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Antes antisemitas, ahora prosionistas

Fuentes: Rebelión

A menos que esté dispuesto a estudiar seriamente la evolución histórica, uno podría sentirse abrumado al darse cuenta de que, hoy en día, casi todos los partidarios del nazismo son también fervientes admiradores del sionismo israelí. ¿Cómo se puede comprender una contradicción aparentemente tan evidente? Esto es lo que intentaremos dilucidar en las siguientes líneas.

Al estudiar el panorama social imperante en Europa hasta el final de la Segunda Guerra Mundial, una de las evidencias que detectamos es que un fuerte sentimiento de repulsión hacia las personas identificadas como judías impregnaba a gran parte de las poblaciones de sus países. Aunque incorrecta y completamente ajena a la lógica del análisis antropológico o lingüístico, esta aversión recibió el nombre de antisemitismo.

Así pues, aunque las víctimas de esa discriminación no tenían rasgos étnicos ni lingüísticos directamente vinculados a ninguno de los antiguos pueblos semíticos que habitaban la región de Oriente Medio en donde transcurrieron los relatos bíblicos, el término antisemitismo ha adquirido una connotación de equivalencia al odio dirigido a quienes profesan la religión judía o se identifican culturalmente como judíos. En cualquier caso, el antisemitismo es un fenómeno estrictamente europeo, puesto que surgió en Europa, generado por europeos, y para atacar a otros europeos. Hay que recordar que, desde la ocupación romana de Palestina, los judíos no habían sido blancos de fuerte persecución por parte de pueblos no europeos.

A su vez, el nazismo es una variante del fascismo. Esta nefasta ideología surgió como una respuesta extrema de los defensores del gran capital para contrarrestar el avance de las luchas obreras en la primera mitad del siglo pasado. Los teóricos del nazifascismo concluyeron que, para mantener los privilegios de clase de la gran burguesía, tendrían que atraer a sectores significativos de las masas populares, ya que los grandes capitalistas son tan solo un número muy reducido de personas y, por lo tanto, jamás podrían imponerse políticamente basándose únicamente en su propia militancia. Sea donde fuere, ¿alguien puede imaginar la insignificancia numérica de una manifestación pública de banqueros y otros multimillonarios?

Para ganarse el apoyo de gente de las capas populares, los nazifascistas deben recurrir a figuras de aspecto tosco y sin refino que puedan transmitirle a la gente más sencilla la sensación de su total desconexión con las oligarquías tradicionales. Por lo tanto, para contraponerse al avance de las fuerzas revolucionarias, los líderes nazifascistas deben mostrarse y comportarse de forma bien diferenciada de lo que es característico de las oligarquías. Así pues, cuanto más grotescos sean, tanto mejor. También es importante que no tengan reparos en usar mentiras; es decir, cuanto más mentiroso sea un aspirante a líder nazifascista, tanto mayor será su potencial de liderazgo.

Ante esto, no sorprende que las organizaciones más rabiosas en la defensa de los intereses del gran capital y enemigas mortales de la clase trabajadora busquen apropiarse de nombres y símbolos tradicionalmente vinculados a sectores del campo popular. No fue casualidad que el partido más profundamente asociado con los principales conglomerados capitalistas de Alemania se llamara Partido Nacional Socialista Obrero Alemán. Sí, hablamos del Partido Nazi, que odiaba todo lo relacionado con la clase trabajadora y el socialismo. En otras palabras, el nombre y la terminología son lo de menos. Lo que realmente importa son los objetivos que uno pretende alcanzar. Y el propósito del nazifascismo siempre ha sido preservar los privilegios de los grandes grupos capitalistas.

Otro de los puntos que los ideólogos nazifascistas consideraban esenciales para conquistar apoyo masivo para sus filas era la necesidad de crear enemigos comunes contra quienes direccionar la furia de las masas bajo su influencia. Para los nazifascistas, es imprescindible que siempre haya chivos expiatorios para saciar la sed de odio que les infunden en las masas.

Las circunstancias específicas de cada momento determinarán quiénes desempeñarán el papel de chivo expiatorio. Un grupo humano que ya haya ejercido tal función en el pasado puede dejar de ejercerla si las condiciones del contexto cambian. Por ejemplo, en la Europa de la primera mitad del siglo XX, las masas de trabajadores judíos constituían un conjunto que atendía los requisitos del gran capital europeo. Es que, en aquel entonces, enormes contingentes de trabajadores judíos estaban activamente envueltos en la lucha por las transformaciones sociales destinadas a acabar con el capitalismo. Por ello, convertirlos en enemigos comunes de toda la población satisfacía plenamente las aspiraciones de los señores del gran capital.

Sin embargo, hoy en día, la realidad fáctica es completamente distinta. Europa ya no cuenta con un número expresivo de trabajadores judíos. Esto se debe al hecho de que millones de ellos fueron exterminados durante el curso del nazismo, y la mayoría de los sobrevivientes fueron inducidos a abandonar sus países de origen para establecerse en Palestina, con el fin de constituir el Estado de Israel, un proyecto colonialista típicamente europeo.

Aun así, los dueños del capital no han abandonado sus esfuerzos por encontrar chivos expiatorios. Éstos siguen siendo un recurso indispensable para garantizarles a los grandes capitalistas la manutención de sus privilegios. Empero, en ningun lugar del planeta – permítanme repetirlo para que no quede ninguna duda sobre lo que quiero expresar – los judíos se encuentran hoy día entre los grupos elegidos para servir como blancos del odio público generalizado. En Europa, por ejemplo, las víctimas de la furia nazifascista del gran capital son ahora, principalmente, inmigrantes africanos, latinoamericanos o de países árabes. Ya no hay masas populares judías que cumplan con el requisito numérico para desempeñar esta función.

Por otro lado, el sionismo vino a ser el instrumento ideológico más eficiente para que la gran burguesía judía impulsara sus proyectos de expansión. Y, tras la conclusión de la Segunda Guerra Mundial, los grandes capitalistas sionistas se integraron umbilicalmente a sus congéneres de casi todos los países capitalistas actuales. Entonces, ya no hay ninguna razón para que las huestes de sirvientes del capitalismo direccionen sus ataques hacia los judíos. Por el contrario, lo que se nota hoy en día es una identificación casi total de los nazifascistas con los propósitos del sionismo israelí.

Para el brasileño que tenga alguna dificultad en concebir esta simbiosis entre nazifascismo y sionismo, es recomendable repasar la situación prevaleciente en Brasil en la actualidad. Por aquí, esta corriente ideológica del gran capital se expresa fundamentalmente a través del bolsonarismo. Es el bolsonarismo la vertiente ideológica brasileña que expresa con mayor claridad todo lo que el nazifascismo suele significar en otras partes. El nazifascismo-bolsonarismo también es furibundamente enemigo de todo lo que significa avance y autonomía de la clase trabajadora. Con todo, al igual que sus matrices europeas, los bolsonaristas también necesitan presentarse como si fueran gente de afuera del sistema, gente sencilla del pueblo.

Así, para conducir un movimiento de tales características en Brasil, habría que encontrar a alguien que reuniera todas las escorias que la desigualdad y las injusticias sociales provocan en buena parte de nuestra población: ignorancia, resentimiento, ausencia de espíritu solidario, apego a la mentira, caradurismo, etc. En lo que atañe a estos aspectos, debemos admitir que la versión brasileña de liderazgo nazifascista logró superar a todas las demás, incluidas sus matrices alemana e italiana.

El bolsonarismo también logra destacarse por su servilismo en su rol de guardián de los intereses del gran capital. Si el nazismo alemán era decididamente una ideología al servicio del gran capital centrado en Alemania, el bolsonarismo coloca al de los Estados Unidos en primer lugar. No obstante, para atenerse a la tradición mentirosa del nazifascismo, evidentemente, los bolsonaristas nunca admiten que son los más abyectos entreguistas de nuestra patria. Si nos dejáramos guiar por sus palabras, ellos compondrían el núcleo más patriótico de nuestra nación.

Del mismo modo, aunque son seguidores empedernidos de los principios rectores de la ideología nazifascista europea, los bolsonaristas también están en la primera línea de apoyo al sionismo israelí, incluso en lo que concierne al genocidio del pueblo palestino. En este momento, por aquí, los chivos expiatorios de los bolsonaristas son las poblaciones más pobres de nuestras periferias, a las que ellos quieren aniquilar, supuestamente en beneficio del «honor y la moral de la familia».

Por lo tanto, en vista de lo que hemos tratado de exponer, no hay nada realmente contradictorio en el hecho de que los nazifascistas-bolsonaristas estén ahora alineados con el proyecto del sionismo israelí. Es que todas estas variantes ideológicas de la extrema derecha representan, en esencia, las aspiraciones e intereses de quienes detentan la propiedad y el control del gran capital. El odio al judío que caracterizaba a Europa hasta mediados del siglo pasado no se corresponde en absoluto con la situación actual, en la que el gran capital se ha fundido ideológicamente en las corrientes neoliberales que aglutinan el nazifascismo, el sionismo, el bolsonarismo y otras líneas análogas de otras regiones.

Para concluir, conviene hacer una observación para impedir que se repita una habitual tergiversación de aquello que buscamos expresar. El nazismo fue, en su momento, el proyecto de la alta burguesía alemana para imponerse al resto del mundo, pero nunca significó al pueblo alemán en su conjunto. Algo parecido podría decirse del fascismo, en Italia. A su vez, el bolsonarismo siempre ha sido un instrumento de los grandes capitalistas entreguistas de Brasil, pero nunca puede ser identificado con el pueblo brasileño. En cuanto al sionismo, es la ideología que expresa toda la voracidad de los grandes capitalistas israelíes, y no a las comunidades judías de ningún lugar.

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Publicado originalmente en portugués en:

– https://www.viomundo.com.br/politica/jair-de-souza-antigamente-antissemitas-hoje-pro-sionistas.html

– https://www.brasil247.com/blog/outrora-antissemitas-hoje-pro-sionistas

– https://desacato.info/outrora-antissemitas-hoje-pro-sionistas-por-jair-de-souza/

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.