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Así fue como morimos

Fuentes: www.paolobarnard.info

Traducción de Riccardo Micco

El juicio comenzó el 23 de agosto de 1971 en las aulas de la Cámara de Comercio de EEUU y llegó a sentencia el 31 de mayo de 1975 en la asamblea plenaria de la Comisión Trilateral en Kyoto. En cuatro años de debate los amos de nuestras vidas decidieron que el imputado tenía que morir. El imputado se llamaba Derechos, o sea Democracia Participativa de los ciudadanos, o sea paz, tolerancia, bien común, libre amor y libre pensamiento, un Mundo Mejor por cada hombre y mujer de este planeta, el mundo que queríamos y que hoy no tenemos. En los años setenta ese mundo parecía a punto de realizarse, empujado por el extraordinario viento de progresismo que había soplado en el mundo occidental en la década de los sesenta. La sentencia decretó que el imputado era culpable, y sentenció la ejecución capital. Lo que hoy aparece como el Poder – lo gobiernos de cada país, las mafias, el monstruo mediático comercial, la corrupción política, el imperio del consumismo – no lo es. Solo son las manifestaciones de esa sentencia. El Poder son los que la decidieron y la escribieron, esa es la origen de todo.

Los más jóvenes dudarán de estas palabras, pero realmente hasta la época del proceso de que estoy hablando existía algo llamado Esperanza. Era hija de dos siglos de luchas de hombres y mujeres comunes, una epopeya de sacrificios en defensa de ideas deslumbrantes, conducida desde el fin del siglo XVIII por gente capaz de cambiar la Historia. Cambiar la Historia tenía un único lema: quitar el poder a los pocos y darlo a los muchos, por el bien de todos. Los pocos, herederos desde milenios de un poder gigante, sufrieron en dos siglos ese intento de cambio, hasta el día en que decidieron que había que parar la Historia. La idea que los muchos tenían que decidir a expensas de los intereses de los pocos, tenía que extinguirse.

Las líneas siguientes dicen en resumidas palabras que para combatir el Poder hay que comprender quien es realmente, porqué luchar contra sus títeres no sirve de nada. Hay que comprender donde nació y cuáles son los medios y las estrategias que ha usado, para que otros hombres y mujeres vuelvan a luchar contra él con los medios adecuados. La mayoría de los ‘antagonistas’ de hoy no cuidan este aspecto y se están equivocando en casi todo. Las palabras que vais a leer son las verdaderas palabras del Poder, las que han cambiado nuestras vidas en todo el mundo, son los hechos.

El abogado del diablo.

Había que parar la Historia. Los primeros a pensar en esto fueron los hombres de negocio estadounidenses de la época de Nixon, cuyo leader era Eugene Sydnor Jr de la Cámara de Comercio. Pero, ¿Cómo? La respuesta fue clara: con la fuerza de las ideas. La misma fuerza que se usó en la época de la Ilustración. Solo bastó una llamada a un abogado. Lewis Powell era legal de los consejos de administración de muchas empresas, tenía gran cultura y capacidad, le contrataron para iniciar el proceso.

Powell escribió un ‘memorándum’ de once páginas, en un lenguaje de bachillerato, y forjó la primera arma del contraataque: la sencillez. Simples conceptos, esenciales, una comunicación directa y comprensible a todos, desde el presidente de empresa hasta el taxista. La derecha siempre utiliza este método y de hecho sus ideas se difunden y ganan de esta manera. La izquierda casi nunca ha entendido ni siquiera el abc de la comunicación.

La diagnosis de Lewis Powell: «(Nosotros de la derecha económica) no nos enfrentamos a ataques esporádicos. El ataque a las corporaciones es sistémico y común. Hay una guerra ideológica contra el sistema de las empresas y los valores de occidente. Está claro como la luz que los mismos fundamentos de nuestras libertades están bajo un ataque masivo, porqué la amenaza al sistema de las empresas no solo es una cuestión de economía, sino llega a amenazar las libertades individuales». No hay debate posible, porqué «la única alternativa al sistema capitalista son las dictaduras de las burocracias socialistas o fascistas.» Luego está el llamamiento: «Ha llegado la hora para el business americano de marchar contra los que quieren su destrucción.» ¿Quiénes son los virus? «Sin duda la izquierda radical, la cual es mucho más potente numérica y económicamente que antes en la historia. Pero las voces más preocupantes llegan desde elementos respetados y respetables como las universidades, los medios de comunicación, los intelectuales, los artistas y algunos políticos. La preocupación máxima del poder debe de ser la izquierda y los reformadores sociales.» Luego vienen los estudiantes: «casi la mitad de los estudiantes está a favor de la socialización de las industrias» . La izquierda está librando un «ataque al mismo sistema, que confunde el publico y reduce su confianza en él.»

Son menos de 200 palabras que nos cuentan ya todo lo que ha sucedido en los 39 años a venir, en todo occidente, en los campos sociales, económico, ideológico, sindical.

Lewis Powell decretó las reglas de guerra y los primeros en seguirlas tenían que ser justamente los Padrones, que se percibían a sí mismos como irrelevantes. El ‘memorándum’ proclama así que «pocos elementos de la sociedad americana hoy tienen tan poca influencia en los gobiernos como el business, las corporaciones y los accionistas. No exagero afirmando que somos los olvidados.» Para subvertir las cosas, la derecha deberá tener la fuerza de «organizarse, planificar a largo plazo, disciplinarse, financiarse y estar unidas» O sea, transformarse en un ejército de activistas poderoso y eficaz. La consecuencia de estos simples conceptos será enorme: nació así el mundo de las lobby del poder económico, que hoy eligen los presidentes de EEUU, que regulan las guerras en Oriente Próximo, que deciden las políticas en la Eurocámara y deciden quién puede comerciar y qué en todo el mundo y de hecho han llevado el business, las corporaciones y los accionistas al súper poder de hoy.

Powell hace aquí hincapié en algo impactante, si leído hoy: «El business debe aprender las lecciones y las prácticas del mundo de los trabajadores, o sea que el poder político es indispensable, debe ser cultivado asiduamente y utilizado agresivamente si hace falta, sin miedo.» En otras palabras, la derecha encontró la vía del rescate imitando la izquierda de la época. Ellos la asumieron, nosotros la perdimos. Y luego: «Quien nos representa tiene que convertirse en algo mucho más agresivo, tiene que ejercer una fuerte presión sobre toda la política para que esta nos apoye y no tendremos que dudar a la hora de penalizar a los opositores» . Las lobby tendrán que dedicarse sobre todo a la justicia, «explotando el sector de la misma manera que la izquierda y los sindicatos, que a menudo nos han arrebatado nuestros intereses».

Los gemelos Educación y Television

Lewis Powell tuvo la intuición que en el futuro, las decisiones tomadas en la sociedad saldrían del mundo del los collares blancos titulados en las universidades de occidente. Pero los ateneos de la época estaban repletos de ideas subversivas. «Hay ponientes de izquierda y miles de extremistas, y ninguna paridad en presencia de sostenedores del sistema de gobierno americano y del business». La fuerza de las lobby tenía que golpear las universidades. La derecha económica tenía que crear un ejército de catedráticos que «creen de manera firme en el sistema de las empresas». Una vez logrado esto, «nuestros profesores tendrán que evaluar los libros de texto, sobre todo los de economía, políticas y sociología» El eje central tenía que ser sobre todo la economía, donde «tendremos que gozar de una relación estrecha con las facultades». Aquí se entiende muy bien de donde nace el pensamiento del Mercado Libre (ojo: lo que está libre es el movimiento de capitales, no de mercancías y menos de hombres) que desde hace más de 20 años es de dominio en cada facultad de economía. Los lectores aquí tienen que saber que es precisamente desde las universidades que proceden las políticas de empobrecimiento de los servicios esenciales, del derecho al trabajo, la salud pública, la vivienda, las pensiones. Nuestros gobiernos sólo son ejecutores que no tienen elección y por eso no tenemos que mirar hacia Berlusconi, Sarkozy o quien sea para comprenderlo, no son ellos los que tenemos que combatir.

En el 1971 los medios de comunicación ya eran centrales en los juegos de poder, pero no lo suficiente. El abogado tampoco para este tema desperdició palabras: «Las televisiones tendrán que ser puestas bajo observación de manera constante, de la misma manera que los libros de texto universitarios. Esto se aplicará a los informes y las encuestas emitidas por televisión, que a menudo contiene críticas al sistema del business.» También prensa y radio: «Tendremos que emplear cada posible solución para promovernos a través de estos medios» , ni las revistas populares, donde «tendrá que ser constante el flujo de nuestros artículos» ni los quioscos, donde «existe oportunidad de educación del público, sin embargo al día de hoy no hay publicaciones atractivas por nuestra parte». Powell prescribe aquí el estallido, realmente ocurrido en los años siguientes, de las publicaciones populares, rebosantes de una representación positiva del consumismo, y los mensajes que los medios nos dirigen en cualquier salsa y minuto para reforzar el sistema capitalista. De hecho escribió: «gastamos millones de dólares en publicidad…y solo una fracción de estos publicitan el Sistema».

Simplemente lo mejor

El ‘memorándum’ concluye con las directivas para el futuro ejercito de los Padrones. En primer lugar, hay que encontrar financiación masiva y constante y aquí, dice el abogado, «necesitamos de un apoyo financiero por parte de las corporaciones muy superior a lo de ahora». Powell bien sabía que la creación del consenso no podía depender de intelectuales sin bolsillo o voluntarios mal pagados y prescribió que quien trabajara en el proyecto de parar la Historia tendrá que ser «pagado al mismo nivel de los directivos de empresas y catedráticos» y sus competencias «tendrán que ser en los niveles más altos en sectores claves como la publicidad, los medios de comunicación y la abogacía» . El proyecto de parar la Historia tendrá que ser evaluado en calidad y fidelidad de manera continua y «nuestra presencia en los medios, en los debates, en el mundo editorial, en la publicidad, en los tribunales y dentro las comisiones legislativas tendrá que ser sumamente precisa y de nivel excepcional» .

Once paginas así escritas fueron tomadas como patrón por las derechas económicas occidentales y, como cada uno de nosotros puede averiguar, hoy son realidad en cada palabra. El resultado son millones de seres humanos hipnotizados por ‘los valores del sistema’, en millones de estudiantes indoctrinados al libre mercado, en la destrucción implacable de los derechos fundamentales, en una inmensa red de medios de comunicación que de manera obsesiva promocionan aquel sistema, en el poder de las lobby, en la mortal habilidad y eficiencia de la implacable maquina del Consumismo. Aquellas once paginas de simples conceptos han sido el software guía de las derechas económicas en 39 años de trabajo incansable, unido, disciplinado, programado como nunca antes. El Poder, lanzado alma y cuerpo en la guerra en contra de la Esperanza, la cual fue derrotada finalmente cuatro años después de los primeros esfuerzos de Lewis Powell. Hizo falta por eso el trabajo de otros tres hombres para concluir el proceso, y pocas otras sencillas páginas.

La Democracia se salva matándola.

Es desconsolante escuchar hoy en día a las voces de algunos demagogos que denuncian el ataque a la democracia, llevado hoy, según ellos, por algunos títeres del Poder. Es como si alguien gritase socorro por la llegada del consumismo porqué en la esquina han abierto un centro comercial. El ataque fue planificado hace ya 35 años y con tal efectividad que no deja esperanzas.

La Comisión Trilateral nació en el 1973 como libre asociación de ciudadanos americanos, europeos y japoneses con la intención de desarrollar una estrecha colaboración entre estas tres regiones sobre sus problemas comunes y de mejorar la comprensión de estos problemas . Claramente esta proclamación es una chorrada. En realidad es un club exclusivo de personas poderosas decididas a salvar sus intereses y que sin embargo no son para nada secretos u ocultos. La Comisión Trilateral es a lo contario la cara más pública de las derechas económicas modernas, plenamente partidarios de la democracia, cuyo significado es desde luego un instrumento libremente entregado a pocos por parte de muchos para que los muchos puedan ejercer el interés de los pocos. Una de los alcances principales de las derechas modernas fue que las dictaduras ya no eran el medio más adecuado para subyugar a los ciudadanos. Las dictaduras son asuntos sucios, incontrolables, que siempre terminan en algo embarazoso y campañas libradas por los medios de comunicación, que piden explicaciones de lo sucedido. Mucho mejor la democracia, pero con telemando a distancia. Si hasta ayer las derechas occidentales exportaban golpes de estados (Iran, Chile, Grecia…) hoy exportan democracia (Iraq, Afghanistan, Pakistan…) Pero la democracia tiene su doble cara: a largo plazo pone en primer lugar el interés de los muchos, a expensas del interés de los pocos. Es de izquierda por instinto. Por eso había que hacer algo y para eso se creó la Comisión Trilateral, que contaba y cuenta con la participación de personajes famosos y menos, como Zbigniev Brzezinski, Jimmy Carter, David Rockefeller, Giovanni Agnelli, Edmond de Rothschild, George Bush padre, Dick Cheney, Bill Clinton, Alan Greenspan, Henry Kissinger y muchos otros más.

Me explico: la democracia libre está por naturaleza a lado de los ciudadanos, ya que son ellos que la gobiernan. Esto, como dicho, era un hecho al final de los sesenta en algunos países del mundo no solo occidental, después de dos siglos de luchas. El Poder estaba mosqueado, pero comprendió el valor de la democracia como vehículo de sus intereses, y eso era una contradicción. Así que el Poder decidió: la democracia está consagrando la izquierda, entonces tenemos que matarla, pero la democracia nos sirve y por esto tenemos que salvarla. ¿Soluciones? Aparecieron tres pensadores: Samuel P. Huntington, Michel J. Crozier e Joji Watanuki. Tres intelectuales, catedráticos y consultores de gobiernos. Otra vez ellos dibujaron las recetas en términos muy sencillos en las 227 páginas de The Crisis Of Democracy, entregado a la Comisión Trilateral en el 1975. Otra vez sentenciaron la condena a muerte de la izquierda, pero de manera asombrosa. Todo estaba en una idea a primera vista loca: si queréis salvar la democracia y matarla al mismo tiempo, tendréis que salvarla mientras que la estáis matando.

La explicación se halla en la página 157 de The Crisis of Democracy, donde se lee: «la historia del éxito de la democracia está en la asimilación, por parte del público, de los valores, las actitudes y patrones de consumo de la clase media». ¿Qué significa esto? Esto significa que cuando se quiera matar la democracia participativa (la democracia que hace el interés de los muchos a expensas del interés de los pocos) manteniendo en vida una simulación de la democracia (la democracia que nos trae a las urnas cada cierto tiempo para elegir a los pocos que nos exprimen como limones) los ciudadanos tienen que convertirse en consumidores y pequeños accionistas. Y eso es exactamente lo que nos hicieron. Fue una idea genial. Los ciudadanos que apenas estaban aprendiendo a participar, fueron reducidos a un público inerte y el contenido de la democracia fue aniquilado. Los tres autores dictaron las instrucciones de manera muy clara: «El funcionamiento efectivo de un sistema democrático necesita de cierto nivel de apatía de los individuos y los grupos. En los tiempos pasados, cada sociedad democrática tuvo una población variable que se hallaba en los márgenes, que no participaba en la política. Esto es intrínsecamente anti-democrático y sin embargo ha sido uno de los factores que ha concurrido al buen funcionamiento de la democracia» En el texto se lee también que la amenaza a la democracia estadounidense procedía «desde la misma sociedad con altos niveles de instrucción, dinámica y participante» una sociedad donde habían nacido «grupos de jóvenes y grupos étnicos que estaban desarrollando su propia conciencia» . Tenían que ser desactivados, hacerlos apáticos, inmóviles.

Os pido reflexionar sobre las líneas de arriba, porque si se comprende esto se aprende quien es el Poder, como trabaja y quien realmente hay que combatir, que no es Berlusconi, sino el Sistema, que utiliza a Berlusconi como uno de sus instrumentos para sus objetivos. Es inútil que hoy los antagonistas en Italia chillen contra la cúpula política porqué no fue esa en deshabilitar la democracia y sobre todo indignarse y chillar no es la manera de reactivar los ciudadanos apagados por las estrategias dibujadas en The Crisis of Democracy.

Curar la democracia con más democracia es como arrojar más gasolina al fuego.

El trabajo de Samuel P. Huntington, Michel J. Crozier e Joji Watanuki llegó mucho más allá en golpear cada aspecto de la democracia de participación. Basta con leer en la página 161 la lista de lo que según los autores obstaculiza la democracia: «1) la búsqueda de la igualdad entre los hombres… 2) La expansión de la participación en la política… 3) La competición política, sustancial en la democracia… 4) La respuesta de los gobiernos antes las demandas y las presiones de la sociedad…» Ahora bien, si pensáis en la época actual, os encontráis con que: 1) se ha destruido la igualdad de los individuos, a través del individualismo y la Cultura de la Visibilidad (o sea de los Vip, o Famosos). Hoy, quien no esté ‘visible’ en el poder político o en los medios de comunicación o en el arte/ocio/deporte es un cero, no existe. 2) La participación ciudadana es inexistente. 3) La eliminación de los partidos pequeños en favor de los grandes ha callado muchas fuerzas políticas. 4) Tenemos la sensación de que el gobierno ignore de manera constante las demandas y las reclamaciones de los ciudadanos y solo siga los intereses de las lobby del poder. Las instrucciones de Huntington, Crozier e Watanuki se han realizado en todo.

Ellos dijeron al Poder que «la idea democrática por la cual el gobierno debe responder a los ciudadanos, crea en estos la expectativa del cumplimiento de sus necesidades y de la eliminación de los males de la sociedad» y que «curar la democracia con más democracia es como arrojar más gasolina al fuego» . Palabras increíbles, pero que han moldeado nuestras vidas. Por cierto, la idea de Estado de Bienestar, que «daría a los trabajadores garantías y alivio al desempleo» se consideraba «un desastre…porqué originaría una época de caos social» . En el texto se avisa a los poderosos que «el impulso de la democracia es disminuir el poder del gobierno, aumentar sus funciones disminuyendo su autoridad», que es precisamente lo que debe ocurrir en una democracia sana.

The Crisis Of Democracy dibuja la respuesta a esa ‘mala’ democracia: el regreso al gobierno de elite . Huntington, Crozier e Watanuki inician recordando el buen ejemplo del presidente Truman, que «consiguió gobernar el país con la ayuda de un pequeño número de abogados y banqueros de Wall Street». Por cierto «la democracia solo es una de las fuentes de autoridad y tampoco puede ser siempre efectiva. En algunos casos», escriben, «el más experimentado o el mayor en la jerarquía puede apartar la legitimidad democrática y reclamar la autoridad». Hago hincapié en estas palabras escandalosas, porqué son el fundamento ideológico de la creación de la nueva Europa según el Tratado de Lisboa, que de hecho prescribe que nosotros los europeos vamos a estar gobernados por un puñado de burócratas súper especializados que no podremos elegir (a pesar de las falsedades que nos cuentan sobre el ampliado poder del Parlamento Europeo). ¿Entendéis ahora de donde viene el ataque a la democracia?

La trampa

Los sindicatos y cualquier otra forma de organización social, eran un problema al que enfrentarse. Aquí los autores dieron lo mejor, con una de las ideas más tramposas de la historia de la política moderna: la cooptación. Entendieron que en las democracias modernas no es rentable mantener un choque frontal con los sindicatos y empezaron a diseñar una de las épocas más obscuras en las relaciones entre el Poder y el mundo de los trabajadores, una época que en pocos años llevaría los sindicatos desde una histórica tradición de lucha por ampliar los derechos hasta la condición actual donde solo contratan el nivel de abolición de los derechos. Huntington, Crozier y Watanuki escribieron: «Las crecientes demandas y las presiones sobre los gobiernos imponen una mayor colaboración. Tendremos que pensar a medidas para asegurarnos soporte y recursos… por parte de los sindicatos y de las asociaciones ciudadanas». Prestad atención: estas palabras se escriben en los años 70, cuando la sola idea de un sindicato que asegurase soporte y recursos a los gobiernos habría llamado a la traición, a la acusa de colaboracionismo y a revueltas en todas las fabricas. Pero ha ocurrido y no es necesario aquí resumir la historia de la gestión de las crisis económicas en varios países (solo quiero recordar la de Argentina en el año 2000) donde los sindicatos han sido cómplices de los gobiernos hasta llegar a financiar partidos políticos que llegarían al poder aplicando las mismas políticas que se habían comprometido a cambiar. Para los sindicatos, The Crisis of Democracy tenía guardada otra bala. Los autores sabían que la fuerza de los sindicatos se hallaba en la ideología radical y que «cuando esta pierda fuerza, pierden fuerzas las peticiones del sindicato» . Para conseguir esta pérdida de fuerza idearon la concertación . Ellos escribieron: «(la concertación)…produce desilusión en los trabajadores, que no se reconocen en una lucha burocrática y toman distancia de esa, y esto significa que más los sindicatos acepten este método de concertación, más se debilitan y menos pueden movilizar a los trabajadores y ejercer presión sobre los gobiernos» . Estas palabras se han sacado un poco fuera de un contexto más general, pero es chocante que los gérmenes de la disgregación de los sindicatos estuvieran tan claros a los que hace ya 35 años estaban planeando la muerte de la izquierda en occidente. No solo era necesaria la concertación, también había que apoyar a los sindicatos con vocación más autoritaria, ya que «en el Estado moderno los jefes poderosos de los sindicatos, los que tienen métodos autoritarios, son una amenaza menor a la autoridad de los líderes políticos, hasta se convierten en una ayuda a estos». La motivación estaba clara: «si los sindicatos están desorganizados, si los miembros son rebeldes, si la lucha se hace extrema y las huelgas son frecuentes, una política nacional de los salarios es imposible…y contribuye a debilitar el gobierno (no los trabajadores, por supuesto! nda)» Así, bienvenida a la corporación sindical, mas domable.

Estos conceptos nos cuentan todo lo sucedido hasta ahora, donde los sindicatos corporación han vendido los Derechos, abandonando la lucha radical necesaria para no llegar hasta aquí. Los ejemplos son muchos, como la insistencia para reformas laborales (a toda ventaja de los padrones) y para subir la edad de jubilación, a pesar de que los contables del Estado nos digan que no hay necesidad de esto y que la Seguridad Social tiene superávit. Entonces ¿para qué insistir en esto? Porqué hay que cumplir con órdenes de más alto nivel, con decisiones tomadas desde ya hace mucho tiempo.

Control Social

Está claro ahora que el Poder ya entonces poseía una visión cristalina de los problemas a que enfrentarse, sean serios o irrelevantes. Entre estos últimos estaba la importante presencia de partidos comunistas en algunos países de Europa, como Italia y Francia. Este problema era considerado de muy poca importancia, ya que se lee: «Los partidos comunistas han cedido terreno en toda Europa occidental. Su ideología se encuentra borrosa y se han convertido en una Iglesia cuyo carisma se está desvaneciendo. Son partidos moderados y no representan ninguna amenaza a la democracia, ya que respetan sus reglas fundamentales» . Dejado a lado el problema de los ‘rojos’ (y así avalando la transición ‘democrática’ en España) el Poder pone manos a la obra en asuntos más modernos, como el control de los medios de comunicación. La televisión entre todos tenía que estar bajo control, ya que «hay pruebas que nos dicen que el desarrollo del periodismo televisivo ha contribuido a debilitar los gobiernos» y que la prensa «tiene un rol cada vez más crítico hacia los gobiernos y sus funcionarios». Los medios dispuestos a desafiar la autoridad eran para los autores una amenaza al mismo funcionamiento de los ejecutivos, ya que «hace casi imposible el mantenimiento de la necesaria tranquilidad para gobernar» , y además «la ética democrática dificulta hoy el ocultamiento de la información, a la cual los medios tienen cada vez más acceso» . Lamentable era «el aumentado poder de los periodistas a expensas del poder de los editores y padrones», y esto se afirmaba sin una gota de vergüenza. Así que algo había que hacer y The Crisis of Democracy señala que «Hacen falta medidas importantes para restablecer el equilibrio entre la prensa, el gobierno y otras instituciones» , un concepto que suena a blasfemia para quien tenga claro que imponer ese equilibrio se traduce en una mordaza para el periodismo, cuya función es, justamente, controlar el poder. No hace falta decir como ahora también estos conceptos se han vuelto realidad y que ejecutores como Murdoch o Berlusconi siguen cumpliendo esas órdenes.

Ese trabajo mantiene no obstante el foco sobre los ciudadanos de aquella época, salidos de la eufórica y revolucionaria década de los 60, con nuevos impulsos de activismo político, personas que «por pedir mayor estado de bienestar, necesitan más control social» . El activismo no era otra cosa que la democracia participativa , esa era la Esperanza, que tenía que morir ejecutada. En el decálogo de la Revancha del Poder de Huntington, Crozier y Watanuki el control social es una de las horcas. Más precisamente ellos hablaron de control social indirecto sobre el individuo, el más sucio y menos visible. Un instrumento ya probado en EEUU pero poco conocido en Europa, «donde la disciplina social no tiene la adoración que encuentra en Japón y donde las formas indirectas de control social desarrolladas en EEUU no se encuentran». El peligro de la falta de control social es que «los trabajadores no consigan asimilarse en el ‘juego social’ sobre todo en los países latinos». En otras palabras: si no se pueden incluir entre los consumidores , nunca podremos controlarlos y seguirán participando en la política. En la nueva democracia consumista, sellan Huntington, Crozier y Watanuki, hará falta «experimentar maneras más flexibles para obtener más control social, con menos coerción». Doce sencillas palabras para dibujar uno de los procesos de ingeniería social más devastadores de la historia del control de las masas: la Existencia Comercial y la Cultura de la Visibilidad, o sea masas de ciudadanos reducidos a consumidores desactivados.

The Crisis of Democracy fue debatido en la asamblea de la Comisión Trilateral el 31 de Mayo de 1975. Aunque hubo voces disidentes, al rato los tres autores entraron en la administración de Jimmy Carter y sus ideas despegaron, juntas a las de Lewis Powell. Así murió la Esperanza, y así es como inició la Nueva Economía Libre. La lista de los que nos manipulan no está toda aquí por supuesto, hay otros: OMC, OCSE, FMI, los grandes bancos internacionales, la Comisión Europea, el grupo Bilderberg, las numerosas Think Tank económicas… pero siempre son miembros del mismo club, una reducida elite que ha vuelto a reinar, que sin ser elegida democráticamente impone decisiones supranacionales, y no se asusta por una crisis que ella misma ha generado, porqué bien sabe que la van a pagar sus súbditos desactivados.

El autor

Paolo Barnard es un periodista italiano conocido por ser un crítico virulento del capitalismo y sus distorsiones. Fue correspondiente en el extranjero para varios periódicos y ha trabajado 12 años en la televisión pública italiana, como autor de una popular transmisión de información, donde se hizo famoso por sus artículos ‘incómodos’ que desvelaban las tramas sucias del poder económico. Precisamente por uno de estos servicios, donde acusa el poder de las multinacionales del fármaco, fue sancionado y echado de la televisión pública. Es amigo personal y colaborador de Noam Chomsky y autor de libros que tratan del colonialismo occidental y la tragedia de Palestina. Tiene un blog muy popular en Italia.

Fuente: http://www.paolobarnard.info/intervento_mostra_go.php?id=151

Rebelión ha publicado este artículo a petición expresa del autor, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.