Retomo aquí la carta abierta que las Comunidades Eclesiales de Base Abel Tacuri (Guayaquil) acaban de publicar: “Denunciamos la violencia extrema y llamamos a superarla juntos, porque, como dice San Pablo ‘La causa de nuestros males es la ambición del dinero’.
Despertemos a la realidad
Hay una gran inseguridad generalizada… ¿Quién se atreve ahora a pasearse de noche? Hay demasiada violencia: ¡Ya no hay lugar seguro! ¿Quién va a dejar jugar a sus hijos en el parque? A diario y por todas partes se dan asaltos, robos, secuestros, extorsiones, asesinatos y sicariato a la luz del día por competencia en el tráfico de drogas; este todo con ametralladoras y bombas de todo calibre.
La angustia es grande en las familias: Los jóvenes que no estudian ni trabajan entran en esta delincuencia organizada. Definitivamente no hay gobierno. Estamos completamente indefensos. Las mafias controlan la ciudad. El gobierno ha permitido el porte individual de armas. Va a ser el gran negocio de las armas y de la corrupción para conseguirlas.
Las causas de este desastre son múltiples
Hay demasiado desempleo: “¡Cuando la mitad de la población no tenga trabajo, la otra mitad no va a poder dormir tranquila!” Hemos perdido los valores esenciales como el respeto a la vida y a las personas. No hay ayuda mutua, compartir, unión, organización. Nos hemos vuelto individualistas, indiferentes, quemimportistas, consumistas… Ya no nos interesa la fe. Allí está el resultado.
Hemos permitido el tráfico de drogas, por nuestra falta de organización entre vecinos: No hemos luchado contra su comercio en los barrios ni por presionar a los gobiernos para controlarlo mejor. La policía hace la vista gorda… porque no les interesa o no son protegidos. También son víctimas de los delincuentes. Estos están mejor armados que los mismos policías.
Las armas no son la solución; más bien son el problema porque estamos dejando de confiar los unos en los otros y nos vamos a enfrentar en la calle como animales sueltos. El gobierno se desinteresa de la situación catastrófica del país. No se mete porque es corrupto; ya han pactado con el narcotráfico. Los ricos y el mismo presidente esconden su dinero en los paraísos fiscales. Para ellos “¡mejor que los pobres se maten entre sí!”
Ahora estamos en un ‘feriado bancario’ permanente, con los mismos autores del feriado bancario de 1999. Los bancos se benefician del dinero de la droga y del tráfico de personas. El ejército protege a las grandes empresas en vez de cuidar al pueblo. Las bandas delincuenciales se han tomado las cárceles con la complicidad de las autoridades. El gobierno de EE.UU. ha retirado visas a generales del ejército y de la policía… ¿Quién nos va a proteger de ellos ahora? Los grandes medios de comunicación sólo culpan a los pobres y a la delincuencia de la calle. No investigan ni dicen quienes son los que traen la droga por toneladas.
Se trata de una violencia estructural promovida por el imperialismo norteamericano. No pudieron con Venezuela, ahora exportan la violencia, el tráfico de droga y el crimen organizado a los países que no pueden controlar ni robar sus materias primas con facilidad. Perú es el ejemplo patente. Es la CIA (Central de Inteligencia norteamericana) que maneja todo esto con la complicidad y el servilismo de nuestras autoridades. Son ellos que organizan este caos y esta violencia: Son responsables de los muertos y las matanzas.
Estamos en lo que dijo el Documento de Medellín en 1968: Se trata de una “violencia institucionalizada”. En definitiva, matan a quienes se oponen a sus mandatos y a su saqueo. Los pobres somos un estorbo para ellos.
¿Cómo vivir y convivir enfrentando esta situación?
‘No, no basta rezar. ¡Hacen falta muchas más cosas para amar a Dios!’ porque, si vivimos todavía y si Dios nos da la vida, es para que hagamos algo. ¡Basta de lamentaciones! Al quedar de brazos cruzados nos hemos hecho cómplices de estas situaciones. Hace falta compromiso. ¡Cuidado con las iglesias llenas, pero con compromiso cero! A Jesús se lo sigue construyendo su Reino de justicia y fraternidad.
Tenemos que vivir de verdad el compromiso de nuestro bautismo: ser profetas que denunciamos lo que destruye el Reino y anunciamos lo que lo construye, ser sacerdotes para relacionarnos comunitariamente con Dios, ser reyes-pastores que nos organizamos en Comunidades fraternas y solidarias.
Hace falta sobre todo despertar entre vecinos, despertar las autoridades civiles y religiosas, organizándonos e integrando organizaciones que defiendan la vida y nuestros derechos. Tenemos que capacitarnos para entender la realidad, conocer sus causas y así motivarnos a actuar juntos.
Tenemos que unificarnos y potenciarnos mutuamente: ¡Si los problemas son nuestros, también son nuestras las soluciones! ¡Nadie se salva sólo! tenemos que apoyarnos como pueblo organizado y creyente. Sólo así podremos salir adelante.
“El momento más oscuro de la noche es también el más cercano a la aurora… si despertamos para actuar juntos.”
Pedro Pierre: Sacerdote diocesano francés, acompaña las Comunidades Eclesiales de Base (CEB ) urbanas y campesinas de Ecuador, país adonde llegó en 1976.
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