La última vez que le ví con vida fue en la inauguración de la exposición Fetiches críticos, en el Centro 2 de Mayo de Móstoles. Estaba extremadamente delgado pero eso no me preocupó porque ya lo estaba cuando tantos nos reunimos a escucharle en la sede madrileña de Off Limits, en una ocasion de la […]
La última vez que le ví con vida fue en la inauguración de la exposición Fetiches críticos, en el Centro 2 de Mayo de Móstoles. Estaba extremadamente delgado pero eso no me preocupó porque ya lo estaba cuando tantos nos reunimos a escucharle en la sede madrileña de Off Limits, en una ocasion de la que ya dí cuenta en su dia en este mismo blog. Entonces estaba amable y sonriente – como lo estaba tambien en la inauguracion del 2 de Mayo – y esa jovial actitud suya bastó en ambas oportunidades para que apartara de mi cabeza los sombrias especulaciones alimentadas durante meses por las noticias sobre los ataques malignos y recurrentes del cáncer. Habia demasiada alegría en esa sonrisa y demasíada intensidad en esa mirada como para darle crédito en realidad a la amenaza inminente de la muerte. Pero desgraciadamente ella seguía allí, implacable, sin darse en ningún momento por vencida, y el miercoles 1 de septiembre en la noche, cobró su atroz victoria. Yo solamente lo supe ayer viernes cuando, en el curso de una conversacion telefonica, Darío Corbeira me preguntó a quemarropa: ¨¿Sabes algo de la muerte de Brea ? ¨. Y yo – sorprendido, abrumado – sólo atiné a responder, desde el fondo de una incredulidad todavía intacta, con otra pregunta: ¨¿ Es que acaso se ha muerto¨ . ¨Sí, eso me han dicho y yo pensé que tú sabrías algo¨ – replicó Darío. ¨ No, ni idea… Habría que llamar a José Manuel Costa y preguntarle- respondí titubeante. ¨ O a Armando Montesinos, que era su gran amigo¨- sugirió Dario. Quedamos en llamarlos y en llamarnos cuando alguno supiera algo. Entonce recordé un encuentro de hace muchos años, cuando José Luis estaba empleado en el Ministerio de Cultura – siendo Cármen Giménez la directora general de bellas artes, según creo recordar – y yo ejercía la critica de arte en la revista Cambio 16. Era un viernes, creo, y en la redacción me habían pedido que escribiera sobre una exposición de Cy Twombly que se inauguraría la semana siguiente. Como me faltaba documentación sobre la misma fui a ver a Brea en su despacho del ministerio a pedirsela. Y no solo me dió el dossier de prensa sino que espontáneamente me ofreció un catálogo sobre este gran pintor americano recientemente editado en Italia y – que según él – me sería de mucha utilidad a la hora de cumplir el encargo de la revista. ¨Pero eso sí, tienes que devolvermelo después de que lo utilices porque – aclaró – es mío y no del ministerio¨. Qué extraña y qué ajena a la conciencia es la obra de la memoria, que te hace recordar de repente un episodio que dabas por completamente sepultado por el aluvión de recuerdos de tantos otros encuentros que mantuvimos a lo largo de todos estos años. E igual de enigmático me resulta el hecho de que junto a ese recuerdo intempestivo haya hecho presencia simultánea el olvido, bajo la forma desasosegante de esta pregunta: ¿ Y al final le devolvi o no el catalogo de Twombly a Brea? ¨.
Ahora no lo se, ni quizás lo sepa nunca, pero, en cambio, sí sé – porque me lo contó Costa- que Jose Luis quiso que su funeral fuese tan discreto como él mismo lo fue en vida. Y que tuvo una conciencia tan clara de la inminencia de su fin, que la víspera de su muerte subió a la página Web de Salón Kritik – otro de sus numerosos y fecundos proyectos editoriales – un ensayo muy antiguo que, por ese gesto suyo de recuperación, ha adquirido el valor y el sentido de un testamento. Se titula ¨Los últimos dias ¨y lo escribió para exponer las intenciones y los propósitos con los que realizó la selección de artistas y de obras incluidos en la exposición del mismo titulo, celebrada en el Teatro de la Maestranza de Sevilla, en el marco de la Expo universal de 1992. Leerlo o releerlo es confirmar la obstinacion y la coherencia de auténtico filósofo con las que Brea ejerció su prolongada tarea de critico de arte y de analista de las sucesivas mutaciones experimentadas por la cultura contemporánea en las cuatro últimas décadas, y que le valieron el reconociemto hasta de sus mas solapados adversarios y detractores. La obstinacion de quien hasta el último dia seguía pensando que la vida que actualmente padecemos es ¨ intolerable ¨ y que el orden que la rige es mas ¨ sangriento ¨y ¨cruel ¨ de lo ¨ que podría ser cualquier experimento en el legitimo ejercicio del intento de revocarlo ¨.
Para mí no hay duda: la muerte de Brea es un desastre muy dificilmente reparable.