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Blair, Aznar, Bush, tres criminales

Fuentes: Rebelión

El gran poeta alemán, el admirado judío Erich Fried de nacionalidad austriaca, que sabía mucho de campos de concentración y dolor, escribió al poco tiempo del atentado mortal en Karlsruhe, perpetrado por la RAF el 7 de abril de 1977 contra el fiscal general de la Alemania Federal, Siegfried Buback, una poesía, que no conviene […]

El gran poeta alemán, el admirado judío Erich Fried de nacionalidad austriaca, que sabía mucho de campos de concentración y dolor, escribió al poco tiempo del atentado mortal en Karlsruhe, perpetrado por la RAF el 7 de abril de 1977 contra el fiscal general de la Alemania Federal, Siegfried Buback, una poesía, que no conviene echar en el olvido y cuyos últimos versos, publicados entre otros en el «Aachener Studentenzeitung», fueron criticados por algunos: «Es wäre besser gewesen, so ein Mensch hätte nie gelebt» (Hubiera sido mejor que un tal hombre jamás hubiera vivido).

En 2009, el «premier» laborista Gordon Brown encargó un informe sobre la participación en la invasión de Irak en marzo de 2003, decisión de su predecesor Blair, tomada con el voto en contra del Partido Conservador y 139 diputados laboristas. La investigación recayó en sir John Chilcot, diplomático y alto funcionario, hoy de 77 años.

Concluyó su trabajo en 2011, pero la publicación se había ido demorando, por temor a dañar las relaciones británico-estadounidenses. El resultado: Un informe devastador contra Blair sobre la guerra de Irak. Tras siete años de espera, días pasados vio la luz la investigación oficial británica sobre la guerra de Irak de 2003, el Informe Chilcot, cuyo volumen triplica el de la Biblia. El documento resulta devastador para Tony Blair. También revela que Blair era un perro faldero de Bush, dispuesto a seguirle a toda costa: «Estaré contigo pase lo que pase».

La investigación de Sir John Chilcot revela que el expremier británico y Aznar pactaron un plan para mostrar que intentaban evitar la guerra. Chilcot recoge una reunión en Madrid entre el presidente español y el primer ministro británico, el 27 y 28 de marzo de 2003. Cuando faltan tan solo tres semanas para el comienzo de la invasión, y preocupados por la ola de opinión pública contraria a la guerra, ambos acuerdan establecer una estrategia de comunicación que transmita al público la sensación de que han hecho todo lo posible por evitar la conflagración.

Los familiares de los caídos no descartan acciones legales contra Blair, para que sea juzgado por crímenes de guerra. Algunos han tenido palabras de extrema dureza: «El mayor terrorista es Blair». Demoledor, Chilcot va desnudando el terrible fiasco de Irak. La acción bélica «no era en 2003 el único recurso» y «no había una amenaza inminente de Sadam». La acción en Irak se basó «en informes de inteligencia defectuosos». Además, los argumentos jurídicos para dar validez legal a la guerra «estaban lejos de ser satisfactorios» y no fueron discutidos por el Gobierno.

Frente a tan duro examen, Blair recurrió al viejo «pónganse en mis zapatos». Y lo mismo cabe decir respecto a esta guerra de Aznar y Bush. Tanto monta monta tanto: nos hallamos no ante tres presidentes respetables sino ante tres asesinos de masas, que merecen castigo y el desprecio de la gente. Según estudios hace tiempo que se habría sobrepasado el millón de muertos en esta guerra.

A los asesinos Blair, Aznar y Bush, los tres presidentes de gobierno por entonces, se les podría aplicar con toda justeza aquel verso de Erich Fried:

Es wäre besser gewesen,

so ein Mensch

hätte nie gelebt»

(Hubiera sido mejor que gente así no hubiera vivido jamás).

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.