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Ante la prepotencia imperialista se impone la dignidad

Fuentes: Rebelión

Sin dejar de recordarle a Gustavo Petro que debe demandar a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en particular y al poder hegemónico en general que dejen de ver como botín los recursos naturales de Suramérica y como siervos del Norte a sus soldados y civiles, hay que exigir, junto a él, ciudadano del mundo y presidente de Colombia, el cese del genocidio en Gaza.

Sin dejar de exigirle también que reconozca que el empeño en sembrar de gobiernos entreguistas el hemisferio occidental del planeta determina la agresión contra Venezuela, hay que unirse a toda voz que grite que Estados Unidos no tiene derecho a desplegar miles de militares en la zona del Caribe para convertirla en escenario de operaciones militares cuyos protagonistas son de todos conocidos y cuyas víctimas es imposible identificar con precisión.

Identificar al poder hegemónico como agresor y saqueador es manejar la definición correcta, no importa quién ocupe el sillón principal en la Casa Blanca, pero no por eso deja de tener razón Gustavo Petro al exigir respeto a Donald Trump.

La prepotencia imperialista define la relación de Estados Unidos con la Europa sumada como socio de segunda categoría a proyectos de agresión militar y como partícipe con certificado de permiso en proyectos de saqueo. El reconocimiento del poderío militar de Rusia y de la fuerza económica de China, así como la emergencia de otras economías, determina la aplicación de nuevas medidas de control hacia países subdesarrollados de todo el planeta y particularmente hacia América Latina, una zona que los estrategas han definido siempre como el traspatio de Estados Unidos.

Por eso, la coincidencia con ciertas acciones y el apoyo a su discurso contra Trump sirven para recordar a un gobernante que se autodefine como bolivariano la advertencia del Libertador acerca de los males que sembraría Estados Unidos en esta América en nombre de la democracia.

Justo ahora, con miles de soldados en el Caribe en un despliegue de embarcaciones de guerra a cuyo número nadie puede poner límites, Donald Trump proclama que Gustavo Petro está relacionado con el narcotráfico. A la cabeza de Nicolás Maduro, Trump le puso precio en el año 2020 y recientemente lo duplicó. 

Los nombres de Gustavo Petro y Nicolás Maduro en la libreta de Trump le conceden permiso para incrementar la presencia militar yanqui en la zona y para subir de nivel el control político. ¡En dos países ricos en recursos naturales y que han figurado por décadas entre las piezas apetecidas por el imperialismo!

Habla Donald Trump, quien se expresa como desquiciado, ambicioso, mentiroso y calumniador y es conocido como el hombre que nunca ha tenido reparos para convertir en mercancía cualquier objeto o persona, pero lo hace en nombre de un poder que ha echado a un lado los expedientes judiciales, que ha desconocido acusaciones de todo tipo en su contra y que lo ha llevado a la Casa Blanca sin sacarle cuenta de violaciones a leyes de Estados Unidos que tienen que ver con el manejo de información confidencial y hasta con la estabilidad del sistema.

Esto solo se explica en la misión de dar continuidad al saqueo y de colocar en una etapa superior la lucha por la hegemonía.

En su retorcido discurso, el que le han elaborado los estrategas imperialistas, Venezuela y Colombia deben ser arrebatadas al narcotráfico, Canadá es un desastre que debe anexarse a Estados Unidos, México tampoco puede administrarse solo, y, como no es suficiente la guerra de aranceles, hay que recurrir al control político, económico y militar de estos países, hay que comprar Groenlandia (aunque Dinamarca no la tiene en venta) apropiarse de las tierras raras de Ucrania, las de la isla de Santo Domingo y las de otros lugares… ¿Es posible manejar un diseño de dominación de esta magnitud en el principal asiento de la Casa Blanca sin consentimiento del poder permanente? 

¿Qué piensan Gabriel Boric, Lula Da Silva y Yamandú Orsi? Sería interesante saberlo, porque nadie sabe quién será el próximo acusado.

Las contradicciones en la política interna, la inocultable magnitud de las protestas en contra de las medidas antiinmigrantes y de los atropellos a la libertad de expresión, hacen que Donald Trump busque enemigos en cualquier lugar. 

Si no son determinantes en las ofensas de Trump las protestas identificadas con el sello de Movimiento No Kings, no es posible tampoco desconocer su importancia. La marcha de miles de personas en protesta contra el autoritarismo en muchas ciudades de Estados Unidos, no es algo que Trump quisiera que llame la atención del mundo. No es extraño, pues, que busque convertir en zona de conflicto el Caribe y el resto del mundo.

Rosa Luxemburgo, en La Acumulación del Capital, antes de definir el socialismo, definió el capitalismo:

“El capitalismo es la primera forma económica con capacidad de desarrollo mundial. Una forma que tiende a extenderse por todo el ámbito de la Tierra y a eliminar a todas las otras formas económicas; que no tolera la coexistencia de ninguna otra. Pero es también la primera que no puede existir sola, sin otras formas económicas de qué alimentarse, y que al mismo tiempo que tiene la tendencia a convertirse en forma única, fracasa por la incapacidad interna de su desarrollo. Es una contradicción histórica viva en sí misma. Su movimiento de acumulación es la expresión, la solución constante y, al mismo tiempo, la graduación de la contradicción”.

El que define la teórica del siglo XX es el capitalismo al cual Petro no le puede lavar la cara, porque, con el paso de tiempo, su esencia se torna evidente. Al proyecto de la ultraderecha hay que cortarle la marcha, y la derecha, que lo suscribe en aspectos básicos, debe ser desenmascarada… La derecha y la ultraderecha aprovechan las concesiones que les son hechas, pero no las agradecen.

En las entrañas de los pueblos nacen los elementos de su vanguardia… Lo demás es demagogia.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.