El 20 de agosto se cumplió un año más del atróz asesinato de León Trotsky. No me entero aun si alguien se ocupó de poner una flor delante de la bandera de la Hoz y el Martillo que custodia sus restos. No importa, será que no estamos preparados para enterrarlo. Será que todavía todos los […]
El 20 de agosto se cumplió un año más del atróz asesinato de León Trotsky. No me entero aun si alguien se ocupó de poner una flor delante de la bandera de la Hoz y el Martillo que custodia sus restos. No importa, será que no estamos preparados para enterrarlo. Será que todavía todos los revolucionarios no acabamos de saber a quién asesinó Raúl Mercader en Coyoacán.
A los muchos que me repiten: «quieres revivir a Trotsky», les repito hasta la saciedad y cada vez con más vehemencia: Lo tendrán que volver a asesinar, y esta vez búsquense mejores y más sofisticados instrumentos.
Y es así. En este 20 de Agosto, a 64 años de su muerte está el viejo León más vivo que nunca. Y no es porque más personas lo recuerden, sino porque más personas necesitan recordarlo. La vida es un capricho de la necesidad y el viento anda soplando a la izquierda.
Pocos días atrás comenzó a despertar América. Fuimos la Bella Durmiente y ya nos sobran los besos para levantar la mirada. ¡Qué no duerma más esta doncella mestiza!
Se pulsa Caracas como capital de la izquierda mundial y de seguro toda bandera, todo color, toda imagen que recuerde los pasados tiempos son en este instante la misma bandera. Están el julio de Francia, el noviembre ruso, el enero cubano. Estará la España internacionalista e inédita de los años 30, los claveles de Portugal, Allende… todavía en la Moneda y muchas más. Unos perdidos, otros en pie, pero por una vez juntos. Juntos los que podemos estar juntos. El tiempo para la reforma y la coexistencia con la burguesía llegan a su fin.
Muy pocas veces en tanto batallar se han solapado de una buena vez la lucha por independencia económica, la lucha contra la corrupción, y la lucha por la justicia social…
Y esto no es casualidad. Después de tanto confundirnos con falsos guiñitos de globalización, neoliberalismos y extintos fósiles socialistas emerge la verdad como un arco iris después de la copiosa lluvia.
Tengo la certeza que la caída del muro de Berlín ha sido una fortuna. Fue una pena que no haya sido antes. El maravilloso Eduardo Galeano lo dijo alguna vez más o menos así: «No es nuestro muerto ¿a qué llorarle?» Nos ha dejado libre el camino para la acción revolucionaria, sin interferencia de Moscú como amo de la izquierda mundial. El compromiso es ahora sólo con nuestros pueblos y nuestras conciencias.
Un sabio alemán dijo un 17 de marzo de 1883 al despedir el duelo de su mejor compañero: «El hecho tan sencillo, pero oculto hasta entonces en la maleza ideológica de que el hombre necesita, en primer lugar comer, beber, tener un techo y vestirse, antes de poder hacer política, arte, religión etc. que por tanto la producción de los medios de vida inmediatos, materiales, y por consiguiente, la correspondiente fase económica de desarrollo de un pueblo o de una época es la base a partir de la cual se han desarrollado las instituciones políticas, las concepciones jurídicas, las ideas artísticas (…) y con arreglo a la cual deben, por tanto, explicarse y no al revés como hasta entonces se había venido haciendo.»
Eso se nos ha olvidado y hemos pretendido hacerlo al revés. Esta es una verdad tan esencial como la ley de la imposibilidad de un móvil perpetuo. Marx hizo un descubrimiento… no inventó nada. Sólo es posible luchar a fondo por cualquier reivindicación política, territorial, racial, incluso moral si se enfrenta, en última instancia, a través de la lucha de clases. Y subrayo en última instancia.
Hay asuntos para los cuales no hay términos medios. Ya se ha probado de todo. Y hemos desperdiciado mucho tiempo y dinero esperando que la Tierra decida girar en el otro sentido. ¡Ya ven a dónde hemos llegado!: La legendaria Atenas se llena de luces y soldados. ¡Quién le diría a nuestros antepasados griegos que ni siquiera cada cuatro años dejamos de empuñar las armas! Con pretextos más pueriles cada vez, y con destrozos más feroces acaban con el Medio Oriente, tan legendario como la ciudad helénica. Compiten en estas Olimpiadas más soldados que atletas. Dopajes, mercantilismos, banderas trocadas y muchos aviones y armas para cuidar que alguien pueda disponer de un gol limpiamente o que una marca sea real. Ah ¡Estos conservadores que al decir del profeta Carl Sagan, «no se sabe a ciencia cierta que es lo que estarán conservando!»
Pero sigamos la ruta de Carlos Marx…. Tan sólo para variar… Es una ruta implacable. La sociedad burguesa es corrupta de per se. Por más honrado que seamos o queramos ser, llegaremos a ser ladrones, si no logramos mirar más allá de nosotros mismos. Robamos algo que se llama plusvalía. Y ese robo más el otro y el otro da al traste con este monstruo que es el imperialismo. No hay forma de escaparse. La herencia que le dejamos a nuestros hijos está preñada de mentiras, sudor y sangre aportada silenciosamente por buena parte de la humanidad, de esa que está del lado contrario de la barra, y se llama proletariado, el cual no tiene nada que perder y sí un mundo que ganar, como grita El manifiesto comunista. Es la clase social que tiene en sus manos y su corazón la fuerza única para construir la nueva sociedad. Que sólo es de él el Reino de este Mundo Y son siempre los mismos. Amén de cualquier definición el proletariado seguirá siendo en principio, aquella clase social que con su trabajo hace crecer las alcancías de los mismos explotadores de todos los tiempos. Este descubrimiento cambió la ruta del mundo. Este descubrimiento nos colocó por vez primera con un arma concreta, y ha convertido en una sola nuestra batalla.
Es igualmente explotado un obrero en Londres que uno en Irlanda del Norte. Son más explotados los obreros católicos de Irlanda del Norte, sin dudas, pero serán siempre los trabajadores de Londres quienes más puedan llegar a trabajar por los de la Irlanda del Norte, por más que nos cueste entenderlo. A los trabajadores de Israel tendremos que comprometerlos con el sufrimiento del pueblo palestino, serían sus mejores aliados. Así mismo son explotados en Pakistán, donde parece ser que los hombres han aprendido a ser tan frágiles como una rosa y tan agudos como sus espinas. En Euskadi, por ejemplo, y en Cataluña siguen con la misma maña de robar al proletariado Los trabajadores de Madrid pudiesen ser los abanderados de esta lucha. No es tan complicado.
¿Y China? Me explicó una camarada que en China también nos hemos olvidado de Carlos Marx. ¿China es socialista porque lo dice el partido? ¿Qué partido? ¿En nombre de quién habla ese partido? ¿Existe la revolución socialista en China? Esa camarada me ha dejado pensando. No sé esas respuestas. Pero de seguro estarán los trabajadores en China. Y esos trabajadores están enlazados con todo el mundo.
Cuento con los trabajadores del hermoso pueblo norteamericano para salvar mi revolución; para liquidar el bloqueo, para liquidar las mentiras sobre nosotros. Ese pueblo que logró convocarse durante un fin de semana con Fahrenheit 9/11 será uno de los protagonistas en la preservación de la revolución cubana.
Y Estados Unidos que cuente con la revolución cubana, para retomar aquel país venturoso e internacionalista que tratan de liquidar.
Y así en todas partes. Apenas unos ejemplos.
Y si así no fuese no habría manera de unir al proletariado y la frase final del manifiesto la deberíamos exterminar.
No se me escapa que las particularidades de cada lugar perfilan la lucha en diferentes formas, que en las regiones más pobres del planeta el enemigo se ensaña más, que en nuestro actuar concreto debemos tener en cuenta estas diferencias. Pero es eso: Tenerlas en cuenta y no convertirlas en barreras.
Menos aun se me escapa que hay injusticias concretas contra las cuales debemos ser los primeros en dar la vida. El Che le dijo a sus hijos antes de emprender el sueño de la revolución latinoamericana: «Sobre todo sean capaces de sentir en lo más hondo cualquier injusticia cometida contra cualquiera en cualquier parte del mundo. Es la cualidad más linda de un revolucionario.» Sí. Creer en la lucha por la revolución mundial no excluye, todo el contrario, soporta la lucha contra todas las injusticias locales y particulares. Los comunistas debemos aprender a estar fuera de las trincheras académicas y leer más en el libro de la historia y de los acontecimientos. Y lanzarnos de bruces como parte primordial del pueblo. Se volverían nuestros programas, y libros burbujas de aire si no lo entendemos así. Veamos un caso que ejemplifica esto:
Julio Antonio Mella fue sin duda alguna el revolucionario y agitador político más importante del Caribe durante la década del 20. Fundó la Federación Estudiantil Universitaria; fundó la Liga Anticlerical, La Liga Antiimperialista, La Universidad Popular José Martí. Pero fue además, y precisamente por eso, fundador del primer Partido Comunista de Cuba; para hacerlo no tuvo que desechar una sola idea de José Martí, sino llevarla hasta sus últimas consecuencias En ese primer Partido Comunista, Martí fue sin duda el miembro de honor.
Según dijo Fidel, Mella «fue el cubano que más hizo en menos tiempo».
Mella fue el más auténtico revolucionario porque comprendió mental y sentimentalmente las ideas del socialismo. Logró a su vez ser el más convincente comunista del Caribe por lograr ser el revolucionario más consecuente y el luchador social más comprometido.
El dictador Machado no conoció enemigo más peligroso. Las tendencias estalinistas del PCC tampoco.
De hecho Machado ordenó su muerte en México. Mella no tuvo que dejar de ser el mejor cubano para ser el mejor comunista ¡Todo lo contrario! Fue el mejor comunista por ser el mejor patriota cubano.
Hay una diferencia esencial entre patriota y chovinista. El patriota enmarca a su país en el contexto de conflictos internacionales, el chovinista es un «aldeano vanidoso» que piensa que el mundo termina en sus fronteras.
Julio Antonio Mella, emblema de la juventud comunista de Cuba, fue el primer alumno de José Martí. De Mella tendremos todavía más que hablar.
Pronunció las siguientes palabras defendiendo precisamente el pensamiento de José Martí:
«Los revolucionarios de la América que aspiran a derrocar las tiranías de sus respectivos países, no pueden desconocer esta verdad; los que aparenten desconocerla es porque su ignorancia, o su mala fe, les impide ver la clara realidad. No se puede vivir con los principios de 1789; a pesar de la mente retardataria de algunos, la humanidad ha progresado y al hacer las revoluciones en este siglo hay que contar con un nuevo factor: las ideas socialistas en general, que con un matiz u otro, se arraigan en todos los rincones del globo.»
Este globo está a punto de suicidarse en medio de tanto desconcierto. Repleto de tantos autos, tantas bolsas de plástico, guerras, terrorismo y sobre todo tanta estupidez.
¿Qué es peor: la guerra o los terroristas? ¿El eje del mal o el eje del bien? ¿Es que al menos tenemos un eje?
El viejo alemán lo explicó muy sencillo, pero hemos perdido el hábito de razonamiento, envueltos en tanta televisión barata llena más de cables que de ideas; tanto papel de baño hambre, corrupción y desesperanza.
Sin conocer a Carlos Marx es posible llegar a sus mismas conclusiones. «Un pedazo de pan y un vaso de agua no engañan nunca», dijo José Martí antes de conocer a Marx. Y a nosotros ¿quién nos está engañando? El imperialismo en primer lugar. El estalinismo en segundo término, ése que recurrió al asesinato un 20 de agosto, que se refleja incluso dentro de las organizaciones comunistas y sutilmente, sin darnos cuenta, nos atomiza.
La derecha se ha quedado sin palabras en esta batalla. En sus manos la humanidad ha estado a punto de desaparecer. ¿Y la izquierda? ¿Quién es la izquierda? ¿Cuál es su opción? ¿Quién mató a Trotsky? ¿Lo mató el enemigo? ¿Dónde colocamos a Stalin: a la derecha o a la izquierda?
El 20 de agosto nos da algunas pistas. Acudamos a la escena del crimen y observemos el engaño en que vivimos por más de siete décadas. ¿Por qué nunca se habló en los llamados países socialistas del 20 de Agosto? Porque el estalinismo como forma de hacer se apodera de todo. Es un status quo, no ha desaparecido. Es un virus que nos persigue sutilmente.
Engels dijo en el discurso frente a la tumba de Carlos Marx que Marx»fue el hombre más odiado y calumniado de su tiempo». Pues bien: León Trostky lo ha sido todavía más. Pues fue calumniado por el imperialismo y por millones y millones de comunistas que se dejaron arrastrar sin querer por los cantos del estalinismo. Por eso la víctima del estalinismo no fue solamente el morador de la casa de México. Hubo otro intento de asesinato en Coyoacán: Con Trotsky intentaron asesinar la idea de la Revolución. En gran medida se consiguió confundirnos.
Pero por suerte esas ideas no se pueden matar. El asesinato de León Trostky constituyó el intento de asesinar la palabra dentro de la revolución socialista. Y la palabra es el arma más poderosa con que contamos.
Sigo diciendo que la verdad en historia es tan elemental como en la naturaleza.
Aunque no conozca usted los «principia» de Newton no tire su copa de vino, pues la fuerza de la gravedad se haría cargo de ella; de igual manera, aunque no conozca usted los crímenes políticos de Stalin, no trate de establecer el socialismo en un solo país, pues como la copa de vino derramará la esperanza de generaciones enteras. El Che no creyó en Stalin, aunque lo haya dicho alguna vez. Se lanzó a la conquista de la felicidad de mi continente por razones que tienen que ver más con este 20 de Agosto que con cualquier otra cosa, lo supiera el Che o no.
El estalinismo, más que el propio Stalin, que ya es decir suficiente, nos ha confundido a todos. Mataron a Trotsky y prácticamente la historia lo pasó inadvertido. Tuvo que derrumbarse la URSS y el socialismo europeo para hacernos levantar la vista y darnos cuenta que la copa de vino se había caído y había manchado la alfombra y ya es bien difícil quitar la mancha… Una de esas manchas cayó en México hace 64 años, sobre la cabeza del mejor de los leninistas. El estalinismo nos hizo creer que era en nombre de la revolución. Pero la única revolución que es posible es precisamente la que se trató de asesinar. Aunque parezca fantasmagórico, el que confiscó las ideas del marxismo cayó en su propia trampa. No le fue suficiente asesinar tanta gente, tanta palabra, tanto buen propósito. Yace inerte sin URSS y sin el socialismo. Al menos en México la bandera roja protege nuestros esfuerzos.
Como el dragón de las mil cabezas, la Revolución. Permanente renace cada vez que queremos tronchar una de ellas.
«Al fin solos», después de siete décadas perdidas para pensar en lo que significa este 20 de agosto. ¡No! Y ni una palabra sobre lo bueno que fue el estalinismo en relación a la segunda guerra mundial. Stalin nos entregó al fascismo en bandeja de plata. ¿Que la URSS ayudó a la joven revolución cubana? ¡No! Mi revolución ha perdurado a pesar incluso de la Unión Soviética.
Fidel lo dijo una vez cuando andábamos todos con hambre y mucha incertidumbre, precisamente cuando se desmerengó la URSS (usando las mismas palabras del Comandante):
«¿Nos quieren regalar a Lenin? Entonces es nuestro». Hubo en Cuba una Arca de Noe anónima con las más puras ideas del socialismo. Y en esas ideas está Trotsky. Quién salvó a mi revolución (digo mi revolución), quien hizo triunfar la revolución bolivariana de Venezuela fueron las ideas de la revolución permanente. Ni un segundo le doy a la revolución de Chávez sino sigue en el triunfo con aquellos propósitos que nos hizo ganar el 15 de agosto. No es necesario que Chávez ni su pueblo suscriban que su revolución deba ser socialista. Eso no es importante. Ni que tome ésta o aquella medida para cumplir peticiones a unos cuantos sectarios. Lo que sí sé que si pretende levantar de forma absoluta y valiente su constitución e incluso el Evangelio de los pobres, tendrá que enfrentar, incluso aunque él mismo no sé de cuenta, una lucha de clases. Y si esa revolución es verdadera, como creo que lo es, continuará con su convicción en la importancia de la revolución en América Latina y de ahí al mundo.
Sin un compromiso de clase volverá Bolívar a arar en el mar. Chávez debe sostener la copa de vino de Bolívar. Si no es así, volveremos todos a arar en el mar. Y no habrá ni vino, ni revolución. Chávez, si lo ayuda su Dios, debe seguir mirando fuera de sus fronteras. Las fronteras de Venezuela son las fronteras de mi delgada isla, y no terminan hasta el lejano Oriente. Para los revolucionarios no existen las fronteras. Apenas son una ocasión para las Olimpiadas.
Hoy en día, después de tanta manipulación por unos y otros, hay una sola manera de ser auténticamente cristiano, de ser auténticamente patriota, hay una sola manera de luchar por la igualdad: Ser revolucionario. Por eso mataron a Trotsky: por ser revolucionario.
¡Que lo sepan los jóvenes! Esgrimamos frente a ellos una actitud viril ante la historia. No sometamos a nuestros hijos a tener que pasar cursos en Harvard y La Sorbona para después pedirles que no piensen. Pensar, dudar y cuestionar son las banderas primordiales de una verdadera juventud comprometida con el futuro.
Se suponía que Stalin había decidido la historia de la URSS ¿Qué quedó de ese país que no fuese la mafia, la corrupción y el desencanto? Se supone que la URSS ayudó a Cuba en su lucha contra el imperialismo. ¡Para nada! La revolución cubana fue salvada por el pueblo cubano y los principios internacionalistas de Martí, el Che y Fidel ¿Entonces que fue lo que salvó la URSS? Trató de salvar el socialismo dentro de nuestras fronteras. No pudo. No pudo salvar el socialismo dentro de sus propias fronteras, simplemente porque es imposible El socialismo en un solo país es imposible de igual manera que es imposible detener a capricho la expansión del universo.
Un mundo mejor no es sólo posible, es una urgencia, si optamos por no volver a la barbarie… Quieran o no, la revolución socialista con todas las cintas y lazos que le pongan es la única alternativa hasta el momento. Y además es la más hermosa y cautivadora de todas las alternativas.
Y basta con que me digan que el socialismo está maltrecho. El socialismo no ha triunfado todavía. Han triunfado revoluciones socialistas. Y no tantas. Me enorgullezco de haber crecido en una de ellas. El socialismo es el futuro, buena noticia, todavía no ha acontecido
Entonces demos un voto de confianza para el Jefe del ejército Rojo. Démosle la palabra.
De lo que dijo dos principios nada más les propongo: internacionalismo y revolución permanente.
Esos dos conceptos son tan imprescindibles para la el socialismo como el hidrógeno para la molécula de agua. El universo estalló hace más de 15 mil millones de años. La Luna gira porque es una prisionera gravitacional; si dejamos de ser infantiles, podrán nuestros nietos ver algún que otro elefante y alguna ballena producto de la selección natural. La genética y la clonación son una verdad más allá de nuestras voluntades llorosas: De igual manera el internacionalismo y la revolución permanente son condición necesaria para el socialismo. La lucha por el socialismo es la única alternativa que tiene la humanidad si de verdad tiene en su agenda planes para sobrevivir .
Camaradas todos: Se cierne sobre nuestros pueblos el fascismo, la pobreza y la injusticia y lo que nos administran a cambio es la somnolencia y los parches a nuestras heridas. No lo permitamos.
La juventud ama por naturaleza la revolución. Todos los jóvenes llevan en el alma la semilla del cambio y del altruismo. Pero no hay joven que pueda ser convocado con medias verdades que siempre son mentiras, sectarismos inútiles y patrioterismo. Así se construye cualquier sociedad menos la socialista.
Lo que desató la URSS después de Lenin fue cualquier cosa menos socialismo. El socialismo es sinónimo de inteligencia, voluntad, acción, contestación y nunca servil disciplina. Rosa Luxemburgo lo dijo: «El socialismo no es, precisamente, un problema de cuchillo y tenedor, sino un movimiento de cultura, una grande y poderosa concepción del mundo».
¡Los jóvenes son socialistas por nacimiento! Nosotros los convertimos en reaccionarios por nuestras propias dudas.
Ahí delante de nuestras narices está la revolución en Suramérica… Una cosa sí es clara: no va a esperar porque nos demos cuenta. Dijo José Martí: «De las venas hay que sacarse la podre. La sangre mala ha de salir, y hay que abrirse las venas, las venas hinchadas se abren o se ahogan. O se le abre cauce a la Revolución o rompe la revolución sin cauce.»
Brindémosle el cauce a la revolución.
Y no nos basta con saber la verdad. En el mismo discurso que he citado de Engels, éste señala: «Marx era ante todo, un revolucionario». El Che dijo lo mismo: «Primero dejar de ser que dejar de ser revolucionario». Comprometer a la juventud con la revolución mundial es la tarea número uno para todos los comunistas. Sin esa juventud no tenemos nada que hacer. Con ella lograremos definitivamente tomar el cielo por asalto.
El 20 de Agosto es día de desenvainar la espada. Stalin anda bien muerto en una región del mundo que supuso dominar. Lancemos al estalinismo el mismo sitio.
Trotsky, sin embargo, está luchando, junto a Marx a Lenin, al Che… Sólo falta que nos unamos e integremos nuestras diferencias en proyectos comunes.
Mella lo dijo evocando al unísono dos lemas similares al invitarnos a luchar: «…reafirmándonos en los dos principios enunciados: «Proletarios de todos los países, uníos», y «Juntarse, es la palabra del mundo». Reafirmándonos, no teóricamente, sino prácticamente, aplicando la idea al medio.»
La segunda frase es de José Martí.
«Los comunistas no tenemos más patria que el mundo», dijo también Mella, y además tenemos toda la fuerza de la verdad y las armas más hermosas para enseñarla.
El 20 de Agosto debe convertirse en día de combate. Utilizando al imprescindible Silvio Rodríguez, pudiera yo decir que el pensamiento que trataron de borrar en México un día como éste «es un libro salvado del mar» y Trotsky «es un muerto que aprende a besar».
Renace Trotsky. Sólo debemos afilar la punta del lápiz, desempolvar el fusil y llenarnos de un auténtico compromiso de amor.
¡Proletarios de todos los países uníos!