Suele ocurrir, cada vez que en alguna tertulia de EITB se habla de las presas y presos vascos, que se reacciona con el «asombro» cuando alguien reivindica la necesidad de la amnistía. Como si se hablara de algo insólito, nunca visto antes, los hay quienes, incluso, superado el inicial asombro por la exigencia, se atreven […]
Suele ocurrir, cada vez que en alguna tertulia de EITB se habla de las presas y presos vascos, que se reacciona con el «asombro» cuando alguien reivindica la necesidad de la amnistía. Como si se hablara de algo insólito, nunca visto antes, los hay quienes, incluso, superado el inicial asombro por la exigencia, se atreven a destacar que vivimos en un «estado de derecho» que haría inviable semejante pretensión y que, además, no hay nadie detrás de esa demanda, que nadie secunda la amnistía.
Y el asombro pasa a ser el mío cuando los oigo porque, aunque así fuera, que no lo es, nadie ha demandado tampoco la impunidad para el terrorismo del Estado español y, sin embargo, a la impunidad se han remitido los asesinatos perpetrados desde ese Estado.
Apenas unos pocos crímenes y actos de terrorismo cometidos por el Estado español han sido sometidos a la justicia. Menos aún han sido los casos, entre esos pocos asesinos enjuiciados, que fueron condenados, y de más está decir que, entre los apenas condenados a una confortable cárcel cerca de su entorno familiar (como debiera ser para todos los presos) nadie guarda prisión. El general Galindo, que cumplió 4 años de los 80 a que fue sentenciado es un ejemplo. La impunidad del Señor X es otro. A algunos contertulios, además del mentado estado de derecho, les sobra el asombro.
(Euskal presoak-Euskal herrira)
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.