«Vida de pobre, de esperanza se sostiene, doblando el lomo, pa´ que otro doble los bienes» Garzas viajeras, de José Larralde «No asistimos en estas tierras a la infancia salvaje del capitalismo, sino a su cruenta decrepitud» Eduardo Galeano ¿Por qué existe pobreza y miseria cuando existe tanta riqueza? ¿Por qué las sociedades humanas […]
¿Por qué existe pobreza y miseria cuando existe tanta riqueza? ¿Por qué las sociedades humanas hasta hoy son desigualadoras sociales?
Preguntas filosóficas tan frecuentes que ya no llaman la atención en sociólogos, sicólogos, estudiosos del comportamiento humano en sociedad y sus organizaciones socio-económicas, parece que han aceptado tal situación y los filósofos tratan de explicarnos cuestiones que sólo ellos comprenden.
Hemos aprendido de los grandes pensadores la evolución de la formación histórica del capitalismo como organización socio-económica, hemos estudiado economía capitalista en la Universidad, hemos debatido sobre este asunto en cuanto lugares se dio. Es de común aceptación en círculos estudiosos que el capitalismo atravesó tres etapas: Comercial; Industrial y Financiera.
El economista y escritor español José Luis Sampedro afirmó que «El sistema capitalista se acaba«. Porque «La lógica del capitalismo ya no funciona». Pudiéramos repetir una pregunta a José Luis: ¿Quiénes mandan ahora? «Son unos señores que tienen el poder del dinero y fuerzan las cosas». «Quieren un poder político que además tienen, porque como financian campañas públicas o resuelven apuros, tienen agarrados a los gobiernos».
Así que, apoyándonos es tales análisis de pensadores y sobre todo sufriendo el desempeño del desarrollo del capitalismo, nos sugiere firmemente que éste ya agotó su ciclo económico (por súper producción y escasa demanda solvente, abre la compuertas a la financierización de los mercados globales) y estando en pleno desarrollo la etapa financiera se confronta contra sí misma y genera su crisis, su ruina, su colapso por inanición.
«Orientarnos en la construcción de un mundo cooperativo»
Es en ese marco de observación y análisis de la ruina del capitalismo, en su era financiera, en que, para nosotros, cooperarios, resulta vital examinar la situación actual de la humanidad a la luz de la ciencia y de la Doctrina cooperativa. Comprender la realidad del mundo actual, tal como lo hicieran los Probos Pioneros de Rochadale en el siglo XIX ante la debacle del capitalismo industrial depredador, para orientarnos en la construcción de un mundo cooperativo.
Esa realidad a la que referimos es caótica, demencial, todos los días se cambian las reglas nacionales e internacionales de convivencia pacífica, todo está dando vueltas de cabeza.
Pero nosotros, cooperarios, no vinimos a contemplar impávidamente este desastre humanitario, imputado a los privilegiados de la oferta y demanda ficticia, no, no, no vinimos a esa actitud placida, lejos de tal comportamiento, de asombrarnos o paralizarnos, avanzamos anunciando la nueva buena: El cooperativismo.
El desarrollo de las sociedades humanas cuenta en el cooperativismo su máxima alternativa de restauración humana, de sensatez, de racionalidad, de fraternidad entre los hombres y mujeres.
Se ha anotado hasta el cansancio que la manera irrespetuosa y alocada de producción agraria está acabando con la naturaleza, que por cierto reacciona e inunda con caudales briosos de ríos y riachuelos pueblos enteros.
¿Democracia? Esta palabra cada día es más hueca por imperio de la realidad que atropella y arrasa con sus instituciones dondequiera que observemos. Ante nosotros emerge la ruina del capitalismo, qué dudas caben, son sus síntomas el caos humanitario, institucional y naturaleza depredada.
En Argentina se ha hecho popular denominar al capitalismo financiero-operativamente- como la «bicicleta financiera», manera jocosa de referir al despojo de ahorros y salarios míseros, apuñalados por la deuda externa más extensa de su historia: Deuda centenaria, a 100 años.
La decadencia de un sistema o modelo productivo es estructural y global, es ya civilizatorio.
Nos enseñan los cientistas y académicos que es natural, es esperable, el desgaste de las funciones vitales de un sistema: Nos anuncia el momento exacto de renovación pacífica y amigable. Pero se oponen intereses consolidados, allí está, en esa resistencia «la madre del borrego», de las profundas causas de la generación del conflicto social, de la iniquidad («Injusticia o gran maldad en el modo de obrar», según el diccionario), de la desigualdad social instaurada a sangre y fuego.
Mientras tanto, pensemos en la acción de Robert Owen (1771 -1858), un hombre con cualidades sociales excepcionales, estimuló a los trabajadores a conquistar su dignidad a través de construir sus propias organizaciones que les provea de condiciones decentes de vida, esa institución a crear debía ser nueva e independiente de las instituciones oficiales, causantes de sus infortunios, fundaron cooperativas. Fundaron un sistema socio-económico equitativo. Fundaron el porvenir.
¡En la fraternidad, un abrazo cooperativo!
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