«Piqueteros violentos (…) Formas mandonas de protesta social (…) Esposas de policías de Santa Cruz militan en la izquierda y promueven piquetes (…) La violencia está, por ahora, sólo confinada en el sur (…) Se reproducen las demandas salariales y demasiados conflictos van adoptando la metodología piquetera (…) El presidente está bien resguardado por el […]
«Piqueteros violentos (…) Formas mandonas de protesta social (…) Esposas de policías de Santa Cruz militan en la izquierda y promueven piquetes (…) La violencia está, por ahora, sólo confinada en el sur (…) Se reproducen las demandas salariales y demasiados conflictos van adoptando la metodología piquetera (…) El presidente está bien resguardado por el peronismo».
Eduardo van der Kooy, diario Clarín, 12/2/06.
«Viendo la movilización popular que había, porque era casi todo el pueblo en los accesos de Las Heras, nos fuimos a la comisaría, donde ya estaban apostados los efectivos policiales del lado de afuera. Nos acercamos a unos 40 metros de la comisaría y le pedimos al comisario o subcomisario que dialogara, en procura de mediar porque la gente estaba muy enojada con esta situación y quería pedir la liberación de Navarro. Esto fue respondido con algunos gases lacrimógenos, más algunas balas de goma, por lo que tuvimos que salir corriendo, estábamos ahogados. Entonces empezaron a autoconvocarse la gente de los piquetes y los vecinos -que conocen la trayectoria de Mario Navarro en la comunidad-, en los distintos accesos de nuestra localidad. Las Heras está movilizada, están todos en estado de vigilia, queremos volver a la tranquilidad, pero no a través de la fuerza y de la represión. Hay gente que va a resistir y va a dejar su vida en su resistencia. Mi llamado es directamente al presidente Kirchner porque del resto de las autoridades nadie nos atendía un teléfono».
Roxana Totino, Concejala kirchnerista de Las Heras, 7/2/06.
«Lo de los infiltrados es puro verso; fue gente de acá».
Gustavo, empleado petrolero de Las Heras, 11/2/06.
«Sería imprudente avalar la hipótesis de que hubo infiltrados».
Juan Carlos Molina, cura mediador del conflicto, 12/2/06.
«La única respuesta por parte del gobierno a las luchas del pueblo es la represión. El único sentimiento que crece en un pueblo explotado y humillado, es la rabia».
CORREPI (Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional), 12/2/06.
«Vivimos en una ciudad militarizada, con cientos de gendarmes en nuestras calles, con personas extrañas que dicen ser de la Brigada de Investigaciones, que se trasladan en autos Volkswagen Polo gris con vidrios polarizados y sin patentes, que golpean nuestras puertas y pretenden llevarse a nuestros esposos e hijos, con el objetivo que confiesen crímenes que no cometieron». Madres y esposas de los trabajadores petroleros, Carta abierta, 14/2/06.
Cortes y Desbloqueos:
I) Autonomía Obrera, Precariado y Trabajo Negado
II) Asamblea y Multitud versus Estado y Capital
III) El Genocidio Empresario y la Desobediencia Social del Trabajo
En defensa de la Multitud de Las Heras…
I) Autonomía Obrera, Precariado y Trabajo Negado
«Navarro es comunista y nosotros peronistas. Acompañamos al compañero Kirchner desde 1987. Yo creo que han ido más allá de los límites estos cabecillas, grupos de asesinos que no se conformaron con matar a un policía sino que siguen avanzando con las muertes».
Héctor Segovia, secretario general «Moyanista» del Sindicato de Petroleros de Santa Cruz, 7 y 9/2/06.
«La clase política no estuvo a la altura de las circunstancias. Cuando los trabajadores protestan dicen que somos delincuentes. Es delito cortar las rutas, pero es un mayor delito que nuestros compañeros no puedan alimentarse. La clase política manda a la policía a hacer el trabajo sucio. Con la devaluación las empresas hay ganado cuatro veces más a costa de nuestro salario, han contaminado nuestro suelo y eso no es negociable. Navarro no quiere el sindicato, soy un luchador social».
Mario Navarro, dirigente independiente petrolero, 8/2/06.
«Es evidente que si los policías no hubieran tenido armas de fuego, no se puede explicar porqué del lado de los manifestantes hay una cantidad de heridos con arma de fuego. La orden del juez tenía 15 días, de repente, el propio gobernador ordenó la represión. Nunca se va a poder interpretar el problema de Las Heras si se parte de entenderlo como un problema policial, porque es social. El Gobierno provincial se ha colocado siempre del lado de la patronal, siempre ha reprimido a los trabajadores, por eso en Santa Cruz todavía hay algunos presos políticos, por eso ha habido denuncias muy fuertes contra la Policía, en particular en Las Heras».
Miguel Del Plá, Frente de Unidad Trabajadora (FUT) y Partido Obrero (PO), 8/2/06.
Panamerican Energy, Repsol-YPF y Vintage Oil tienen porqué temer. En la patagonia avanza la autonomía operaria. La espontánea semi insurrección de Las Heras puso en jaque a la burocracia gremial, a las fuerzas represivas y al tinglado del partido de los funcionarios. Espontaneidad no es sinónimo de inconciencia. Como horizontalidad no lo es de desorganización.
¿Hay algo más terrible para el peronismo que la clase obrera sea conducida por la izquierda partidaria? Sí, que se autoconduzca.
¿Hay algo más terrible para el estado que enfrentar a las armas guerrillas? Sí, que la multitud esté armada sin necesidad de la guerrilla.
La aristocracia sindical petrolera de Santa Cruz, fiel a su estilo, desconoce la autonomía operaria y abre las puertas para la represión estatal de sus propios representados. Pero las tensiones de clase son tan profundas, que el conflicto llega a poner frente a frente a los propios familiares del secretario general del sindicato de Chubut. El yerno, la hija y la nieta renegaron del burócrata de su suegro, padre y abuelo y se sumaron al piquete. El asesinado Alejandro Paisman Vera, cuñado del secretario general del Gremio de Petroleros Privados de Santa Cruz, se puso del lado de la revuelta y fue a liberar de las garras policiales a Mario Navarro. Cuan brutal son las tensiones de clase, para que familiares quedaran, cada uno, del otro lado del mostrador. El precio que pagó Alejandro «Chaco» Paisman, por su consecuencia con la lucha popular, fue su vida. Este es el muerto incómodo para el poder. El muerto que no conviene mostrar. El cadáver que trasparenta la muerte del policía Jorge Sayago. Pero no. Para la mass media la noticia es otra: «Piqueteros asesinos». El justo medio de la progresía hipócrita busca sopesar la balanza, y ponerse como fiel, entre ambas violencias: La del capital y la de la multitud. El titular nefasto para la gran prensa al fin puede ser escrito: «Empate de los violentos: Masacre policial en Puente Pueyrredón 1, Asesinato piquetero contra un policía en Las Heras 1».
Se corrió una línea el 7 de febrero. En 10 años de lucha piquetera es el primer policía muerto. Hasta ese día sólo la policía atacaba con armas de fuego y la multitud no devolvía el golpe, ni siquiera, como mecanismo de autodefensa. La diferencia con otras represiones es que esta vez los reprimidos contestaron la agresión. Fue cuerpo a cuerpo, bala de goma contra palos, gases lacrimógenos contra piedras, garrote contra cuchillo, y tiro por tiro.
Hay límites económicos, materiales, relaciones de producción independientes de la voluntad de los trabajadores. Relaciones de producción sociales que contraen con los patrones para reproducir su fuerza de trabajo y con ello su vida. La nueva subjetividad desplegada por la clase obrera registrada y el precariado, no está escindida de la objetividad de su condición de clase. No se puede separar la conciencia, de los insuficientes salarios y contratos basuras. La apelación ética hacia la necesidad de otra política nace de la más cruda materialidad del nuevo sujeto social posfordista.
Las condiciones técnicas del capital, y del trabajo por su puesto, determinan las nuevas composiciones políticas del proletariado. Es la objetividad del capital, que contiene el trabajo, lo que determina la subjetividad. No es cierto que no importe a que clase se pertenezca, y que basta con apelar a la subjetividad como si fuera un mero acto voluntario que se produce en un tubo de laboratorio, aséptico y al vacío, para poder liberarse de las relaciones sociales de producción. La emancipación social de la multitud nace de las condiciones materiales de existencia que le impuso al capital después del 2001. Y que a su vez el estado recodificó en clave mercantil para dominar la vida proletaria. Las nuevas condiciones objetivas de expoliación, la excedencia del trabajo desempleado, la vida precaria y descartable, el aumento de la desigualdad social, los presos políticos y los crímenes del estado, son los que determinan la conciencia de la multitud.
La flexibilidad táctica está a la orden del día. Los delegados independientes, clasistas y de izquierda, pelean por la conducción del sindicato. Pero si no lo ganan no se pueden dar el lujo de someterse a los traidores de clase de turno. El hambre no espera hasta la próxima elección. Se combina así, lucha institucionalizada y asambleísmo obrero extra gremial. Paro y asamblea, bloqueo a los accesos de los yacimientos petroleros y boicot a la extracción, corte de ruta y diálogo con las empresas, toma de refinerías y mesa de negociación con el estado.
La hibridez de dar la disputa dentro del sindicato como forma instituida de la regulación de la ley del valor del trabajo, y las pulsiones comunistas de la asamblea como forma instituyente de la democracia directa, nace de la tirantez entre la propia economía capitalista y el instinto anticapitalista del trabajo.
El camino entre obtener un mayor salario real y mejores condiciones de empleabilidad dentro de la esfera del sindicato, confronta, con la asamblea obrera que disputa el salario relativo y pone en discusión toda la ganancia capitalista a costa de la creciente pobreza obrera. Bajo la democracia de base (y su acción y reflexión asamblearia), la antagonía al capital y los ataques del estado a la autonomía obrera, se profundiza la conciencia de clase. Se transparenta la distancia cada vez mayor entre la creación social y la apropiación privada, entre la cooperación del trabajo y el parasitismo del comando capitalista. Los enemigos sociales quedan frente a frente, se miden y luchan. Después de la apropiación de la palabra y el conato en las calles, la toma de empresas y piquetes, los muertos y los heridos; ambos, mientras se maldicen, pactan a regañadientes hasta el próximo combate social.
¿Por qué insistimos con el concepto de multitud? Porque una fórmula que apele a la clase obrera «tout court», a secas, resulta insuficiente para expresar todas las notas del pentagrama de la fuerza viva de trabajo.
En Las Heras, conjuntamente con la clase obrera petrolera, en blanco y en negro, contratada y subcontratada, bajo el convenio colectivo petrolero y fraudulentamente encuadrada en el convenio colectivo de la UOCRA; el resto del precariado; los jóvenes desempleados por el capital que los expulsó del asalariamiento para incrementar sus ganancias; más el saldo del 20 por ciento de empleados que vive de un puesto público y un plan social; todos ellos y ellas, componen la clase de la multitud, real o potencialmente trabajadora. Una multitud como categoría de clase que abarca a los operarios petroleros que producen plusvalor; y al resto de los oficios precarios, autoempleados de servicios varios, y asistidos que producen plusvalor. O sin producirlo directamente cumplen el rol de garantizar -aún contra su voluntad-, con la inmaterialidad de sus saberes y haceres, y el valor afecto del cuidado de su familia y la comunidad, la reproducción de la sociedad mercantil que los exprime, encarcela y asesina.
¿Por cuánto tiempo creían los sindicalistas patronales y la Nueva Clase, la mass media y los empresarios, que tener a la mitad de la fuerza de trabajo en negro y a 13 millones en la pobreza y cinco en la indigencia, no deviniese en una nueva composición de clase?
Mario Navarro, el vocero de la asamblea de obreros petroleros no es el mayor desafío que afronta el poder. A la izquierda de Navarro en Las Heras y en todo el país, las bases del precariado y desocupados, cuando se organizan, están a la izquierda de los propios delegados de base del trabajo registrado. Delegados que disputan la forma sindicato como palanca para recuperar mayores cuotas de plusvalor, pero al mismo tiempo, son pasibles de una reconversión burocrática por su misma función intermediadora entre la mercancía fuerza de trabajo, los patrones y el estado. En tanto que, los empleados en negro y desempleados, sienten un desprecio absoluto por toda forma externas a su hacer y por lo tanto a su ser. Formas instrumentales que determinan que sean el precariado social, los asalariados indigentes, los empleados negados por el capital, los muertos en vida, los Parias Globales
El precariado actúa organizando el desorden capitalista. Con una sola acción contundente le marca la cancha al poder. Realiza en horas la tarea que la militancia más consecuente no puede hacer por años. Despierta a los sonámbulos del «país normal» y sacude las neuronas de la dirigencia partidaria. Le recuerda al estado que está incapacitado para representarlo y canalizarlo. El capital creó el monstruo de la precariedad y llegó la hora que se haga cargo de las consecuencias más diabólicas de su criatura. Los empresarios sembraron hambre y desarticulación familiar, desnutrición crónica y alienación, tortura y muerte. ¿Qué creen, que media Argentina no va a reaccionar? ¿Que la realidad se oculta cambiando a los encuestadores del INDEC? ¿Acaso cree pingüino que los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) le van a servir para decretar urgentemente que el 78.5% de los argentinos no viven por debajo de la línea de la pobreza? Y que de estos, 5.8 millones no ganan por su antojo, ni siquiera, la tercera parte de un piquetero, y otros 10 millones apenas se acercan a los 135$ por mes.
Ser un desocupado asistido por el estado hoy no es el piso de la pobreza, ni siquiera de la indigencia. Ahora hay casi 6 millones de compatriotas que viven con menos de la sexta parte de la línea de indigencia. Sí leyeron bien, La SEXTA PARTE de la línea de indigencia. Y otros 5 millones que ganan tres veces menos que la línea de indigencia. Estos ya no son los escalones más bajos de la pirámide laboral, ni el suelo de la patria, sino el segundo y tercer subsuelo de la barbarie capitalista. 11 millones de trabajadores: ocupados y desocupados, en negro y aún en blanco, autoempleados o mal llamados trabajadores autónomos y asistidos sociales, todos ellos, son más que pobres de todo solemnidad; son indigentes de toda indigencia, fantasmas humanos, espectros sangrantes del que la criatura capitalista se alimenta cotidianamente sin piedad.
El tercer trimestre de 2005 muestra un descomunal aumento de la brecha de ingresos entre ricos y pobres. Mientras la diferencia durante el segundo trimestre era de 25 veces entre el decil más rico y el más pobre, en el tercer trimestre pasó de 25 a 31 veces. Ahora Kirchner no le puede echar la culpa a Menem, ni a la Alianza, ni siquiera a Duhalde. Estos son datos de su exclusiva gestión luego de tres años de crecer el PBI al nueve por ciento. Ni con Duhalde, en el peor momento de la salida de la convertibilidad en el 2002, la distancia entre el 10 por ciento más rico de la población y el 10 por ciento más miserable fue tan grande, ya que no superó las 30 veces. Es más, es el peor registro desde el gobierno de Menem en 1994. Seremos reiterativos para todos los muchachos peronistas que les encanta chicanear al mensajero que trae las noticias que no quieren escuchar: ¡Con Kirchner estamos peor! Y si no les gusta, ya saben, le pueden escribir el diario de Yrigoyen a Felisa y a Lupín, que están buscando amanuenses que les endulcen sus oídos con números inventados.
El combate al empleo en negro es una batalla perdida de antemano por los fantasiosos funcionarios que quieren volver a los esclavos salariales a los márgenes mínimos de la esclavitud «digna» del trabajo por un sueldo. Ahora, el precariado y el trabajo negado, son las categorías dominantes del empleo y el desempleo de la civilización del trabajo humano por dinero. El 15% de argentinos que trabaja por 65 pesos por mes, es el último escalón antes de hacerlo lisa y llanamente gratis para el capital. Después de ello lo que viene es Auschwitz. Trabajo gratuito, cuerpos hiper-sub-alimentados hasta su reemplazo por nuevos contingentes de esclavos, y la eliminación de la clase obrera descartada como escoria en la solución final de las duchas con Ziklon-B y los hornos crematorios. Un exterminio de los cuerpos a los que se les extrajo hasta la última gota de la única esencia que le importa al capital de la vida humana: su fuerza de trabajo.
II) Asamblea y Multitud versus Estado y Capital
«El 24, 25 y 26 de febrero se celebrará en Montevideo, Uruguay, el 4º Encuentro Latinoamericano de Organizaciones Populares Autónomas bajo la consigna de mantener la autonomía de las organizaciones y movimientos sociales respecto a los partidos políticos, la Iglesia y el Estado. Un espacio para compartir y socializar experiencias de lucha de organizaciones y movimientos sociales autónomos, que no dependen de los partidos políticos, ni de ONGs institucionalistas, que son orientadas por la lucha de clase, con principios libertarios de trabajo de base, democracia directa y solidaridad entre los de abajo. Cuando se habla de poder popular se habla de que el pueblo tenga capacidad de resolver sus problemas por si mismo, sin delegar en otros. El poder popular se da cada día y en donde se esté presente, con la democracia directa, la acción directa y la horizontalidad».
Prensa De Frente, 13/2/06.
«Es nuestra sobrevivencia a cambio de la muerte del que está enfrente. No de una persona, sino de un sistema. Estamos viendo una efervescencia abajo que no apuesta absolutamente nada arriba. Estamos ante un movimiento en efervescencia, y en cualquier momento revienta sin coordinación, sin apoyo. Lo que nosotros queremos es organizar, hablar y concientizar a todo ese sector para enfrentarnos juntos a los otros».
Subdelegado Zero, alias del Subcomandante Marcos, 3/1/06.
Métodos revolucionarios de combate obrero: piquetes, bloqueos, asambleísmo, y autodefensa; y objetivos reformistas: aumento de la base del impuesto a las ganancias, reencuadramiento sindical, trabajo registrado y aumento de sueldos. Sin dudas, es preferible esta contradicción irresuelta y en tensión permanente, a los métodos reformistas con metas revolucionarias que nunca se alcanzarán. El método de lucha es constitutivo a los objetivos políticos que se propone. La forma organizativa condiciona los fines políticos. Métodos de democracia directa pueden devenir en objetivos revolucionarios, en cambio, no vendrá ningún cambio social de raíz a partir de formas organizativas reformistas. No es casual que el sindicato petrolero de Santa Cruz no sólo no apoye el conflicto, sino que, patrocine a 600 petroleros ante la justicia para que una jueza termine ordenando la represión para liberar la ruta contra los propios intereses de la clase que representa el gremio. Sindicato y mass media, gobierno nacional y provincial, justicia y policía, todos, son enemigos de la lucha obrera autónoma. En la industria petrolera está aconteciendo un cambio en la conciencia operaria que se extiende por todo el país a diferentes fracciones de la multitud. Los gremios locales quedan a la izquierda de las federaciones, pero los cuerpos de delegados están a la izquierda de la comisión directiva local, y como si esto fuera poco, las bases en asamblea se ubican a la izquierda de los delegados.
En todas las nuevas prácticas de democracia de base, que sostiene su independencia del estado y la horizontalidad en sus decisiones, -en la que fueron precursores los piqueteros de los MTD’S, continuaron las asambleas urbanas post 2001 y los empleados y empleadas de empresas recuperadas- ahora, se va desarrollando esta forma organizativa con gran potencia en la clase obrera ocupada, y en la multitud del precariado empleado en brindar servicios a la industria. Es ahí donde los nuevos imaginarios se encarnan. En todas ellas palpitan las prácticas prefigurativas de un nuevo poder multitudinario del trabajo.
Hay otras experiencias valiosas en las que conviven diferentes tendencias: padres de Cromañón, Asamblea Ambientalista de Gualeguaychú, y el Movimiento Sindical Clasista. Pero en función de seguir caminando todos juntos, lo más radical queda por momentos atemperado. No casualmente el asambleísmo resulta descalificada por los Nacionales & Populares del gobierno. Ahí hay una matriz de poder popular que no han podido colonizar completamente. Tras la aviesa miopía de calificarla como instituciones de «clase media» no han podido reabsorber plenamente este método organizativo.
Una fracción de clase es organizable y conducible por neo-sindicatos de ocupados, desocupados, cirujas y reapropiadores. Mientras que donde conviven muchas porciones de la clase trabajadora, y sobre todo la del general intellect, son irrepresentables por neo-partidos y sindicatos, y se impone la forma multisectorial de la clase productora, la asamblea de democracia directa, y la multiplicación organizativa en red. La Forma-Red es una manera organizativa en sí misma, la horizontalidad también. La Red en movimiento y la democracia horizontal son herramientas políticas del nuevo sujeto social constituyente. No son formas minusválidas de poder, ni la hija postiza del partido y el estado.
Para la multitud de multitudes el viejo polo irradiador de prácticas e ideas resulta inviable. Sea bajo la forma sindicato, partido y estado. La Forma-Red es el presente y el futuro del poder constituyente del movimiento de movimientos. Pero es innegable que hay nodos, colectivos, movimientos, que acercan los cuerpos en busca de la articulación con otros nodos. Hay, por un lado, una autonomía autoorganizada que va por la organización de algo más grande y potente que cada movimiento. Y hay otra autonomía insular, impotente, que no crece. Una es una autonomía viva, la otra está petrificada. En los últimos años hubo diferentes movimientos que tomaron uno u otro camino. Y así les fue a cada uno.
Los ecos del asambleísmo urbano nacidos del 19y20 dejaron profundos surcos en la disrupción destituyente. En ella convivieron el jacobinismo pequeño burgués de la sociedad civil y las variadas fracciones de la fuerza de trabajo de la multitud.
Cada vez que reaparece la democracia directa resulta catastrófica para el poder. Da cuenta de esto el movimiento asambleario que nació luego de la matanza en Cromañón, que generó el cimbronazo más importante para el poder constituido desde el argentinazo. O la Asamblea Ciudadana y Ambientalista de Gualeguaychú. En ambas, se da esa mixtura de clase tan típicamente urbana y asamblearia. La última tiene referentes, pero se reconocen horizontalistas, y cada 12 horas en la ruta se vota a mano alzada levantar o seguir con el corte. ¿Una post-democracia obrera de la multitud de Gualeguaychú heredera de la democracia obrera de socialistas y comunistas, anarquistas y peronistas de base? Por cierto, que su talón de Aquiles es su contenido vagamente anticapitalista. Unir el jacobinismo burgués y el comunismo proletario no es gratis; y el peligro de socialdemocratización siempre está latente. Pero la repetición del pasado es difícil. La clase media de hoy no es la de hace una década, la subsunción real del trabajo en el capital avanza, y con él, la transformación morfológica de las clases. Y el proletariado no está integrado básicamente por obreros fordistas con una conciencia homogénea que se desprendía del modo de producción taylorista. Son las bases materiales de la autonomía de la multitud y su práctica antagónica al poder, las que permite que cada día la frontera ideológica de la asamblea se corra un poco. Y mientras esté garantizado el método asambleario siempre quedan esperanzas de rupturas radicales con el estado.
El capital se apropia de la atmósfera y la estratosfera, de los suelos y océanos, ríos y bosques, animales y cultivos, de los yacimientos minerales y el lecho marino, del trabajo y el genoma humano. Al colonizar el mercado toda la vida: hacia arriba, hacia abajo y hacia adentro, cualquier conflicto sostenido de manera consecuente se transforma en una lucha potencialmente revolucionaria.
La lucha de la Asamblea Ambiental y Ciudadana de Gualeguaychú arranca hace varios años, al igual que las asambleas de los petroleros patagónicos. Las mediaciones estatales y de sus aparatos ampliados no existen, ni son posibles. Los intentos de cooptación han fracasado, y cada día que pasa los asambleístas toman más conciencia de su poder. En Entre Ríos, los asambleístas ocupan la primera plana. Ponen en un brete al gobernador, al presidente de la nación, al Mercosur y a la propia lógica rentista del capital que busca apropiarse del aire y el agua, los árboles y los animales, la tierra y el trabajo, en definitiva, de la vida. Un conflicto que parece menor, «ecológico», se transforma en cuestión de Estado que apunta a llegar a las más altas cumbres del sistema jurídico mundial. Para el capital y el estado resulta un jeroglífico irresoluble. La democracia de base enferma al poder. La inteligencia colectiva del sujeto social en lucha, que actúa y debate, que toma en sus manos de forma directa las decisiones que le incumben, es el ácido más corrosivo y abominado por los gobernantes. Es el fantasma del fin de la delegación permanente en el Capital-Parlamentarismo. Es la impugnación al ejecutivismo de Kirchner. Es el rechazo al comando vividor del mercado sobre la vida. Es el repudio a los políticos como clase separada del ser social. ¿Si esto no es un cambio histórico en las prácticas colectivas y el nacimiento de un nuevo sujeto social, entonces, qué es? Y si el poder no está dispuesto a lidiar con estos desafíos, y los sujetos se mantienen firmes en sus demandas; la criminalización, la cárcel y las muertes de los asambleístas por los aparatos de seguridad son una crónica anunciada. Eso sí, lo que la rebelión en Las Heras enseña a todos los asambleístas es que: a la impunidad del poder no se le opondrá la paciencia, a las detenciones de los referentes no se apelará al diálogo, y a la masacre policial no se le responderá con marchas y consignas.
Contra tanta nueva zoncera argentina en boga que quiere descalificar la experiencia asamblearia, sobre todo en las urbes luego del 2001, y desmerecer la insurrección del 19y20 apelando a que fue la respuesta al corralito de De la Rúa, y que ahora esa multitud ha vuelto a creer en los políticos y enterrado el ¡Qué Se Vayan Todos! (QSVT); basta con contestarle, con las últimas investigaciones que se han hecho sobre el tema. «Un estudio de opinión pública de la Universidad Abierta Interamericana, de diciembre de 2005, revela que el 25% de los porteños formó parte de alguna forma de protesta el 19y20». Números similares a la semi insurrección en Las Heras del 7 de febrero de este año. No hace falta más, con esa cantidad de personas movilizadas con prácticas destituyentes alcanza para hacer tambalear a cualquier gobierno. Para la encuesta: ¿Eran caceroleros «pequebús» desesperados por su plata? Nada de eso, «Los registros dicen que únicamente el 3.6% actuó por estar afectada su economía». Así que es hora de dejar de insultar a los muertos de esos días, y terminar con el mito que más le conviene propagar al sentido común mercantil: que hubo una insurrección y cayó un gobierno por la movilización de ahorristas neuróticos y egoístas. La pregunta final de la encuesta es para que se le hiele la sangre a la Nueva Clase que gestiona el Capital-Parlamentarismo. Así dice: «¿Después de cuatro años de lo sucedido, cree que la clase política se hizo eco de los reclamos de la sociedad? El 73 por ciento respondió que NO». Así que, a esmerarse muchachos peronistas, o la próxima insurrección los va a agarrar con el helicóptero frío.
Mientras tanto, está bien que Kirchner quiera ocultar los datos de votos en blanco y abstenciones, para que no se caiga la fantasía del plebiscito que nunca tuvo. Ayudado por la perversa capacidad manipuladora de los grandes medios para vender, que está todo normal, en el país en serio de pingüino. Pero ningún universo simbólico se sostiene eternamente donde se niega lo Real. Porque una cosa es autoconvencerse, o mentir para provocar el convencimiento de las mayorías, y otra muy distinta, es creer, que la multitud come vidrio. A nivel nacional, al Frente Para La Victoria (FPV) lo votó solamente el 26.1% del total del padrón electoral; mientras los que no votaron por nadie fueron el 35.4%. Por más que D’Elía inflame la verba, es hora de que aprenda que la primera minoría del país son los autoexiliados del sufragio. Únicamente a partir de ese escaso consenso y esmirriada legitimidad del gobierno de Kirchner, es posible explicar, el nivel de conflictividad que existe a tres meses de los comicios legislativos. ¿Acaso el gobierno confía en que estar en campaña permanente es lo mismo que resolver los problemas del pueblo para lo cual se han postulado? ¿O qué a millones de insatisfechos se les puede encubrir su malestar con un spot publicitario de un país normal? ¿Acaso creyeron que se puede gobernar de cualquier forma? ¿Qué da lo mismo cuántos votos tengan? ¿Acaso se creen que la multitud está feliz y los quiere? Ya no los ama y el próximo paso es que no les teman. Quien no delega en nadie, cuando actúa su autonomía de manera destituyente, es para derrocar a quien antes dejó de votar.
Ahora para Kirchner la nueva moda es pelearse con las estadísticas del INDEC, como antes ocultaron las cifras electorales. Pero la caótica realidad social y la creciente miseria de diez millones de no votantes y pobres, está frente a ellos, y no se resignan a ser burlados en su abstención, ni ser pasto excedente de los designios del capital y sus gerentes. Entonces, como al neopopulismo de Kirchner le duelen las propias estadísticas del estado burgués que él comanda, simplemente se propone o eliminarlas (como Trujillo en la República Dominicana) o modificarlas a su antojo. Los argentinos ya sufrimos la censura institucional en las últimas elecciones, cuando la empresa INDRA, por primera vez, ocultó los votos en blanco y el no voto para negar el creciente y enorme malestar con el «Capital-Parlamentarismo». Ahora el objetivo de este posfascismo débil es el INDEC. La ministra de Economía, Felisa Miceli, puso en tela de juicio los datos sobre el empeoramiento de la distribución del ingreso, de la que es culpable, el gobierno setentista de los derechos humanos. ¿Pero acaso creen que como los índices no mejoran, entonces hay que cambiar los índices, como cambiaron la información electoral? O sea: que para el populismo si la realidad no coincide con sus estadísticas, entonces ¡Peor para la realidad! Por lo visto, para el peronismo ya no se trata de combatir al capital y de representar a las mayorías, sino, de combatir las estadísticas y criminalizar a los que no delegan su poder.
Desde enero la canasta de indigencia está en 388 $ y la de pobreza en 843$. Encima, desde el 2001 los más pobres son los más perjudicados por el capital. Los asalariados en negro, que son el 46% de los empleados, recibieron 30.9 % de aumento en sus sueldos, mientras la canasta de indigencia trepó en un 108.1%. A la miseria insoportable de los gobiernos de Menem, la Alianza y Duhalde; ahora se suma, no sólo que los precarios no recompusieron en nada su poder adquisitivo, sino que lo empeoraron. Sólo con la inflación acumulada por el modelo devaluador Nacional y Popular que defiende Kirchner, bajaron varios círculos más hacia el descenso del infierno de la miseria. Si hasta la devaluación de los salarios eran pobres, con la salida de la convertibilidad pasaron a ser indigentes. Si eran indigentes ahora son subindigentes. En el 2001 la canasta de pobreza era de 463$ y el sueldo promedio era de 575$. En el 2006 la canasta de pobreza cuesta 843, y el sueldo promedio es de 800$. Es decir, que hasta el neoliberal de Cavallo y el «dormilón» de De la Rúa un sueldo entero superaba en un 25% la línea de pobreza. En cambio ahora, con la setentista de Miceli y el hiperactivo Kirchner, un solo sueldo no alcanza para salir de pobre.
Y mientras la ministra de economía y el presidente se enojan con el INDEC, ya que les gusta hurgar en las estadísticas, cabe la pena acotar, que no estamos en Italia con 1.1 hijos por mujer; sino que, en la Argentina las familias indigentes -que son dos millones-, tienen en promedio tres hijos, es decir, cinco integrantes. Llevando la canasta de indigencia de diez millones de habitantes de 388 a 422 $, y la de pobreza de 843 a 917$. Mientras que, por el contrario, diez millones de argentinos viven, no por sobre la línea de pobreza; tampoco arañando la cota de indigencia, sino ganando 140$, vale decir, TRES VECES MENOS que la línea de indigencia. Esos diez millones son el nuevo proletariado posfordista de la multitud, el precariado en negro y los clientelizados por planes sociales, los pibes y pibas que trabajan, los asalariados registrados por debajo de la subalimentación y los cuentapropia que changuea de lo que pueden. Néstor Kirchner y Felisa Miceli, en vez de pelearse con las estadísticas que salen de una dependencia del poder ejecutivo, lo mejor que pueden hacer, ya que no van a renunciar por su propia voluntad, es callarse y pedir perdón a la mayoría de los argentinos.
El neopopulismo vino para profundizar el nivel de desigualdad social, no para «repartir» ni «derramar» riqueza. Al mecanismo de la inflación, que condena a la pobreza a millones de trabajadores y jubilados, se le suma el aumento de la brecha entre ricos y pobres. «El País en Serio», como siempre, lo es, sólo para el capital y la oligarquía. Si durante el 2001 el peronismo se ruborizaba porque el 10 por ciento más rico ganaba 25 veces más que el diez por ciento más pobre; ahora, con ellos en el gobierno, el primer decil gana 31 veces más que el último decil. ¡Vamos K, no se deje torcer el rumbo por los insaciables comunistas!
III) El Genocidio Empresario y la Desobediencia Social del Trabajo
«Son un grupo de pseudo trotskistas de izquierda. No es la primera vez que uno de estos grupos ataca con armas en la mano a un gobierno de altísimo consenso y legitimidad social. Son estúpidos que no entienden nada».
Luis D’Elía, ex piquetero y actual funcionario de Kirchner, 7/2/06.
«La gente decidió ir por fuera del gremio petrolero porque ya no cree en la clase dirigencial».
Teodoro Camino, Concejal kirchnerista de Las Heras, 9/2/06.
«Yo no vi gente de afuera ni encapuchados. Vi a pibes del pueblo. Gente a los piedrazos contra la comisaría y gente armada. Es gente de acá. Eran jóvenes de acá. Hay mucha bronca acumulada, duró mucho el piquete, y los políticos no hicieron nada».
Roberto Ramírez, testigo de la pueblada, 9-2-06.
«Hoy estamos más cerca del estallido social impredecible en su formas de lucha que hace algunos años atrás. Los 80´trajeron como método de lucha las movilizaciones sociales, los 90´y parte de los 2000 los cortes de rutas, parecería ser que los nuevos métodos de lucha van a pasar de acá en más por los enfrentamientos violentos contra las fuerzas de seguridad. En mi caso particular, cuando tenga que asistir a un corte de ruta voy a llevar ese pensamiento y esa metodología para ser aplicada, por que estamos cansados de que el estado nos mate los vecinos en las caras nuestra y nosotros tengamos que quedarnos buscando inútilmente responsables como nos pasó en el norte, más precisamente, en Tartagal y General Mosconi con ANIBAL VERON, GOMEZ, JUSTINIANO, CARRIZO, y SANTILLAN que hasta ahora nadie encuentra responsables de sus muertes». Juan Domingo Javier, procesado por encabezar el corte de la ruta 34, en mayo del 2000, 11/2/06.
La necesidad recurrente del capital de reducir el trabajo socialmente necesario para aumentar el trabajo excedente que genera plusvalor, empezó por la reducción salarial de los registrados y las innovaciones en capital fijo, trabajo muerto o tecnología. Luego se pasó a tener en negro a los empleados, para ahorrarse las cargas sociales y aportes patronales, y aumentar así, las ganancias de la clase capitalista en su conjunto. Hay que entender el empleo no registrado como un gigantesco ahorro salarial del trabajo necesario, que hace el capital, para incrementar el trabajo excedente. Por eso hoy el precariado, el trabajo flexibilizado, es irrenunciable para los patrones. Si con esto no alcanza, se desemplea lisa y llanamente a millones, ahorrando todo el componente de capital circulante investido en la forma del salario, para invertirlo, en capital fijo y capital financiero.
Luego de eso, el capital deberá controlar poblaciones completas de millones de condenados que no se dejarán morir sin luchar. Ahí se presenta el control de la vida, o la biopolítica como biopoder. La necesidad de gestionar la muerte, la represión y el asesinado liso y llano, de todo aquel que no se resigne a perecer bajo el genocidio empresario.
Hoy la nueva categoría del asalariado subindigente, transforma a una porción cada vez mayor de la clase obrera en los nuevos trabajadores permanentemente subalimentados y crónicamente extenuados. Al borde del desmayo, la muerte ronda cada día los cuerpos que quedan definitivamente desprovistos de la energía vital que alimenta al capital a cambio de unas pocas monedas.
Las condiciones sociales eran intolerables en el 2001 y hoy son enormemente peores. ¿Desde que llegó Kirchner a la Casa Rosada, cuántos crímenes encubiertos bajo «causas evitables» tiene en su haber el gobierno? Cien mil. Sólo comprendiendo este cuadro social apocalíptico para la clase de la multitud, se entiende, la resistencia contra el capital. Hace años que se sabe que el sistema no cierra sin represión. Un genocidio de los patrones bajo el manto democrático que ya fuera denunciado en los ’90. Antes la responsabilidad era del «modelo neoliberal», ahora del «modelo nacional y popular», pero de una u otra forma, siempre la culpa es del sistema social capitalista.
Las Heras es un síntoma más del malestar multitudinario que existe en todo el planeta, y como tal, en la Argentina. El asalto a la legislatura porteña en el 2004, el «Porteñazo» por Cromañón y el Haedazo de 2005, y ahora la rebelión en Las Heras, son la genealogía de las futuras insurrecciones de la multitud. Trabajadores y trabajadores sexuales, cartoneros y empleadas okupas, vendedores ambulantes y empleados del cognitariado, niñas obreras y vendedores de paco, ancianas en la miseria y estudiantes sin futuro, precariado estatal y artesanos, trabajadoras domésticas y enfermeros, desempleados por el capital y proletarios fabriles, y autoexplotados en todo tipo de changas; todo un sinnúmero de productores y reproductores de la mercancía, todos estos modernos y posmodernos esclavos de la sociedad mercantil, dicen cada vez más claramente, contundente y ahora violentamente: «¡Ya basta, estamos hartos!» No toleran más la miseria y las mentiras, no se resignan a ir a la cárcel como depósito para los descartados sociales, y no van a dejar pasar más afrentas de un sistema empresario que actúa como una máquina truculenta y permanentemente homicida.
Nadie sabe mejor que el viejo pueblo y la novel multitud, que apelar a la contraviolencia para responder a la violencia fulminante y periódica del poder, es una instancia definitiva. Nadie mejor que los pobres tienen conciencia que enfrentar a los policías a los tiros los pone en la mira de la represión de todo el aparato estatal. Cuando se gatilla un arma no sólo se disparan balas, sino que se apela al último recurso. Una medida extrema contra los patrones y sus sirvientes ante una vida expoliada o descartada, empleada o precarizada, condenada a vagar en la tierra como un eterno paria. Los primeros contraataques con armas en la mano, los 139 disparos a la comisaría de Las Heras, son el síntoma, la respuesta, ante los ataques del poder que somete la existencia social de la mayoría. Una multitud, que antes de perecer y rehusándose a suicidarse, decide enfrentar a como de lugar al estado.
Santa Cruz fue gobernada por Kirchner en tres oportunidades. Tiene razón «Lupo» cuando dice: «Que no es casualidad que esto pase en mi provincia». Lo que pasa, es que ahora, los destinatarios de las prácticas antagónicas posfordistas no son únicamente los enemigos consuetudinarios del fordismo: la derecha ortodoxa y los militares. Sino que las prácticas que se van radicalizando ponen en la mira a los que suponían potenciales aliados, aquellos que defraudan la voluntad popular, aquellos representantes en los que se creyó. Por eso hay más encono con Estela de Carlotto que contra monseñor Baseotto; o con Aníbal Ibarra que contra Macri. La traición se paga más cara que la enemistad manifiesta. Por eso desde el 26 de junio de 2002 está en la lista de enemigos populares Luis D’Elía; que pasó de piquetero a buchón de Duhalde. Se está produciendo un desgarramiento en la conciencia de la clase trabajadora peronista. Se pasa de la confianza al éxodo electoral, y de la resistencia al estallido. Y este es un fenómeno nacional que abarca al conjunto de la multitud. El terreno de la política institucional y de los viejos referentes progresistas está en un tembladeral luego del 2001. Esta es la explicación de porqué la primera muerte de un policía en una pueblada se produce en el último lugar donde la esperaba el gobierno: en sus entrañas.
Las acciones directas, violentas y aún armadas, no son producto de ninguna vanguardia externa a los propios sujetos que la ejecutan. El discurso de los infiltrados y el virus subversivo, al margen de su raigambre fascista, hoy no sirve para explicar ni contener los conflictos. El estado de bienestar está muerto, el keynesianismo sólo sirve para subsidiar a los grupos económicos amigos del gobierno, pero no para constituir alianzas policlasistas masivas y duraderas. No hay plata para aumentar los ingresos de los obreros petroleros y jubilados, estatales y planes sociales; pero sí otros 500 millones de dólares para hacer obras ferroviarias. Es estado es el socio bobo: paga las obras para que las ganancias se la lleve las empresas concesionarias. La mano invisible del mercado que distribuye riesgos y beneficios para cada capitalista que se somete a este modo de producción, es un viejo cuento que no tolera la más mínima demostración empírica. ¿Qué curioso?, plata no hay, pero los trabajadores aportan con sus recursos el 50 por ciento del gasto público nacional para el sostenimiento del estado, que usufructúa, cada vez en mayor media una sola clase: la burguesa. No hay keynesianismo para «derramar» riqueza, pero si para llenar más la copa de los empresarios. La multitud lo hace todo, lo crea todo, produce y reproduce la sociedad ¿Y qué recibe a cambio? Solamente el 25 por ciento de toda la riqueza. Estado y capital, Capital-Parlamentario, mantienen los resabios intervencionistas en el mercado exclusivamente para una sola clase: la de los patrones. Para reprimir a los que luchan siempre hay más presupuesto, para pagar «cash» la deuda al FMI sobran 30.000 millones de pesos, para generar negocios para cada nuevo bloque de poder nunca falta plata. ¡Sí, el estado está ausente! Pero únicamente para facilitar la vida de la multitud.
Los acuerdos de precios para frenar la inflación son una burla: a menos de una semana de acordados, entre el 2 y el 9 de febrero, las mismas empresas que bajan un par de productos suben el resto. Ganando en siete días: el 19 % en las salchichas de Viena, el 20% en el Aceite de maíz, el 18 % en las galletitas de agua, el 17 por ciento en el queso cremoso, y el 14 por ciento en los tomates perita en lata. A sólo dos meses de iniciado el año, los precios de los productos de consumo popular, se incrementan más que el índice de inflación presupuestado para todo el año 2006. Arcor, La Serenísima, Molinos, SanCor, AGD, La Morenita; las mismas marcas perteneciente a la burguesía industrial y los mismos supermercadistas que tanto mima Kirchner, son al mismo tiempo, una clase sedienta de ganancias a costa del hambre de la multitud.
El imaginario peronista está en la picota. Con trabajo infantil y precariedad rampante, con indigencia asalariada sistémica y legiones perpetuas de trabajadores negados por el capital; no hay discurso progresista, peronismo de izquierda y gobierno amigo de los derechos humanos, que pueda satisfacer las demandas irresueltas de la realidad proletaria de la multitud.
¿Y la situación social, económica y política de Las Heras, dista mucho de la del resto del país? Muy por el contrario.
No hay que asombrarse del derrotero que tomó K desde su arribo al sillón de Rivadavia. Conociendo la herencia que dejó Kirchner en Santa Cruz después de estar más años que Menem al frente del gobierno, alcanza y sobra, para saber los intereses que defiende:
Apenas empezaron los ’90 apoyó todas las privatizaciones, incluidas la de Gas del Estado y la de YPF. La conducción del Sindicato de Petroleros Privados, al igual que los legisladores del PJ santacruceño, dio su aval a las privatizaciones. Era la época del neoliberal «K» discípulo de Menem, que ocultaba su militancia setentista y rendía culto al consenso de Washington. Por esos años cambió la justicia provincial como ahora va por el Consejo de la Magistratura. Llevó a la crisis al Banco Provincia de Santa Cruz hasta semiprivatizarlo y redujo salarios desde el año 1991. Las concesiones de pesca que otorgó beneficiaron como nunca a los monopolios pesqueros y convalidó todos los pactos fiscales de Menem y la Alianza. Depositó en el extranjero 500 millones de dólares de las regalías petroleras, no rindiendo jamás cuenta de tamaña suma. Reformó la constitución provincial en tandem con Menem y, para no ser menos que él, lo superó en hegemonismo y fue reelecto dos veces; gobernando Santa Cruz por 15 años. Era tan demócrata y respetaba tanto la libertad de opinión, que le inició una querella a Bernardino Zafrani por poner el dedo en la llaga sobre la corrupción en los yacimientos de Río Turbio. Y para no asombrarse ahora de sus comportamientos posfascistas, recordemos que en pleno abril de 2002, ya apaleaba ferozmente los cacerolazos en Río Gallegos.
Veamos ahora como prosiguió el ex titular de la SIDE de Kirchner, y actual gobernador, Sergio Acevedo, la política de «Lupo». Tal vez, de esta manera, a «Pingüino» se le refresque la memoria para entender porqué se incendió Las Heras.
Hace casi un año en el libro «on line» de NPH «El Autogobierno de la Multitud» escribimos lo siguiente:
Los gobernantes del capital-parlamentario, se parecen cada vez más, a los tiranos:
1) En la «patria chica» de Néstor Kirchner los métodos dictatoriales están a la orden del día. En la localidad de Las Heras, los progresistas, han puesto a la «caza» del hombre de moda. Un entramado represivo, que une consustancialmente; poder ejecutivo, garrote policial y persecución judicial. No estamos en Fallujah, Irak, pero al igual que a la resistencia irakí, en la provincia patagónica de Santa Cruz, en diciembre pasado, los gendarmes persiguieron «terroristas» piqueteros casa por casa. Se tortura a una luchadora social golpeándola en la vagina y en su vientre embarazado con los bastones policiales, provocándole, las bestias de uniforme, el aborto de su hijo.
2) A veintiún meses de la era «K», Santa Cruz, el terruño del pingüino patagónico, resultó la provincia de los presos políticos por excelencia. A los seis detenidos en Caleta Olivia, se sumaron, por unos días, 20 más. Además de los ya 250 procesados por ser pobres y luchar, que no se resignan, a morir en silencio como seres abandonados por papá estado. La ciudad está sitiada bajo la ocupación de fuerzas represivas. Prefectura y gendarmería patrullan el territorio social, conjuntamente, con la policía santacruceña y la guardia blanca parapolicial de las empresas petroleras.
Las Heras también está militarizada. Resulta una región de la provincia de Santa Cruz con estado de sitio no declarado. En ambas localidades, la estrategia del Comando Sur; utilizando a las fuerzas represivas locales para el control social, como preámbulo de la intervención militar, (que tanto le preocupa a Horacio Verbitsky y a Página/K) está realizando sus primeros ejercicios.
(Fin de la sita de «El Autogobierno de la Multitud«).
Luego vinieron las elecciones, que de plebiscito para el gobierno sólo tuvo el nombre; aún en la propia provincia que manejó Kirchner por una década y media.
Sobre el total de votos en la provincia de Santa Cruz para diputados nacionales, los guarismos fueron los siguientes:
La abstención fue del 26.5%, el voto en blanco el 5.6%, los nulos el 3.7% y los recurridos e impugnados el 0.07%. Mientras que la Alianza Frente Para la Victoria kirchnerista (FPV) obtuvo el 50.8 % de votos positivos, pero sólo el 33.8 del total del padrón. Es decir, que el voto por ninguno ganó las elecciones con el 35.9 %, mientras K obtuvo un escaso 33.8%.
En las elecciones en el departamento de Deseado, donde está ubicado el pueblo de Las Heras, le fue aún peor al kirchnerismo:
Para diputados nacionales, la abstención fue del 25.7%, el voto en blanco el 6.7%, los nulos el 4.9% y los recurridos e impugnados el 0.1%. Mientras que la Alianza Frente Para la Victoria kirchnerista (FPV) obtuvo el 43.1 % de votos positivos, pero sólo el 28.1 del total del padrón. Es decir, que el voto por ninguno ganó las elecciones con el 37.4 %, mientras Kirchner sacó apenas el 28.1%
El no voto como repudio al Capital-Parlamentarismo fue la mejor traducción política electoral a las aberrantes condiciones sociales en toda la provincia de Santa Cruz, y en particular, en el departamento de Deseado. No fue un éxodo electoral de apáticos, sino de luchadores. No fue pasividad, sino el preludio de la acción. Sirvan estos datos, y la consecuente revuelta de estos días, para tantos que pregonan que da lo mismo cuando votos saquen los gobernantes, y que la abstención no demuestra nada. O ese insulto a la inteligencia de los que alegan que los que no votan son lúmpenes y fascistas, y no mayoritariamente integrantes de la multitud que están hartos y no les creen más a los políticos.
En Las Heras la desocupación y subocupación resulta escandalosa, la deserción escolar es endémica, y los jóvenes que no luchan se suicidan ante la falta de futuro. Uno de cada cuatro lasherences no tiene empleo, el 45 por ciento de las madres son solteras, y la mitad de los padres está subempleado o desocupado.
Entre agosto de 1998 y enero de 2000, en pleno «Kirchnerato», hubo 22 suicidios de adolescentes y jóvenes. Apenas un poco más del 10 por ciento de los niños está escolarizado. La precariedad no sólo es una forma de empleo en Las Heras, sino un nuevo estilo de vida para millones de trabajadores urbanos, suburbanos y rurales en todo el país. En Las Heras, más del 10 por ciento de la fuerza de trabajo es flotante, hoy están y mañana no. La industria del petróleo es una máquina de desestabilización de la existencia obrera. Los empleados, profesionales y operarios, vienen a Las Heras con contratos basura, o por tiempo fijo, y cuando se terminan se van de la ciudad. Precario el empleo, precaria la familia, precaria la vida y más precaria aún, será, entonces, la realidad política del Capital-Parlamentario.
Los conflictos políticos se derivan del sistema capitalista hegemonizado por la industria petrolera. Padres ausentes, trabajando jornadas interminables, y el escape del alcohol y las drogas ante una vida miserable, sin perspectivas, chata, sin futuro. Vínculos familiares descartables, como la existencia descartada en la que está imbuida la mayoría de los empleados por el capital. Embarazos adolescentes para atarse a la vida, a la espera, del cuidado de la vida por venir; sino, la propia, no vale la pena ser vivida. Violencia familiar como introyección de la violencia social, sistémica y cotidiana. Repitencia escolar por falta de recursos materiales y afectivos. Suicidios juveniles, represión estatal ante los reclamos salariales y pedidos de empleo. Prisión para las mujeres piqueteras que, antes de matarse, salen a luchar. Detención de los dirigentes y voceros de asambleas de trabajadores autoorganizados. Tortura policial que hace abortar a las patadas a una mujer que sale a reclamar por su dignidad, la de su familia y la de la clase trabajadora.
¿Y con este contexto todavía los grandes medios, los funcionarios y policías, y los leguleyos de los tribunales se preguntan porqué un tercio de la población de Las Heras asaltó una comisaría a sangre y fuego cuando se detuvo al portavoz de la protesta? Los 139 disparos que tiene el precinto policial no fueron provocados por ninguna patrulla guevarista. No hay que buscar en el Partido Obrero a los responsables de esta semi insurrección que sitió a los policías. Las Heras tiene 10.000 habitantes, la autoactividad de 1.000 personas es como si en la Ciudad de Buenos Aires se hubieran movilizado 300.000 porteños. Cifra cinco veces superior a la marcha del 1º de enero de 2005 luego de la masacre de Cromañón. Esta comparación la hacemos, para que se tome en cuenta la masividad de la pueblada en la localidad patagónica. Los recuperadores de Mario Navarro, no fueron 200, ni 500, ni 1.000 lasherences, sino un tercio del pueblo.
Para el estado, asumir que la población lo desborda es el reconocimiento más palmario que no pueden hacer su trabajo: gobernar la vida. Siempre es más estúpidamente fácil culpar al virus «rojo» por la revuelta, que reconocer la derrota de no poder gestionar la conflictividad social que crearon. Es más cómodo para el Capital-Parlamentario hacer espiritismo invocando al fantasma de la Liga Espartaquista -ahora que Rosa de Luxemburgo es puesta de moda por Hugo Chávez-, que asumir que una parte del pueblo peronista los enfrenta hasta con las armas en la mano. Es más fácil insultar a los que luchan hablando de que la represión la ordenó la justicia (bajo la ficción de la independencia de poderes), cuando la multitud sabe que el poder del capital es uno sólo, comandado de manera ejecutiva, legislativa y judicial por los funcionarios del estado. Una forma de administrar la vida que está para garantizar el nuevo genocidio mercantil. Es inserviblemente fordista el argumento de los chupatintas de la gran prensa queriendo ver en cada combate radical a los herederos del partido bolchevique. Ahora estamos en el posfordismo y el capital, en esta nueva fase de su desarrollo, creó a sus nuevos sepultureros. Con el agravante para el peronismo que ahora son autónomos, clasistas, horizontales y reniegan de conducciones externas a sus luchas.
En el capitalismo para la clase hacedora, sin plata, no se puede vivir. Las luchas por más dinero para vivir mejor, encubren el carácter fetichista del aumento del salario. Pero aún esas luchas reformistas, sostenidas por organismos de democracia directa, con referentes electos bajo la horizontalidad organizativa, hoy se vuelven potencialmente revolucionarias. Ya que el progresismo, la centroizquierda y la izquierda del capital, no está en condiciones de satisfacer estas demandas. Se acabó el fordismo como paradigma, y con él, el pleno empleo registrado y la incorporación mayoritaria de la clase productora en las mediaciones sindicales, partidarias y estatales. El estado de bienestar está muerto, y con él, la distribución de una parte mayor de los beneficios que produce la multitud. Con la segmentación de la clase obrera por ingresos, con la mitad de la fuerza viva del hacer en negro, con las castas laborales que se divide entre registrados, flexibles y desempleados; se terminaron los aumentos de sueldos globales que morigeraban la miseria en el capitalismo.
Terminemos con la estupidez de la conspiración de manual. Por cierto, que nadie en su sano juicio va a negar el componente conspirativo de la política. Pero lo trascendente en Las Heras no son las internas palaciegas, que existen; y las disputas mafiosas sindicales que llegaron para quedarse. Sino que estamos ante una conspiración de nuevo tipo: la conspiración de los comunes. Mini insurrecciones que salen de los pliegues sociales repletos de insatisfacciones, que con el tiempo se transforman en odio de clase acumulado. Rebeliones violentas que se despliegan y repliegan. Que golpean como un sólo puño sin necesidad de un partido. Que muerden y huyen al estilo guevarista de antaño, pero ahora, sin comité central ni armas robadas a los esbirros.
Ya no hace falta asaltar los cuarteles como en los años ’70, ahora la población está armada. Es cierto, con el asesinado del suboficial Jorge Sayago murió un asalariado. Los policías y gendarmes también son trabajadores. Empleados cuya función es reprimir y coimear, asesinar y torturar, y ser el penúltimo guardián de la propiedad y el estado del capital antes de la intervención militar. Y si se oponen, le pasa como al inspector Rubén Eduardo Vila, segundo jefe de la Departamental de Dolores; y Enzo Ienna, jefe Distrital de Chascomús. Que se negaron por seis veces a masacrar el piquete de los obreros de la ex-empresa Gándara en la localidad de Chascomús el 31 de enero. ¿Como actuó ahí el progresista de León Arslanián, el Gobernador bonaerense Felipe Solá y el ministro del Interior Aníbal Fernández? Actuaron como fascistas. Pedían sangre y desalojo de la ruta a balazo limpio. ¿Cómo iban a tolerar que dos policías osaran discutir sus órdenes? ¿Cómo una institución vertical por excelencia como la policía, que está para defender la ley del valor, va a tener en sus filas a cuadros que piensen con criterio propio? La obediencia de vida de los militares subalternos para asesinar luchadores en los ’70, ahora es reemplazada, por la obediencia de vida policial para aplastar a los luchadores vivos. El progresismo es un buen recurso para enmascarar el domino de clase patronal. Pero como toda máscara burguesa se cae cuando el estado sale a garantizar, como sea, la ganancia privada, la circulación de mercancías que contiene el trabajo humano, y castigar las demandas sociales impostergables. Por más que ahora Hebe de Bonafini, nos diga, que este es un gobierno amigo.
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