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Ateo, terrícola y romántico

Fuentes: Rebelión

En casi todas las constituciones de casi todas las repúblicas se dice siempre que hay libertad de culto, refiriéndose a las religiones que la gente pueda elegir. A mí me parece muy importante que sea así, pero mas interesante todavía sería que eso se llevara a la práctica. Esto porque me parece que, como la […]

En casi todas las constituciones de casi todas las repúblicas se dice siempre que hay libertad de culto, refiriéndose a las religiones que la gente pueda elegir.

A mí me parece muy importante que sea así, pero mas interesante todavía sería que eso se llevara a la práctica. Esto porque me parece que, como la Iglesia católica ha dominado como religión principal en muchos de nuestros países occidentales y colonizados y requetecolonizados, los no creyentes o ateos y practicantes de otras religiones son minoritarios, pero crecientes.

Sería interesantísimo que los que creen en Dios fuesen respetuosos con los que no creen o que crean en otras doctrinas. Lo digo porque en su reciente gira a Brasil, el Papa ha hecho declaraciones muy duras contra los autóctonos del sur del continente al decir que cuando no se cree en Dios se vive con una oscuridad interna y sin las grandes cualidades y beneficios del que cree.

Por supuesto, y por aquello de la libre expresión, el Papa tiene derecho a decir eso y más. Tiene derecho de haberle dicho a Bush no sólo que estaba preocupado por la guerra de Irak, sino claramente, que se retirara de allí. Pero él tiene derecho a hablar como quiera para que se interprete como convenga. Bush estuvo de acuerdo con esa preocupación por le que le aseguró que seguirá reforzando el army para llevar más democracia y más paz a Irak.

Yo, particularmente, porque no puedo hablar por los demás, soy ateo. Dentro de mi ateísmo no me considero enemigo de nadie, ni pienso que mis amigos católicos tengan ninguna oscuridad por dentro ni nada por el estilo. En realidad a mi lo único que me falta es el diploma, porque en la práctica soy tan católico (mejor cristiano) como el que más, con la diferencia de que no le rezo al papa, ni a ningún cura; voy a las iglesias a admirar la acquitectura y objetos de arte aunque nunca vaya a misa (antes porque no las entendía en latín ni me obligaban y luego porque las consideraba poco democráticas al tener que oír al padre sin poder decir nada más que a escondidas y siempre para tener que hablar mal de mí mismo, porque siempre uno está en culpa, en pecado); sueño con monjas imposibles cual fauno suelto en un convento solitario; no he matado a nadie ni pienso hacerlo; no deseo la mujer de mi prójimo hasta que ella me desee a mí; honro la memoria de mi padre ido desde la edad de un año; honro a mi madre; fornicar, lo que se dice fornicar… sí, me encanta pero no es una cuestión tan misteriosa, es un asunto normal y de no practicarse nos pone de muy mal humor. Es una de las cosas más hermosas que nos ha proporcionado la naturaleza y sin ella la vida no tendría casi sentido. Pero no voy a criticar a aquel que no quiera hacerlo, a quien haya decidido no hacerlo, es su derecho. ¡Dios mío, cuánto sacrificio!

En una cosa sí me he fijado en aquellos que son creyentes, que al conversar nunca piensan que el otro pueda no creer. Cuando hablo con los demás parto siempre de que el otro pueda tener otra visión, otro punto de vista, otra creencia, para así no ofenderlo. Igual que en política, no creo que necesariamente tenga razón en lo que digo, pero defiendo lo que creo justo y pienso que otros no tienen que coincidir conmigo. Creo en el debate de ideas, no de imposición de dogmas. Se parecen un poco a los amigos poetas que creen que hemos leído todo lo que han escrito sobre el ombligo del mundo.

Soy ateo, terrícola, romántico y hasta ciclista porque no creo en Dios aunque sé que existe, de la misma manera que existe Supermán. Terrícola porque no espero ese paraíso lleno de frutas y animales mansos, aguas cristalinas, esa paz como una fiesta de siesta. Mi paraíso lo construyo en la tierra en el espacio de tiempo que pueda tener de vida, lo vivo con el arte, con la alegría de mis amigos, con el placer de trabajar, con un ron moderado para no chocar, con cigarrillos de tabaco de Santiago también moderadamente; con la satisfacción de querer aportar para que la tierra sea un verdadero paraíso para todos y no para unos pocos quienes deciden llenarla de frutas podridas, animales fieros, aguas contaminadas y guerra como una fiesta macabra de humanos contra humanos.

Romántico porque me encanta el contacto con el ser humano y con humanas, los niños, hablar, compartir, discutir, reclamar, oír sus canciones, sus poemas, ver sus pinturas, sufrir sus miserias (no es que me guste, pero hay que hacerlo), me fascinan los árboles en los parques, bailar, fornicar (ya lo dije, y los detalles me pertenecen porque son de mi intimidad), reír….amar. ¡Ah! y no he hecho nada de lo que me tenga que arrepentir.

Perdonen si he pecado de narcisista. Por lo menos tengo el perdón de Narciso.

Junio MMVII