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Brigadistas chinos lucharon en defensa de la República Española

Fuentes: Argenpress

Tchang Jaui Sau encendió un cigarrillo, le dio una fuerte calada y expiró el humo por la boca, muy despacio. Era una tarde de verano de 1937 y este chino de 44 años disfrutaba en Madrid de su primer día de descanso desde que llegó de París el 1936, o quizá desde que un barco […]


Tchang Jaui Sau encendió un cigarrillo, le dio una fuerte calada y expiró el humo por la boca, muy despacio. Era una tarde de verano de 1937 y este chino de 44 años disfrutaba en Madrid de su primer día de descanso desde que llegó de París el 1936, o quizá desde que un barco lo llevó a Francia 20 años atrás.

Tchang miró a su alrededor y vio carteles con eslóganes como «¡Madrid será la tumba del fascismo!» y «¡No pasarán!» pegados en las paredes y los postes eléctricos. No entendía muy bien su significado, pero eso no le impidió felicitar a los soldados republicanos y los brigadistas internacionales que paseaban por la calle.

Cuando se detuvo ante un quiosco, la fotografía que aparecía en la portada de la revista «Estampa» le dejó atónito. La sonrisa del hombre que le observaba desde el papel le resultaba tan familiar como la que veía todas las mañanas al mirarse en el espejo.

De repente, varios transeúntes rodearon a Tchang y estallaron en vítores después de comparar brevemente su rostro con el del hombre de la fotografía.

«¡Es él, es él!» ,»¡El chino de la revista, el chino de la revista!», gritaron antes de abrazarlo y besarle la calva.

Ésta es una de las anécdotas recogidas en el libro «La llamada de España, voluntarios chinos en la Guerra Civil Española (1936-1939)», escrito por dos norteamericanos de origen chino, Nancy y Len Tsou.

Cuenta el libro que Tchang Jaui Sau, trabajador de la planta automovilística francesa Renault y miembro del Partido Comunista de Francia, viajó a España para apoyar al gobierno de la República junto con otros voluntarios franceses y trabajadores chinos el 28 de noviembre de 1936.

Según diversas fuentes, alrededor de cien chinos que vivían en distintos países europeos o americanos se unieron a las Brigadas Internacionales y muchos de ellos perdieron la vida en territorio español luchando para defender la Segunda República de las tropas del general Franco, Mussolini y Hitler entre 1936 y 1939.

«Los chinos de ultramar no sólo están interesados en la historia de los suyos sino también en la de otras comunidades y naciones», indica la ingeniera química Nancy Tsou mientras su esposo,ingeniero de semiconductores, asiente con la cabeza.

Los Tsou descubrieron que la mayoría de brigadistas chinos eran inmigrantes que ya habían luchado por la causa izquierdista antes de la Guerra Civil Española.

El médico Tio Oen Bik (Bi Daowen), indonesio de origen chino y miembro del Partido Comunista holandés, fue uno de los precursores de la independencia de Indonesia antes de unirse a los brigadistas.

Yang Chunrong, obrero y miembro del Partido Comunista de Francia, y Zhang Shusheng, empleado de correos en el Reino Unido, eran de Qingtian (Zhejiang, este de China), el pueblo natal del 70% de los chinos que residen en España hoy en día.

Los nombres de los brigadistas chinos que participaron en la Guerra Civil española nunca se han divulgado ampliamente ni en la parte continental de China, donde las Brigadas Internacionales estaban vinculadas con la Internacional Comunista y la Unión Soviética, ni en Taiwan, donde el tema era tabú antes de que Nancy y Len abandonaran la isla a finales de los años 60 para ir a estudiar a Estados Unidos.

Gracias a sus investigaciones, los Tsou han podido reconstruir paso a paso la vida de trece brigadistas chinos, todos ellos fallecidos. «Desafortunadamente, ninguno de ellos tuvo un final feliz», se lamenta Nancy.

Xie Weijin, miembro del Partido Comunista alemán y comisario político del batallón de artillería (el cargo más alto que ha ocupado un chino en las Brigadas Internacionales), fue transferido a la base del Ejército Rojo chino en Yan’an para seguir luchando contra el fascismo, encarnado en Asia oriental por el Imperio de Japón, hasta que el presidente Mao Zedong proclamó la fundación de la República Popular China en 1949.

En 1965, en plena Revolución Cultural (1966-1976), Xie tuvo que refugiarse en una pequeña ciudad de la provincia suroccidental de Sichuan cuando le acusaron de deslealtad a la revolución china por su experiencia en Europa. Falleció de cáncer en 1978 en calidad de «revisionista».

Al terminar la Guerra Civil española, hace ahora 70 años, Tchang Jaui Sau, el chino de la portada de «Estampa», también eligió Yan’an como el próximo destino de su viaje revolucionario.

Cuando empezó la Revolución Cultural, Tchang, revolucionario firme y disciplinado, no pudo aceptar la autodestrucción de la sociedad china y se convirtió en beodo. Murió en soledad en 1968.

Muchos de los brigadistas internacionales no fueron recibidos en sus países como héroes de guerra sino como sospechosos o extremistas. «Lucharon por la libertad de otra patria que no era la suya y perdieron el reconocimiento de la propia», dice Nancy.

A su regreso a Estados Unidos, los brigadistas de la época de Abraham Lincoln fueron perseguidos, especialmente durante la caza de brujas lanzada por el senador Joseph McCarthy.

Suiza no rehabilitó hasta hace muy poco a centenares de brigadistas que fueron condenados a varios meses de prisión por participar en la Guerra Civil española pese a la neutralidad que el país helvético ha mostrado tradicionalmente en los asuntos internacionales.

«No importa si eran chinos o no. Eran 40 mil voluntarios procedentes de 53 países, comunistas y no comunistas, que fueron a España para luchar contra el fascismo sin conocer el desenlace de la guerra ni el destino que les esperaba», dice Len.

Durante sus años de búsqueda e investigación, los Tsou entrevistaron a cerca de diez brigadistas de Estados Unidos, Alemania, Bulgaria y Polonia, pero no lograron encontrar a ningún brigadista chino con vida.

«Es una pena. Empezamos hace ya 20 años pero aún así fue demasiado tarde», se lamenta el matrimonio.Para ellos, las Brigadas Internacionales de la Guerra Civil Española son el máximo exponente del espíritu y la moral del ser humano. Nancy Tsou lo explica así : «Las Brigadas Internacionales nos conmuevan y nos brindan una fuerza y una belleza espirituales que el mundo material no es capaz de producir».