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Ayer Atenas, hoy Estambul, mañana…

Fuentes: Rebelión

La historia se presenta de pronto ante nosotros, como una ola imparable, imprevisible, sin heraldos que la anuncien, inundando las calles de las grandes ciudades. No sólo ha sido la primavera árabe, la fuerza de la irrupción de la gente normal que no se resigna, que no acepta la opresión económica y social, se está […]

La historia se presenta de pronto ante nosotros, como una ola imparable, imprevisible, sin heraldos que la anuncien, inundando las calles de las grandes ciudades. No sólo ha sido la primavera árabe, la fuerza de la irrupción de la gente normal que no se resigna, que no acepta la opresión económica y social, se está instalando en Europa.

Ayer fue Atenas, hoy son las calles de Estambul las que se muestran incapaces de acoger la marea humana que se rebela. ¿Y mañana, que sucederá en las ciudades del Estado español? El 15-M, las mareas, la PAH no son el final, son el preludio de un movimiento que pugna por surgir, por tomar forma, por alcanzar la categoría más elevada de la historia, la de intervención consciente de la mayoría del pueblo trabajador en los destinos de la sociedad.

Mientras repaso mentalmente los acontecimientos de los últimos meses, viene a mi esa luminosa formulación marxista de Antonio Gramsci: «El viejo mundo se muere. El nuevo tarda en aparecer. Y en ese claroscuro surgen los monstruos».

En el Estado español esos monstruos toman la forma de gobierno del PP, abastecido por la cofradía de monstruos mundiales que constituye la Troika, y están sembrando nuestras calles con la misma gasolina, de recortes en los gastos sociales, desempleo, represión…

La indignación, la frustración, la rabia, la desesperación… son los sentimientos comunes que están forjando una nueva fuerza en la sociedad, que puede estar a punto de materializarse. Y no es por casualidad que esos brotes de rebeldía se expresan, en primer lugar, directamente en las calles.

No debiera ser difícil hacer un diagnóstico: se producen arroyos, torrentes, incluso ríos que buscan una salida, pero ninguna de las organizaciones existentes es capaz de ofrecer un cauce de expresión y canalización de esta enorme fuerza potencial que late bajo la superficie y que, periódicamente, cada vez con más frecuencia, se desborda.

Izquierda Unida (y Esquerra Unida en el País Valencià) están en una situación privilegiada para jugar el papel de catalizador de ese potencial. A diferencia de otras fuerzas políticas, una gran parte de nuestra militancia ha participado en todos los movimientos que han demostrado la vitalidad de la sociedad en los últimos años.

Pero, como todos, también sufrimos una esclerosis y es necesario sacudirse el barro, la herrumbre acumulada en los años pasados de «pacto social».

Los partidos políticos son el producto de su época y se construyen como en la naturaleza lo hace el caparazón de un cangrejo; se construye una estructura para poder sobrevivir en un medio adverso, pero ahora que la sociedad busca expresarse políticamente, no con intermediarios sino directamente: ahora se corre el riesgo de ser un corsé que impide el crecimiento del cuerpo que pugna por desarrollarse. La naturaleza resuelve esto con mayor facilidad que los partidos políticos.

IU no deja de ser un instrumento que debe ser útil al auténtico sujeto de la transformación social: la clase trabajadora. Así pues, la transformación de la sociedad exige el esfuerzo de transformar nuestras organizaciones de lucha, y EU es una organización concebida para la lucha, para la conquista del socialismo. ¡Nada más y nada menos!

Debemos ser capaces de superar cualquier obstáculo que impida la suma de dos factores necesarios para el éxito: la irrupción de una gran parte del pueblo trabajador en la participación política y la organización que sea capaz de acumular esa fuerza.

Si algo podemos aprender de los movimientos sociales es esa lección: la participación activa y democrática no es un objetivo abstracto, sino una condición necesaria para crear una izquierda capaz de transformar la sociedad.

No hay duda de que la política del PP hará que nuestras calles se desborden en la misma lucha que Estambul o Atenas.

La Izquierda Unida que necesitamos no es la de ayer, sino la de mañana, la que se está forjando en la lucha, la que deber ser ocupada por miles de activistas dispuestos a transformar la sociedad, comenzando por la transformación de la izquierda.

Marina Albiol Guzmán es Diputada de Esquerra Unida en Las Cortes Valencianas.

 

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.