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Sobre el racismo cotidiano

Black is beltza now

Fuentes: Noticias de Navarra

Cuatro parejas de reinas y reyes forman parte de la comparsa de gigantes y cabezudos de Pamplona. Pretenden representar a la población del planeta, aunque lo hacen de una manera parcial y aproximada solamente. Habrá quien piense que es una forma de cosmopolitismo folclórico, como en octubre de 1965, cuando acudieron al desfile de la […]

Cuatro parejas de reinas y reyes forman parte de la comparsa de gigantes y cabezudos de Pamplona. Pretenden representar a la población del planeta, aunque lo hacen de una manera parcial y aproximada solamente. Habrá quien piense que es una forma de cosmopolitismo folclórico, como en octubre de 1965, cuando acudieron al desfile de la Hispanidad de Nueva York y se pasearon por la Quinta Avenida. En aquella ocasión solo tres parejas fueron hasta América. Los dos gigantes negros no viajaron por cuestiones racistas. Esto lo han recordado Fermin Muguruza y Harkaitz Cano con la novela gráfica Black is beltza, ilustrada por Jorge Alderete. 

El motivo del viaje de la comparsa fue el final de la exposición universal de Nueva York, cuyo lema fue «Paz a través del entendimiento». Aquella feria mundial de las naciones estuvo dedicada a «los éxitos del hombre en un mundo más pequeño y en un universo en expansión». Eso no fue óbice para que el racismo impidiera la presencia de los gigantes negros, ni tampoco fue obstáculo para que fueran negras las personas contratadas para disfrazarse de cabezudos: negros invisibles bajo las máscaras de los kilikis.

Casi una década antes, en diciembre de 1955, una negra invisible, Rosa Parks, había sido arrestada por la mordaza de las leyes racistas y condenada a una multa de 14 dólares, tras hacerse visible y negarse a abandonar su asiento, en una época en la que los autobuses segregaban a la población negra, para no alterar los gustos y la mirada de la ciudadanía blanca.

El otro día, después de una jornada de trabajo, tomé el autobús urbano y pensé que es una suerte que vaya un negro. Nadie quería sentarse a su lado. Así que ocupé el asiento libre y descansé por un rato, mientras la noche se nos echaba encima. En un paso de cebra mi compañero de asiento y yo nos bamboleamos con el mismo frenazo. Ambos nos reímos después de que nuestros cuerpos se estabilizaran.

Veía algunas cabezas con cascos que parecían escuchar música, otras parecían absortas en los cristales que nos encerraban en ese mundo tan pequeño y otras simplemente reflejaban cansancio. Después de varias paradas, el viajero negro se despidió y bajó. Algunas miradas blancas lo siguieron. El autobús arrancó de nuevo, rumbo a la oscuridad. Diciembre de 2014. Black is beltza now.

 

* Publicado en: http://www.noticiasdenavarra.com/2014/12/21/sociedad/black-is-beltza-now