Si de algo tenemos certeza, al menos yo estoy pensando seriamente en ello, es que, tanto el capitalismo como el socialismo están en deuda con la humanidad. No han dado respuesta a las expectativas creadas de satisfacer las necesidades de vida de los habitantes de este convulsionado planeta. Las poblaciones humanas requieren satisfacer sus aspiraciones de vida que implican salud, alimentación, vivienda, servicios y tal vez lo más importante, las necesidades espirituales que implican generar felicidad y ampliar las libertades democráticas que lo haga un ser libre y soberano.
El mundo, hasta ahora movido en la logica capitalista y depredadora, se encuentra transitando inexorablente en una ruta que nos acerca cada vez con mayor rapidez hacia el colapso. La lógica del consumo, que nos hace creer que la felicidad se encuentra escondida en aquella premisa que mientras más capacidad de consumo tengamos seremos más felices, nos hace transitar nuestra vida consumiendo, comprando, comprando, comprando, incluso cosas que no necesitamos.
Esto ha convertido al planeta en un basurero y a nosotros en los recogelatas. La búsqueda del ser es una tarea pendiente y eterna, la libertad, la descolonizacion, todo fluye hacia un escenario olvidado y maltratado, pero único garante de vida: La naturaleza. Creo sinceramente que en el mundo natural está la respuesta, lo planteado en este tiempo debe ser la ruralización de la sociedad, requerimos una vida más sobria y menos consumista (no confundamos el comunismo con el consumismo). Requerimos de una sociedad menos contaminante y menos depredadora. Se trata de visualizar un nuevo paradigma que implica una propuesta para salvar al mundo del colapso global al que nos han arrastrado desde ópticas equivocadas de vida.
Dede mi limitada visión de campesino me atrevo a asegurar que lo que debemos plantear en este tiempo necesariamente pasa por hacer un paneo al mundo natural, a la naturaleza y su entorno y desde allí construir una propuesta salvadora que nos oriente la lucha de estos tiempos.
Si hacemos cierta la premisa de que la agricultura es la madre de la civilización humana y aquello que dice que quien domina lo verde domina el mundo, pues se me ocurre que hacía allí es donde debemos enfocar nuestra mirada, hacia lo natural, hacia lo ecológico, hacia lo verde que es lo único que garantiza la vida en el planeta que habitamos.
Los constructores de teorías deben mirar hacia esos recovecos de la vida. Hay que desaprender mucho de lo aprendido, para aprender de nuevo. Pónganle el nombre que le pongan los filósofos, La propuesta deber estar en la Naturaleza, que es la vida. Si los academicistas y la academia nos ha traído hasta aquí, pues unas palabritas adornadas de ignorancia tal vez estorben menos.