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Entrevista a Carlos Pérez Soto, doctor en Ciencias Económicas (I) y profesor de la Universidad de La Habana

Ante el bloqueo y la covid, ¿cuál transformación?, ¿qué modelo?

Fuentes: La Tizza

Nota editorial:

En momentos en que el capitalismo plantea nuevas formas de reorganización a escala internacional, regional y local, se hace más necesario que nunca repensar las alternativas. Para el socialismo marxista y las alternativas que se construyeron o construyen en su nombre, resulta inacabado el debate sobre el lugar y alcance del mercado y la planificación.

La Tizza se introduce en esta polémica relevante y necesaria para la Cuba de hoy con un grupo de trabajos que persiguen una primera aproximación, desde el marxismo, a las múltiples intersecciones entre transición socialista, planificación y mercado. Los trabajos, entrevistas y reposiciones que son parte de esta serie sirven de pretexto, en adición, para polemizar sobre algunos de los principales retos del modelo cubano en la coyuntura actual.


La Tizza se complace en entrevistar al Doctor en Ciencias Económicas Carlos Pérez Soto, profesor auxiliar de la Universidad de La Habana y poseedor de una amplia y diversa experiencia como funcionario del gobierno cubano. Fue Director de Estudios Económicos (2002–2004) y de Política Monetaria (2004–2011) del Banco Central de Cuba. Con posterioridad, fue jefe de la Dirección Central del Plan en el Ministerio de Economía y Planificación (2011–2017). A su vez, integró el grupo de macroeconomía de la Comisión de Implementación y Desarrollo de los Lineamientos de la política económica y social del Partido y la Revolución para el período 2016–2021(2011–2017) y las comisiones de redacción de los documentos del VI y VII Congresos del Partido. En la actualidad se desempeña como trabajador por cuenta propia.

A partir de la experiencia académica, técnica y política de Carlos, conversamos sobre temas relevantes de la política económica del país en la actualidad. La presente entrega es la primera de varios trabajos que resumen esas conversaciones, donde se discuten a profundidad temas como el impacto del bloqueo económico, los retos de la planificación y las invariantes de la transformación productiva en Cuba.


Carlos Lage Codorníu (CLC): Carlos, nuestro país se enfrenta a una agudización del bloqueo económico hasta niveles impensados, sumado al impacto de la crisis mundial y los propios efectos de las medidas sanitarias para contener el coronavirus. En adición a ello, se acerca el VIII Congreso del Partido, un congreso de importancia medular en términos del proceso de renovación del liderazgo de la Revolución y de la necesaria revisión de la marcha de la actualización del modelo económico, aprobada en las anteriores citas partidistas.

El presidente de la República, Miguel Díaz-Canel, ha hecho una convocatoria a enfrentar esta coyuntura «con un profundo pensamiento innovador». ¿Cómo asumes o crees que debe asumirse esta convocatoria?

Carlos Pérez Soto (CPS): Asumo que la convocatoria del presidente Díaz-Canel debe enfocarse al logro de la visión de la nación, y estructurarse a partir del concepto de Revolución expresado por Fidel, hilo conductor del consenso forjado en torno a la aspiración de construir un país próspero, sostenible y democrático, pero en un ambiente donde prevalezca la independencia, la soberanía y el socialismo, de acuerdo al espíritu consagrado en los documentos rectores: Conceptualización, Lineamientos, Plan Nacional 2030 y la nueva Constitución.

Estos documentos constituyen la expresión del consenso nacional conformado a través de un ejercicio científico integrador, también de pensamiento innovador, inclusivo y democrático, caracterizado por la participación de todos los sectores de la sociedad y la población en general, que puso en evidencia, una vez más y de manera práctica, el concepto de democracia que debe distinguir al socialismo cubano.

Por su significado y el momento histórico en que se concibieron, estos documentos constituyen una de las fortalezas fundamentales con que cuenta nuestro gobierno y el pueblo en general para enfrentar la actual situación y conducir la referida convocatoria. En tal sentido, no deben ser subestimados, subutilizados y muchos menos ignorados.

Por ello, ese pensamiento innovador debe enfocarse en la reflexión, actualización en lo que sea necesario, y sobre todo en imprimirle agilidad, eficiencia, efectividad y especialmente integralidad a su implementación.

Hay que reconocer que en la última década no se actuó con toda la celeridad y profundidad requerida. Se perdió un tiempo histórico esencial, pero la Patria nos exige recuperarlo sin más dilación. Difícilmente tengamos otra oportunidad.

Este enfoque será la clave para enfrentar el momento actual, que exige la combinación de lo táctico, sobrevivencia, con lo estratégico, entendido como la necesidad de concretar las transformaciones estructurales en lo institucional y lo productivo que nos permitan retornar y acelerar el desarrollo del país. Esta ponderación será fundamental. El «Periodo Especial» nos dejó muchas lecciones al respecto. Medidas efectivas para la coyuntura, a la postre han generado grandes distorsiones en la vida económica y social del país.

Desde esta perspectiva debemos reflexionar sobre temas medulares de nuestra realidad económica, social e institucional. Por mencionar algunos podría señalar: el papel y vigencia de la planificación centralizada en un entorno de economía descentralizada y un mercado que le aporte la funcionalidad necesaria a esta unidad dialéctica; premisas y elementos para la conformación de ese mercado; el redimensionamiento de nuestras fuerzas productivas teniendo en cuenta las diferentes formas de propiedad, su complementariedad y la creación de las condiciones necesarias para que cualquier paso que se dé en este sentido no sea generador de graves distorsiones en lo político, lo económico y lo social.

Sin embargo, en aras de la integralidad y enfoque sistémico que exige el abordaje de estos temas, estas reflexiones deben ser ponderadas por un análisis objetivo de lo que representa el bloqueo económico y comercial impuesto por los gobiernos de Estados Unidos a nuestro país y su impacto en todas las esferas de la sociedad. Esto resulta necesario y definitorio. Asumir esta variable del análisis como exógena, redundante o marginalizarla, constituiría un grave error histórico, político, pero también científico.

CLC: Entiendo que no te refieres al bloqueo únicamente por el recrudecimiento de los últimos meses, sino por la necesidad de abordarlo de manera sistémica y objetiva. Háblanos un poco de esta idea o de cómo descifrar mejor la complejidad de un tema tan llevado y traído.

CPS: Aquí hay dos cuestiones básicas, entender el momento histórico en que vivimos y lograr una adecuada contextualización del bloqueo desde una perspectiva internacional y nacional. Con ese propósito, utilicemos una metáfora fotográfica, abramos el lente y enfoquemos lo general. Al mismo tiempo, avancemos de lo cualitativo a lo cuantitativo.

El mundo ha transitado hacia la multilateralidad, pero no hacia un equilibrio de coexistencia. La situación cada vez se torna más tensa e incluso hostil. Poco a poco se ha ido recomponiendo un nuevo escenario de guerra fría, quizás más solapada en lo militar, o más bien más indirecta, pero muy intensa en los planos mediático, económico, comercial y financiero.

Continúan y se exacerban las contradicciones que emergen de las posiciones hegemónicas de los centros de poder imperialistas, profundizándose su carácter heterogéneo; tanto por los actores involucrados, como los temas que estas abarcan: intracapitalistas, norte-sur, sur-sur, vinculadas a temas políticos, ambientales, económicos, comerciales, étnicos, religiosos, culturales, entre otros.

Todo lo anterior puede sintetizarse en una activa confrontación entre dos enfoques generales de pensamiento: la globalización de la dominación imperial vs. la globalización de la solidaridad. El primero promueve el unilateralismo y la competencia y el segundo el multilateralismo y la cooperación.

Sin temor a equivocaciones puede afirmarse que en estos años se ha arreciado el enfrentamiento político e ideológico. En el plano económico esto se traduce en la confrontación entre el neoliberalismo reproductor del capital y depredador, y la economía solidaria y sostenible enfocada en la reproducción de los valores individuales y colectivos del ser humano.

Una mirada más general ubica al bloqueo como parte del arsenal imperialista y de las fuerzas de derecha en esta confrontación, por lo que la Revolución cubana significa en el contexto internacional. Esto mantiene vigente la visión martiana sobre el imperialismo y su sentencia sobre el significado de la independencia y soberanía de Cuba para el contexto internacional.

Quiere decir que la Revolución cubana, defendiendo y construyendo la visión de la nación consensuada, se defiende a sí misma y se mantiene a la vanguardia de las fuerzas que luchan por hacer posible y real un mundo mejor.

Ya estrechando un poco el visor podemos decir que, en los últimos años, la política de acoso y persecución imperialista hacia Cuba y concretamente el gobierno de Donald Trump ha tenido un pensamiento muy innovador y proactivo, fundamentado en la agresividad y la falta de ética. Si en algún momento se pensó que el bloqueo imperialista hacia la isla había alcanzado un límite insuperable en cuanto a su carácter guerrerista, criminal y absurdo en lo concerniente al derecho internacional, la situación actual muestra cómo esto fue solo una ilusión. En el último año vemos cómo se incrementan en términos exponenciales su agresividad, su extraterritorialidad, intencionalidad y su falta de ética. Tanto en el plano discursivo como en su accionar.

A la hora de presentar los eventos externos que en los últimos tiempos han incidido negativamente en el desempeño de la economía cubana, no es suficiente con listarlos, incluso de manera pormenorizada. Debe enfatizarse en que todos tienen una conexión sistémica y son consecuencia del enfoque perverso de la política imperialista en su proyección general internacional y en lo particular con relación a Cuba. Solo mencionar el objetivo declarado del presidente norteamericano de borrar el socialismo del contexto latinoamericano y señalar un eje del mal para la región. A la usanza de las películas del oeste, se ha erigido en sheriff, ha nominalizado a los forajidos y ofrecido recompensas. Lastimosamente, no han faltado los cazafortunas.

La cruzada contra las misiones médicas cubanas en particular, y la colaboración de la isla en general, tiene dos objetivos: satanizar el ejemplo que emerge del internacionalismo solidario cubano en el plano global, y cercenar los sectores más dinámicos de la economía cubana con la intención de propiciar la asfixia del pueblo cubano y, por esta vía, socavar nuestra independencia, nuestra soberanía y el derecho a construir el sistema político que hemos consensuado. Este proceder, como se sabe, no es exclusivo para el caso de Cuba; se aplica, con mayor o menor intensidad, a aquellos gobiernos y pueblos que se oponen a los intereses hegemónicos imperialistas.

CLC: Consideras entonces que abordar el tema del bloqueo no es solo una cuestión de justeza y objetividad, sino de la necesidad de un posicionamiento ideológico y de rigor intelectual en el debate.

CPS: El bloqueo nos ha impuesto por casi seis décadas un escenario de plaza sitiada, impactando no solo en el plano material, sino también en el subjetivo de nuestra sociedad.

Hemos defendido la plaza con dignidad ejemplarizante. Sin embargo, no podemos conformarnos con los resultados y paralizarnos. Continuemos incorporando tácticas y estrategias ofensivas, en lo referido al perfeccionamiento continuo de nuestro sistema político, económico y social.

Eso sí, sin descuidar la portería, pues esta debe continuar imbatible.

Es preciso mantener y defender nuestro discurso sobre los fundamentos ya consensuados, renovarlo a partir de su confrontación con el ejercicio práctico de su implementación. Revisar lo que salió bien y, sobre todo, lo que salió mal. Considerar lo nuevo que debe ser añadido. En particular, propiciar una instrumentación más ágil, integral, inclusiva, innovadora y creativa, enfocada en la construcción de la visión de la nación, apoyada y defendida por la mayoría de nuestro pueblo.

La diversidad de criterios y el debate profundo y reflexivo sobre estos temas será más fecundo en la medida que consolidemos y transparentemos la unidad nacional en torno a la soberanía, la independencia, el socialismo, la democracia, la prosperidad y la sostenibilidad.

Podrían esgrimirse más argumentos, pero considero suficiente lo dicho para afirmar que en este debate de pensamiento y de acción es necesario posicionarse y comprometerse, sin que esto signifique pérdida de objetividad. No resulta conveniente la ingenuidad o ambigüedad. Por su importancia decisiva para la nación es preciso ser ético y genuino y no dar cabida a la hipocresía o deshonestidad política e ideológica encubierta en el recurrido academicismo neutral.

El debate exige que le pongamos cuerpo y alma, pero también compromiso y honestidad intelectual.

Por otra parte, se requiere un debate científico integrador y multidisciplinario, donde las ciencias sociales jueguen un papel protagónico. No es solo un debate económico, mucho menos economicista. En este caso particular, debe exaltarse la economía política, en ocasiones relegada e incluso olvidada. No se trata únicamente de maximizar ingresos y beneficios.

No está de más reiterar el llamado a una mayor integración de las ciencias sociales, eliminando los compartimientos que conducen a la segmentación de la realidad y que tanto afectan la riqueza de las investigaciones en ese campo.

La naturaleza multicausal de los fenómenos sociales exige para su estudio enfoques multidisciplinarios.

La alta calificación alcanzada por los científicos sociales cubanos es otro de los grandes logros de la Revolución. Hoy más que nunca resulta imperativo fomentar su participación en la interpretación de los problemas principales de la sociedad cubana. Sin embargo, lo anterior no basta, es necesario garantizar que estos resultados sean tomados en cuenta en los procesos de toma de decisiones en los diferentes niveles, previendo y evaluando de forma sistemática los impactos obtenidos.

CLC: Vayamos ahora a lo cuantitativo. Después de tanta divulgación del tema en los medios ¿crees que están suficientemente dimensionados los costos del bloqueo? ¿En qué medida ello contribuye, no a justificar, pero sí a comprender la complejidad del desafío cubano?

CPS: Retomando la metáfora fotográfica, podemos cerrar más el lente, enfocándonos en la economía cubana y en sus efectos cuantitativos, pero sin dejar de pensar en lo ya dicho.

Oficialmente se ha calculado un costo acumulado, valorado a precios corrientes para casi seis décadas, de 138.843 millones de dólares. Otro enfoque basado en la trayectoria del valor del oro respecto al dólar durante esos años lo sitúa en 922.630 millones de dólares. Las pérdidas para 2018 se calcularon en 4.343 millones de dólares.

Estas cifras parecen conservadoras si se tiene en cuenta la falta de evidencias a la hora de realizar el ejercicio contable, dado el efecto intimidatorio que ejerce esta política en la comunidad empresarial internacional y su utilización como instrumento de coerción política a gobiernos de terceros países.

Si asumimos que el costo del bloqueo en un año se encuentra en el entorno de los 4 mil millones de dólares, esta cifra sería equivalente a una tercera parte del monto total del valor de las importaciones anuales.

Considerando fijo el coeficiente que refleja la demanda de importaciones por cada peso de PIB, podríamos afirmar que el bloqueo reduce la magnitud potencial anual de este macroindicador en un entorno cercano al 30 por ciento.

En otras palabras, si no existiera el bloqueo, el pastel creado en un año por los cubanos, manteniendo las actuales condiciones de nuestro modelo económico, se incrementaría en un 30 por ciento, y en la misma proporción sus posibilidades de distribución.

Ligeros crecimientos en la eficiencia de este indicador y el efecto multiplicador propio de las importaciones, permitirían obtener tasas de crecimiento más elevadas, ahora sobre magnitudes absolutas 30 por ciento mayores. No es lo mismo crecer un 2 por ciento sobre 10, que sobre 100; en el primer caso se disponen de 2 unidades adicionales y en el segundo de veinte.

Cuatro mil millones en diez años son 40 mil millones de dólares. Imaginemos por un segundo disponer de ese flujo de financiamiento para sustentar la implementación de los objetivos del Plan Nacional de Desarrollo 2030.

Sería considerable su impacto en la consecución de los objetivos planteados para los ejes estratégicos, fundamentalmente los referidos a la infraestructura y a la trasformación productiva. De igual manera, se dinamizaría el desarrollo de los sectores estratégicos y sus efectos de arrastre para el resto de las actividades económicas del país.

CLC: De hecho, en 2.500 millones se cifró la cantidad necesaria de inversión extranjera anual para dinamizar el crecimiento productivo del país. Contar con un flujo anual de 4 mil millones de dólares supone alcanzar esta meta sin capital externo y, además, poder estimular el consumo con otros 1.500 millones de dólares. Las dimensiones, las posibilidades y las metas para desarrollarnos serían otras completamente…

CPS: Exacto. Mirando hacia atrás, no es nada especulativo afirmar que en términos de tiempo pudo significar al menos una década de retraso de nuestro desarrollo.

Hay que agregar que la política genocida también afecta de forma negativa la consolidación y el desarrollo del sector privado dentro de nuestro modelo económico. Sus impactos negativos sobre el sector estatal limitan las potencialidades de encadenamientos productivos y, con ello, posibles fuentes de negocios para los emprendedores cubanos.

Un ejemplo muy evidente lo constituyen las afectaciones reportadas en las actividades turísticas.

Cuando se restringen los flujos de remesas se afecta el poder adquisitivo de la población y, en consecuencia, la demanda de bienes y servicios producidos por el sector privado, así como parte importante del financiamiento de las inversiones que realiza ese sector. Si se flexibilizaran los viajes, Estados Unidos pudiera ser uno de los mercados de insumos más competitivo para estos productores. También en ese sentido el bloqueo constituye una importante traba para el desarrollo de las fuerzas productivas.

Nada de esto pone en discusión la necesidad de transformar nuestro modelo económico y social desde adentro y su urgencia. Más bien la refuerza.

Esa necesidad está plasmada en el espíritu y la letra de los documentos rectores ya mencionados. Estas reflexiones solo pretenden poner las cosas en su lugar y dejar todo claro.

Sacar de contexto nuestros resultados económicos no es apropiado y tampoco objetivo. Es cierto que lo alcanzado en los últimos diez años no nos debe complacer, pero perderíamos objetividad si no lo contrastamos con lo exhibido por América Latina, nuestro entorno geográfico.

Tampoco fue una década de crecimientos vigorosos para el resto del mundo. Nuestro crecimiento promedio fue de 2,3 por ciento anual en ese periodo, superior al alcanzado por la región y ligeramente inferior al mostrado por la economía mundial. A nivel global se enfrentaba una fase de desaceleración de la actividad económica y comercial.

Se evidencia que en el desenvolvimiento económico también influye el orden económico y financiero imperante a nivel mundial. Es válido recordar el reclamo de la necesidad de un nuevo orden económico y financiero internacional realizado por nuestro Comandante en Jefe Fidel Castro en 1979 en Naciones Unidas cuando habló en nombre de los países integrantes del Movimiento de Países No Alineados.

CLC: En efecto, desde 2019 no pocos analistas vaticinaban una posible recesión en las principales economías del mundo para 2020. Y el debate es amplio sobre el agotamiento del modelo neoliberal financiarizado (estancamiento secular, sobreahorro global, caída de la cuota de ganancia) y su reflejo en cifras de crecimiento muy discretas desde la crisis de 2008.

En este escenario llega la Covid, complejizando en extremo el entorno macroeconómico y mostrando la vulnerabilidad y la interconexión de los países en el contexto internacional de la globalización. ¿Qué reflexión te merece la coyuntura actual?

CPS: Los años venideros serán difíciles. Sería deshonesto descontextualizar o manipular las causas que propiciaron esa situación. El contundente shock externo derivado de la pandemia es el factor fundamental que desencadena la situación mundial actual. Más bien nos afecta por contagio desde el exterior.

Respecto a la Covid, no son pocos los expertos que vaticinan impactos comparables con lo sucedido en los años 30 del pasado siglo a nivel internacional. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) estima una caída en las economías avanzadas entre el 4 y el 6 por ciento, números que suponen una recesión más profunda que la experimentada en los años 2008 y 2009. La Organización Mundial del Comercio (OMC) estima, por su parte, que el comercio mundial podría contraerse entre un 13 y un 20 por ciento.

El Banco Mundial estima una caída de 5,2 por ciento de la actividad económica internacional y de un 6,2 por ciento del producto interno bruto per cápita para 2020. Esta última será la caída más alta desde 1870. Según estos pronósticos en las economías de ingresos altos la contracción será del 7 por ciento, mientras que América Latina será la región con la caída más pronunciada, alcanzando el 7,2 por ciento.

Por su parte, la CEPAL pronostica para América Latina una contracción de la actividad económica del 5,3 por ciento y casi 30 millones más de pobres, para llegar a los 215 millones de personas que viven en situación de pobreza y a 83 millones que lo hacen en pobreza extrema, un 35 y un 14 por ciento de la población total respectivamente; consolidándose como la región más desigual del planeta. Para el caso de Cuba se estima una caída de la actividad económica del 3,7 por ciento.

Todos estos pronósticos deben ser tomados con cautela, solo como referencia, pues los acontecimientos aún se encuentran en pleno desarrollo. Algunas de estas instituciones internacionales ya anuncian la necesaria revisión a la baja de estas proyecciones.

La crisis provocada por la pandemia se manifestará en lo sanitario, en lo económico y en lo social, y afectará de una u otra manera a todos los países del mundo, independientemente del modelo económico que profesen. La recuperación exige creatividad, colaboración y cooperación, aprovechar el multilateralismo e intensificar la solidaridad a nivel global. Por sí solo, difícilmente algún país se recuperará.

El efecto en la dinámica del PIB en lo que resta de año y el próximo dependerá, entre otros factores, de la magnitud y duración de la pandemia y la sostenibilidad que su manejo brinde para la reapertura, siempre gradual, de la actividad económica en el entorno de la llamada «nueva normalidad». En este aspecto Cuba muestra resultados alentadores, pero no son suficientes. La evolución internacional jugará un rol fundamental. El desarrollo de los acontecimientos en ambos planos determinará la dirección que deben tomar las acciones y medidas para la reactivación de la actividad económica.

CLC: ¿Consideras que el peso de lo externo en la situación actual (bloqueo y Covid) debe ser un motivo para la «pausa» o para la «prisa»?

CPS: La viabilidad del modelo económico implementado en cada país contribuirá y matizará su situación particular.

La necesidad de actualizar y perfeccionar el modelo económico cubano es una urgencia consensuada varios años antes de la irrupción de la pandemia. Acometerla es un mandato del soberano.

Como ya ha sucedido, la administración estadounidense también utilizará el bloqueo para incidir negativamente en los esfuerzos de nuestra nación para enfrentar y atenuar los impactos de la pandemia en nuestra situación sanitaria, económica y social. La falta de ética y humanismo de la administración Trump tratará de sacar provecho.

Por tanto, un riguroso análisis de la realidad cubana demanda reconocer y condenar el bloqueo. Sin embargo, no resulta suficiente si no se identifica de manera explícita que el fundamento ideológico que anima su aplicación, permanencia y progresivo recrudecimiento es el mismo que estimula el abandono de la planificación y se esmera en presentar a la propiedad privada como la vía fundamental para alcanzar el desarrollo y destrabar las fuerzas productivas, desconociendo o relegando a un segundo plano la potencialidad del sector estatal y el significado de la propiedad social sobre los medios fundamentales de producción para la construcción de nuestro proyecto de nación.

Ante la nueva situación internacional y el oportunista recrudecimiento del bloqueo y de sus presiones políticas en busca de concesiones de nuestra soberanía e independencia, ¿seríamos dogmáticos si mantenemos nuestra apuesta a la planificación centralizada y al predominio de la propiedad social sobre los medios fundamentales de producción de bienes y servicios? Te aseguro que no.

Enfrentemos el reto de subsistir y a su vez transformar nuestra economía y destrabar nuestras fuerzas productivas en las circunstancias actuales con integralidad, coherencia y agilidad. Recuperemos el tiempo perdido e imprimámosle eficacia a nuestras acciones. Pero no olvidemos ni subestimemos las trabas derivadas de la realidad mundial contemporánea. No nos desanimemos. No lo hicieron los mambises, tampoco la Generación del Centenario.

Fuerzas externas o naturales no podrán paralizarnos; desafiémoslas sin obviar o subestimar las consecuencias y condicionantes que las acompañan. Habrá que enfrentar la crisis con soluciones para la coyuntura, de sobrevivencia, pero en función de lo estratégico. Debemos acelerar la implementación de lo consensuado y aún pendiente, rectificar desviaciones e incorporar los aspectos novedosos que nos imponen la evolución de los acontecimientos y el paso del tiempo. Será un proceso complejo, pero no imposible. Integralidad, coherencia, inclusividad, sistematicidad y gradualidad constituyen premisas básicas para la acción.

Para garantizar el éxito de la transformación del panorama económico y social no basta con identificar y consensuar las medidas, es necesario profundizar el estudio y lograr consenso sobre la secuencialidad, desde una perspectiva integral, en su implementación.

Esto último aún no se aprecia con claridad en el accionar del gobierno y tampoco en el debate académico sobre el tema. Insisto en esto por su importancia; la implementación de las medidas adecuadas con una secuencialidad inadecuada propiciará el surgimiento de nuevas distorsiones y la profundización de las ya existentes, no solo en el plano económico, sino también en lo político y social.

Como activos para esta tarea tenemos nuestra historia, nuestros valores y los documentos rectores mencionados. Trabajemos unidos por lograr prosperidad, sostenibilidad y democracia, garantizando soberanía, independencia y socialismo.

Internalicemos de manera consciente el legado contenido en el concepto de Revolución. Una recomendación adicional, escuchemos con serenidad y profundidad la canción «Mi casa», de Tony Ávila.

CLC: Gracias Carlos. En la próxima entrega profundizaremos sobre otros temas, en especial sobre los retos de la planificación en Cuba. Hasta entonces.

Fuente: https://medium.com/la-tiza/ante-el-bloqueo-y-la-covid-cu%C3%A1l-transformaci%C3%B3n-qu%C3%A9-modelo-c69115d5139