Quienes nos reclamamos «marxistas» consideramos el conocimiento como un proceso. El conocimiento no es un estado beatífico al que se llega fácilmente y en el que se reposa plácidamente; el conocimiento, la verdad, tienen una historia, un antes y un después, un hacerse, una historia de verdades parciales que se van perfeccionando en nuevas verdades […]
Quienes nos reclamamos «marxistas» consideramos el conocimiento como un proceso. El conocimiento no es un estado beatífico al que se llega fácilmente y en el que se reposa plácidamente; el conocimiento, la verdad, tienen una historia, un antes y un después, un hacerse, una historia de verdades parciales que se van perfeccionando en nuevas verdades parciales más completas, menos parciales. Además a la verdad, a las verdades, se llega mediante el esfuerzo de ir aplicando un método, el método o métodos científicos, método trabajoso que poco tiene que ver con métodos ilusorios como el de la mera especulación de la pseudo-filosofía o el método alucinatorio de las religiones. De manera que una definición tentativa de marxismo sería la siguiente: la aplicación del método científico a la realidad social. Un método científico, eso sí, depurado de los errores producidos por un interés de clase burgués que se camufla en el saber académico disfrazado de ciencia a secas; método científico consciente del carácter dialéctico y material de la realidad y del conocimiento, conocimiento que, además, se hace de forma colectiva y se ve abortado cuando cualquiera de sus partes no se socializa y es monopolizada por una élite de «expert@s«.
Toda esta retahíla viene a cuento (o no) por el deseo de quien esto escribe de aclarar las coordenadas desde las que realiza una crítica de algunas frases significativas del texto de Carlo Frabetti. Esta selección de frases no obedece al deseo de realizar una crítica de aspectos menudos del texto, lo que se pretende con esta selección es hacer un breve resumen de algunas partes del texto que facilite su crítica, y que muestre que lo que se critica ni son detalles del texto ni son frases sacadas de contexto.
La intención final es colaborar en la obtención de nuevas verdades parciales un poco menos parciales (y que, a su vez, sería deseable que fueran sometidas a una nueva crítica), a partir de las verdades parciales proporcionadas por Carlo Frabetti. Se trata, en suma, de participar tod@s en la elaboración colectiva de una ciencia social que merezca tal nombre, que nos permita acabar con el capitalismo e ir construyendo el socialismo, siguiendo la estela abierta por Marx, Engels, Lenin y otras muchas y muchos camaradas. Y para evitar nuevas derrotas necesitamos afinar nuestro conocimiento de la realidad social.
A continuación se citan de forma numerada algunos fragmentos del texto de Frabetti (según la edición en pdf de Rebelión), y posteriormente se realiza la crítica.
1.»No es extraño, por tanto, que los hábitos alimentarios y sexuales, así como las formas de evitar el peligro y conjurar el miedo, sean los rasgos más definitorios de una cultura» pág 7.
Aquí el término cultura puede entenderse como un componente de lo que la tradición dialéctica materialista denomina «superestructura», o bien como «formación social», es decir, la totalidad (concreta) formada por la infra y la superestructura.
En ambos casos el rasgo más definitorio es el modo de producción, es decir, la manera en que los individuos de la especie humana organizan la satisfacción de necesidades, según unas fuerzas productivas y unas relaciones de producción. Los hábitos alimentarios, sexuales y defensivos no son determinantes (definitorios).
2. «El carnivorismo, el puritanismo y el belicismo siguen siendo tres de las mayores lacras de nuestra cultura; y las tres, por cierto, tienen mucho que ver con el machismo, la causa última de nuestra miseria moral, el ingrediente básico de las religiones y las ideologías» pág. 7.
El machismo es consecuencia, no causa, así como el carnivorismo, el puritanismo y el belicismo. La distinción fundamental es entre sociedades basadas en la explotación y sociedades sin explotación, es decir entre distintos modos de producción. El machismo no existiría en las últimas y si existiría en las primeras, con diferentes características, según el tipo de sociedad de explotación.
«Existen marcados contrastes entre los roles sexuales en las diferentes culturas. … Por ejemplo, Mervyn Meggit (1964) ha propuesto una clasificación de las culturas de las tierras altas de Nueva Guinea en dos grupos según la medida en que la conducta se puede considerar como «mojigata» o «libertina». …. Lorraine Sexton (1973) ha sugerido que estas diferencias pueden estar asociadas con una alta presión de población ….. siendo el extremado remilgo un mecanismo que limitaría la frecuencia del coito y por tanto limitaría la fertilidad» pág. 517. M. HARRIS.
«Ciertamente, hay una gran evidencia que indica que el poder de cualquier tipo, ya sea de los hombres sobre los hombres o de los hombres sobre las mujeres, fue trivial o inexistente en muchas (pero no en todas) sociedades organizadas en bandas y aldeas, …. Y hay también una gran evidencia, aportada principalmente por mujeres etnógrafas (….), de que el poder de las mujeres ha sido substancialmente subestimado, mal comprendido por los hombres antropólogos que, hasta hace poco, eran las fuentes principales de datos transculturales sobre roles sexuales.» Pág 527, M. HARRIS.
En cuanto a que «Los primeros cazadores no tuvieron elección: la escasez de alimentos vegetales los obligó a pasar del apacible frugivorismo propio de los primates al feroz carnivorismo de los depredadores; de ahí a la exaltación de la violencia y de la camaradería masculina (con la consiguiente relegación de las mujeres) no había más que un paso, y era casi inevitable que lo dieran», pág 12, FRABETTI, «El consumo de carne sobrecarga nuestro aparato digestivo de primates» pág 13, FRABETTI; hay que señalar que «los primates son bastante variados en cuanto a tipos de dieta, con especies completamente vegetarianas mientras otras son omnívoras e incorporan a su dieta pequeños vertebrados e invertebrados como los insectos, en los que algunos primates se han especializado. Incluso los papiones y chimpancés a veces cazan y consumen otros mamíferos, pese a ser su dieta vegetariana por lo demás.» Pág. 37, Juan L. ARSUAGA, Ignacio MARTÍNEZ, «La especie elegida», Temas de hoy, 2002.
3.»Otra consecuencia de la caza en equipo fue, seguramente, la exaltación de la violencia y el aumento del prestigio social de la fuerza bruta, con la consiguiente relegación de las mujeres (menos corpulentas y a menudo limitadas en su actividad física por los largos períodos de gestación) y la consolidación de la camaradería masculina. Para recolectar frutos no hay que ser muy fuerte: las mujeres, e incluso los niños, pueden hacerlo tan bien o mejor que los hombres; pero para enfrentarse a un búfalo o a un mamut conviene estar bien provisto de músculos y de testosterona.» pág. 13.
En las sociedades cazadoras-recolectoras o de «comunismo primitivo» no hay explotación, o la hay de forma mínima, y no hay machismo, o lo hay mínimamente. Lo producido se distribuye de forma equitativa. De hecho, la evidencia empírica muestra que la mayor parte de la dieta proviene de la recolección. El machismo aparece más tarde, cuando algunas sociedades de cazadores-recolectores van siendo substituidas por modalidades intermedias hasta llegar a sociedades estatales agrícolas y ganaderas basadas en la explotación. Del simple hecho de la caza o del «carnivorismo» no cabe deducir el machismo. Frabetti no recoge evidencias empíricas, se limita a hacer suposiciones.
Pongamos un ejemplo, los individuos bosquimanos kung!, de Botswana, exponentes del modo de producción cazador-recolector: «Los bosquimanos deben procurarse comida cada 3 ó 4 días. La dieta de alimentos vegetales (recogida por las mujeres en 2 ó 3 días de trabajo a la semana) constituye entre el 60-80 % de la dieta total. Los hombres se dedican a la caza mayor, actividad que requiere más esfuerzo, pero cuyos resultados son inciertos …….. Los productos de la caza y de la recolección cobrados individualmente por los diversos miembros del campamento constituyen al final del día un fondo común y se distribuyen equitativamente.» José Ramón LLOBERA, «Las sociedades primitivas», pág. 32, Salvat, 1973. (No se ha corregido el posible lenguaje sexista de algunas citas por fidelidad al original)
Otro ejemplo, los individuos Ngatatjara, aborígenes australianos, descritos por Richard Gould en la década de 1960: «A mediodía, los hombres y las mujeres suelen haber vuelto al campamento. Las mujeres traen en sus recipientes hasta 7 u 8 kilos de frutos o de algún otro alimento vegetal; en la mayoría de los casos, los hombres sólo han cazado algunos animales pequeños, como lagartos o conejos. La caza de los varones es menos segura que la recolección de las mujeres, por lo que la mayor parte de la dieta de los aborígenes Ngatatjara consiste en alimentos vegetales. La comida cocinada diariamente se toma hacia el anochecer, después de pasar la tarde descansando, charlando y fabricando o reparando herramientas. » págs 111-112, Carol R. EMBER y Melvin EMBER, «Antropología cultural», Prentice may, 1997.
Más sobre los individuos kung!: «La territorialidad, el liderazgo y el ceremonial son ad hoc y poco desarrollados, y la guerra inexistente» pág 75, Allen W. JOHNSON y Timothy EARLE, Ariel, 2003.
Así que cuando Frabetti dice que «….cuando los primeros cazadores-guerreros empezaron a tratar a las mujeres como si fueran esclavas y a los esclavos como si fueran sumisas mujeres» (pág. 18), cazador y guerrero no son fenómenos simultáneos, y la esclavitud aparece con la agricultura-ganadería, no con la caza-recolección.
«Es importante señalar que buena parte de los pueblos cazadores y recolectores desconocen la guerra y minimizan los conflictos a través de una serie de mecanismos, ….. Esto no quiere decir que no exista el conflicto, incluso armado, entre individuos, pero lo importante es señalar la ausencia de hostilidades entre grupos», pág 45, «La agricultura se asocia casi siempre con la existencia de clases sociales y con la aparición de una forma de aparato estatal», pág. 38, J.R. LLOBERA, op. cit.
«En las sociedades organizadas en bandas, todos los adultos tienen normalmente libre acceso a los ríos, lagos, playas y océanos, a todas las plantas y animales, y al suelo y al subsuelo…. Estos factores….son «propiedad» colectiva.», pág 295, Marvin HARRIS, «Antropología cultural», Alianza, 1994. (Sociedad organizada en «bandas» y sociedad cazadora-recolectora son prácticamente sinónimos: el primero desde el punto de vista de la organización socio-política y el segundo desde el punto de vista del modo -económico- de producción ).
«Aunque no es del todo equiparable a la lucha de clases, la relación histórica entre hombres y mujeres tiene muchas de sus características», (pág. 18, FRABETTI), es inexacto. La lucha de clases, dado que por parte obrera su objetivo último es acabar con la explotación, se manifiesta en todos los ámbitos donde haya explotación, incluidas las relaciones de explotación patriarcales. La lucha antipatriarcal es una manifestación más de la lucha de clases: el fundamento último del patriarcado es un modo de producción basado en la explotación, en la extracción de plusvalor, patriarcado que adquiere diversas formas en los distintos modos de producción explotadores que han existido históricamente.
4. «Las feministas, con su lucha tenaz y a menudo heroica, con su crítica sistemática de las instituciones patriarcales, han transformado sustancialmente nuestra sociedad y nuestra visión del mundo, pero la mayoría de los hombres (seguramente todos, en alguna medida) se resisten a renunciar a sus privilegios», pág. 16.
Implícitamente se está diciendo que todo hombre es necesariamente machista y toda mujer necesariamente feminista, determinismo socio-biológico que cualquier examen de la realidad desmiente. De la misma manera que no todo individuo de la clase obrera piensa y actúa desde los intereses de clase de la clase obrera, (de hecho, la mayoría de las veces sólo una minoría: cualquier análisis histórico riguroso muestra que las ideas dominantes en una sociedad son las de su clase dominante, salvo en épocas revolucionarias); y no todo individuo de origen burgués actúa y piensa según los intereses de clase de la clase burguesa; ni todas las mujeres piensan y actúan como feministas, ni todos los hombres piensan y actúan como machistas. Una cosa es el sexo, según el cual los individuos que portan gónadas masculinas son hombres y quienes portan gónadas femeninas son mujeres; y otra el género, construcción socio-cultural que atribuye ciertos rasgos (diferentes según las diferentes culturas e incluso dentro de una misma cultura en momentos diferentes y en grupos diferentes) a las mujeres, otros a los hombres, y otros si construye un tercer o más generos.
Mientras no se abre una etapa revolucionaria, en períodos de «normalidad» de la lucha de clases, la mayoría de mujeres y hombres son machistas, en cuanto que las ideas dominantes son las de la clase dominante.
5. «El feminismo ha puesto en evidencia, mejor que ninguna otra corriente de pensamiento, tanto la arbitrariedad del psicoanálisis como la insuficiencia del marxismo», pág. 16.
¿Hay feminismo al margen de las clases? El feminismo sin el marxismo es feminismo burgués, pretende que la contradicción fundamental es entre mujeres y hombres, al margen de las clases, y olvida que las mujeres, al igual que los hombres, también están divididas en clases. La especificidad de la contradicción entre feminismo y machismo no debe llevar a pensar que ésta tiene un carácter completamente autónomo. La explotación se subdivide en muchas explotaciones, la contradicción principal se manifiesta en muchos tipos de contradicciones, cada una con carácterísticas propias y con ELEMENTOS COMUNES. En una sociedad en que se esté acabando con la explotación, se irá acabando con las contradicciones concretas, con ritmo diferente y dependiendo de las circunstancias concretas, mediante un PROCESO.
6.» Los «marxistas ortodoxos» (contradicción in términis, puesto que el marxismo no es una doxia y no cabe, por tanto, invocar en su nombre ninguna «recta doctrina»)», pág 16.
El marxismo en efecto no es una «doxa» (opinión, en griego), es una «episteme» (ciencia, en griego), y como cualquier otra ciencia posee conocimientos suficientemente asentados, no vale todo.
7.» El marxismo propugna, básicamente, una revolución moral.» pág 32.
No, eso es lo que caracterizaba al socialismo utópico, el marxismo es el resultado de aplicar el método científico a la realidad social, y con ese conocimiento transformar la realidad. El marxismo pretende una acción revolucionaria basada en una teoría científica revolucionaria, es teoría y praxis, no es simplemente una «moral».
8.» Vivimos en una sociedad basada en la explotación del hombre por el hombre» pág 33.
…, en la explotación de unos seres humanos por otros, explotación que se manifiesta de varias formas. De manera que cada individuo puede ser explotador en un ámbito o varios y explotado en otro/s, o explotador en todos o explotado en todos.
RESUMEN FINAL:
El texto de Carlo Frabetti contradice una verdad (parcial) aportada por el marxismo y que constituye un conocimiento suficientemente asentado: la determinación en última instancia de la superestructura jurídico-político e ideológica (relativamente autónoma) por la infraestructura económica. Apela a elementos superestructurales como determinantes de la realidad social como son el alimentarse de carne, el puritanismo sexual, el belicismo y, sobre todo, el machismo. Estos elementos se explican mejor desde la infraestructura económica, así vemos que en las sociedades cazadoras-recolectoras predomina la igualdad, la explotación es mínima o inexistente, y el machismo o no existe o existe en pequeña medida. Vemos que a esta forma de producir alimentos (y entendemos a la caza y a la recolección como producción) se asocian (son consecuencia) tal como muestra la evidencia etnográfica rasgos coherentes de igualdad, falta de autoritarismo, etc. Hay carnivorismo pero ni hay belicismo, ni machismo. Sobre la existencia o no de puritanismo no he encontrado suficiente información.
Otra cosa ocurre en sociedades basadas en la explotación, como la esclavista, la feudal o la capitalista. Aquí vemos como rasgos asociados (consecuencias) el belicismo y el machismo. El puritanismo es más bien característico de ciertas épocas y no de otras de cada modo de producción, no del modo de producción en sí, por lo que habría que buscar causas suplementarias. Algo parecido cabe decir del carnivorismo: normalmente privilegio de la clase dominante en sociedades divididas en clases.
En definitiva, el análisis de Frabetti ha sobrevalorado rasgos epifenoménicos, superestructurales, y ha confundido efectos con causas. Además en algunos momentos se ha basado en suposiciones y conjeturas en lugar de recurrir a las pruebas etnográficas.
En cuanto a la lucha feminista, ha sobrevalorado su especificidad y ha olvidado relacionarla con la lucha de clases y con el modo de producción. Así, no distingue, por ejemplo, entre la lucha feminista bajo el capitalismo con la lucha feminista en un estado socialista en construcción y desde una perspectiva de clase obrera. Ha olvidado, además, la existencia de feministas masculinos y machistas femeninos (aparte de la existencia en algunas culturas de más géneros que los de mujer y hombre).
Opone feminismo a marxismo como si el feminismo no fuera un corolario de las tesis marxistas (otra cosa es que en concreto haya tenido un mayor o menor desarrollo teórico o práctico ).
Texto relacionado: