia, sobre la base de los cuales se erigiría más tarde el poder soviético socialista triunfante.

El mismo Lenin iría afinando sus concepciones políticas estratégico-tácticas al calor de estos acontecimientos, y los mas amplios segmentos del pueblo ruso irían identificando a los socialdemócratas como la fuerza política con los planteamientos más justos, aunque efectivamente el ala izquierda de este partido, el ala bolchevique todavía tardaría mucho más tiempo en dirigir a cabalidad el proceso revolucionario.

Definitivamente no se puede entender a la revolución de 1905 y a las revoluciones de febrero y octubre de 1917 más que cómo episodios de un mismo proceso histórico, inscritos todos ellos en el marco de la crisis mundial generalizada del sistema capitalista cuya primera gran manifestación fue la gran guerra mundial de 1914 a 1918.

Hace ya 100 años de aquellos acontecimientos y el poder soviético, que no estuvo carente de grandes errores, ha sido destruído. La valoración sobre este último hecho está en proceso de ser hecha por el movimiento de la izquierda revolucionaria mundial, hay muchos diagnósticos sobre las causas que facilitaron su destrucción por parte del imperialismo estadunidense y su quinta columna en el este con Yeltsin, Shevardnadze y Vaclav Havel a la cabeza, sin embrago hay un consenso por parte de intelectuales cómo el Dr. Cubano Armando Hart Dávalos, el economista Argentino Dr. Atilio Borón, el sociólogo norteamericano James Petras en señalar que las concepciones excesivamente mecanicistas y esquemáticas que del materialismo-dialéctico y sus consecuentes aplicaciones prácticas se llevaron a cabo durante la dirección de Josif Stalin contribuyeron sensiblemente a una política cultural excesivamente estrecha, la carencia de una política de estímulos morales hacia los trabajadores, la for mación de un aparato administrativo inoperante que poco a poco se fue situando por encima de los intereses de las mayorías soviéticas, la llamada nomenklatura que dicho sea de paso fue la primera en traicionar el ideal marxista adueñándose de las propiedades del estado socialista cuando se produjo la destrucción en 1991. Asimismo el estancamiento de la participación popular en los procesos de toma de decisiones a partir de la muerte de Lenin, la puesta en marcha de una política de apoyo a los países coloniales y semi-coloniales más bien tímida durante el período de Jrushev. Y en resumen el hecho de que el proceso soviético dejo de avanzar en la profundización de su revolución.

Aclaro que sin embargo, durante la dirección de Stalin no hubo nada más errores, la lista de los progresos del estado socialista soviético durante este periodo es larga, pero baste mencionar que fue bajo su dirección que la URSS derrotó al fascismo alemán(que no es poca cosa). Los trotskistas, generalmente anti-soviéticos, anti-cubanos, anticomunistas pues, dirán que el pueblo soviético derrotó al fascismo a pesar de Stalin, afirmación falaz, cargada de rencor individalista, y de ese sentimiento pequeñoburgués que ataca toda revolución concreta porque casualmente para estos personajes ningun proceso real satisface sus exigencias puristas.

Recientemente, la dimensión de la destrucción de la URSS fue bastante bien caracterizada inclusive por el actual presiente ruso Vladimir Putin que califico el hecho de «la mayor catástrofe geopolítica del siglo XX» según una nota del periódico la Jornada del pasado día 26 de abril de 2005. Y no es para menos, el equilibrio que existía en el mundo durante la llamada guerra fría y que fue roto con la destrucción de la URSS dejó a los Estados Unidos la posibilidad de hacer y deshacer a su antojo en los países débiles, la posibilidad de imponer el saqueo y la guerra a dichos países, la mano libre para dictar el ultraliberalismo empobrecedor a la humanidad y la posibilidad de intimidar a sus mismos aliados quienes ahora añoran, cómo es el caso de algunos dirigentes de la UE la época en que la URSS balanceaba el mundo.

En pocas palabras habría que decir que los problemas del socialismo había que resolverlos con más y más eficiente socialismo, con un socialismo más humano y no con su destrucción, no con la disolución de la dictadura del proletariado.

Sin embargo a pesar de la estrepitosa caída del socialismo europeo, sigue siendo posible y necesario para la sobrevivencia de la especie humana un nuevo proyecto civilizatorio verdaderamente racional, digno de la inteligencia humana, que haga verdad aquella sentencia del filósofo alemán Hegel: «Todo lo real es racional y todo lo racional es real», un proyecto de civilización que se oponga diametralmente a la barbarie imperialista ultraliberal reinante que hoy más que nunca muestra su insaciable sed de ganancias a costa del sufrimiento de los pueblos.

Utilizando una metáfora y recordando los albores tecnológicos de la especie humana, habría que decir que no porque se haya hundido la primera embarcación construida por el hombre el futuro de la navegación estuvo definitivamente comprometido.

Hay que recordar también que antes de instalarse duraderamente sobre la superficie terrestre, la democracia liberal burguesa también fue derrotada transitoriamente en varias ocasiones por las fuerzas monárquicas y feudales.

Cómo dijera el Dr. Pablo González Casanova: «Es tiempo de la verdadera democracia, del verdadero socialismo y de la verdadera liberación».