Para algunos artistas de derecha, Oscar Wilde no pasó de ser un dandy extravagante e iconoclasta. Pero esta obtusa y retardataria posición política, los ha llevado a desconocerlo como una de las figuras más interesantes del socialismo libertario, posición que se ha visto traducida en una pequeña y casi olvidada obra llamada ‘El alma del […]
Para algunos artistas de derecha, Oscar Wilde no pasó de ser un dandy extravagante e iconoclasta. Pero esta obtusa y retardataria posición política, los ha llevado a desconocerlo como una de las figuras más interesantes del socialismo libertario, posición que se ha visto traducida en una pequeña y casi olvidada obra llamada ‘El alma del hombre bajo el socialismo’ (1891), que incluso en nuestros días mantiene vigente sus profunas críticas a la sociedad capitalista
¿Y qué es lo que esta obra dice? Pues a manera de divulgador de aquel incomparable artista libertario, nos permitimos señalar algunas de sus interesantes ideas, como aquella de que la desobediencia, para los ojos de cualquiera que haya leído historia, es la virtud original del hombre; que la propiedad privada ha dañado el desarrollo individual del ser humano, pues confunde al hombre con lo que él posee haciendo de las ganancias y no de su propio desarrollo, su finalidad, y prohibiendo, además, a una gran cantidad de personas alcanzar su individualidad mientras la hace morir de hambre, y a la otra parte, manteniéndola en un camino erróneo, por lo que con la abolición de la propiedad privada tendríamos un sano y hermoso individualismo; que nadie podría dañar a un hombre más que él mismo; que es moral y mentalmente ofensivo para el hombre hacer algo en lo que no encuentra placer, y que si lo hace es porque está sometido; que si se aceptara la existencia del Estado, solo se lo debería hacer a condición de que éste realice lo que es útil y necesario, para que los individuos realicen lo que es hermoso, y que ningún trabajo denigrante debiera ser realizado por seres humanos, sino por las máquinas; que las oligarquías son injustas con las mayorías y las oclocracias con las minorías, y que la democracia no ha significado sino aporreamiento del pueblo, por el pueblo y para el pueblo; que el mejor gobierno para el artista es que no haya gobierno; que el arte nunca debiera ser popular sino que el público debiera ser artístico; que el arte es la forma más intensa de individualismo; que el verdadero artista es el hombre que cree absolutamente en sí mismo porque es absolutamente él mismo; que el egoísmo no consiste en vivir como uno desea sino en pedir a los demás que vivan como uno desea vivir, que cualquiera podría simpatizar con los sufrimientos de un amigo, pero que se necesita tener un alma muy bella para simpatizar con sus éxitos; que un mapa del mundo que no incluya Utopía no merece ni mirarse pues deja fuera el país en que la humanidad está siempre desembarcando; y que el progreso solo puede ser entendido como la realización de las utopías.
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