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Autogobierno en el país mapuche

Fuentes: Azkintuwe

«Mientras la existencia étnica mapuche podría, bajo ciertas condiciones siempre limitadas, mantenerse transitoriamente en cualquier lugar, la existencia nacional mapuche sólo es posible «conquistando un país». Más claro aun, en los escenarios políticos y económicos que hoy presenta el mundo, en la medida que una etnia no logra la existencia nacional, esta condenada a desaparecer […]


«Mientras la existencia étnica mapuche podría, bajo ciertas condiciones siempre limitadas, mantenerse transitoriamente en cualquier lugar, la existencia nacional mapuche sólo es posible «conquistando un país». Más claro aun, en los escenarios políticos y económicos que hoy presenta el mundo, en la medida que una etnia no logra la existencia nacional, esta condenada a desaparecer como tal. En el caso mapuche, el exito de un movimiento de liberación nacional será el establecimiento de un País Mapuche».

En 1990, el Centro de Estudios y Documentación Mapuche Liwen publicó un documento titulado: «Pueblo Mapuche, Descentralización del Estado y Autonomía Regional» (2). Si bien ese documento se constituyó en la primera propuesta sistematizada sobre la autonomía, su difusión no fue muy gravitante, debido, al ambiente de expectación creada por la «transición» que no dio espacios a alternativas, la desarticulación de las organizaciones, la cooptación de los dirigentes por parte del Estado chileno y sobre todo la ausencia de una tendencia autonomista que interprete la situación mapuche como una «cuestión nacional».

A quince años de la publicación de ese documento, nos encontramos sobre un escenario político diferente, creado por el proceso de recuperación de tierras y la incorporación de nociones de derechos políticos colectivos en las demandas mapuche. Contenidos que se han ido transformado en el eje de una concepción nacionalista y autonomista mapuche, en torno a la cual en la actualidad hay mucho más gente implicada. Si bien se deben valorar estos cambios, también hay que manifestar preocupación por el estancamiento político que se observa en la actualidad.

Ante esta situación, enorme importancia ha adquirido las diferentes perpectivas que distintas personas han vertido por las páginas de Azkintuwe, por medio de las cuales se trata de encausar un debate político a todas luces necesario (3). Con el objeto de contribuir a ese debate a continuación se expone la siguiente propuesta. En lo medular en ella se reafirman los contenidos señalados en el documento de Liwen de 1990, pero se amplia el análisis integrando nuevos datos no disponibles en ese momento y se desarrollan perspectivas no suficientemente maduradas y elaboradas en sus inicios.

El presente documento consta de tres partes. En la primera, se exponen lo que a nuestro juicio deben constituir las bases de una postura autonomista mapuche. En la segunda, se plantea el objetivo estratégico e intermedio de nuestro proceso autonomista, colocándose énfasis en la necesidad de conquistar una base territorial, por medio de la creación de una nueva región, en los marcos de un proceso de descentralización del Estado chileno.

En la tercera y última parte se proponen algunos contenidos tácticos y estratégicos de un plan de acción de perfil autonomista, que permitan tanto concretar las bases de nuestra concepción política, como las tareas más importante de la construcción nacional mapuche. Las dos primeras partes seran entregadas en esta edición dejando la tercera parte para la siguiente. Para una mejor comprensión y panorama de lo que aquí se plantea se incorporan mapas y datos estadísticos de la población mapuche.

1. Bases del proyecto nacional mapuche

1.1. El Derecho de Autodeterminación de los Pueblos


En los últimos años, el derecho de autodeterminación y la autonomía se han incorporado de modo más recurrente en los discursos y propuestas de las organizaciones mapuche. Sin embargo, el desconocimiento en la mayoría de nuestra población, y la extremada abstracción con que se usan estos conceptos, ha ido provocando confusiones y distorsiones de los verdaderos alcances que estos derechos podrían llegar a tener en el contexto mapuche. En general, la autodeterminación (o libre determinación) es el derecho que le asiste a un grupo humano que se autoafirma como Pueblo o Nación a decidir sin injerencias externas su futuro político. Esta definición se elevó a derecho con la «Declaración Sobre la Concesión de la Independencia a los Países y Pueblos Coloniales» en 1960, a través de la Resolución 1514 (XV) de la Asamblea General de las Naciones Unidas, que señala en su artículo primero:

«Todos los pueblos tienen el derecho de libre determinación. En virtud de este derecho, determinan libremente su condición política y persiguen libremente su desarrollo económico, social y cultural». El reconocimiento de este derecho se vuelve a incorporar en el artículo 1º del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, de 1966, y en el artículo 1º del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, del mismo año, ambos como resolución de la Asamblea General de Naciones Unidas.

Si bien autodeterminación y autonomía son conceptos íntimamente ligados, no representan lo mismo. Como hemos señalado, autodeterminación es un derecho de definición general, pero cuyo contenido debe expresarse en una fórmula concreta. En las diversas experiencias del mundo, estas fórmulas han girado en torno a tres vías: la autonomía (amplia o restringida, funcional o territorial) que se le reconoce a un pueblo en los marcos del Estado del cual forma parte; la creación de una federación a partir de un acuerdo político entre dos o más pueblos del Estado; o bien la creación de un Estado propio por parte del pueblo que ejerce la autodeterminación. En síntesis, se podría decir que mientras la autodeterminación es un derecho de carácter amplio, la autonomía constituye una de las formas políticas concretas en las cuales este derecho se puede ejercitar.

Sin embargo, es necesario precisar que si bien la autodeterminación representa la voluntad declarada de un Pueblo a disponer y expresar su libertad colectiva de una forma política determinada, el ejercicio de este derecho no implica que dicha voluntad no pueda ser nuevamente planteada -de acuerdo a una nueva situación que experimente el Pueblo de que se trate- para alcanzar una forma más perfecta y satisfactoria de disfrutar esa libertad colectiva.

En nuestro contexto, esto significa que si bien la autonomía es en la actualidad la vía que mayoritariamente se expresa en el mundo organizado mapuche, a nuestra generación no le corresponde «cerrar la puerta» a otras posibilidades que puedan plantear nuestras futuras generaciones, sea en un marco federativo, la constitución de un Estado propio u otras alternativas que refleje con mayor fidelidad la libertad colectiva futura de nuestro Pueblo.

2.2. Territorio y Población: las cuatro realidades de la Nación Mapuche

Disponer de un territorio propio es la primera condición para plantearse seriamente una existencia nacional. No hablamos de la restringida propiedad de la tierra de las reducciones actuales, sino de una visión geopolítica de País Mapuche: el Wallmapu. En un sentido amplio, el Wallmapu comprende el territorio de concentración y ocupación histórica mapuche. En el Ngulumapu -región oeste, ocupada actualmente por el Estado chileno- nuestro territorio abarca desde los límites norte de las comunas de Lewfü, Los Álamos, Angol, Renayko, Mulchen, Kilako y la nueva comuna del Alto Bíobio, hasta el límite sur de la Füta Wapi Chillwe (Chiloé), exceptuando la actual Provincia de Palena (4). En el Puelmapu -región este ocupada actualmente por el Estado argentino- el territorio debe considerar varios departamentos de las actuales provincias de Newken (Norkiñ, Longkopuwe, Pikunche, Alumine, Zapala, Katanlil, Williche, Kollongkura, Lakar y Los Lagos), Río Negro (Fürilofche, Pilkaniyew y Norkiñko) y Chubut (Kushamen, Fütalewfü y Langüñew) (5).

El ejercicio futuro de la autonomía y el derecho de autodeterminación, no puede ser limitada a una simple autonomía cultural (o funcional), sin base territorial ni derechos políticos, al contrario, deberá ser una autonomía territorial y política de la Nación Mapuche o de parte importante de ella. Sin embargo, el País Mapuche no es territorial ni demográficamente compacto. Se han profundizado dentro y fuera de él cuatro realidades que nos impiden, en el corto y mediano plazo, hablar de un objetivo único como Nación.

Dado que para describir la situación demografica mapuche en el Ngulumapu usaremos como base los censos de 1992 y el 2002, se debe hacer acotación a las diferencias de datos otorgados por uno y otro censo, aunque para nuestra descripción mantendremos como referencia a ambos. Cuando el Instituto Nacional de Estadística entregó los resultados explicó la enorme disminución con el argumento de que el sentido de la pregunta del 2002 había sido modificada respecto a la de 1992 (6). Según la explicación, se pasó del concepto de «identificación con culturas» al de «pertenencia» a alguna de las ocho etnias que señala la ley indígena, en lugar de las tres por las que se consultó en 1992. Sin embargo, un análisis de ambas preguntas llevan a poner en duda la explicación oficial (7).

Las dos verdaderas modificaciones aplicadas en el censo del 2002, son la incorporación de todos los pueblos que contempla en Chile la ley indígena 19.253 (Artículo 1, Párrafo, 1) y la universalización de la pregunta a todos los miembros del hogar y no sólo a los mayores de 14 años, pero en lo sustancial, se mantuvo el enfoque de la pregunta hacia la autopertenencia del censado y no como se planteo oficialmente que en la primera se pregunto por «identificación con» y ahora si «pertenece a».

Si bien con la información que se dispone no es posible determinar las causas de esta enorme disminución, es importante mencionar, para objeto de nuestro análisis, que en las regiones de la Araucanía, de los Lagos y parte de la Región del Bíobio el número y porcentaje de población que se autoidentificó como mapuche en 1992, es similar al que mantuvo su autoreconocimiento en el 2002, mientras que un gran número de la población que lo hizo fuera del territorio en 1992 no volvió a hacerlo el 2002 (por ejemplo, en la Región Metropolitana). En este sentido ambos censos sobre la población mapuche en los territorios históricos siguen siendo pertinentes. En todo caso el censo del 2002 reafirma el proceso de minorización experimentado por el pueblo mapuche, aunque dado la disminución de la población fuera del territorio otorga una mayor centralidad a los territorios históricos.

Para entrar en detalles, sobre la base del Ngulumapu, la primera realidad esta formada por la actual Región de la Araucanía y comunas adyacentes; Lewfü, Los Álamos, Cañete, Kontulmo, Tirua, Mulchen, Kilako y Santa Bárbara en la Región del Biobío; Mariküna, Langko y Pangipülli en la Región de los Lagos. Este conjunto -que a groso modo constituye parte importante del territorio mapuche que se mantuvo independiente hasta la invasión del Estado chileno a fines del siglo XIX- presenta una mayor cantidad de población mapuche. Según la proyección del censo de 1992, esta correspondió a 246.548 personas, constituyendo el 25,13 por ciento respecto al total de la población de ese marco territorial; en el censo del 2002 la población mapuche correspondió a 241.472 personas, constituyendo el 22,44 por ciento. Además este territorio muestra todavía una importante vitalidad cultural y política, reflejada en la concentración de la mayoría de las movilizaciones mapuche de los últimos años.

La segunda realidad la conforma la Fütawillimapu, región sur del País Mapuche, realidad determinada por la especificidad mapuche williche y una situación demográfica mucho más débil. Según el censo de 1992, la proyección de población mapuche para esta región (sin considerar las comunas de Mariküna, Langko, Pangipülli y la provincia de Palena) fue de 78.189 mapuche constituyendo el 9 por ciento respecto del total de la población en ese territorio (868.190). En el censo del 2002 la población mapuche fue de 81.583 personas y constituye el 8,3 por ciento del total (982.008). Además aquí se evidencia un deterioro mayor de los rasgos culturales propios, en especial del mapuzungun.

La tercera realidad esta constituida por el Puelmapu, región este del País Mapuche, subordinada al Estado argentino. Si bien la población mapuche es menor respecto al Ngulumapu, en algunos departamentos ya mencionados de las provincias de Newken, Río Negro y Chubut la población mapuche alcanza porcentajes significativos (entre un 30 y 35 por ciento) respecto a su población en general.

La cuarta realidad es la diáspora mapuche, que es la población que vive fuera del conjunto del marco territorial propio descrito anteriormente. En el caso del Ngulumapu, y según la proyección del censo de 1992, la mayoría de la población mapuche, unas 957.374 personas, vivían fuera del territorio y constituían el 74,67 por ciento del total mapuche. En el censo del 2002 esta cifra es de 279.546 persona y constituye el 46,38 por ciento respecto al total mapuche. La diáspora es consecuencia directa de la emigración mapuche desde el Wallmapu, al igual que lo es la minorización en el propio territorio.

Según el censo de 1992, sólo 324.737 mapuche viven al interior del propio territorio constituyendo el 25,37 por ciento respecto al total mapuche, ahora bien esta cifra constituye sólo el 17,56 por ciento respecto al total de la población del Ngulumapu. En el censo del 2002 la población mapuche en el conjunto del Ngulumapu es de 323.131 persona constituyendo el 53,62 por ciento respecto al total mapuche (604.677), aumentando la centralidad del Wallmapu como espacio de lucha política. Sin embargo, esta cifra sólo constituye el 15,70 por ciento respecto al total de la población de este territorio. Por último, en el Puelmapu si bien no hay cifras muy precisas, los fenómenos de la minorización y la diáspora son similares.

1.3. Mapuzungun: lengua propia del Wallmapu

Diversos estudios lingüísticos advierten que cada dos semanas muere una lengua en el mundo, y que a este ritmo la mitad de las 6000 lenguas que existen y sobreviven en la actualidad habrán desaparecido al finalizar el siglo XXI; son las llamadas lenguas moribundas y en peligro, entre estas últimas se encuentra el mapuzungun. Este preocupante pronóstico contrasta radicalmente con la situación del mapuzungun hasta fines del siglo XIX, momento en que llegó a constituirse en una lengua franca y de expansión, ocupando un amplio territorio en el cono sur de América.

Hoy el espacio territorial de nuestra lengua se ha restringido en extremo y su situación se caracteriza por su aminoramiento, exclusión, falta de prestigio e incapacidad de responder a las necesidades contemporáneas de nuestros hablantes. Dado que para un pueblo, el elemento más característico y peculiar de su cultura lo representa su lengua, una de las tareas más importantes de un movimiento de liberación nacional mapuche es la revitalización del mapuzungun, con el objetivo que en los hechos y en derecho recupere su calidad de lengua propia del País Mapuche.

1.4.- Poder político y económico como Pueblo

La formación de un poder político y de una base económica como Pueblo, son dos aspectos imprescindibles para hablar de autogobierno. Sin ellos, sólo se trataría de una autonomía cultural limitada o simplemente de una farsa. El poder político como pueblo no lo restringimos únicamente a la participación en las actuales o futuras estructuras de los Estados chileno o argentino -municipios, gobiernos regionales o Parlamento-, aunque estos sean caminos a utilizar por nuestras actuales o futuras estrategias. Cuando hablamos de obtener poder como Pueblo hablamos de la configuración de una representación colectiva como tal, o para una parte de nuestra nación, debido a la variedad de las realidades que ya hemos descrito. En este sentido esta representación debe tener una implantación territorial, no es un «poder en el aire». Además debe estar dotada de las atribuciones necesarias para hacer gobierno y decidir sobre todas las materias que afecten tanto a nuestra población como a nuestro territorio.

Del mismo modo, el fortalecimiento de una base económica y la autogestión de recursos propios son elementales para cualquier autogobierno real. En este sentido, dos son las perspectiva a tener en cuenta. Por una parte, el fortalecimiento de las embrionarias formas empresariales mapuche, las cuales se harán más relevantes en la medida que ellas se articulen en una estrategia económica más amplia, que junto con mejorar las condiciones de vida de nuestra población, contribuya a evitar la emigración del territorio y a la vez atraiga la fuerza laboral mapuche desde fuera del Wallmapu. Por otra parte, la presión para que la región hoy y el País Mapuche mañana alcance grados importantes de atribuciones económicas, requisito imprescindible de un proceso real de descentralización a favor de la región, y escenario apropiado para el desarrollo de nuestra estrategia política global.

2. Objetivo estratégico e intermedio

Nuestro objetivo estratégico es la reconstrucción de Wallmapu, el País Mapuche. El alcance de este objetivo está limitado hoy por las cuatro realidades que hemos reseñados y otras imposiciones más particulares. De partida, la existencia de una frontera política y administrativa, limita nuestra articulación y nos obliga como Pueblo a actuar, en muchas materias relevantes, en dos marcos estatales distintos, aunque se puede avanzar hoy en algunos aspectos específicos.

El desmembramiento del País Mapuche y la dispersión de nuestra población, obliga a plantear un objetivo intermedio; obtener bases territoriales en torno a las tres realidades territoriales señaladas, atraer y concentrar a la diáspora en una de las bases territoriales, y lograr en el largo plazo su articulación en un Estado de Regiones Mapuche. Es decir, en una institucionalidad que sea capaz de crear una comunidad política en torno a los intereses comunes de cada una de las realidades mapuche que hemos reseñado.

Tanto el objetivo estratégico como intermedio, requieren de la aplicación de un plan que permita acumular fuerza en el propio País Mapuche. Este plan debe ser inspirado por una concepción que debe ser a la vez nacionalista, territorialista y retornista. Es decir, sin que ignoremos la situación de dispersión que nuestra población presenta en los Estados chileno y argentino, así como valoramos los esfuerzos organizativos que hace nuestra población fuera del País Mapuche (por ejemplo en la Región Metropolitana), y los logros que allí pueda llegar a obtener, una existencia nacional mapuche real en los marcos de una autonomía con base territorial, no es posible en el contexto general de los Estados chileno y argentino, sino en el espacio geográfico de concentración territorial mapuche: el Wallmapu, cuya centralidad esta refrendada por los actuales datos de población mapuche.

Para comprender esta posición (nacionalista, territorialista y retornista) se hace fundamental diferenciar la identidad étnica de la identidad nacional. Mientras la identidad étnica se basa en las particularidades de la etnia, y sobre todo en su lengua y cultura, la identidad nacional se basa en este primer elemento, pero sobre todo en el territorio, pero concebido como «país». A partir de esto, postulamos que mientras la existencia étnica mapuche podría, bajo ciertas condiciones siempre limitadas, mantenerse transitoriamente en cualquier lugar, la existencia nacional mapuche sólo es posible «conquistando un país». Más claro aun, en los escenarios políticos y económicos que hoy presenta el mundo, en la medida que una etnia no logra la existencia nacional, esta condenada a desaparecer como tal.

En el caso mapuche, el exito de un movimiento de liberación nacional será el establecimiento de un País Mapuche, pero esto sólo sera posible revirtiendo la situación de minorización del Wallmapu, y el único camino viable para ello, con toda sus limitaciones actuales, es el retorno de una proporción importante de población mapuche de la diáspora.

2.1. Objetivo intermedio: Nueva Región y Estatuto de Autonomía

Disponer de una base territorial estratégica sólo puede ser asegurada en un territorio potencialmente controlable política y demográficamente, sobre la base de una concentración mapuche relevante y mediante un Estatuto de Autonomía que garantice políticamente, en una nueva región, todas las condiciones jurídicas, económicas, sociales, culturales para el desarrollo de parte importante de nuestra Nación.

En 1990 se postulaba que el territorio a reivindicar para una región mapuche autónoma debe tener como base a la actual Región de la Araucanía, más algunas comunas adyacentes o parte importante de ellas. Precisando, estas comunas deberian ser Lewfü, Los Álamos, Cañete, Kontulmo, Tirua, Kilako, Mulchen, y Alto Bíobio, en la Región del Bíobio; Mariküna, Langko y Pangipülli en la Región de los Lagos (Ver mapa). Esta nueva región adoptará el nombre de Wallmapu y tendrá como capital a Temuko, en la medida que esta ciudad constituye el centro del quehacer político mapuche.

Por su parte, se indico que un Estatuto de Autonomía deberá tomar en cuenta el carácter pluriétnica actual de esta nueva región. Es decir, no estará dirigido contra la población chilena, al contrario, un Estatuto de Autonomía en la medida que rige para el conjunto del territorio debe ir en beneficio de toda la población de esta nueva región. En consecuencia, esta autonomía regional deberá expresarse en una Asamblea y un ejecutivo regional emanado de ella. Se señalo que esta Asamblea será elegida democráticamente por toda la población, por medio de una fórmula electoral proporcional integral, que garantice la representación de todos los sectores de la sociedad regional a lo que hay que agregar la consideración de esta región como circunscripción única, para garantizar la proporcionalidad de la respresentación. Esta Asamblea debe contar con el poder para legislar sobre todos los aspectos que conciernen directamente a la nueva región.

Si bien la autonomía de esta nueva región debe basarse en los derechos de toda población local, el carácter mapuche debe quedar explícitamente garantizado. Por lo tanto, no se trata solamente de la obtención de una autonomía regional. Podría darse perfectamente la situación de una región con una Asamblea y un Gobierno regional, en el marco de un Estado chileno descentralizado, sin que la situación de dominación y colonización de nuestro Pueblo sea resuelto. De hecho, muchos de los análisis y posiciones actuales que son favorables a la descentralización política, ignoran nuestra situación específica, deseando mayor poder para la región, pero «sin nosotros(as)». Esto y otras señales deben colocarnos en alerta sobre lo que debe ocurrir en un proceso real de descentralización y autogobierno. Nuestros derechos deben ser garantizados en este proceso de manera explícita.

Como se señaló en 1990 nuestros derechos deben estipularse claramente en disposiciones del Estatuto de Autonomía. Estas disposiciones deben garantizar a nuestro Pueblo el derecho a los recursos naturales, en particular la tierra, mediante la creación de mecanismos que permitan la devolución masiva y expedita de tierras expoliadas a partir de la conquista chilena; a los beneficios de la explotación de estos recursos, pero resguardando el equilibrio medio ambiental; a vivir y poder trabajar en la región, así como a la protección del mercado; al desarrollo decidido del mapuzungun estableciendo, sobre el principio de la territorialidad lingüística, su oficialidad en el conjunto de esta nueva región, que permita su enseñanza en un nuevo sistema educacional regional, su uso en la administración pública y en los medios de comunicación.

NOTAS

1. Profesor de Historia, Geografía y Educación Cívica ; Master d’ iniciació a la recerca. Programa de Doctorat en Ciència Política i de l’ Administració : Governar les Societas Complexes. Departament de Ciència Política i Dret Públic. Universitat Autònoma de Barcelona, Catalunya. Miembro del Centro de Estudio y Documentación Mapuche Liwen de Temuko, Wallmapu.

2. Una versión de ese documento corresponde a : Marimán, José A. 1990. – «Cuestión mapuche, descentralización del Estado y autonomía regional». – In: «Seminario Utopía indígena, colonialismo y evangelización», Tópicos ’90. – Santiago de Chile: Centro Ecuménico Diego de Medellín, octubre 1990, nº 1, p. 137-150. – Ponencia al Seminario del Área de Estudios del Centro Ecuménico Diego de Medellín, Santiago, 27-29 marzo 1990. • Reed. in: «Sens et non-sens d’une commémoration: Les Amérindiens face au Ve centenaire», Caravelle, nº 59, Toulouse: IPEALT, Université de Toulouse-Le Mirail, 1992, p. 189-205.

3. Quiero acotar que el presente documento fue elaborado con antelación a las interesantes contribuciones que se han realizado en el periodico Azkintuwe. Debido a que la premura del tiempo no ha permitido una adecuación de este texto respecto a esas contribuciones, pueden aparecer algunos planteamientos haciendo abstracción de lo dicho respecto algun punto importante ya considerado (o criticado). Sin embargo, con posterioridad prentendo realizar otros artículos tratando de ampliar y profundizar en los argumentos que son esbozados en este, así como debatir en torno a perspectivas y usos conceptuales que no comparto a cabalidad en los aportes que se han vertido por Azkintuwe.

4. Para la descripción demográfica hemos conservado los datos de población mapuche respecto de Santa Bárbara y no del Alto Bíobio (que se creo en el 2004), dado que la información sobre la población mapuche de esta nueva comuna es aun ambigua, aunque existe seguridad de que esta constituida por una mayoria mapuche pewenche. Una descripción mayor y las consecuencias políticas de ello, se hace en la segunda parte que se publicará en la proxima edición.

5. En la mayoría de los nombres he pretendido hacer uso de su forma en mapuzungun. A falta de trabajos más prolijos al respecto, lo hecho con el convencimiento de la necesidad de rescatar el patrimonio linguístico de la toponímia en mapuzungun. Esta necesidad se explicita y detalla en la segunda parte, como una de las tareas principales de un proceso de normalización linguística y de cara a la revitalización del mapuzungun como lengua propia del País Mapuche.

6. Censo 2002 : Sintesis de Resultados. Santiago de Chile, marzo de 2003, p. 23.

7. En 1992 la pregunta que fue consultada a los mayores de catorce años fue formulada de la siguiente forma: Si usted es chileno, ¿se considera perteneciente a algunas de las siguientes culturas? 1. Mapuche 2. Aymará 3. Rapanui, 4. Ninguna de las anteriores. En el censo del 2002 que abarco a todo el universo poblacional la pregunta se modificó y fue formulada de la siguiente forma: ¿Pertenece usted a algunos de los siguientes pueblos originarios o indígenas? 1. Alacalufe (Kawashkar) 2. Atacameño 3. Aimara 4. Colla 5. Mapuche 6. Quechua 7. Rapa Nui 8. Yámana (Yagan) 9. Ninguno de los anteriores.